"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 24 de abril de 2014

“AL ATARDECER”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
 “AL ATARDECER”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abaja un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“AL AMANECER”.
Un abrazo ... P. Bernardino.

                                    “AL ATARDECER”.                                

El amor y el miedo: las dos fuerzas que pueden inducirnos a opciones opuestas. El miedo puede inmovilizarnos o llevarnos a buscar soluciones de defensa, a veces agresivas e irracionales. El amor nos abre a la vida y a la creatividad, a la esperanza y al riesgo.

    Leemos en el evangelio de san Juan 20, 19-31                                          

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.

Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo:

“¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.

PALABRA del SEÑOR



El mensaje de María Magdalena...
que “fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor”, no fue suficiente para convencerlos y liberarlos del miedo. Ellos están en el Cenáculo “con las puertas cerradas por temor a los judíos”: la violencia desatada contra Jesús, podría extenderse a sus seguidores. Y está cerrado y dolido el corazón: ¿Cómo perdonarse la negación, el abandono, la traición? ¿Y qué futuro les espera? A sus ojos, Jesús ha sido derrotado. Sus enemigos, que lo han colgado en la cruz, son los vencedores.

Pero es el “atardecer del primer día de la semana”: es la noche de la liberación, como la noche del antiguo éxodo. La presencia de Jesús resucitado libera del miedo. Él se manifiesta diciendo: “La paz esté con ustedes”. Para esos discípulos, temerosos y desamparados, que habían desaparecido durante la pasión, ningún reproche: sólo un mensaje de paz. Es la paz entre Dios y la humanidad que Jesús ha realizado a través de su muerte y resurrección, la reconciliación y pacificación del corazón, la comunión y armonía con toda la humanidad y con la creación entera. Es la paz que Jesús había prometido a los discípulos, angustiados por el anuncio de su partida: “La paz les dejo; les doy mi paz”.


Hay pocas palabras capaces de expresar...
tan eficazmente la condición de bienestar total y alegría que Jesús ofrece. Es la paz que los discípulos no pierden ni frente a la persecución y la cruz, en la lucha por la justicia y la verdad. Él está en medio de ellos, como lo había prometido: “No los dejaré huérfanos”. Él es la fuente de la vida y la esperanza: en medio del mundo los discípulos tendrán apuros, pero, “ánimo, que yo he vencido al mundo”.

Como signos de su victoria, Jesús les muestra las manos y el costado. Son los signos de un amor hasta el extremo, que se ha entregado venciendo el odio y la muerte. Son las manos que han levantado a enfermos y pecadores, que han tocado y sanado al leproso, han partido el pan, lavado los pies de los discípulos en la última cena, las manos que cuidan y defienden las ovejas: “Yo les doy la vida definitiva y no se perderán jamás ni nadie las arrancará de mis manos”, las manos heridas en la cruz. Son las manos en que el Padre ha confiado todo, las manos en que confiar, Y el costado abierto, el corazón traspasado, para una nueva y eterna alianza, sellada con su sangre.




Por eso la alegría. No porque ya no hay...
peligros y persecución, sino porque la muerte no ha derrotado a Jesús. Él está vivo y presente. Con él el sufrimiento será como los dolores del parto, que se transforman en alegría cuando nace una nueva vida.

Con este respaldo, con esta certeza, los discípulos pueden salir de su refugio, y ser lanzados a la misión: “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Justo a partir de la dolorosa experiencia de la fragilidad de los discípulos, Jesús les propone que sean continuadores de su obra. Tendrán que repetir los mismos gestos de sanación y perdón, los gestos que revelen la gran compasión del Padre por el infinito dolor del mundo. Para eso había sido enviado Jesús: para hacerse nuestro hermano, compartir nuestra miseria, hacerse leproso con los leprosos, excluido con los excluidos. “De la misma manera los envío a ustedes”: la misión de los discípulos tiene su origen y modelo en la misión de Jesús, será su prolongación. Sus discípulos seguirán siendo frágiles y vulnerables, pero tendrán una energía extraordinaria que los hará capaces de vencer el miedo y anunciar con valentía que el Señor ha resucitado, y que las tinieblas y la muerte pueden ser vencidas: "Reciban el Espíritu Santo”.“Sopló sobre ellos”, como hizo Dios, que infundió en el hombre su aliento de vida en la primera creación: serán una creación nueva, una nueva humanidad. “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan": el perdón es el primer fruto del Espíritu. Una comunidad reconciliada, de puertas abiertas, humilde, acogedora, enviada a todo el mundo, en diálogo con las distintas razas y culturas, sin exclusiones ni discriminaciones: una comunidad de discípulos misioneros.








Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es



LECTIO DOMINICAL DOMINGO de RESURRECCIÓN    

      “AAMANECER”                                     



Me gusta este evangelio, pues es el triunfo de Dios sobre el mal, ante la duda y la cobardía, es el reencuentro del Dios amigo y Pastor que siempre anima a tener más fe. Y me gusta porque una vez más la mujer cobra un papel importante como comunicadora de la fe en los apóstoles. María Dolorosa, callada, espera la alegría de la resurrección de su hijo. 



Otra mujer discípula, María de Magdala, que no alucinó, sino que primera vio a su Maestro y animó la fe de sus hermanos, comunicó a los apóstoles donde debían reencontrarse con su Maestro. Pedro y Juan corren presurosos, a ver si esta gran verdad ya anunciada por Jesús antes de su muerte podría ser tan cierta, y lo era. Con tanto sufrimiento y pena se habían olvidado del poder de sus palabras. 




  Luis, Lima – Perú                                                                                         

* * * 

Jesús ha resucitado. Ya lo había anunciado anteriormente. Pero la resurrección superaba totalmente a los apóstoles. Tras la transfiguración, les dijo que “a nadie contasen lo que habían visto, hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos. Ellos retuvieron estas palabras, discutiendo entre sí qué era lo de resucitar de entre los muertos”. Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu. “No acababan de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados”. Tomás conocerá la misma prueba de la duda y, en última aparición del Resucitado en Galilea referida por Mateo, “algunos sin embargo dudaron”. Por esto, la hipótesis según la cual la resurrección habría sido un “producto” de la fe (o de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la Resurrección nació – bajo la acción de la gracia divina – de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado”. ¡Has resucitado! Luego eres realmente Dios. Se ha cumplido lo que habías dicho. Tu madre no ha ido al sepulcro. Ella sí creía en tus palabras. Sabía que era necesario que murieras primero para poder resucitar y enviarnos al Espíritu Santo. Ella, la esposa de Dios Espíritu Santo, fue la primera en creer. Y es bienaventurada porque creyó “sin haber visto”. 

“Cristo vive”. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió en la cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor y de la angustia. “No teman”: con esta invocación saludó un ángel a las mujeres que iban al sepulcro; “no teman”. Ustedes vienen a buscar a Jesús Nazareno, que fue crucificado: ya resucitó, no está aquí”. El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo y que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos. No: Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos”. Jesús, estás vivo. “Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe”. La vida cristiana no consiste en seguir unas palabras más o menos profundas, en tener unos sentimientos más o menos solidarios con los demás hombres, o en realizar una serie de actos externos más o menos distraídos o emocionantes. “No: Cristo vive”. Y ser cristiano es, precisamente, vivir tu vida: una vida de hijo de Dios por la gracia, que nace con el bautismo y se refuerza con los demás sacramentos, con la oración y las buenas obras. El tiempo pascual es un tiempo de alegría: Alégrense, pues la alegría es propia de los hijos de Dios. 

Esta es la invitación a hacer memoria del encuentro con Jesús, de sus palabras, sus gestos, su vida. Recordar con amor la experiencia con el Maestro, es lo que hace que las mujeres superen todo temor y que lleven la proclamación de la resurrección a los apóstoles y a todos los otros. Hacer memoria de lo que Dios ha hecho por mí, por nosotros, hacer memoria del camino recorrido; y esto abre el corazón de par en par a la esperanza para el futuro. Aprendamos a hacer memoria de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas". 


