"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

sábado, 28 de junio de 2014

“¿QUE DICE LA GENTE?”.

Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“¿QUE DICE LA GENTE?”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“LA VERDADERA COMIDA”.

                                 Un abrazo... P. Bernardino.


                   “¿QUE DICE LA GENTE?”              

Los que tenemos una formación católica desde la infancia, difícilmente nos hacemos preguntas sobre la fe, porque el catecismo nos ha propuesto un paquete con todas las preguntas y las respuestas ya hechas, respondan o no a nuestras necesidades. Jesús en cambio pide a sus discípulos que observen qué piensa la gente y los interroga a ellos mismos. 

 Leemos en evangelio de san Mateo 16, 13-20:                                     


Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”.

“Y ustedes – les preguntó –, ¿quién dicen que soy?”.

Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.



Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
PALABRA del SEÑOR


Jesús lleva a sus discípulos...
fuera del territorio de Israel, para que piensen autónomamente y no bajo el influjo del pensamiento corriente que esperaba a un Mesías triunfante y glorioso. Les pregunta cuál es, según su percepción, la opinión de la gente sobre él, el “Hijo del hombre”. Se presenta como el hombre verdadero, el hombre movido por el Espíritu, y quiere saber qué ha entendido el pueblo de su realidad misteriosa.

Le contestan que las distintas opiniones convergen en una sola: él es algo extraordinario, como algunos grandes personajes del pasado. La mirada es hacia atrás, no hacia el futuro. No ha sido percibida la originalidad y la novedad de Jesús.

Jesús repite la pregunta para conocer...
la opinión de los discípulos:“Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Ellos sí tendrían que conocer profundamente a Jesús, porque han escuchado sus enseñanzas y han visto los gestos de misericordia y liberación realizados por él. Mateo anota cuidadosamente la pregunta de Jesús, para que los discípulos de todos los tiempos se sientan interpelados y den su propia respuesta.


Pedro tiene un momento de iluminación...
y en nombre de los demás discípulos reconoce a Jesús como “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Es un reconocimiento que sólo es posible a los “pequeños”, a los cuales el Padre revela los misterios de Dios: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños”. Por eso Pedro es bienaventurado: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás”.

Sólo esa categoría de personas puede dar una respuesta adecuada. No se trata de una contestación teórica, sino de ver en qué medida la presencia de Jesús orienta la vida, define los valores y prioridades, decide de las opciones. Hay hombres de iglesia que pueden no ser hombres de Dios, porque son dependientes de las revelaciones “de la carne y de la sangre”, de los instintos y los intereses, y no de las revelaciones “del Padre que está en el cielo”.


La fe en Jesús y su seguimiento...
son la roca firme sobre la cual se edifica la comunidad de los discípulos. No hay otro fundamento que Jesús y su enseñanza. Sólo un necio podría construir su casa sobre la arena.Jesús es el Mesías verdadero, “el Hijo de Dios vivo”. Manifiesta al Padre, el Dios dador de vida, y reproduce sus características. Por eso en todas sus palabras y sus gestos, el Hijo sigue dando vida, hasta dar su vida. Los discípulos harán lo mismo. Con su adhesión a Jesús, se constituyen como piedras vivas para la construcción de una ciudad santa, que se resiste al reino de la muerte. A esta ciudad santa son admitidos todos los que viven la experiencia de un amor liberador, y quedan excluidos los que siguen atados a su egoísmo: “Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Responsabilidad y misión del discípulo es de ser en el mundo una presencia que “desata”, que sana y libera, haciendo llegar a todos el amor misericordioso del Padre, todos llamados a ser hijos “de Dios vivo”.




Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es




LECTIO DIVINA Domingo 22 de JUNIO
"LA VERDADERA COMIDA" 

Nuestra naturaleza biológica está programada para preservarnos; ello nos lleva a defendernos o atacar y acumular bienes. Esta lucha, que es permanente, san Pablo la traducía en términos espirituales, como la lucha entre la carne y el espíritu: “En mi interior me agrada la ley de Dios, pero en mis miembros descubro otra ley, que lucha contra la ley de la razón y me hace prisionero de la ley del pecado que habita en mis miembros” (Rom 7, 22-23). Esta tendencia, siendo buena en su origen, el ego la amplifica y la coloca como absoluta. Jesús, como hombre, no fue ajeno a esta lucha; sin embargo en él no prevaleció como ley absoluta. En él se hace presente la voluntad del Padre como don: no se defiende, no agrede, ni acumula bienes: se hace pan de vida. Por ello el pan partido y comido, el vino compartido, son los signos que lo hacen presente. 

