"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 31 de agosto de 2012

“DESDE EL CORAZÓN".

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“DESDE EL CORAZÓN".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
 “¿ TAMBIÉN USTEDES QUIEREN IRSE?.


Un abrazo... Bernardino

                   “DESDE EL CORAZÓN".                  

Para muchos su relación con Dios se agota en el cumplimiento de algunas prácticas religiosas, la participación en algunos ritos y fiestas, según las normas y tradiciones establecidas por su propia religión.

La enseñanza de Jesús libera de muchas obligaciones y orienta al culto verdadero.

Leemos en el evangelio de san Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23:          

«Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras, de la vajilla de bronce y de las camas.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”. El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: ‘
Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos’. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”. Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale el hombre. Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”».
PALABRA del SEÑOR



 Los fariseos y algunos escribas...
“se acercaron a Jesús”. No son personas interesadas en conocerlo. Los fariseos, fieles cumplidores de la ley, ya habían percibido la peligrosidad de Jesús por sus transgresiones en relación al sistema religioso, y sin más habían decidido darle muerte. Los escribas eran teólogos y abogados del templo, y habían llegado de Jerusalén para investigar la conducta del Maestro de Nazaret. Habían reconocido las cosas extraordinarias que él hacía, y habían intentado desacreditarlo frente al pueblo, atribuyendo sus poderes al jefe de los demonios.




 

Ahora escribas y fariseos unidos encuentran otra transgresión de la ley en los discípulos de Jesús: comen sin lavarse las manos. Estando con Jesús, habían aprendido su libertad. No se trata de una falta menor. Está en juego todo un sistema de separación entre lo que es puro y lo que es impuro. Hay alimentos puros, que todos pueden comer, y otros impuros, prohibidos. Y las personas tienen que purificarse antes de comer. Así lo han enseñado los antepasados y así lo manda la ley. No se puede relativizar la autoridad sagrada de la tradición.

En realidad, esas normas...

hacen que una persona se sienta impura, separada de Dios, si come alimentos considerados impuros, o sin lavarse las manos. Y hacen que el pueblo se sienta, como pueblo de Dios, separado de todos los otros pueblos, considerados impuros, con los cuales no puede convivir y compartir la mesa.

Es una concepción que habría impedido a Jesús encontrar a los enfermos y a los leprosos de su tiempo, y habría obstaculizado la expansión misionera del evangelio. Ha sido un gran problema también para las primeras comunidades.
 


La reacción de Jesús es muy dura...
y pone en evidencia que la relación con Dios no pasa a través del uso de alimentos puros o ritos de purificación, de un culto formal y vacío. Los escribas y fariseos son la reencarnación de los destinatarios de la denuncia profética de Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos”. Los responsables de la institución religiosa han creado ritos y obligaciones que discriminan y separan, con un control social intolerable. Los pobres no podían cumplir con todas las normas, y por eso eran considerados ‘pueblo maldito’.

Para Jesús el culto verdadero no pasa por las ceremonias y las apariencias, sino por el corazón y la vida. Es un mensaje que Marcos envía también a su comunidad.


 

Jesús insiste, con una indicación...

que quiere ser universal: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien”. “Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo”: todas las cosas son puras. La impureza, lo que separa de Dios y de los demás, no viene de los alimentos que se comen, de lo que viene de afuera y va al estómago. La impureza puede salir sólo de adentro, del corazón del hombre. E impide la relación con Dios y contamina las relaciones humanas: “porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino”.Es un mensaje que libera de tantas ataduras y opresiones, y orienta al culto verdadero, desde el corazón.



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LECTIO DOMINGO 26 de AGOSTO 2012                                  
¿También ustedes quieren irse?

El caminar en y con Cristo exige radicalidad, y eso conlleva mucha soledad, claro está. Nuestra propia ambigüedad es la que nos tiene donde estamos, porque no hemos sido capaces de vivir la cruz de Cristo. Nos hemos dejado llevar por la "carne", abandonando a Cristo a su propia suerte. Ahora bien, si Cristo, como ser humano, asumió con dolor su propia soledad en su entrega total a la voluntad del Padre, entonces es ese el camino que nosotros debemos seguir. No hay otro. Radicalidad y entrega total a la voluntad del Padre, sobrellevar nuestras propias cruces y la Cruz de Cristo, más de las veces en soledad. Este es el único camino que nos llevará, por mérito de Jesucristo, a vivir la vida Eterna en el Reino de los Cielos, empezando aquí en la tierra.

woman,account,person,people,human,user,female,member,profile Lorena, Santiago – Chile

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Muchos de los discípulos de Jesús decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”.

