Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“¿ME AMAS?”.La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“NO SEAS INCRÉDULO".
Un abrazo... P. Bernardino
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“NO SEAS INCRÉDULO".
Un abrazo... P. Bernardino
“¿ME AMAS?”.
Momentos de angustia, experiencias de frustración o de remordimiento, pueden oscurecer nuestra mirada y apagar nuestra esperanza.El evangelio es una apuesta constante a la vida, también después de caídas y fracasos.
Leemos en el evangelio de san Juan 21, 1-19:
«Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.
Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.
Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”».
PALABRA de DIOS
Las apariciones de Jesús resucitado...
como las presentan los evangelios, hacen percibir el proceso de los discípulos y discípulas que lentamente y con mucha dificultad llegan a tener conciencia de que Jesús está vivo, y que su muerte física en la cruz ha sido la plena manifestación de la vida verdadera, el amor hasta el extremo.
Después de presentarse a los discípulos en el Cenáculo, “el primer día de la semana”, para liberarlos del miedo y ofrecerles la paz, capacitándolos para la misión con el don del Espíritu Santo, Jesús se les manifiesta de nuevo, en un tiempo no definido, “a orillas del mar de Tiberiades”, en su lugar de trabajo como pescadores, lejos ya de la capital, del templo y de todos los conflictos de poder de las autoridades. El nuevo horizonte no es más la ciudad de Jerusalén, sino todos los pueblos, y la pesca es el símbolo de la misión que les espera a los discípulos.
En un primer momento, es Pedro...
que toma la iniciativa individualmente:“Voy a pescar”. Los demás se asocian: “Vamos también nosotros”, sin que la iniciativa haya sido fruto de una decisión común desde el principio. Y el trabajo no tiene éxito: “esa noche no pescaron nada”. Era noche también en el corazón, la noche que muchos conocen por la inutilidad de sus esfuerzos. Jesús no está presente.
“Al amanecer” comienza la luz...
“Al amanecer” comienza la luz...
cuando Jesús aparece “en la orilla”. Los discípulos, sin reconocerlo, obedecen a su palabra y tiran la red, que “se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla”. La misión se hace eficaz con la presencia del Señor, asumiendo su estilo de vida, y la gran cantidad de peces representa la respuesta generosa de los diferentes pueblos: “a pesar de ser tantos, la red no se rompió”: unidad en la pluralidad.
Reconoce a Jesús “el discípulo al que Jesús amaba”. El que al pie de la cruz había tenido la experiencia del amor de Jesús, lo reconoce en la abundancia de la pesca. Pedro no tiene esa intuición. Se da cuenta sólo cuando el otro se lo dice: “¡Es el Señor!”.
La comunidad se recompone...
Reconoce a Jesús “el discípulo al que Jesús amaba”. El que al pie de la cruz había tenido la experiencia del amor de Jesús, lo reconoce en la abundancia de la pesca. Pedro no tiene esa intuición. Se da cuenta sólo cuando el otro se lo dice: “¡Es el Señor!”.
La comunidad se recompone...
al regreso del trabajo, de la misión. Jesús espera a los discípulos en la playa, ofreciéndoles pan y pescado:“Vengan a comer”. Es la comida que él ha preparado, y que es él mismo en la experiencia eucarística de la comunidad, unida al fruto del trabajo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. La eucaristía se sustenta con la misión, y la misión con la eucaristía.Cuando todos han terminado de comer, Jesús interpela a Pedro, al cual no se había dirigido desde el momento de la negación durante su pasión: “¿Me amas más que éstos?”. La pregunta es repetida tres veces, con pequeñas modificaciones. Imposible no recordar las tres negaciones de Pedro. Pero esa dolorosa memoria no le impide declarar su amor por Jesús, que le confía la misión de apacentar corderos y ovejas, pequeños y grandes. Es Jesús el Buen Pastor, que “da su vida por las ovejas”. Las ovejas son de Jesús, y para pastorearlas Pedro tendrá que hacer el mismo camino del don de su vida por los demás: “Cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. Sólo el amor da la posibilidad de “pastorear”, sólo el amor hace posible seguir a Jesús. Ahora que Pedro ha renunciado a sus sueños de poder, y sabe y acepta lo que significa ser discípulo, Jesús por primera vez en el evangelio de Juan lo invita: “Sígueme”.
