"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

sábado, 27 de abril de 2013

“COMO YO LOS HE AMADO”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“COMO YO LOS HE AMADO”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“Yo las conozco”.

Un abrazo: P. Bernardino


                       “COMO YO LOS HE AMADO”.               

En la sociedad, la división de roles dentro de una institución no constituye simplemente un reparto de tareas, para su buen funcionamiento, sino la constitución de una jerarquía con diversidad de importancia, de reconocimiento y de honor.
Jesús no niega la diversificación de tareas en su comunidad, pero indica un criterio de igualdad y de servicio recíproco que supera todas las discriminaciones.


Leemos en el evangelio de san Juan 13, 31-33. 34-35:


Durante la última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en El, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”.
PALABRA del SEÑOR




La misión de Jesús...
ha sido la de manifestarnos el amor del Padre y enseñarnos a vivir como hijos e hijas, realizando un proyecto de vida que sea reflejo del amor del Padre. Lo ha enseñado con palabras y hechos, viviendo coherente y fielmente el camino del amor, hasta dejarse matar. Lo asesinan los que se oponen a ese proyecto, porque tienen otro, y se sienten juzgados y amenazados en sus intereses por la propuesta de Jesús.





Durante la última cena...
de su vida, Jesús se entrega en las manos de Judas: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto”, y cuando el traidor sale para realizar su proyecto de entregarlo a sus adversarios para que lo maten, Jesús declara: “Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él”. La gloria de Dios no es otra cosa que su inmenso amor, que se manifiesta a través de Jesús, y la gloria de Jesús será su “exaltación” en la cruz, manifestando al Padre y a la humanidad su amor total. Fruto de la entrega de su vida será el don del Espíritu. Para el discípulo de Jesús, vivir para la mayor gloria de Dios significará reproducir en su vida ese mismo amor, animado por su Espíritu.




Jesús tiene conciencia de...
que su muerte es inminente, y que esa es su última cena con sus discípulos: “Ya no estaré mucho tiempo con ustedes”. Quiere dejarles como testamento su enseñanza extrema: “ Ámense los unos a los otros”. Es “un mandamiento nuevo”. El mandamiento antiguo decía: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas… Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Ahora el centro es otro: el amor recíproco; y tiene otra medida: no sólo amar al otro con el mismo amor con que uno alimenta y cuida su vida, “como a ti mismo”, que ya era un compromiso muy exigente, sino amarlo con la misma medida y la misma motivación con que Jesús nos ha amado. Jesús no pide nada para sí, ni para Dios. Con la fuerza de un mandamiento, pide que el que quiera seguirlo sea capaz de amar con un amor parecido al suyo, gratuito y libre, concreto, sin discriminación, hasta dar la vida. Durante la misma cena, “el que había amado a los suyos que estaban en medio del mundo, les demostró su amor hasta el extremo”: se puso a lavarles los pies. Es la actitud que los discípulos deberán tener siempre: “También ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”. Éste es el estatuto de su comunidad.También la eficacia de la misión dependerá de esa capacidad de amor sin límite: “En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”. No hay idiomas, leyes costumbres, ornamentos, ritos, doctrinas, que identifiquen al discípulo en medio de la sociedad. Sólo el amor será la característica distintiva, que hará posible reconocer a los seguidores de Jesús: constituirán en el mundo un humilde signo de que es posible la fraternidad universal a que toda la humanidad está llamada.



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Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo Llerena         gusosm@yahoo.es




     DOMINGO 21 de ABRIL 2013     
     "YO LAS CONOZCO"                    

“El Señor es mi pastor”, es el salmo tan hermoso que encierra todo mi caminar. Sé que a su lado nada me falta. Esta lectura todavía es más fuerte “Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre”. En esta lectura está la certeza de sus promesas y la confianza incondicional que debemos tenerle a este Padre, que tanto nos ama y nos ha rescatado con la sangre de su Hijo amado. Y cuando nos veamos bajo la amenaza de caer, nos acordemos, que nuestro Padre está a nuestro lado, cogidos de su mano, igual que un niño bajo su amparo, en el caminar por este mundo. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, es el que nos llevará a la casa eterna de nuestro Padre. 


  María Teresa, Santiago – Chile

* * *

Todos podemos hablar y hablar y hablar de espiritualidad. Hoy en día hay cientos de miles de corrientes al alcance de nuestras manos para sentirnos que estamos en el camino espiritual, cientos de "maestros" "gurúes", "iluminados", propuestas.