La dificultad es de todos los tiempos. En nuestros tiempos seguramente habrá también discípulos y discípulas de Jesús, quienes en cuanto Él les sirva en sus opciones, en sus proyectos personales y en sus propios deseos y planes, estarían dispuestos a seguirle. Pero solamente hasta cierto punto, hasta cierto lugar. Después verán. Algunas veces intentarán utilizar a Jesús para construir y fundamentar sus ideologías y teorías.

Pero yo, ¿qué creo yo?; pero, ¿tú, qué crees tú? ¿Creemos de verdad que Jesús es Él que bajó del cielo? ¿O decimos que Él sea simplemente uno entre otros que han dado origen a ciertas creencias y religiones en el mundo? ¿Creemos de verdad que Él es el Santo de Dios, el Enviado del Padre? ¿Creemos que Él tiene palabras de Vida eterna, o consideramos sus enseñanzas como miramos otras tradiciones de sabiduría?

En cuanto el Padre nos conceda hacer la confesión de la fe verdadera, entonces vamos a buscar cómo dar prioridad a los proyectos y planes que tiene el Señor sobre nosotros – sobre nuestra vida personal – y sobre este mundo.

men Gerardo, Oruro – Bolivia

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La pregunta de Jesús debería trasladarse a estos días, en pleno siglo XXI, para preguntarnos nosotros, ¿estamos dispuestos a seguir sus enseñanzas? ¿Cuáles son las consecuencias? Aparentemente es muy fácil responder que si, cuantos quisiéramos quedarnos sentaditos a escuchar, leer y encerrarnos en una sacristía o asistir al templo todos los días, pero el verdadero mensaje de dar el pan al que necesite, compartir las penas y alegrías con los demás, luchar por las libertades de quienes no las tienen, luchar para erradicar la pobreza en el mundo, decir la verdad contra quienes dominan el mundo con el dinero y sólo quieren hacer guerras para apoderarse de las riquezas como el petróleo o los recursos de la tierra, eso sí que es difícil, entonces hay que separarse nomás.

El alimento del espíritu que Jesús nos propone, en verdad es tan simple y fácil de cumplir, pero difícil de practicarlo al enfrentarnos con la realidad del dinero, los egoísmos. Preferimos la dureza de la razón a la belleza de la fragilidad humana. Nos da vergüenza derramar una lágrima cuando es necesario. Nos es difícil decir la verdad. No sabemos compartir la dulzura, la comprensión que existe en el interior de nuestro corazón. Infelizmente hemos aprendido en esta sociedad, en la escuela, en las palabras de curas egoístas, a tomar represalias, agredir, acusar, herir y no admitir que podemos estar equivocados o plantear un dialogo abierto. Por eso el mundo actual no acepta seguir a Jesús.

men Francisco, Oruro – Bolivia

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Las palabras de Jesús chocan con la mentalidad vigente. Hace veinte siglos parecía inadmisible que una persona pudiera comunicar un mensaje tan exigente y tan liberador. Hoy, seguimos en el mismo plan: tratamos de endulzar las palabras de Jesús para que no hieran nuestros prejuicios. Con frecuencia queremos convertir la palabra de Jesús en el ejercicio de un conjunto de ritos. Pero, la palabra de Jesús nos desestabiliza, nos desquicia y nos lleva a cuestionar la vida diaria. A veces, incluso, decimos como los discípulos. “Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?”. No obstante, si queremos seguir a Jesús, la única respuesta posible es un “sí” rotundo, un “amén” decidido y generoso. Queremos seguirlo y queremos ser como él. No deseamos contentarnos con los laureles que nos ofrece el mundo, sino que anhelamos caminar con el Nazareno la difícil y tortuosa vía del pueblo de Dios en la historia.

woman,account,person,people,human,user,female,member,profile Silvia, La Paz – Bolivia

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¿Cómo no alabar al Señor por ser tan directo, no andar con subterfugios y preguntar directamente si estoy con Él o no, si le sigo o no, si creo o no? Este es el evangelio de la opción, frente a tantas ofertas que se nos vienen en el día a día, frente a tantos anti testimonios... Él sigue haciendo la pregunta: ¿Quieres irte? Y dime sino que a veces quisiéramos desaparecer, porque por un lado no lo hacemos tan bien y por otro Él nos dice: “Yo soy el Camino”, y pucha que para nada seguimos su camino. Pero, ¡qué sabio es Pedro y qué humilde reconocer que no tenemos a quien ir, aunque las ofertas se hacen siempre buenas y atrayentes y muchos se dejan seducir y se van con otros que les muestran una vida más fácil!