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Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo Llerena gusosm@yahoo.es
Gustavo Llerena gusosm@yahoo.es
DOMINGO 07 de abril 2013
"NO SEAS INCRÉDULO"
Al principio de nuestro caminar en la fe, somos como Tomás, queremos prueba de todo, tener todo bajo control, pero con el Señor nada de eso ocurre. Cuando eres seducido por El, te ha ido a buscar, a pesar de haberle dicho que no a lo que te proponía, se las va ingeniando, viendo tu abertura hacia El, te va pidiendo siempre un paso más adelante, porque es un abandono sin condiciones, es un salto, en la certeza que El te recibirá en sus brazos. Saber que hoy está vivo y sigue manifestando se de mil maneras, y lo único que quiere de nosotros, que le amemos con todo el corazón y demos testimonio de su resurrección con nuestra vida de discípulos. El caminar con El, hace que todo sea distinto, el temor se pasa, te sientes, libre de las ataduras de este mundo, que nos esclavizan, y todo nuestro quehacer debe ser para su gloria y alabanza.
María Teresa, Santiago, Chile
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SEÑALES DE LA RESURRECCIÓN – FELICES LOS QUE SIN VER CREEN – “EL FLACO” VENCIÓ A LA MUERTE – TRIUNFO LA VIDAUna vez más el evangelio de este domingo nos muestra la fragilidad de la fe de los apóstoles y que se parece a la nuestra. Recordemos que los apóstoles ya tenían conocimiento que el cuerpo de Jesús ya no estaba en el sepulcro, Pedro, Juan y varias mujeres ya habían corroborado este hecho sucedido una semana antes. No habían visto nada extraordinario en el sepulcro, solo las vendas en el suelo y la ausencia del cuerpo. La promesa de Jesús de resucitar al tercer día rondaba por sus cabezas y probablemente había la incertidumbre de cómo se desarrollarán los acontecimientos de aquí en adelante. Imaginémonos por un momento a nosotros mismos junto a ellos preguntándonos ¿qué pasará ahora? ¿Qué será de nosotros? ¿Cómo se manifestará Jesús si es que ha resucitado?, Especulando, podría existir en sus mentes también la posibilidad de que el cuerpo de Jesús haya sido robado y no haya resucitado. Había, como repetimos, mucha incertidumbre. Simultáneamente sabían que los judíos buscaban a los seguidores de Jesús para aplicarles el mismo proceso judicial que a su maestro y por tanto había mucho miedo, tenían que reunirse a puertas cerradas.
Pero, de pronto, pese a que las puertas estaban cerradas Jesús aparece en la habitación en medio de ellos y les dice “[…] PAZ A USTEDES […]”. ¡Es interesante! Lo primero que hace Jesús Resucitado es DAR PAZ, alejar los miedos, preocupaciones y dudas que en ese momento agobiaban a los apóstoles.
¿Cómo podríamos percibir la presencia de Jesús Resucitado si no hay paz en nuestras almas? La paz es un estado del espíritu para entender la voluntad de Dios.
Otro elemento que me parece interesante es notar que Jesús Resucitado es consciente de que los seres humanos necesitamos ver, tocar y escuchar. En otras palabras comprobar (método científico) para poder creer. Debe ser por ello que seguidamente a su aparición les muestra a los apóstoles los agujeros de los clavos en sus manos y el del costado de su cuerpo por donde penetró la lanza del centurión romano hacia su corazón. Ocho días después Jesús Resucitado vuelve a aparecer ante los discípulos de la misma forma y repite este procedimiento ante Tomás permitiéndole meter sus manos en sus heridas.
Sin embargo Jesús Resucitado aprovecha esta oportunidad para enseñarnos la mecánica de la fe diciendo: “[…] no seas INCREDULO sino CREYENTE […] Porque ME HAS VISTO has creído. DICHOSOS los que NO HAN VISTO y HAN CREIDO […]”.
Un tercer elemento interesante, es el estado de ALEGRÍA que causa su presencia entre sus discípulos como producto de su PAZ.
Un cuarto elemento, es que a sus discípulos les transmite, a través de un soplo, el Espíritu Santo para que ahora ellos continúen su misión de evangelización del mundo, dándoles la facultad del sacramento de la reconciliación con éstas palabras “[…] A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos […]”.
Un quinto elemento interesante, es señalado en el versículo 30, donde dice “[…] Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro […]”. ¿Qué señales fueron éstas? ¿Habrá desaparecido en este sitio de la habitación y aparecido en otro? ¿Se habrá vuelto a transfigurar? ¿Habrá convertido agua en vino? ¿Habrá hecho varios milagros? No sabemos, esos detalles no fueron escritos por Juan porque probablemente consideró que aunque maravillarían nuestra expectativa humana de ver o conocer de fenómenos extraordinarios, no añadía nada importante a nuestra fe, porque como recordemos el consejo de Jesús Resucitado para que tengamos una fe saludable es: […] DICHOSOS los que NO HAN VISTO y HAN CREIDO […]”.