¿Cómo distinguir lo falso? ¿Cómo distinguir la charlatanería? ¿Cómo distinguir el afán de lucro con la necesidad manifestada por las personas en sus momentos de crisis? Sólo por la obra. ¿Y qué es la obra? La obra es cada uno de nosotros. Lo que hacemos a diario con nuestras vidas y con los vínculos que nos rodean. Si cada uno es hijo de Dios y quiere volver a Dios, no hay declaraciones, ni certificados, ni cantidad que se pueda pagar para ello. Cada uno, su conciencia y su servicio como hermano a los hermanos. Esa confianza nos protege de que nadie nos arrebate en sus intentos manipuladores, y también de nuestras propias manipulaciones. Solo la infinita Fe nos hace reconocer mutuamente, no pertenecer a nadie ni a nada, sólo a la constancia del camino de nuestra Luz hacia la Luz. 


  Isabel, Citybell, La Plata – Argentina




sábado, 20 de abril de 2013

“YO LAS CONOZCO”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“YO LAS CONOZCO”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“¿ME AMAS?”.

Un abrazo... P. Bernardino


                 “YO LAS CONOZCO”.               

En un tiempo en que la palabra “relativismo” suscita tantas discusiones, podría ser oportuno preguntarnos si tenemos una opción fundamental que defina nuestra vida y motive nuestras decisiones. También no tenerla es una opción.



Leemos en el evangelio de San Juan 10, 27-30:                              


Jesús dijo: Mis ovejas escuchan mi voz. Yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y Yo somos una sola cosa.

PALABRA del SEÑOR



Mientras Jesús se paseaba...
por el Pórtico de Salomón, durante las fiestas por la consagración del templo de Jerusalén, que había sido renovada en el tiempo de Judas Macabeo, las autoridades religiosas se le acercaron para exigirle una respuesta clara y definitiva: “Si eres tú el Mesías, dínoslo abiertamente”.

Jesús había revelado explícitamente su identidad de Mesías sólo a la mujer de Samaría encontrada en el pozo de Sicar. En general no se había atribuido ese título, pero sus obras lo habían manifestado claramente: “Las obras que yo realizo en nombre de mi Padre, esas son las que me acreditan”. Se ha declarado el Buen Pastor, pero las autoridades no quieren seguirlo. No le han creído porque no son de sus ovejas.

La primera característica...
propia de sus ovejas, sus discípulos, es escuchar su voz: “Mis ovejas escuchan mi voz”. El pueblo de Israel se había definido como “el pueblo de la escucha”, y todos los días el piadoso judío comenzaba su oración repitiendo las palabras del Deuteronomio : “Escucha, Israel”. Ahora es a Jesús que sus discípulos, sus ovejas, deben escuchar. Su voz es la voz del Padre, él es su Palabra hecha carne.

Se trata de una escucha no simplemente pasiva. Exige confianza y adhesión, que llevan a una profunda intimidad con Jesús: “Yo las conozco”, un conocimiento que es comunión de vida y entrega recíproca, relación exclusiva que transforma en discípulos: “Ellas me siguen”.



El seguimiento de Jesús...
no es sólo devoción y adoración. Seguir significa fijarse en el que va delante. La imagen del pastor es muy apropiada para la cultura de un tiempo y un lugar en que la presencia del rebaño es familiar. Las ovejas no encuentran el camino si alguien las empuja. Hace falta que el pastor se ponga delante, y ellas lo siguen. Jesús abre caminos de solidaridad, justicia, amor, y los discípulos lo siguen realizando la misma entrega de su vida. Como él, podrán gastar o perder su vida física, pero participarán de una vida plena y verdadera, que la muerte no interrumpe o limita: “Yo les doy vida eterna”, la vida que “nace de lo alto”, la vida en el espíritu.

El miedo por la persecución...
y el martirio que experimentará la comunidad será vencido por la certeza de la vida definitiva: “Ellas no perecerán jamás”. Están en las manos de Jesús, donde encuentran seguridad. También los seguidores de Jesús conocerán, como él, oposición y violencia. La posibilidad de resistir no será simple fruto de su capacidad. Las manos de Jesús les aseguran el amparo necesario. Se enfrentaran con él las fuerzas poderosas del mal, pero no podrán vencerlo: “Nadie las arrebatará de mis manos”. Él es el Buen Pastor, que da su vida por las ovejas.Es el Padre que ha entregado a Jesús la defensa de sus discípulos, y es el Padre mismo que los protege: “Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre”. La comunión total entre el Padre y el Hijo se manifiesta en el cuidado amoroso de los seguidores de Jesús.