Sigo dando gracias a Dios y lo seguiré sirviendo, porque me he dado cuenta que él es mi Dios, el Dios que me libera y que hace tantos prodigios en bien de nosotros en el diario vivir.

woman,account,person,people,human,user,female,member,profile Hilda, Llo Lleo – Chile   



viernes, 24 de agosto de 2012

“¿ TAMBIÉN USTEDES QUIEREN IRSE?”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“¿ TAMBIÉN USTEDES QUIEREN IRSE?”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“La verdadera comida”.


Un abrazo.
Bernardino


¿ TAMBIÉN USTEDES QUIEREN IRSE?

La preocupación de hacer accesible la Buena Noticia al hombre de hoy, puede llevarnos a buscar nuevas formas de comunicación, pero no a reducir la radicalidad del mensaje evangélico.

Leemos en el evangelio de san Juan 6, 60-69:

«Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quienes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.

PALABRA del SEÑOR


Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”».

Jesús había multiplicado los panes, indicando que la posibilidad de satisfacer el hambre de la gente pasa por el compromiso de compartir el pan. La generosidad vence el egoísmo y multiplica los bienes.

Pero el acontecimiento le sirvió también para abrir otro discurso: como necesitamos alimentarnos para la vida física, así necesitamos alimentar la vida en el espíritu, y Jesús mismo es el alimento, el “pan bajado del cielo”, para que todo el que lo coma “tenga vida para siempre”. Se ofrece a sí mismo, hasta la cruz, para que nosotros, aprendiendo de él, podamos repartir nuestro pan y hacernos pan para los demás. Es éste el sentido también del sacramento de la eucaristía, que él deja a sus discípulos durante su última cena.




La propuesta de Jesús es totalmente contraria a las expectativas de la gente. Los adversarios de Jesús se le oponen repetidamente. Pero al final es también un grupo importante de discípulos que la rechaza. La multiplicación de los panes había despertado en ellos los sueños de poder, la esperanza de un mesías glorioso y triunfador, y por eso habían confabulado con el intento de hacerlo rey. En cambio, él ahora viene con la idea de servir y de ofrecer la vida misma para hacer crecer la vida en el espíritu. La humillación de la cruz sería la “glorificación” de Jesús y su regreso al Padre. Son dos proyectos opuestos: uno inspirado en una visión de una vida encerrada en sí misma, en sus intereses y en su egoísmo y ambición, que Jesús llama “carne”; y uno abierto al “Espíritu”, al amor, a la entrega de la vida: un proyecto excluye el otro.

Con firmeza Jesús declara: “El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve”. El hombre es sólo “carne”, si no es animado por el Espíritu. Las palabras de Jesús son “Espíritu y vida”, y hace falta definirse si se quiere acogerlas o rechazarlas, aclarar las verdaderas motivaciones del seguimiento de Jesús.

“Muchos de sus discípulos”, de sus mismos seguidores, le dicen “no” a Jesús, no le dan su adhesión: “se alejaron de él y dejaron de acompañarlo”. Es demasiado exigente su propuesta: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”. El texto del Evangelio hace pensar que el problema se da también en las futuras generaciones de discípulos. Juan refleja la experiencia de su comunidad.

Frente a la grande deserción de muchos, Jesús no flexibiliza las exigencias. Está dispuesto a quedarse solo, como se había quedado solo, huyendo a la montaña, cuando quisieron hacerlo rey. No hay alternativa a su propuesta de servir y amar hasta la entrega de la vida.