  Silvia, La Paz – Bolivia                                                                                




sábado, 19 de abril de 2014

“AL AMANECER”

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

 “AL AMANECER”  
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“Tu rey viene”.

Un abrazo... P. Bernardino


                                    “AL AMANECER”                            


Podríamos mirar los acontecimientos de la historia con los ojos de quien dice que al final los más poderosos siempre ganan, los pobres siempre son vencidos, y las revoluciones, vaciadas de su inspiración liberadora, reproducen siempre los sistemas de dominación y dependencia. La fe en la resurrección, en cambio, nos asegura que en la humanidad hay una irresistible energía que hace nacer de nuevo, a pesar de las derrotas, y apostar siempre por la vida.



   Leemos en el evangelio de san Mateo 28, 1-10                                          


Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro. De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve. Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.

El Ángel dijo a las mujeres: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba y vayan en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán. Esto es lo que tenía que decirles”.

Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos. De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: “Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de El. Y Jesús les dijo: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”.


PALABRA del SEÑOR


Si la parte central de todo el evangelio...
es la memoria de la pasión, muerte y resurrección de Jesús, la página central de esta memoria es el anuncio del sepulcro vacío y de la victoria de Jesús sobre la muerte: “No está aquí, porque ha resucitado”.

Fue necesario que terminara el día del descanso, “pasado el sábado”, para que “María Magdalena y la otra María” se pusiesen en camino hacia el sepulcro de Jesús. En su preocupación ha estado el cumplimiento de la ley del sábado y el recuerdo de la cruz y de la sepultura de Jesús: domina la muerte en sus pensamientos, quieren sólo “visitar el sepulcro”. Todavía no se dan cuenta de la luz que está naciendo y que iluminará el nuevo día, “al amanecer del primer día de la semana”: es el inicio de una nueva creación.




No acompaña a las dos mujeres... 
la madre de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, que había estado con ellas en la crucifixión de Jesús. Anteriormente ella había pedido para sus hijos los primeros puestos a lado de Jesús cuando él asumiera el reino, pero ha visto que el trono de Jesús había sido la cruz y a su lado dos bandidos crucificados con él, “uno a su derecha y el otro a su izquierda”. Sus sueños de poder se habían venido abajo, y ella ya no tenía motivo para seguir pensando en Jesús. Se queda con la muerte. No podrá ser testigo de su resurrección.

Cuando las mujeres llegaron al sepulcro, “se produjo un gran temblor de tierra”. Es la dramatización, según la simbología del Antiguo Testamento, de la intensa experiencia que han vivido las mujeres. En su corazón se fue abriendo camino la certeza de que Jesús está vivo, que la muerte no tiene poder sobre él: “El Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella”. El sepulcro no tiene prisionera la vida: “Vengan a ver el lugar donde estaba”. Son las mujeres las que tienen la primera experiencia de la resurrección de Jesús, y la comunicarán a los discípulos. Las mujeres, que tienen una alianza instintiva y profunda con la vida, son las que perciben que la vida, la Vida verdadera, no ha muerto. Guardan en su corazón las palabras de Cristo: “El que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive y cree en mí no morirá jamás”. Perciben que la muerte no es la última palabra, a pesar de la dureza de su presencia concreta. Ellas ayudarán progresivamente a la comunidad a tomar conciencia y a proclamar con firmeza que Jesús vive, que su mensaje de amor no ha sido borrado por la muerte, y que su cruz ha sido la máxima manifestación de la vida y del amor.