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Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo Llerena         gusosm@yahoo.es


DOMINGO 14 DE ABRIL 2013
 ¿ME AMAS?                

Pedro para mi es pasado y presente. Representa la reivindicación de cada cristiano, que negamos o nos alejamos, pero que finalmente decimos que sí al Señor. Esta negación, la presión de ser cristiano-católico es importante. Es tan fácil sentirse abatido con todo el ataque que hoy se da en los medios de comunicación, sobretodo internet. Además, que está de moda ser ateo o agnóstico, creo que hasta les suena mas lindo. Lo que quiero decir, es que todos podemos ser Pedro, pero eso incluye también ser el Pedro del evangelio de hoy y repetir sin miedo: "Te quiero, Señor".

  Karen, Santiago – Chile

* * *

¡Es tan claro el mensaje y sus comentarios previos! Por eso, sólo puedo decir que seguimos profundizando lo medular del mensaje de Jesús: el amor, pero no a nuestro modo sino al estilo de Él.

Mi corazón dice como Pedro: Sí, Señor, tú sabes que te amo. Sin embargo, la radicalidad de ese amor, no logro vivirlo, porque aún no se derriten los hielos producidos con el pasar de los años. La radicalidad que ello conlleva, está muy en la mente; otra cosa es vivirlo cada día y no es fácil, pero más difícil se hace si nos atrevemos a caminar lejos de él, de su enseñanza, de su mensaje, de su amor. Para ello, es importante recordar el diálogo de Jesús a Nicodemo: “Nacer de nuevo, en el espíritu”, lo que implica, a mi entender, un abandonarse totalmente a la voluntad del Señor.

Pido desde lo más hondo de mi corazón esa gracia, para liberarme de mi misma y ser feliz en lo sencillo, viviendo con, para y por el Señor.


  Verónica, Santiago – Chile

jueves, 11 de abril de 2013

“¿ME AMAS?”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“¿ME AMAS?”.La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“NO SEAS INCRÉDULO".

Un abrazo... P. Bernardino


                                “¿ME AMAS?”.                            

Momentos de angustia, experiencias de frustración o de remordimiento, pueden oscurecer nuestra mirada y apagar nuestra esperanza.
El evangelio es una apuesta constante a la vida, también después de caídas y fracasos.


Leemos en el evangelio de san Juan 21, 1-19:

 «Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.

Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Ellos le respondieron: “Vamos también nosotros”. Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, ¿tienen algo para comer?”. Ellos respondieron: “No”. Él les dijo: “Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán”. Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: “¡Es el Señor!”. Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.

Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: “Vengan a comer”. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: “¿Quién eres?”, porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.
Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. El le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis corderos”. Le volvió a decir por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas”. Le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?”. Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: “Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero”. Jesús le dijo: “Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: “Sígueme”».

PALABRA de DIOS



Las apariciones de Jesús resucitado...
como las presentan los evangelios, hacen percibir el proceso de los discípulos y discípulas que lentamente y con mucha dificultad llegan a tener conciencia de que Jesús está vivo, y que su muerte física en la cruz ha sido la plena manifestación de la vida verdadera, el amor hasta el extremo.

Después de presentarse a los discípulos en el Cenáculo, “el primer día de la semana”, para liberarlos del miedo y ofrecerles la paz, capacitándolos para la misión con el don del Espíritu Santo, Jesús se les manifiesta de nuevo, en un tiempo no definido, “a orillas del mar de Tiberiades”, en su lugar de trabajo como pescadores, lejos ya de la capital, del templo y de todos los conflictos de poder de las autoridades. El nuevo horizonte no es más la ciudad de Jerusalén, sino todos los pueblos, y la pesca es el símbolo de la misión que les espera a los discípulos.






En un primer momento, es Pedro...
que toma la iniciativa individualmente:“Voy a pescar”. Los demás se asocian: “Vamos también nosotros”, sin que la iniciativa haya sido fruto de una decisión común desde el principio. Y el trabajo no tiene éxito: “esa noche no pescaron nada”. Era noche también en el corazón, la noche que muchos conocen por la inutilidad de sus esfuerzos. Jesús no está presente.