El capítulo seis del evangelio de san Juan es una unidad que se debe leer en su totalidad. Quedarse con una porción, dificulta su comprensión y la empobrece. 

Juan no narra la institución de la Eucaristía, que los lectores ya conocen, sino que prefiere hacer comprender su misterio profundo. El capítulo seis es la puesta en escena en clave narrativa, para decir que Jesús vino para darnos vida. Así, para cada uno de los lectores, es posible unirse a los “Doce”, que por boca de Pedro dicen: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Para los judíos la Ley era alimento del cual nutrirse. En el evangelio de Juan, “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Y, él es el verdadero pan bajado del cielo, y es la verdadera comida y verdadera bebida: “Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que me envió vive y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí”. En su travesía por el desierto el pueblo encontraba en el maná el alimento que sustentaba la vida física, mientras que la ley constituía el alimento que le aseguraba la vida eterna. Ahora Jesús se presenta como comida y bebida verdaderas, realización de la vida que en la creación tiene su principio, en el éxodo su rescate, y en la comunión con Dios su plenitud. 

El pan, al igual que el vino, desde su origen nos habla de lo humano. Nace siempre en familia, en un hogar, allí es amasado, leudado y cocido para ser partido y comido. Pero no sólo habla de lo humano, en el origen del pan está el trigo como don natural de la vida, don de Dios al igual que la vida humana. Crece suave y tierno, sea entre zarzas o rocas; es débil, no se defiende ni agrede, puede ser arrancado, devorado por bestias o pájaros. Siempre ha estado en la mesa del pobre o del rico, es alimento de niños y ancianos. ¿No es acaso, el pan, metáfora de lo divino y lo humano? 



Que el Espíritu transforme, al igual que el pan del altar, nuestra vida en vida verdadera como la de Cristo.






 Joel, Puerto Aysén – Chile                                                 



* * * 


La propuesta del evangelio de san Juan, cuando Jesús plantea: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”, a primera vista es difícil de comprender, porque a lo largo de una gran parte de la historia de la Iglesia se ha enfocado y nos han encasillado en un esquema simplemente dogmático. Este pasaje se debe interpretar como un mensaje simbólico, porque en ese contexto Jesús había recibido su sentencia de muerte y eran los últimos momentos de su vida y debía transmitir un mensaje en el cual el pan es su vida misma, sus momentos de anuncio y denuncia, su mensaje de liberación frente a las ataduras de la sociedad mercantilista, donde el dios del dinero es el ídolo principal. Jesús proclama la justicia y la defensa de los derechos de los más pobres, que permanentemente es pisoteada por quienes tienen el poder y manipulan las verdades a través de los medios de comunicación. En cambio los ritos a los que permanentemente vamos asistiendo no permiten analizar el corazón de la verdadera propuesta de Jesús. 


Y su sangre es el sacrificio que va a ocurrir con su asesinato. Su sangre se va a derramar y va significar el mensaje del escarmiento para quienes hablan de libertad, para quienes están alineados con los pobres del mundo, en contra de los poderes que dominan el mundo y son los que proponen la cultura de la muerte. 



 Francisco, La Paz – Bolivia                                                




viernes, 20 de junio de 2014

“LA VERDADERA COMIDA”


Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:

 “LA VERDADERA COMIDA”


La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“EL QUE CREE”

Un abrazo... P. Bernardino.



                        “LA VERDADERA COMIDA”                   

La fiesta de Corpus Christi tiene orígenes relativamente recientes, pero puede ser una buena oportunidad para recuperar la raíz bíblica de la Eucaristía. Sería el jueves santo su lugar y su contexto más propio.

En el evangelio de san Juan, después de la multiplicación de los panes, la palabra de Jesús, que se declara a sí mismo “el pan que baja del cielo”, encuentra la incomprensión y el rechazo de sus coterráneos. Para ellos era imposible aceptar a ese hombre como “bajado del cielo”, cuando conocían bien a su familia humana. No reconocen su origen divino y su posibilidad de dar vida. Están encerrados en su mentalidad, que sólo recuerda el maná como pan bajado del cielo, en el tiempo de la gran travesía del desierto, cuando sus antepasados salieron de la esclavitud de Egipto.

  Leemos en el evangelio de san Juan 6, 51-58                                      


   Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”.

Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.