La pregunta de Jesús a los Doce es sin hesitación: “¿También ustedes quieren irse?”: plenamente libres de seguirlo o no. Es posible que en el corazón mismo de la comunidad haya quien se resiste, quien ofrece un seguimiento sólo exterior, quien está dispuesto a la traición, tal vez con un aparente gesto de cariño: “Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre”.Lo seguirán sólo los a que el Padre se lo concede: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, ocultando estas cosas a los sabios y entendidos, se la diste a conocer a la gente sencilla”. Simón Pedro hace una confesión de fe, que no es sólo personal. Es la confesión de la comunidad de los verdaderos discípulos de todos los tiempos: “Tú tienes palabras de Vida eterna”. No hay otro camino para la vida. Jesús es el camino.



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                 LECTIO DOMINGO  12 de AGOSTO                             
    LA VERDADERA COMIDA"                                                              


Cristo es la puerta para llegar al Padre. Él es el camino, la verdad y la vida. Para llegar al Padre, nuestro camino debe estar cimentado en Cristo. Y a partir de esa unión en el amor de Cristo, conoceremos la verdad, seremos participes de la vida que es Cristo. Esta sintonía con él solo podemos alcanzarla en el abandono en las manos del Padre, como el mismo Cristo lo hizo, a través de la oración, la lectura, conocimiento y enseñanza de la Palabra y la participación en la Eucaristía, que son presencia viva del Cristo crucificado y resucitado. Para lograrlo, debemos estar dispuestos a vivir la vida de Cristo. Es decir, estar dispuestos a vivir su pasión. Sólo estando dispuestos a pasar por la cruz y muerte de Cristo, podremos alcanzar la vida eterna que es Cristo.

Yo me pregunto qué tan alejados estamos los católicos de lo que piensan los judíos del tiempo de Jesús: “¿Cómo este hombre nos dará a comer su carne?”, porque si realmente comprendiéramos que Cristo está vivo en esa hostia y en ese vino consagrado que el sacerdote comparte con nosotros en cada Eucaristía, nuestra fe sería mucho más fuerte, no nos dejaríamos llevar por los avatares propios y los que pasa nuestra Iglesia, y las misas estarían llenas de gente deseosa de recibir a aquel que se donó voluntariamente como alimento y bebida para la salvación del mundo.

 Lorena, Santiago – Chile

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Al igual que los fariseos, queremos encerrar a Jesús en el ámbito humano, siendo de origen divino: se hace humano para rescatarnos, pues nos conoce mucho más que nosotros mismos. Me hace ver mi propia realidad, mis caídas, pero con un amor misericordioso, que muchas veces, no sabemos actuar de la misma forma, con nuestros hermanos. Aprender a reconocerlo como nuestro hermano, que nos levanta en el plano sobrenatural, se logra con la gracia del Espíritu Santo que se va manifestando a lo largo de toda nuestra vida, a veces de una manera muy imperceptible, pero muy presente, que va caminando junto a nosotros, si lo descubrimos con los ojos espirituales.

Jesucristo después de su resurrección es nuestro pan, que nos alimenta y nos va cambiando, desde nuestro interior, en nuestra manera de pensar, de actuar, en la medida que vamos participando de las Eucaristía y nos acercamos a comulgar. Este acercamiento cada vez más constante va a permitir que podamos realizar la voluntad del Padre en nuestras vidas.

Jesús, al ofrecerse él, me invita a participar de su reino, que no es de este mundo. Es por eso que como discípulos debemos mirar su vida, como fue en este mundo. Jesucristo, rico en misericordia, quiere que yo también sea misericordioso, con todos aquellos que viven conmigo o se encuentran cerca de mí, en mí trato diario con ellos. Pero para que yo pueda cumplir el plan de vida, de ser misericordioso con el otro, debo alimentarme de su pan, porque es el único alimento que será capaz de cambiar todo mi interior, para poder irradiarlo a él en mi vida, olvidándome de mí misma, para dejarlo a él que habite en mí, para darle a él honor y la gloria, porque me ha salvado, tomándome de la mano, para caminar hacia él, en una vida de libertad y de hija adoptiva.