“Al amanecer” comienza la luz...
 cuando Jesús aparece “en la orilla”. Los discípulos, sin reconocerlo, obedecen a su palabra y tiran la red, que “se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla”. La misión se hace eficaz con la presencia del Señor, asumiendo su estilo de vida, y la gran cantidad de peces representa la respuesta generosa de los diferentes pueblos: “a pesar de ser tantos, la red no se rompió”: unidad en la pluralidad.

Reconoce a Jesús “el discípulo al que Jesús amaba”. El que al pie de la cruz había tenido la experiencia del amor de Jesús, lo reconoce en la abundancia de la pesca. Pedro no tiene esa intuición. Se da cuenta sólo cuando el otro se lo dice: “¡Es el Señor!”.




La comunidad se recompone...
al regreso del trabajo, de la misión. Jesús espera a los discípulos en la playa, ofreciéndoles pan y pescado:“Vengan a comer”. Es la comida que él ha preparado, y que es él mismo en la experiencia eucarística de la comunidad, unida al fruto del trabajo: “Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar”. La eucaristía se sustenta con la misión, y la misión con la eucaristía.Cuando todos han terminado de comer, Jesús interpela a Pedro, al cual no se había dirigido desde el momento de la negación durante su pasión: “¿Me amas más que éstos?”. La pregunta es repetida tres veces, con pequeñas modificaciones. Imposible no recordar las tres negaciones de Pedro. Pero esa dolorosa memoria no le impide declarar su amor por Jesús, que le confía la misión de apacentar corderos y ovejas, pequeños y grandes. Es Jesús el Buen Pastor, que “da su vida por las ovejas”. Las ovejas son de Jesús, y para pastorearlas Pedro tendrá que hacer el mismo camino del don de su vida por los demás: “Cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras”. Sólo el amor da la posibilidad de “pastorear”, sólo el amor hace posible seguir a Jesús. Ahora que Pedro ha renunciado a sus sueños de poder, y sabe y acepta lo que significa ser discípulo, Jesús por primera vez en el evangelio de Juan lo invita: “Sígueme”.




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Gustavo Llerena         gusosm@yahoo.es




DOMINGO 07 de abril 2013
"NO SEAS INCRÉDULO" 

Al principio de nuestro caminar en la fe, somos como Tomás, queremos prueba de todo, tener todo bajo control, pero con el Señor nada de eso ocurre. Cuando eres seducido por El, te ha ido a buscar, a pesar de haberle dicho que no a lo que te proponía, se las va ingeniando, viendo tu abertura hacia El, te va pidiendo siempre un paso más adelante, porque es un abandono sin condiciones, es un salto, en la certeza que El te recibirá en sus brazos. Saber que hoy está vivo y sigue manifestando se de mil maneras, y lo único que quiere de nosotros, que le amemos con todo el corazón y demos testimonio de su resurrección con nuestra vida de discípulos. El caminar con El, hace que todo sea distinto, el temor se pasa, te sientes, libre de las ataduras de este mundo, que nos esclavizan, y todo nuestro quehacer debe ser para su gloria y alabanza.