La vida no ha sido vencida...
sino que se ha manifestado plenamente en la fidelidad de Jesús hasta su entrega suprema. La muerte en la cruz abre para Jesús la plenitud de la vida y la total y definitiva comunión con el Padre. Ha sido derrotada la muerte, no por la reanimación de un cadáver, sino por la fuerza de una vida que va más allá de la muerte, la vida transfigurada, de que ya se había visto un anuncio en la transfiguración de Jesús. El Ángel del Señor que “bajó del cielo” tiene las mismas características del Jesús transfigurado en la montaña: “Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve”. La vida vence, y la verdadera muerte es dueña sólo de sus guardianes: “Los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos”. Las autoridades, que habían puesto a los guardias para cuidar el sepulcro de Jesús, son ellas las que están en el sepulcro, el lugar de la muerte.

A las mujeres se les confía una misión: “Vayan en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán”. Los varones todavía no están, como no han estado al pie de la cruz en el momento de la muerte de Jesús. Son las mujeres las portadoras del mensaje de la vida y de la resurrección.Mientras las mujeres corren a llevar la noticia a los discípulos, Jesús mismo sale a su encuentro y les renueva la misión: “Avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”. Para encontrarse con Jesús los discípulos deberán seguir las indicaciones que les transmiten las mujeres. Tendrán que abandonar la capital, el lugar del poder homicida, y volver a Galilea, el lugar de la primera vocación y del primer anuncio. Desde Galilea comenzarán un nuevo viaje, no hacia Jerusalén, sino hacia todos los pueblos, mensajeros del Reino de Dios y animados por el espíritu del Resucitado.










Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es

  LECTIO DOMINICAL DOMINGO DE RAMOS 2014                 
  " TU REY VIENE "                                                                         

El signo de la liberación está presente en Jesús y se manifiesta con su presencia en el pueblo, que espera a un líder que acabe con la dominación que ejerce el poder romano y los serviles como Herodes y los dueños del poder religioso. Pero esta liberación no será física, deberá crecer como el grano de mostaza, deberá ser espiritual. Deberá nacer un nuevo hombre que dé prioridad a Dios antes que al poder o al dinero. 

El asesinato de Jesús, como escarmiento a su presencia profética en todos los lugares que visitaba, denunciado la injusticia en contra de los derechos de los pobres y marginados y anunciando la construcción de un reino: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres, me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos” (Lc 4, 18); bienaventurados los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos (Lc 6, 20): servirá para que muchos quienes aun dudaban que su presencia era simplemente religiosa, se dieran cuenta que tendría el poder de convertir el hambre, el dolor y el sufrimiento en una esperanza, aun a costa del sacrificio del hombre inocente. 


    Francisco, La Paz – Bolivia                                                                                     

* * * 

Jesús es el verdadero Rey, pero un rey de amor, rey de los pobres, de los humildes y sencillos, algo que en ese momento nadie entendió. No comprendían que el reino de Jesús no pertenecía a este lugar de pecadores. Somos tan pequeños y no entendemos lo que Jesús predicaba. Esperaban a un rey guerrero, a un Mesías luchador, a un Jesús que no liberaba. Pero en mi poquedad siento que a mí también me hubiese costado entender a Jesús en ese momento de la historia. No era fácil su manera de ver el mundo, amar a los enemigos, dar la otra mejilla, etc. Verdaderamente él es hijo de Dios, es el amor hecho hombre. Jesús es el Rey de todos nosotros y reinará por siempre. 


   Sandra, Coyhaique – Chile                                                                                       

* * * 

“Silencio de los ojos, silencio de los oídos, silencio de la boca, silencio de la mente, en el silencio del corazón Dios habla” (Teresa de Calcuta). El silencio es el primer paso para llegar a Dios y comprender que las ideas, los conceptos, los discursos, que hacemos de Dios son todos inadecuados. El silencio necesario que nos lleva a lo esencial de la vida, es lo más escaso en nuestro mundo, tan lleno de ruidos. Sin embargo, participamos de silencios que no dan vida: El silencio cómplice frente a las injusticias, el silencio cobarde que calla por miedo; el silencio egoísta que se encierra en el ego y se niega a compartir, estos son silencios de muerte y no de vida. 