Finalmente, es importante para Juan recordarnos el propósito de su evangelio “[…] Estas han sido escritas para que CREAN que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo TENGAN VIDA en su nombre”.
Carlos Arana Salinas / Director PyE
http://www.youtube.com/channel/UCpy5UIsssr10mX0SHPO1PyA
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http://pastoralyespiritualidad.blogspot.com/
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“La paz este con ustedes”: ¡qué bello saludo! Quizá debamos usar más este saludo, para ver si nos impregnamos de la paz que tanta falta nos hace a todos. Porque ante cualquier dificultad que se nos presente, si podemos tomarla con paz, veremos la luz más fácilmente y de esa manera la solución; o por lo menos la vía de salida.
Raquel, Estados Unidos de América
* * *
Hasta hoy estaba como María, que se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro y no sabía dónde lo habían puesto. Y bueno, con esto del robo que hemos tenido, andaba así, ya que veo nuestro entorno, el chico que vino con su pareja a robarnos, que creció en nuestro ambiente, que se le ayudó a rehabilitarse, pero que para nada Cristo entró en su corazón: ¿dónde está Cristo? No se ve, no se vive, no sé dónde lo han puesto en sus vidas, está tan muerto en ellos...
Y hoy compartía la lectio con mis hermanas. El Señor me animó a tener fe y a ser feliz por creer sin haber visto. No es una felicidad superficial: es la felicidad de saber que hay algo más, ¡que Cristo vive!, y que a pesar de esta dura realidad él vive y desea también vivir en ellos. Lo que nos queda es prevenir en los niños que formamos, en el acompañamiento que damos a las familias. El resto y todo lo hace el Señor, quien permitió que se escribiera lo que Él hizo para que crea y creyendo tenga vida eterna. ¿Cómo no ser agradecida por tanto amor del Señor?
Hilda, Llolleo – Chile
* * *
La experiencia de una muerte, no por causas naturales sino a través del asesinato, atraviesa los sentimientos de dolor y espanto para quienes viven con la cultura de vida, el respeto a los derechos humanos, a quienes aman la justicia, la libertad y el derecho como principio de respeto. Sin embargo, cuando se trata del asesinato del líder que en varias oportunidades había sido proclamado rey, que enseñó a compartir el pan entre los más humildes, quien le dijo al que tiene dos túnicas que comparta una, que acogió a los niños como los herederos de un sistema de justicia y solidaridad y dejó un mensaje de vida frente a la cultura del poder, el dinero y la muerte, es aún más doloroso y requiere una reflexión mucho más profunda.
El grupo que acompañó a Jesús en la utopía de un reino de justicia, tal vez nunca pensó en el nacimiento del cambio después de la muerte; pero la presencia de aquellas propuestas en las heridas de la traición, los golpes, la injusticia, la negación y el abandono, no fueron suficientes para que todos reaccionen aceptando el nacimiento real de una iglesia al servicio de los más pobres, de los excluidos de la tierra, de los ancianos, los niños y las mujeres golpeadas por una sociedad machista. Esa iglesia que a través de los tiempos debería cumplir esos objetivos, se convierte en el Tomás que no cree en la existencia de la pobreza, que excluye a quienes también puedan expulsar demonios sin estar en su convento, y esa parte de la Iglesia se convierte en los que se creen perfectos y puros y niegan a otros recibir el pan de vida, por el solo capricho de tener el poder. Pero habrá miles de los humildes que creerán en la vida después de muerte sin haber visto y vivido esas propuestas y son despreciados por un sistema de muerte y gobiernos que adoran las armas y el dinero antes que la vida, y son santificados por una gran parte de la iglesia que aún conserva el principio del poder para dominar.
Francisco, Oruro – Bolivia
* * *
Las puertas cerradas, en el pasaje del evangelio, me lleva a relacionarlo con la vida diaria, con los momentos en que nos alejamos de Dios. ¡Tantas puertas cerradas que hay a diario para un sin número de personas marginadas, sin acceso a bienes dignos: ser persona, identidad, familia, educación, salud, trabajo, vivienda, jubilación, la misma libertad! Pero otras tantas veces, somos nosotros mismos los que nos cerramos las puertas y se las cerramos a otros, tal vez por miedo, como los discípulos, por desconocimiento, por ceguera, por egoísmo, motivos no nos faltan. Sin embargo, Dios encarnado, en su infinito amor y misericordia nos sigue llamando, nos sigue acogiendo sin reproches por nuestras múltiples caídas y nos regala la paz y el Espíritu Santo. La paz interna, esa que nos aquieta en el diálogo con Dios y que a la vez nos compromete en forma responsable por su reino. Cuando no veo a Cristo en el necesitado, estoy siendo el incrédulo Tomás, el que escarba en las llagas de Jesús.