                           PALABRA del SEÑOR                      

Con la declaración: “Yo soy”...
Jesús hace suyo el lenguaje de las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento, indicando que ahora Dios se manifiesta a través de él. Él es “el pan vivo bajado del cielo”, don de Dios, de donde trae su origen. Siendo pan, alimenta al que lo acoge y lo asimila. El discípulo come de ese pan aceptando el proyecto de Jesús y su persona. De este modo se hace parecido a él, nace de nuevo, “de lo alto”, para una vida plena y definitiva, que la misma muerte física no podrá vencer: “El que coma de este pan vivirá eternamente”.

Jesús manifiesta al Padre a través de su condición humana, la fragilidad de su cuerpo concreto. Su humanidad es “la carne”, el alimento ofrecido para el nuevo éxodo, como la carne del cordero pascual había alimentado al pueblo del antiguo éxodo de Egipto. En el encuentro y la acogida de Jesús en su identidad humana, se abre para todos los pueblos el acceso a la libertad, a la vida, al amor del Padre: “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.


La reacción escandalizada...
de las autoridades judías: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”, permite a Jesús profundizar su mensaje: “Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en ustedes”. Tienen que aceptar su humanidad, que se entregará a la muerte violenta de la cruz para dar vida. Su asesinato manifestará su fidelidad y su amor hasta el extremo. Su cuerpo entregado y su sangre derramada serán fuente de vida para todos. Su signo y sacramento será la eucaristía que celebra la comunidad.

La entrega de la vida para que todos tengan vida será también el camino que tienen que aprender sus discípulos y discípulas. Ellos tendrán vida definitiva aceptando el sacrificio de Jesús, para asimilarse a él y hacerlo camino para su propia vida.

La memoria de Jesús, de su palabra...
y enseñanza, de su pasión y muerte, puede reducirse a una dimensión simplemente ritual, a la fidelidad rigurosa a las ceremonias y al culto, a la elaboración de fórmulas teóricas de doctrina, a una devoción emotiva y vacía. Las religiones han tenido a veces una gran habilidad en trasformar y reducir a ritos y celebraciones, enseñanzas que eran para la vida. O han promovido formas de participación sentimental, sin consecuencias efectivas, sin un compromiso concreto para el cambio.


El que se alimenta de la realidad humana de Jesús, de su cuerpo y su sangre, entra, a través de Jesús, en la intimidad con el Padre. Su existencia se transforma en pan ofrecido para la vida de todos, y sabrá reconocer el cuerpo herido de Jesús en todos los crucificados del mundo de hoy.A imitación de Jesús, muchos mártires se hicieron pan para la vida del pueblo. No hay que olvidarlos jamás. Pero hay otra manera de hacerse pan: en la realización diaria, en el testimonio de una vida gastada en el amor. Esta realización fiel es posible sólo si la Palabra hecha carne nos alimenta permanentemente y nos ayuda a discernir nuestro camino.



Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es


LECTIO DOMINGO 15 DE JUNIO
 "EL QUE CREE"                     



Un día Jesús preguntó, a los que caminaban con él: “¿Quién dice la gente que soy yo? Luego de las respuestas que lo identificaban con un profeta, vuelve a preguntar: Y ustedes, ¿quién dicen que soy? La respuesta de la teología-filosófica: Tú eres la segunda persona de la Santísima Trinidad; No creado, engendrado, Dios de Dios, Luz de luz. Por Obra del Espíritu te encarnaste de María, y por nosotros te hiciste hombre… Creo que Jesús tenía buen humor, habría reído con ésta tan seria respuesta. Con toda su seriedad, no ha contribuido en gran cosa a cambiar el corazón humano. Con todo reconozco el esfuerzo de querer verter en conceptos humanos lo inefable del misterio divino. Una cosa, sin embargo, sigue siendo cierta: el ser humano puede experimentar personalmente a Dios como misericordia salvadora; quien escucha a Jesús, confía en su palabra y le sigue, encontrará la libertad de ser hijo, podrá entrar y salir y encontrar vida abundante.

“Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que quien crea en él no muera, sino tenga vida eterna.” El diálogo del capítulo tercero del evangelio de Juan –de donde se ha tomado el texto de este domingo- es entre Jesús, Nicodemo y el Bautista; es el diálogo entre la Palabra, la ley y los profetas. La ley prescribe lo que se debe hacer, Jesús realiza las obras del Padre: “Si no hago las obras de mi Padre, no me crean...” (Jn. 10, 37). Los profetas denunciaban las infidelidades del pueblo y anunciaban lo que Dios haría para salvarlos. Jesús no sólo es un profeta, es la Palabra de Dios que “se hizo carne” (Jn. 1,14) y revela personalmente a Dios. La zarza ardiente de la revelación donde se manifiesta la verdad más profunda de Dios es la cruz. Es en la Cruz, donde Jesús “habiendo amado a los suyos… los amó hasta el extremo”. Es aquí donde se revela el amor infinito de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo”. El misterio más profundo de: “Yo Soy” se revela en la cruz para liberarnos de toda esclavitud. La resurrección es a la vez la respuesta del Padre a la vida y la muerte de Jesús, y en el envío del Espíritu Santo: Dios hecho don para los hombres.

El misterio de la revelación de Dios, como Padre Hijo y Espíritu Santo, es invitación a salir de nuestros egoísmos y miedos y, arriesgándolo todo, siguiendo a Jesús en confiada obediencia, creyendo en su Palabra, ir a los que por miedo pasan la vida como esclavos, para liberarlos. (Cfr. Heb. 2, 15)

Aumenta, Señor, nuestra fe, para que podamos caminar hacia ti sin hundirnos, como Pedro que en respuesta a tú llamado camina sobre las aguas, seguro mientras confía en la palabra que ha escuchado, pero expuesto a hundirse en cuanto el miedo se apodera de él y le hace perder la confianza. (Cfr. Mt. 14,28-30). Haz, Señor, que aún en medio de la noche no perdamos la fe: “Que bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche”:

¡Qué bien sé yo la fonte que mana y corre,

aunque es de noche!

Aquella eterna fonte está escondida.

¡Qué bien sé yo do tiene su manida

aunque es de noche!

Su origen no lo sé pues no le tiene,

mas sé que todo origen della viene

aunque es de noche.

Un extracto de la poesía de San Juan de la Cruz... inspiradora.


  Joel, Puerto Aysén – Chile                                                 




sábado, 14 de junio de 2014

“EL QUE CREE”

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“EL QUE CREE”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“LOS ENVÍO A USTEDES”.

Un abrazo... P. Bernardino

                               “EL QUE CREE”                           

El domingo después de Pentecostés, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad.

Podríamos decir que a conclusión del tiempo pascual, tenemos la oportunidad de una reflexión sobre la experiencia de Dios que hicimos a lo largo del año litúrgico hasta hoy. Hemos recordado la encarnación de Dios en Jesús, preparada en el tiempo de adviento y vivida en las fiestas de Navidad. Hemos recordado la pasión, muerte y resurrección de Jesús en las fiestas pascuales, y su regreso al Padre y el don del Espíritu en la Ascensión y Pentecostés.

¿Cómo hemos percibido a Dios en este itinerario de fe?

“A Dios nadie lo ha visto nunca. Lo ha manifestado el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre”. A través de Jesús hemos conocido al Padre, su ternura y su misericordia, y por la intercesión de Jesús el Padre nos envía el Espíritu: “Yo pediré al Padre y les dará otro Paráclito, para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la verdad”. Es un Dios que se ha revelado como Padre, Hijo y Espíritu. Aunque la palabra Trinidad no se encuentre en el evangelio, nos ayuda a entender algo de la realidad misteriosa de Dios, como fue manifestándose en la historia de la salvación.




En el diálogo de Jesús con Nicodemo, encontramos mayor luz. 
 Leemos en el evangelio de san Juan 3, 16-18:                             

Dijo Jesús:
Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
El que cree en Él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

PALABRA del SEÑOR


Nicodemo era un abogado judío...
atento a los fenómenos espirituales y deseoso de una profunda reforma del culto y de la vida de Israel. Cree que Jesús pueda ser la persona enviada por Dios con esta finalidad. En cambio, Jesús no le propone una simple reforma, sino un nuevo nacimiento: “Si uno no nace de nuevo, no puede vislumbrar el Reino de Dios”.