Al leer la pasión, según san Mateo, me ha estremecido el silencio de Jesús. Comenzando con el pasaje de “La entrada triunfal en Jerusalén”. Los gritos de alegría, los signos, de los mantos y ramos cortados para alfombrar el camino por donde pasaba Jesús, contrastan con el silencio de Él. Y, cuando las autoridades religiosas, indignadas le dicen, “¿Oyes lo que están diciendo?”. Jesús responde: “Sí. ¿Acaso nunca han oído aquel pasaje: Sacaré una alabanza de la boca de criaturas y niños de pecho?” (Mt 21, 16). “Cuando lo acusaban los sumos sacerdotes y los ancianos no respondía nada. Entonces le dijo Pilato: ¿No oyes de cuantas cosas te acusan? Pero no respondió una palabra, con gran admiración del gobernador” (Mt 27, 12-14). En su pasión habla pocas veces y brevemente. Nunca para defenderse, sólo para dejar clara su identidad. El silencio de Jesús no es cómplice, ni cobarde, ni egoísta. Es el silencio del amor en donde los hechos hablan por él. Su silencio no es sólo exterior, sino el espacio que nos permite contemplar su pasión interior; es el silencio digno de quien lo ha dicho todo y que expresa su gran confianza en el Padre. Su silencio resalta el hecho de que no ha sido comprendido y por lo mismo, no acogido. Hasta su grito y plegaria en la cruz: “Eli Eli lema sabactani – Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, ha sido mal interpretados (cf Mt 27, 46-50). 

Una comunidad, de los primeros cristianos interpretó este silencio, así: “Cuando era insultado no respondía con insultos, padeciendo no amenazaba, más bien se encomendaba a Dios, el que juzga con justicia” (1Pe 2, 23) Me llena de sentido y paz, mi pobre y escaso silencio, el contemplar desde esta perspectiva el silencio de amor vivido y entregado del Señor Jesús. 


    Joel, Puerto Aysén – Chile                                                                                       

* * * 

Hoy es día de retiro. Como siempre, el Señor me ha hecho ver otro aspecto de mi persona: "el cansancio". Cuántas veces es producto de mí no aceptación de las diversidades que se presentan, oponiéndose a mis criterios y gustos. Este cansancio me paraliza, me deja girando en mis propios cuestionamientos, en mí misma. No así cuando mi cansancio se debe al donarme, empeñándome en vivir lo que aprendo y escucho del Maestro. Así soy una bienaventuranza. Pero se hace más cómodo el cansancio cuando todo me va bien y entonces me doy cuenta que nada he aprendido del Maestro, ya que Él, frente a todo su ir y venir de enfrentar murmuraciones, criticas, etc., no hizo más que responder con amor. Esto es lo que aún en nuestros tiempos no asimilamos del todo, yo no lo asimilo, ya que queremos responda a nuestras expectativas. Como la gente de su tiempo, pedimos un Mesías diferente. Me cuesta que muera en cruz y reconocerlo montado en un asno. Tal vez, ahora digo: ¡Ha resucitado!, y ¡qué alegría!, pero antes estuvo montado en el burro. Sin embargo, no debo olvidar que también se cansó, que no tenía donde reclinar su cabeza y que optó siempre por lo más humilde: un burro, un pesebre. 

Ojalá que cuando lo aclame con hosanna, cuando le diga ¡bendito!, sea porque lo reconozco como único rey de mi vida y Él sea soberano de ella. Así el cansancio no me cansará en mi vida consagrada, sino que me animará a tomar mi cruz y seguir tras Jesús con alegría. 

Es siempre bueno ponerse delante del Señor. Me ayuda a reconocerme y hoy algo más conozco de mí. 

    Hilda, Roma – Italia                                                                                                     











viernes, 18 de abril de 2014

SÁBADO SANTO 2014


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Contemplar el Evangelio de hoy

Día litúrgico: Sábado Santo
Comentario: P. Jacques PHILIPPE (Cordes sur Ciel, Francia)
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Hoy no meditamos un evangelio en particular, puesto que es un día que carece de liturgia. Pero, con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio.

