"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 9 de noviembre de 2012

“DOS PEQUEÑAS MONEDAS”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“DOS PEQUEÑAS MONEDAS”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
ABAJO siempre el aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“TÚ NO ESTÁS LEJOS”.

Saludos... P. BERNARDINO



                   "DOS PEQUEÑAS MONEDAS"                    

Hay personas que creen construir las condiciones para su propia felicidad, acumulando riqueza y poder. Otras personas han descubierto que la felicidad verdadera pasa por la capacidad de donar y de donarse.

 Leemos en el evangelio de san Marcos 12, 38-44...                       

«Jesús enseñaba a la multitud: “Cuí­dense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas ora­ciones. Estos serán juzgados con más severidad”. Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces Él llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”».

PALABRA del SEÑOR


Jesús invita a la gente a tener...
cuidado de los escribas. Ellos son los expertos de las obligaciones religiosas, y saben enseñarlas e imponerlas a los demás. Pero Jesús revela lo que son realmente. Movidos por la ambición, “les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas”, buscan el reconocimiento social y el prestigio en el ámbito religioso y civil, porque quieren “ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes”. No conocen la enseñanza de Jesús: “El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos”. Usan la religión con el afán de enriquecerse, explotando las categorías más indefensas de la sociedad: “Devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas ora­ciones”. Jesús se detiene en detalles tan claros y explícitos, que era fácil reconocer a las personas concretas a que él se refería. Viven de la complicidad de los ricos y de los recursos de los pobres. La conclusión es durísima: “Serán juzgados con más severidad”. No hay que dejarse enredar por esos ávidos hipócritas, llenos de codicia y vanidad. Y menos, hay que someterse a ellos.

Y presenta un luminoso...
ejemplo opuesto: “una viuda de condición humilde”. Jesús se fija en la gente que deposita su limosna para el tesoro del templo. Los ricos pueden ser generosos, “daban en abundancia”: apoyan un sistema que los favorece. En cambio, la viuda “colocó dos pequeñas monedas de cobre”. No es nada: no sirven ni para la mantención del templo, ni para la alimentación del personal o para los pobres. Pero Jesús a esa mujer, pobre y viuda, absolutamente insignificante del punto de vista social y religioso del tiempo, la indica como una verdadera maestra para sus discípulos, subrayando que ella “ha puesto más que cualquiera de los otros”. Y lo explica con extrema claridad: “Todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”. Evidentemente Jesús no está interesado a solicitar la limosna para el templo. Si una enseñanza puede explicar la actitud de la viuda, es la indicación del primer mandamiento, que Jesús había recordado poco antes al escriba que lo había interrogado: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas”. Esto es lo que manifiesta la viuda, ofreciendo las “dos pequeñas monedas”, que son “todo lo que poseía”. No dona lo que le sobra, ni parte de lo que le es estrictamente necesario: se dona a sí misma, dona su vida, “todo lo que tenía para vivir”, en una entrega total en las manos de Dios, poniendo en él toda su confianza. No tiene conocimiento de la ley como los escribas; practica la ley del amor. No conoce a Jesús, pero es reconocida por él.




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LECTIO DOMINGO 04 de NOVIEMBRE

           "TÚ NO ESTAS LEJOS"         



Todos estamos llamados a servir. Unos lo sentimos más que otros. Es muy difícil hacer a un lado ese llamado. Es una fuerza interior más fuerte que nuestra propia voluntad, que nuestro propio razonamiento. Más fuerte que cualquier lógica o desilusión.

Raquel, Estados Unidos

* * *

Creo que las frases de Jesús hablan por sí mismas, pero llama la atención la relación que él establece entre la necesidad de la centralidad de la vida espiritual por encima de la material (amar a Dios) con la forma de hacerlo (a través del amar a los demás). Dios, amor, prójimo, los tres conceptos, parecen abrirnos los ojos en cuanto a la verdadera manera de llegar a Dios y a la plenitud. Es en este mundo y en nuestros prójimos donde y como podemos crecer y encontrar paz. El amor a Dios, sin un receptor real y cercano, es simple sentimiento, sin llegar siquiera a observancia de un mandamiento. Es, en esta relación, que Jesús hace en verdad, un llamado a la acción, a la vida espiritual activa, fuera de la cápsula estrictamente mental o espiritual. Nos muestra que es el mundo real donde debemos crecer espiritualmente, dejando de lado el simple ritualismo o el aislamiento. Podemos y debemos crecer en este mundo material y viendo en "los otros" la verdadera oportunidad de salvación.
Manuel, La Paz – Bolivia


* * *

Para nosotros debería ser el pan de cada día amar a Dios, pero vivimos en la tierra donde la sociedad individualista nos absorbe. Reconocemos a Dios como nuestro Padre para pedirle sólo cosas materiales, incluso a su nombre hacemos bendecir billetes de fantasía para que se hagan realidad. Personalmente no creo que eso sea amor al Padre. Pero el complemento más fuerte está en la segunda parte, parece ser como un examen: ¿podremos amar al prójimo de verdad? Haciendo una partecita de lo que hizo el Samaritano, nos comprometería a seguir a Jesús, pero generalmente estamos muy ocupados en asistir a un templo y encerrarnos en la religiosidad de los ritos, sin ver o sentir la necesidad de los que no tienen un pan o tienen sed de justicia. La enseñanza de Jesús nos acerca más a la construcción de un Reino de justicia y derecho, a través del cumplimiento del amor al Padre, pero paralelamente ser solidarios con el prójimo.

 Francisco, Oruro – Bolivia


* * *

El primer mandamiento es el que encierra todos los demás: "amar a Dios sobre todas las cosas". Cuando yo me sentí amada por mi Padre, es él que me va levantando hacia lo sobrenatural, y comienzo a mirarlo todo desde esa perspectiva, sabiendo siempre que no soy digna de tanto amor que él me dispensa. Soy capaz de amar a Dios con todo mi corazón, y a partir de ese amor, soy capaz de amar a los demás con ese amor que lo encierra todo, reconociendo que todos somos hijos de un mismo Padre; ese amor es el que me hace capaz de hacer todo, por el amor que mi Padre me tiene. En la madurez de mi fe, me he ido dando cuenta que en todos mis procesos, siempre ha estado conmigo, aunque yo no me daba cuenta. En este aprendizaje voy descubriendo cuidado que él me prodiga, para alejarme de las cosas que me pueden contaminar, e ir descubriendo que mi vida debe encausarse a todo aquello que sea para gloria de Dios.

María Teresa, Santiago – Chile
 





 

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