¡Padre Dios, dame la humildad y perseverancia de mantenerme en continua conversión, para abajarme en tu seguimiento!
Verónica, Santiago – Chile
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“La paz este con ustedes”: ¡qué bello saludo! Quizá debamos usar más este saludo, para ver si nos impregnamos de la paz que tanta falta nos hace a todos. Porque ante cualquier dificultad que se nos presente, si podemos tomarla con paz, veremos la luz más fácilmente y de esa manera la solución; o por lo menos la vía de salida.
Raquel, Estados Unidos de América
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Hasta hoy estaba como María, que se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro y no sabía dónde lo habían puesto. Y bueno, con esto del robo que hemos tenido, andaba así, ya que veo nuestro entorno, el chico que vino con su pareja a robarnos, que creció en nuestro ambiente, que se le ayudó a rehabilitarse, pero que para nada Cristo entró en su corazón: ¿dónde está Cristo? No se ve, no se vive, no sé dónde lo han puesto en sus vidas, está tan muerto en ellos...
Y hoy compartía la lectio con mis hermanas. El Señor me animó a tener fe y a ser feliz por creer sin haber visto. No es una felicidad superficial: es la felicidad de saber que hay algo más, ¡que Cristo vive!, y que a pesar de esta dura realidad él vive y desea también vivir en ellos. Lo que nos queda es prevenir en los niños que formamos, en el acompañamiento que damos a las familias. El resto y todo lo hace el Señor, quien permitió que se escribiera lo que Él hizo para que crea y creyendo tenga vida eterna. ¿Cómo no ser agradecida por tanto amor del Señor?
Hilda, Llolleo – Chile
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La experiencia de una muerte, no por causas naturales sino a través del asesinato, atraviesa los sentimientos de dolor y espanto para quienes viven con la cultura de vida, el respeto a los derechos humanos, a quienes aman la justicia, la libertad y el derecho como principio de respeto. Sin embargo, cuando se trata del asesinato del líder que en varias oportunidades había sido proclamado rey, que enseñó a compartir el pan entre los más humildes, quien le dijo al que tiene dos túnicas que comparta una, que acogió a los niños como los herederos de un sistema de justicia y solidaridad y dejó un mensaje de vida frente a la cultura del poder, el dinero y la muerte, es aún más doloroso y requiere una reflexión mucho más profunda.
El grupo que acompañó a Jesús en la utopía de un reino de justicia, tal vez nunca pensó en el nacimiento del cambio después de la muerte; pero la presencia de aquellas propuestas en las heridas de la traición, los golpes, la injusticia, la negación y el abandono, no fueron suficientes para que todos reaccionen aceptando el nacimiento real de una iglesia al servicio de los más pobres, de los excluidos de la tierra, de los ancianos, los niños y las mujeres golpeadas por una sociedad machista. Esa iglesia que a través de los tiempos debería cumplir esos objetivos, se convierte en el Tomás que no cree en la existencia de la pobreza, que excluye a quienes también puedan expulsar demonios sin estar en su convento, y esa parte de la Iglesia se convierte en los que se creen perfectos y puros y niegan a otros recibir el pan de vida, por el solo capricho de tener el poder. Pero habrá miles de los humildes que creerán en la vida después de muerte sin haber visto y vivido esas propuestas y son despreciados por un sistema de muerte y gobiernos que adoran las armas y el dinero antes que la vida, y son santificados por una gran parte de la iglesia que aún conserva el principio del poder para dominar.
Francisco, Oruro – Bolivia
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Las puertas cerradas, en el pasaje del evangelio, me lleva a relacionarlo con la vida diaria, con los momentos en que nos alejamos de Dios. ¡Tantas puertas cerradas que hay a diario para un sin número de personas marginadas, sin acceso a bienes dignos: ser persona, identidad, familia, educación, salud, trabajo, vivienda, jubilación, la misma libertad! Pero otras tantas veces, somos nosotros mismos los que nos cerramos las puertas y se las cerramos a otros, tal vez por miedo, como los discípulos, por desconocimiento, por ceguera, por egoísmo, motivos no nos faltan. Sin embargo, Dios encarnado, en su infinito amor y misericordia nos sigue llamando, nos sigue acogiendo sin reproches por nuestras múltiples caídas y nos regala la paz y el Espíritu Santo. La paz interna, esa que nos aquieta en el diálogo con Dios y que a la vez nos compromete en forma responsable por su reino. Cuando no veo a Cristo en el necesitado, estoy siendo el incrédulo Tomás, el que escarba en las llagas de Jesús.
¡Padre Dios, dame la humildad y perseverancia de mantenerme en continua conversión, para abajarme en tu seguimiento!
Verónica, Santiago – Chile
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