La coincidencia temporal de los acontecimientos entre la muerte y la resurrección del Señor y la fiesta judía anual de la Pascua, memorial de la liberación de la esclavitud de Egipto, permite comprender el sentido liberador de la cruz de Jesús, nuevo cordero pascual cuya sangre nos preserva de la muerte.

Otra coincidencia en el tiempo, menos señalada pero sin embargo muy rica en significado, es la que hay con la fiesta judía semanal del “Sabbat”. Ésta empieza el viernes por la tarde, cuando la madre de familia enciende las luces en cada casa judía, terminando el sábado por la tarde. Esto recuerda que después del trabajo de la creación, después de haber hecho el mundo de la nada, Dios descansó el séptimo día. Él ha querido que también el hombre descanse el séptimo día, en acción de gracias por la belleza de la obra del Creador, y como señal de la alianza de amor entre Dios e Israel, siendo Dios invocado en la liturgia judía del Sabbat como el esposo de Israel. El Sabbat es el día en que se invita a cada uno a acoger la paz de Dios, su “Shalom”.

De este modo, después del doloroso trabajo de la cruz, «retoque en que el hombre es forjado de nuevo» según la expresión de Catalina de Siena, Jesús entra en su descanso en el mismo momento en que se encienden las primeras luces del Sabbat: “Todo se ha cumplido” (Jn 19,3). Ahora se ha terminado la obra de la nueva creación: el hombre prisionero antaño de la nada del pecado se convierte en una nueva criatura en Cristo. Una nueva alianza entre Dios y la humanidad, que nada podrá jamás romper, acaba de ser sellada, ya que en adelante toda infidelidad puede ser lavada en la sangre y en el agua que brotan de la cruz.

La carta a los Hebreos dice: «Un descanso, el del séptimo día, queda para el pueblo de Dios» (Heb 4,9). La fe en Cristo nos da acceso a ello. Que nuestro verdadero descanso, nuestra paz profunda, no la de un solo día, sino para toda la vida, sea una total esperanza en la infinita misericordia de Dios, según la invitación del Salmo 16: «Mi carne descansará en la esperanza, pues tu no entregarás mi alma al abismo». Que con un corazón nuevo nos preparemos para celebrar en la alegría las bodas del Cordero y nos dejemos desposar plenamente por el amor de Dios manifestado en Cristo.

VIA MATRIS 

I DOLOR
MARÍA ACOGE EN LA FE
LA PROFECÍA DE SIMEÓN

¡Ay de mí, madre mía, pues me engendraste
hombre de pleitos y controversias con todo el mundo!
(Jer 15, 10)

V. Te alabamos, Santa María
R.     Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA

L.  Del Evangelio según san Lucas 2, 34-55
Simeón los bendijo y dijo a María, la Madre de Jesús:
“Mira, este niño está puesto para ruina y salvación de muchos en Israel y para ser señal de contradicción, a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones; ¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!”.

Pausa de silencio

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invocamos a Santa María
Virgen Hija de Sión.

Virgen pobre, sostén nuestra fe
Virgen obediente,
Virgen oferente,
Virgen del corazón traspasado

Dios Santo y Misericordioso, que has iluminado el corazón de la Virgen
con una profecía de dolor y de alegría, haz que tu Iglesia conserve íntegra la Palabra que salva, para que, caminando a su luz, llegue al total conocimiento del misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo.
Él vive y reina por los siglos de los siglos.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN
7 Dios te salve, María


DOLOR II
MARÍA HUYE A EGIPTO
CON JESÚS Y JOSÉ


Cuando Israel era niño, yo lo amé,
y de Egipto llamé a mi hijo.
(Os 11, 1)

V. Te alabamos, Santa María,
R.     Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA
L.  Del evangelio según san Mateo 2, 13-14
El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
“Levántate, toma contigo al niño a su madre, y huye a Egipto; allí estarás hasta que te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.”
Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto.

Pausa de silencio

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invoquemos a Santa María,
esperanza de los exiliados.