  María Teresa, Santiago, Chile


* * *


SEÑALES DE LA RESURRECCIÓN – FELICES LOS QUE SIN VER CREEN – “EL FLACO”  VENCIÓ A LA MUERTE – TRIUNFO LA VIDAUna vez más el evangelio de este domingo nos muestra la fragilidad de la fe de los apóstoles y que se parece a la nuestra. Recordemos que los apóstoles ya tenían conocimiento que el cuerpo de Jesús ya no estaba en el sepulcro, Pedro, Juan y varias mujeres ya habían corroborado este hecho sucedido una semana antes. No habían visto nada extraordinario en el sepulcro, solo las vendas en el suelo y la ausencia del cuerpo. La promesa de Jesús de resucitar al tercer día rondaba por sus cabezas y probablemente había la incertidumbre de cómo se desarrollarán los acontecimientos de aquí en adelante. Imaginémonos por un momento a nosotros mismos junto a ellos preguntándonos ¿qué pasará ahora? ¿Qué será de nosotros? ¿Cómo se manifestará Jesús si es que ha resucitado?, Especulando, podría existir en sus mentes también la posibilidad de que el cuerpo de Jesús haya sido robado y no haya resucitado. Había, como repetimos, mucha incertidumbre. Simultáneamente sabían que los judíos buscaban a los seguidores de Jesús para aplicarles el mismo proceso judicial que a su maestro y por tanto había mucho miedo, tenían que reunirse a puertas cerradas.
Pero, de pronto, pese a que las puertas estaban cerradas Jesús aparece en la habitación en medio de ellos y les dice “[…] PAZ A USTEDES […]”. ¡Es interesante! Lo primero que hace Jesús Resucitado es DAR PAZ, alejar los miedos, preocupaciones y dudas que en ese momento agobiaban a los apóstoles.
¿Cómo podríamos percibir la presencia de Jesús Resucitado si no hay paz en nuestras almas? La paz es un estado del espíritu para entender la voluntad de Dios.
Otro elemento que me parece interesante es notar que Jesús Resucitado es consciente de que los seres humanos necesitamos ver, tocar y escuchar. En otras palabras comprobar (método científico) para poder creer. Debe ser por ello que seguidamente a su aparición les muestra a los apóstoles los agujeros de los clavos en sus manos y el del costado de su cuerpo por donde penetró la lanza del centurión romano hacia su corazón. Ocho días después Jesús Resucitado vuelve a aparecer ante los discípulos de la misma forma y repite este procedimiento ante Tomás permitiéndole meter sus manos en sus heridas.
Sin embargo Jesús Resucitado aprovecha esta oportunidad para enseñarnos la mecánica de la fe diciendo: “[…] no seas INCREDULO sino CREYENTE […] Porque ME HAS VISTO has creído. DICHOSOS los que NO HAN VISTO y HAN CREIDO […]”.
Un tercer elemento interesante, es el estado de ALEGRÍA que causa su presencia entre sus discípulos como producto de su PAZ.
Un cuarto elemento, es que a sus discípulos les transmite, a través de un soplo, el Espíritu Santo para que ahora ellos continúen su misión de evangelización del mundo, dándoles la facultad del sacramento de la reconciliación con éstas palabras “[…] A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos […]”.
Un quinto elemento interesante, es señalado en el versículo 30, donde dice “[…] Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro […]”. ¿Qué señales fueron éstas? ¿Habrá desaparecido en este sitio de la habitación y aparecido en otro? ¿Se habrá vuelto a transfigurar? ¿Habrá convertido agua en vino? ¿Habrá hecho varios milagros? No sabemos, esos detalles no fueron escritos por Juan porque probablemente consideró que aunque maravillarían nuestra expectativa humana de ver o conocer de fenómenos extraordinarios, no añadía nada importante a nuestra fe, porque como recordemos el consejo de Jesús Resucitado para que tengamos una fe saludable es: […] DICHOSOS los que NO HAN VISTO y HAN CREIDO […]”.
Finalmente, es importante para Juan recordarnos el propósito de su evangelio “[…] Estas han sido escritas para que CREAN que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo TENGAN VIDA en su nombre”.


Peru icon  Carlos Arana Salinas  /  Director PyE
http://www.youtube.com/channel/UCpy5UIsssr10mX0SHPO1PyA
http://pastoralyespiritualidad.blogspot.com/

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“La paz este con ustedes”: ¡qué bello saludo! Quizá debamos usar más este saludo, para ver si nos impregnamos de la paz que tanta falta nos hace a todos. Porque ante cualquier dificultad que se nos presente, si podemos tomarla con paz, veremos la luz más fácilmente y de esa manera la solución; o por lo menos la vía de salida.


United-States icon   Raquel, Estados Unidos de América

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Hasta hoy estaba como María, que se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro y no sabía dónde lo habían puesto. Y bueno, con esto del robo que hemos tenido, andaba así, ya que veo nuestro entorno, el chico que vino con su pareja a robarnos, que creció en nuestro ambiente, que se le ayudó a rehabilitarse, pero que para nada Cristo entró en su corazón: ¿dónde está Cristo? No se ve, no se vive, no sé dónde lo han puesto en sus vidas, está tan muerto en ellos...

Y hoy compartía la lectio con mis hermanas. El Señor me animó a tener fe y a ser feliz por creer sin haber visto. No es una felicidad superficial: es la felicidad de saber que hay algo más, ¡que Cristo vive!, y que a pesar de esta dura realidad él vive y desea también vivir en ellos. Lo que nos queda es prevenir en los niños que formamos, en el acompañamiento que damos a las familias. El resto y todo lo hace el Señor, quien permitió que se escribiera lo que Él hizo para que crea y creyendo tenga vida eterna. ¿Cómo no ser agradecida por tanto amor del Señor? 