 María Teresa, Santiago – Chile

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La fe es el alimento de vida que nos ayuda a vivir de verdad. Lamentablemente estamos preocupados por los bienes materiales que nos ayudan pero que no tendría que ser lo único o principal. Este alimento también está previsto en la palabra del Señor, cuando nos pide ayudar al necesitado, acoger al peregrino, dar el aliento al afligido y sonrisa al triste. Este alimento deberíamos irlo preparando día a día entre todos, dado que todos lo necesitamos

Carmen, Oruro – Bolivia


* * *

La mayoría de los cristianos, como decía Luis Espinal, “lo somos por costumbre, porque nuestros padres lo fueron”, pero la realidad es muy diferente cuando se trata de elegir entre un pan material y uno espiritual. Aun cuando decimos: “Danos el pan de cada día”, estamos pensando en el sueldito, el ingreso de la comerciante o del taxista, pero pedir el pan de la fortaleza de la fe, o pedir ser más solidarios con los demás, está fuera de nuestra realidad cotidiana. Si asistimos a una eucaristía, el cura nos dirá que debemos comulgar todos los días y que ese es el pan pedido por Jesús; nos enseñara a cantar canciones referentes a la comunión, pero escuchar una propuesta de que el verdadero pan es el cumplimiento de la propuesta de Jesús es muy utópico, en pleno siglo XXI.

La presencia de la Iglesia Latinoamericana está muy debilitada no sólo por su mensaje, también por sus obras: la búsqueda del poder, la seguridad de ser perfectos y puros hacen que muchos obispos y sacerdotes no busquen la verdad, la justicia y el derecho de los más necesitados. Cuando se habla del Dios en la historia de los pueblos, presente en la realidad de los problemas de cada día, existen curas y obispos que se escandalizan. El mensaje de Medellín está muy lejos de hacerse realidad, la “opción preferencial por los pobres” ha sido archivada en los anaqueles del olvido. Debemos nuevamente mover nuestras estructuras y alimentarnos del verdadero pan de vida.

 Francisco, Oruro – Bolivia

* * *

“Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida”, dice Jesús.

Su carne y su sangre significa toda su vida, su manera de vivir, todo lo que dijo y hizo el Señor. El Señor nos amó hasta el extremo, derramando su sangre en la cruz, sangre derramada para liberarnos de la esclavitud del pecado y de la perdición.

Comer su carne y beber su sangre quiere decir: “Tener unos con otros las mismas disposiciones que tuvo Cristo Jesús: Él, siendo de condición divina, no reivindicó, en los hechos, la igualdad con Dios, sino que se despojó, tomando la condición de servidor…” (cf Fil 2, 5-8). Comer el pan eucarístico es hacerse participe, es participar del estilo de vida de Jesús: siendo servidor. Beber el vino eucarístico es entrar en el sacrificio de Jesús, quien derramó su sangre para la salvación del mundo.

 Gerardo, Oruro – Bolivia

* * *

Muchas veces esperamos que las palabras de la Biblia sean textuales y no para analizarlas y acomodarlas a nuestro contexto. Ahora más que nunca es donde debemos ponernos a razonar y más que todo sentir la palabra de Dios. Él nos dice: el que come de mí, vivirá eternamente. Y es así. Todas las personas que creemos en él, sabemos que después de la muerte terrenal está la vida eterna, a su lado. Si tan sólo nos pusiéramos a ver un poquito el gran amor que nos tiene, no nos faltaría nada más para ser felices, por que él, por el amor que nos tiene, nos regala cada día experiencias que nos hacen más fuertes. Y no debemos olvidar también ser humildes: muchas veces nos cuesta trabajo e incluso buscamos la revancha, pero él nos enseña a vivir en paz con el prójimo. Un enojo debe durar un segundo. A veces preferimos recordar a una persona por sus defectos y no por sus virtudes, guardamos el recuerdo amargo, y no los momentos felices que por más cortos que hayan sido te sacaron una sonrisa. Si comemos el pan que es Dios, sé que cada uno de nosotros nos sentiríamos satisfechos con lo que tenemos, y día a día lucharíamos por ser mejores personas. La vida es una sola, tal vez el día de mañana yo ya no esté, pero lo que quiero es que a mí me recuerden con alegría y no por los errores que pude cometer. Y como para un cambio uno tiene que empezar siempre por uno mismo, así que, ánimo, hagámoslo, y el día de mañana estaremos tranquilos con nuestras decisiones, sin dañar a nadie.

 Silvia, Cochabamba – Bolivia

viernes, 17 de agosto de 2012

“LA VERDADERA COMIDA”.

Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“LA VERDADERA COMIDA”. 
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Un abrazo... Bernardino


                        “LA VERDADERA COMIDA”.                     


Muchos limitan sus intereses únicamente a las cosas materiales, y creen sólo en lo que pueden ver y tocar.