Madre de Jesús, guía nuestro camino
Madre exiliada,
Madre fuerte,
Madre intrépida,

Dios, Padre bueno, que en tu misterioso designio de amor, quisiste que la Madre de tu Hijo experimentara la amargura de la huida y del exilio;
dónanos un corazón dócil, que, acogiendo con fe el misterio del dolor, lo transforme en germen de gloria futura.
Por Cristo nuestro Señor.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN

7 Dios te salve, María


III DOLOR 
MARÍA BUSCA A JESÚS
EN JERUSALÉN


Busqué al amor de mi vida; lo busqué y no lo encontré.
Me levanté, recorrí la ciudad, las calles y las plazas,
buscando al amor de mi vida.
(Cant 3, 1-2)

V. Te alabamos, Santa María,
R.     Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA
L.  Del Evangelio según san Lucas 2, 43-45
Cuando Jesús cumplió doce años, fueron todos, como de costumbre a la fiesta; al volverse ellos, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.  Creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos.  Al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Pausa de silencio.

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invoquemos a Santa María,
peregrina de la Pascua.

Madre dolorosa en la pérdida, ven en nuestro auxilio
Madre intrépida en la búsqueda,
Madre alegre en el encuentro,
Madre custodia de la Palabra,

Padre santo,
que en la vida de Santa María has prefigurado el camino de la Iglesia, 
concédenos, a la hora de la duda o cuando nos sentimos perdidos,
que busquemos, como la Virgen,
a Cristo, tu Hijo, para compartir con ella la alegría del encuentro.
Por Cristo nuestro Señor.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN

7 Dios te salve, María

IV DOLOR 
MARÍA ENCUENTRA A JESÚS
CAMINO DEL CALVARIO


Abraham tomó la leña del sacrificio
y la cargó sobre su hijo Isaac; él llevaba el fuego y el cuchillo,
y se fueron los dos juntos.
(Gen 22, 6)

V. Te alabamos, Santa María,
R.     Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA
L.  Del Evangelio según san Lucas 23, 26-27
Cuando llevaban a Jesús para crucificarlo, detuvieron a un tal Simón de Cirene, y le cargaron la cruz la cruz para que la llevara detrás de Jesús.  Lo seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se dolían y se lamentaban por Él.  
Pausa de silencio

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invoquemos a Santa María,
discípula intrépida en el camino de Cristo.

Virgen fiel, intercede por nosotros
Madre del Cordero redentor,
Madre dolorosa,
Madre llena de compasión,

Oh Padre, que pusiste en el misterio pascual la salvación del mundo,
concédenos recorrer con la bienaventurada Virgen el camino de la cruz,
y completar en nosotros, por tu santa Iglesia, lo que falta a la pasión de Cristo.
El vive y reina por los siglos de los siglos.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN

7 Dios te salve, María


V DOLOR
MARÍA ESTÁ JUNTO A LA CRUZ DE SU HIJO


Mirarán hacia mí, a quien traspasaron; harán duelo por el que traspasaron
como se hace por un hijo único y lo llorarán amargamente
como se llora a un primogénito.
(Zac 12, 10b)
V. Te alabamos, Santa María,
R.     Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA
L.  Del Evangelio según san Juan 19, 25-27a
Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María la esposa de Cleofás, y María Magdalena.  Jesús viendo a su Madre y al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo.”  Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre”.

Pausa de silencio

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invoquemos a Santa María, madre de la vida.

Mujer del dolor, ruega por nosotros, tus hijos
Mujer de la Nueva Alianza,
Madre de los vivientes,
Reina de los mártires.