  Hilda, Llolleo – Chile 

* * * 

La experiencia de una muerte, no por causas naturales sino a través del asesinato, atraviesa los sentimientos de dolor y espanto para quienes viven con la cultura de vida, el respeto a los derechos humanos, a quienes aman la justicia, la libertad y el derecho como principio de respeto. Sin embargo, cuando se trata del asesinato del líder que en varias oportunidades había sido proclamado rey, que enseñó a compartir el pan entre los más humildes, quien le dijo al que tiene dos túnicas que comparta una, que acogió a los niños como los herederos de un sistema de justicia y solidaridad y dejó un mensaje de vida frente a la cultura del poder, el dinero y la muerte, es aún más doloroso y requiere una reflexión mucho más profunda. 

El grupo que acompañó a Jesús en la utopía de un reino de justicia, tal vez nunca pensó en el nacimiento del cambio después de la muerte; pero la presencia de aquellas propuestas en las heridas de la traición, los golpes, la injusticia, la negación y el abandono, no fueron suficientes para que todos reaccionen aceptando el nacimiento real de una iglesia al servicio de los más pobres, de los excluidos de la tierra, de los ancianos, los niños y las mujeres golpeadas por una sociedad machista. Esa iglesia que a través de los tiempos debería cumplir esos objetivos, se convierte en el Tomás que no cree en la existencia de la pobreza, que excluye a quienes también puedan expulsar demonios sin estar en su convento, y esa parte de la Iglesia se convierte en los que se creen perfectos y puros y niegan a otros recibir el pan de vida, por el solo capricho de tener el poder. Pero habrá miles de los humildes que creerán en la vida después de muerte sin haber visto y vivido esas propuestas y son despreciados por un sistema de muerte y gobiernos que adoran las armas y el dinero antes que la vida, y son santificados por una gran parte de la iglesia que aún conserva el principio del poder para dominar. 

  Francisco, Oruro – Bolivia

* * *

Las puertas cerradas, en el pasaje del evangelio, me lleva a relacionarlo con la vida diaria, con los momentos en que nos alejamos de Dios. ¡Tantas puertas cerradas que hay a diario para un sin número de personas marginadas, sin acceso a bienes dignos: ser persona, identidad, familia, educación, salud, trabajo, vivienda, jubilación, la misma libertad! Pero otras tantas veces, somos nosotros mismos los que nos cerramos las puertas y se las cerramos a otros, tal vez por miedo, como los discípulos, por desconocimiento, por ceguera, por egoísmo, motivos no nos faltan. Sin embargo, Dios encarnado, en su infinito amor y misericordia nos sigue llamando, nos sigue acogiendo sin reproches por nuestras múltiples caídas y nos regala la paz y el Espíritu Santo. La paz interna, esa que nos aquieta en el diálogo con Dios y que a la vez nos compromete en forma responsable por su reino. Cuando no veo a Cristo en el necesitado, estoy siendo el incrédulo Tomás, el que escarba en las llagas de Jesús.

¡Padre Dios, dame la humildad y perseverancia de mantenerme en continua conversión, para abajarme en tu seguimiento! 


  Verónica, Santiago – Chile






jueves, 4 de abril de 2013

“NO SEAS INCRÉDULO”.

Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

 “NO SEAS INCRÉDULO” 

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“ESTA VIVO”.

Un abrazo... P. Bernardino



                   "NO SEAS INCRÉDULO”.                


La muerte de un familiar o de una persona querida puede ser una experiencia muy dolorosa para una persona. Pero el fracaso de un proyecto de vida puede ser todavía más traumático.
A los discípulos de Jesús les costó terriblemente salir del trauma vivido frente a la pasión y muerte de Él.



 Leemos en el evangelio de san Juan 20, 19-31:           


Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!" .Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo:“¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.

PALABRA de DIOS.


Es la primera aparición de Jesús...
resucitado, según el evangelio de san Juan. A los discípulos que se habían dispersado durante la pasión, ahora los reúne el miedo. Están en el Cenáculo “con las puertas cerradas por temor a los judíos”: la violencia desatada contra Jesús, podría extenderse a sus seguidores. Y está cerrado y dolido el corazón: ¿Cómo perdonarse la negación, el abandono, la traición? ¿Y qué futuro les espera? A sus ojos, Jesús ha sido derrotado. Sus enemigos, que lo han colgado en la cruz, son los vencedores.