“Nacer de nuevo”, del Espíritu, para una vida definitiva ya desde ahora, una “vida eterna” que vence la muerte misma: éste es el proyecto de Dios para la humanidad, que Jesús revela con su vida y su predicación. Y es posible sólo por un amor de Dios que llega al extremo de entregar “a su hijo único”, para que todos tengan vida, y “nadie perezca”. Se puede ver aquí una alusión a Abrahán, que estaba dispuesto a sacrificar a su propio hijo, creyendo que Dios se lo pedía. Jesús, levantado en alto, en la cruz, es la manifestación del amor de Dios a la humanidad. Es un amor para todos, sin ninguna discriminación. Un don ofrecido a un mundo amado, que Dios quiere salvar, y no juzgar y condenar, aunque el mundo tenga la posibilidad de acogerlo o de rechazarlo. Éste es el drama de la humanidad: poder decir no a Dios, poder elegir otros caminos, que son caminos de muerte. Probablemente nadie elige conscientemente caminos de muerte, porque todos buscamos ser felices y vivir plenamente. Pero la búsqueda de vivir bien no tiene que ser superficial, egoísta, interesada y consumista. Tiene que ser integradora, justa, abierta a los demás, atenta a la situación de los más necesitados, comprometida con Dios y con toda su creación, en un proceso de transformación y transfiguración del mundo. Si uno no se adhiere a este proyecto de humanidad nueva, se excluye por sí mismo de la plenitud de la vida y de la verdadera felicidad: “El que no cree, ya está condenado”.


“Nacer de nuevo” ...
puede significar también una mirada nueva hacia la naturaleza, reconociéndola como don de Dios que hay que cuidar, para nosotros y para las generaciones futuras. Será una forma de agradecer a Dios “que tanto amó al mundo”, una forma de reconocer al Espíritu de Dios que “renueva la faz de la tierra” y “hace nuevas todas las cosas”.Celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad no significa meternos en complicadas reflexiones teológicas. Podríamos recordar dolorosamente la trágica división de la iglesia simplemente discutiendo si el Espíritu es enviado sólo por el Padre, o también por el Hijo. Libres de esos conflictos, hoy podemos vivir intensamente esta experiencia de un Dios que se ha revelado como comunidad de amor, familia divina: el Padre, que “amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único”; el Hijo, que manifiesta en la naturaleza humana el amor y la bondad del Padre a favor de todos los hombres; y el Espíritu, que es la energía y la sabiduría de Dios dentro de cada persona: una Trinidad que es modelo eficaz de nuestras familias, de nuestras comunidades y de toda la convivencia humana.






Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es


  LECTIO DOMINGO PENTECOSTÉS 2014          

  "LOS EVÍO AUSTEDES"                                     



La experiencia de la Iglesia naciente se elevó como un clamor por encima de los miedos, y con un valor incomprensible proclamó: Dios existe. Dios es amor; su victoria se ha cumplido. Dios mismo ha secado las lágrimas de dolor que a través de la historia provoca la violencia de los poderosos; su violencia de muerte ha quedado vacía, como el sepulcro de Cristo. Todas las tinieblas del juicio injusto y la brutal ejecución fueron vencidas, como el sol vence la noche más oscura. He aquí el testimonio que dio y da sentido a la Iglesia, este es el núcleo del evangelio: Dios triunfa en sus propias obras y se prodiga victorioso a la humanidad entera. Es el testimonio de quienes permanecían “reunidos” por el cuidado y ternura del pastor que nunca les abandonó. Inverosímil, pero es la Verdad, la radical. Es la acción del Espíritu Santo que les revela esta verdad, impulsándoles al anuncio. Es el Espíritu que les hace agradecer el pasado, por las maravillas que Dios ha obrado; miran el futuro con esperanza, porque es de Dios; la comunidad descubre el presente como acción de Dios en su amor que desciende en el Espíritu. El grito de toda criatura que nace, la Iglesia lo replica anunciando a Cristo resucitado. 



“Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados…”. El perdón es don del Espíritu, no somos nosotros la fuente del per-don. Que la diversidad de dones, que el Espíritu ha derramado en nuestros corazones, no se estanque en nosotros. Menos aún el perdón, pues es el don de desatar y hacer nuevas las cosas: por ello es don del Espíritu, pues es principio de creación y redención.



“Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”. Nos ha enviado a la humanidad entera. Personalmente, a veces, digo: ¡Dios mío, qué gente a la que me has enviado! Cuantas veces he pensado: la tierra a la que me has enviado está llena de piedras, espinos y caminos endurecidos, sobre los cuales la semilla de tu Palabra es comida por los pájaros o permanece infecunda. Cuando parece germinar, creo ver que rápidamente se transforma en cizaña. Señor Jesús, al decir esto no quiero decir que yo sea mejor que los hermanos a los que tú me envías. Conozco mis debilidades y mi pobre corazón, pero tú lo conoces más y mejor: no soy distinto a mis hermanos. Mi egoísmo me hace pensar siempre en mis dolores, mis preocupaciones y ni siquiera una hora puedo olvidarme y velar junto a ti, que en tu oración me tienes siempre presente. Señor, sana mis ojos para que pueda ver cómo crece el trigo en la tierra buena, y en cada hombre y mujer vea a un hermano/a; sana mi corazón ahogado en la miseria de mi vida espiritual; que no me sienta la fuente de tus dones y tu gracia, sino la “cañería” por donde pase tu amor, ternura y misericordia. Haz que no sólo cumpla “mi deber”. Sé, Señor, que al enviarme no me has enviado lejos de ti, me has puesto en el camino para volver por ti a la casa del Padre. Eres el desconocido que camina conmigo, tu bastón de peregrino es mi apoyo y tu palabra me hace olvidar mi pobreza, el fuego de tu amor me hace volver de prisa hacia aquellos de los que me quiero alejar, para ayudarles en lo único necesario: encontrarte a ti único bien y quedarse contigo. 



Que en Pentecostés, al igual que la Iglesia naciente, hablemos con lenguas de fuego de Dios vivo y presente, cuyo amor se ha prodigado victorioso a toda carne en Cristo Resucitado. Que nos haga experimentar gozosamente que somos enviados, con alegría evangélica, a compartir la experiencia de ser discípulos del crucificado y resucitado. Que el Espíritu reúna en la unidad los múltiples dones, nos comunique paz y valor al perdonar, humilde audacia para aceptar a los demás, reconociendo su valor, aunque no los comprendamos.






Joel, Puerto Aysén – Chile                                                 

* * *

Hay una canción que me gusta por cómo expresa tanto con su música como por el contenido, lo que es este día: “Pentecostés, día de fiesta, día del Señor, día de la iglesia. Se derrama, se siente el Espíritu del Señor”. Todo esto gracias al Amor que siempre con tanta generosidad nos dona Dios; Él que sin necesidad alguna de nosotros, siempre está buscando la forma de entrar en diálogo, de que seamos diálogo entre nos y con Él y viendo lo perdido que nos encontramos y que no logramos estar unidos y dialogar como en tiempos de la Torre de Babel, nos da la gracia de invocar y pedir los dones de su Espíritu en el día a día. Lo pedimos y Él se nos da, pero… Como nunca falta el pero, no nos convertimos. Yo no me convierto y menos mal que Dios es rico en misericordia; solo así puedo acceder a su perdón y procurar pedir perdón y perdonar, convertirme, para hacer de mi comunidad, mi familia, donde me encuentre un lugar de paz, de unidad, ser verdaderamente instrumento de unidad y de paz. Sólo así se notará que el Espíritu santo se derrama en mí y cada día será Pentecostés, día de fiesta, día del Señor.

A esta misión me siento invitada por el Señor y sé que con su Espíritu no habrá temor o deseos de abandonar al ver que todos reman distinto, que vivimos una presencia de “Torre de Babel” en que cada uno habla lo suyo, su propio interés, su gusto, olvidando de que somos invitados a ser familia como lo es la Santísima Trinidad y que el proyecto de Dios es que crezcamos en unidad y comunión.

  

 Hilda, Roma – Italia                                                            

* * *

La continuidad de la propuesta de Jesús está en función de la fortaleza de quienes asumen ese liderazgo que él dejó. En los últimos encuentros con sus discípulos, se observan las recomendaciones para que salgan a las ciudades y difundan el mensaje de paz, amor y justicia.

Lamentablemente, el temor y el miedo que manifiestan en los primeros momentos, cuando están ocultos y de miedo, es una característica de todos al principio. Entonces hace falta una fuerza, un soplo que nos da Jesús, nos recuerda cuánto dolor ha tenido que soportar antes de su asesinato y posiblemente lo que nos tocaría a todos quienes asumamos de verdad su propuesta de liberación.

Todos los laicos somos temerosos. Muchos obispos y sacerdotes también muestran temor a la verdad. Nos gusta quedarnos en el oscurantismo de la edad media, no queremos recibir ese espíritu de verdad. Nos conformamos con los conceptos simplemente religioso–litúrgicos y permanecemos dentro los templos con los ojos vendados a la realidad.

El papa Francisco quiere ir más allá, quiere reformar el estatismo de las actuales estructuras. Cada vez se escuchan más voces que piden otro concilio, pero no con muchos de los actuales obispos y cardenales. Si somos todos iglesia, también muchos laicos deberíamos participar.




 

 Francisco, La Paz – Bolivia                                                






EL VIVE 2014


HorariOSM.....................MARCA TU PAIS