Oh Dios, tu Hijo único, muriendo en la cruz,
confió a la bienaventurada Virgen, su Madre, la nueva comunidad mesiánica:
concédenos saber cuidar, bajo su protección, nuestra dignidad de hijos y nuestra pertenencia a un pueblo santo, real y sacerdotal.
Por Cristo nuestro Señor.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN

7 Dios te salve, María


VI DOLOR 
MARÍA RECIBE EN SU SENO
EL CUERPO DE JESÚS BAJADO DE LA CRUZ


Ustedes, los que pasan por el camino, miren y vean
si hay dolor semejante al dolor que me atormenta
(Lam 1, 12a)

V. Te alabamos, Santa María,
R.     Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA
L.  Del Evangelio según san Marcos 15, 42-46
Al caer la tarde, como era la preparación de la Pascua, es decir, la víspera del sábado, José de Arimatea tuvo el valor de presentarse a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato concedió el cuerpo a José, quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz.

Pausa de silencio.

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invoquemos a Santa María, Virgen del perdón.

Madre piadosa,       consuela a tus hijos
Madre clemente,
Madre de misericordia,
Madre de consuelo.

Padre misericordioso, tu Hijo bajado de la cruz fue acogido por la Virgen en su seno purísimo; haz que la Iglesia, imitando a la Madre de su Señor, se incline piadosa sobre las llagas de la humanidad, para aliviar su dolor y alimentar en ellas la esperanza.
Por Cristo nuestro Señor.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN

7 Dios te salve, María


VII DOLOR 
MARÍA ENTREGA EL CUERPO DE JESÚS
AL SEPULCRO EN ESPERA DE LA RESURRECCIÓN

JESÚS, PRIMICIA DE LOS RESUCITADOS

Lo enterraron con los malhechores, lo sepultaron con los malvados,
aunque él no cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca.
Después de una vida de amarguras verá la luz.
(Is 53, 9. 11a)
V. Te alabamos, Santa María,
R.        Madre fiel junto a la cruz de tu Hijo.

LECTURA EVANGÉLICA
L.  Del Evangelio según san Juan 19, 40-42a
Los discípulos tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas, con los aromas, conforme la costumbre judía de sepultar.  En el lugar donde había sido crucificado había un huerto y, en el huerto, un sepulcro nuevo en el que nadie todavía había sido depositado.  Pusieron allí a Jesús.

Pausa de silencio

SÚPLICA LETÁNICA
P. Invoquemos a Santa María, la Virgen de la fe.

Virgen del silencio, reaviva nuestra fe
Virgen de la esperanza,
Virgen de la espera,
Virgen de la resurrección.

Señor, Padre Nuestro,
que en el bautismo nos hiciste partícipes del misterio de la sepultura y de la resurrección de Cristo, concédenos, por intercesión de María, la Virgen fiel, estar siempre revestidos
del esplendor de la gracia y caminar a la luz del Resucitado.
Él vive y reina por los siglos de los siglos.
A. Amén.

CANTO DE PROCESIÓN

7 Dios te salve, María

DESPEDIDA

MONICIÓN
P. El camino de la Virgen
no terminó en la obscuridad del sepulcro.
Con fe viva, la Madre creyó que su Hijo,
según su palabra, debía vencer a la muerte.

Al terminar el “Vía Matris”, saludemos a la Virgen
de la fe, de la espera, de la esperanza
y dirijamos nuestra mirada hacia la luz de la Pascua.

ACLAMACIÓN
A. Bendita tú, Reina de los mártires: asociada a la pasión de Cristo,
te has hecho nuestra madre, signo de esperanza en nuestro camino.

ORACIÓN
Oremos.
P. Descienda Señor,  sobre nosotros, que recorrimos en la fe
el camino de dolor de la Virgen Madre, la abundancia de tus dones:
el consuelo y el perdón, la serenidad y la paz,
la alegría y la segura esperanza, de ser asociados a la gloria de Cristo resucitado.
El vive y reina por los siglos de los siglos.
A.  Amén.


BENDICIÓN

P. Dios, que con la resurrección de su Hijo ha disipado las tinieblas del mundo, ilumine sus corazones con la luz de la Pascua y les dé la paz.
A. Amén.
P. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.
A. Amén.


P. Nos proteja Santa María y nos guíe benignamente en el camino de la vida.
A. Amén.


EL VIVE 2014


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