Es la presencia y la confianza...
en Jesús resucitado que libera del miedo. Él se manifiesta diciendo: “La paz esté con ustedes”. Para esos discípulos, temerosos y desamparados, que habían desaparecido durante la pasión, ningún reproche: sólo un mensaje de paz. Es la paz entre Dios y la humanidad que Jesús ha realizado a través de su muerte y resurrección, la reconciliación y pacificación del corazón, la comunión y la armonía con toda la humanidad y con la creación entera. Es la paz que Jesús había prometido a los discípulos, angustiados por el anuncio de su partida: “la paz les dejo; les doy mi paz”.


Hay pocas palabras capaces de expresar tan eficazmente la condición de bienestar total que Jesús ofrece. Es la paz que los discípulos no pierden ni frente a la persecución y la cruz, en la lucha por la justicia y la verdad. Él está en medio de ellos, como lo había prometido: “No los dejaré huérfanos”. Él es la fuente de la vida y de la esperanza: en medio del mundo los discípulos tendrán apuros, pero, “ánimo, que yo he vencido al mundo”.


Como signos de su victoria...
Jesús les muestra las manos y el costado. Son los signos de un amor hasta el extremo, que se ha entregado venciendo el odio y la muerte. Son ahora las manos en que confiar, las manos en que el Padre ha confiado todo, las manos que han lavado los pies de los discípulos en la última cena, las manos que cuidan y defienden a las ovejas: “Yo les doy la vida definitiva y no se perderán jamás ni nadie las arrancará de mis manos”. Y el costado, el corazón traspasado, fiel a la alianza con nosotros, sellada con su sangre.


Por eso la alegría. No porque ya no hay peligros y persecución, sino porque el Señor está vivo y presente. Con él el sufrimiento será como los dolores del parto, que se transforman en alegría cuando nace una nueva vida.


Con este respaldo, con esta certeza...

los discípulos pueden salir de su refugio, y ser lanzados a la misión: “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Justo a partir de la dolorosa experiencia de la fragilidad de los discípulos, Jesús les propone que sean continuadores de su obra. Tendrán que repetir los mismos gestos de sanación y perdón, los gestos que revelen la gran compasión del Padre por el infinito dolor del mundo. Para eso había sido enviado Jesús: para hacerse nuestro hermano, compartir nuestra miseria, hacerse leproso con los leprosos, excluido con los excluidos. “De la misma manera los envío a ustedes”: la misión de los discípulos tiene su origen y modelo en la misión de Jesús, será su prolongación. Sus discípulos seguirán siendo frágiles y vulnerables, pero tendrán una energía extraordinaria que los hará capaces de vencer el miedo y anunciar con valentía que el Señor ha resucitado, y que las tinieblas y la muerte pueden ser vencidas: "Reciban el Espíritu Santo”.                                                       
“Sopló sobre ellos”, como Dios...

que infundió en el hombre su aliento de vida en la primera creación: serán una nueva creación, una humanidad nueva. “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan": el perdón es el primer fruto del Espíritu. Una comunidad de puertas abiertas, humilde, acogedora, enviada a todo el mundo, en diálogo con todas las razas y culturas, sin exclusiones ni discriminaciones.El apóstol Tomás no estaba presente. Separado de la comunidad, no tiene la experiencia de la resurrección del Señor, y lo busca en el pasado: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Su duda, que es nuestra duda, le permite llegar a la más alta confesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!”, y a escuchar la bienaventuranza para todas las generaciones futuras de discípulos y discípulas de Jesús: “¡Felices los que creen sin haber visto!”. Feliz tú también, y yo también.




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Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo Llerena         gusosm@yahoo.es


Comentarios del DOMINGO de RESURRECCIÓN
                             “ESTA VIVO".                     

A diferencia del Evangelio de Lucas que se leyó ayer en la Vigilia Pascual, San Juan relata de forma sobria la resurrección, sin voces en el cielo, sin ángeles luminosos, ni mensajes celestiales que expliquen la ausencia del cuerpo de Jesús en el sepulcro. El evangelista se limita a enumerar los hechos de la resurrección, en donde Simón Pedro y el mismo Juan “[…] el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús,[…]” son testigos de este hecho.

Es también interesante notar que contrastando con el evangelio de Lucas, en éste los personajes centrales de la resurrección de Jesús son Pedro y Juan, y no las mujeres. Si bien María Magdalena fue la primera en llegar al sepulcro, se describe que ella huye pensando que habían robado el cuerpo de Jesús, no entrega mensaje alguno, sino denuncia la desaparición. En el evangelio de Lucas es todo lo contrario.

A San Juan se le conoce como el evangelista “teólogo”, por la forma tan profunda e imaginativa como nos describe la naturaleza divina de Jesús en su evangelio, como por ejemplo cuando nos dice en su primer capítulo y versículo “[…] En el principio era el Verbo y el Verbo era Dios […]”, deliciosa e inteligente forma de decirnos que Jesús es el Verbo de Dios (Palabra), y que siendo Palabra de Dios estuvo presente en el origen de la Creación, ya que como recordarán en el Génesis, cada vez que Dios hablaba (Verbo) se creaban las cosas. Sin embargo en la resurrección que es la máxima expresión del poder sobrenatural y manifestación de la naturaleza divina de Jesús aquí en la tierra, Juan no se anda con entelequias ni construcciones narrativas



grandilocuentes, el se limita sencillamente a describir lo que le pasó tal cual a él, a Simón Pedro y a María Magdalena un día domingo. Describe que cuando llega al sepulcro junto a Pedro observan que no está el cuerpo de Jesús, “[…] vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte […]”, y allí confiesa que al ver esa escena recién creyó en lo que ya estaba profetizado sobre la resurrección de Jesús “[…] vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos […]”.

Esta última parte nos hace reflexionar sobre el misterio de la fe, tan fácil para asumir, pero tan difícil de entender y vivir. Pedro y Juan estaban todos los días con Jesús, eran sus discípulos más queridos y de mayor confianza, habían estado presentes cuando Jesús se transfiguró y mostró su naturaleza divina, habían visto a Jesús hacer milagros, como también a través de Él ellos pudieron experimentar el hacerlos. Sin embargo….no habían entendido que Jesús iba a resucitar. Esta confesión de Juan es maravillosamente humana y reveladora, la fe es un proceso, un camino largo por andar en su maduración. Es necesario que cada día, a través de la vida de fe, busquemos acercarnos más al misterio de Jesús (Como Juan corrió hacia el sepulcro), para poder decir luego con convicción como Juan, “[…] VEO y CREO […]”, verdaderamente que Jesús está Vivo y resucitado y me ama para siempre.

Atentamente en Jesucristo



Peru icon    Carlos Arana Salinas - Perú   /   Director P y E



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La certeza de un proyecto de vida como planteó Jesús, no acabó con su muerte. A través de los relatos históricos de su presencia en el mundo junto a mujeres y hombres nos muestra un verdadero llamado a la liberación de las ataduras humanas donde el dinero, el egoísmo y la ambición son la propuesta permanente de buscar una felicidad ficticia llena odio y violencia en una cultura de la muerte. Solo una semilla sembrada con amor puede dar frutos que perduran en la eternidad. 

La presencia de las mujeres en el sepulcro, quienes acompañaron a Jesús en su proyecto de vida, nos muestra la valentía y perseverancia de acompañar su camino y la confianza de su palabra para buscar un cambio en las estructuras sociales, políticas y principalmente religiosas que eran y son manipuladas por falsos sacerdotes. Ellas comprobaron que el paso de la muerte a la vida había triunfado. 

En nuestra sociedad actual es difícil comprender que todos necesitamos resucitar de nuestras ataduras al mundo del egoísmo, de creernos superiores a los demás, atados al poder del mercantilismo. 

Este momento de reflexión del paso de la muerte a la vida debe ser tan profundo como entender la necesidad de sembrar un granito de semilla de bondad, humildad y transparencia para cambiar el mundo hacia una verdadera liberación. 

  Francisco, Oruro – Bolivia 


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Que el espíritu esté vivo en cada uno es el camino de Cristo. Como cuando el dijo: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Eso fue: "Deja que los muertos en vida, los dormidos, los inconscientes sigan adelante con los rituales de ensoñación en este mundo". Para mí, en mi humilde experiencia, resucitar es renacer: renacer aún a pesar de cualquier pesar, individual o social o planetario; renacer en el Amor cada día es lo más arduo, y el camino más sencillo es morir en la desesperanza, resentimiento y enojo, en la ambición de poder y explotación. 

Cristo tal vez resucite en un nivel mucho más alto del que puedo comprender, pero me queda la metáfora viva de rendirme ante cualquier circunstancia y que ello sea el camino del aprendizaje del renacimiento que es estar en cada experiencia más cerca de la Luz del Mundo. 

  Isabel, Citybell, La Plata – Argentina


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