Jesús nos propone una visión de la realidad que integra la dimensión material y la espiritual: la material, con sus características de necesidad y de precariedad; la espiritual, con su proyección definitiva, más allá del tiempo.

  Leemos en el evangelio de san Juan 6, 51-59                                                  

«Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.

Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaúm».

PALABRA del SEÑOR



Al inicio del evangelio de san Juan, encontramos la indicación que el Verbo de Dios, la Palabra, “existía al principio junto a Dios”, y en Jesús “la Palabra de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros”. Este mensaje, que nos recuerda como Jesús une la condición divina y la hace “carne” en la condición humana, se complementa con una nueva declaración: esa “carne”, esa humanidad en que habita la divinidad, se ofrece como alimento para la vida del mundo. El episodio de la multiplicación de los panes encuentra en esta afirmación su plena explicación. Todos pueden conseguir en Jesús, en la comunión con él y en la apertura a su enseñanza, el pan que alimenta su vida para siempre.




 Evidentemente no se trata sólo de la vida física. El discípulo y la discípula de Jesús experimentarán, como todos, el destino común de la muerte física, pero la vida que Jesús transmite y alimenta va más allá de la muerte y es para siempre. La verdadera vida Jesús la ofrece al mundo ofreciéndose a sí mismo, su persona, su “carne”, hasta la entrega total en la cruz.

 


La imagen de Dios que Jesús manifiesta, un Dios metido en la vida del hombre, en su realidad y en su historia, no puede ser aceptada por sus adversarios. En un primer momento “murmuraban”, como sus antepasados en el desierto del primer éxodo, rechazando la pretensión de Jesús que se había declarado “bajado del cielo”. Ahora “discuten entre sí”, preguntándose: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”.

Ellos mismos darán la respuesta, con la condena a muerte y la crucifixión de Jesús. Él ofrece su carne y su sangre, acepta la muerte en una entrega extrema de amor, para abrir a la humanidad un camino de vida permanente según el Espíritu. Experimentando ese amor, asimilándolo como una comida: “mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida”, los hombres podrán reproducirlo en sí mismos, repartiendo el pan y haciéndose pan para la vida de todos.En el lenguaje del evangelio de san Juan, se puede entrever claramente la praxis sacramental de la comunidad: en la eucaristía la comunidad revive la experiencia pascual de Jesús y acoge el don del Espíritu, que la habilita y la compromete a realizar en su vida la misma entrega en el amor. La intimidad de comunión entre Jesús y el Padre se extiende al discípulo que se identifica con Jesús: “el que me come vivirá por mí”. De este alimento, recibirá la fuerza para realizar el nuevo éxodo de una plena humanización.







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viernes, 10 de agosto de 2012

<< EL PAN DE ViDA >>

Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“EL PAN DE VIDA".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
ABAJO, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

"USTEDES ME BUSCAN"

Un abrazo: Bernardino

 
 EL PAN DE VlDA                                               

El cuidado de la vida física es un instinto prioritario en el ser humano. En el evangelio, Jesús mismo manifiesta su preocupación por la alimentación y la salud de las personas. Y a partir de esta preocupación, él abre un horizonte más amplio, sobre una vida que va más allá de la muerte física y es para siempre. Él es el pan que alimenta ya desde ahora esa vida que no tendrá fin.

 Leemos en el evangelio de san Juan 6, 41-51:                                       

Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he bajado del cielo»?”. Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: «Todos serán instruidos por Dios». Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.



PALABRA del SEÑOR


 

Las palabras de Jesús, que se ha declarado “pan bajado del cielo”, son acogidas con molestia por sus adversarios. No aceptan que Jesús pretenda haber “bajado de Dios”. Ellos quieren reducir a Jesús al ámbito de su familia humana, dentro los límites de la estructura tradicional de la sociedad: “¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre”. A partir del conocimiento de su origen humano, no pueden aceptar su condición divina. Dios para ellos es otra cosa. No puede mezclarse con el ser humano, y menos con uno que viene de una familia tan insignificante como la de Jesús. El sentido de la encarnación es ajeno a su tradición y a su comprensión. Consideran que si hay un poder de mediación entre Dios y el pueblo, ese poder lo tienen ellos, y lo manejan muy bien a su propia ventaja
.


J
esús contesta que es verdad que no lo pueden entender. Nadie puede llegar hasta él, si no es atraído por Dios, “si no lo atrae el Padre”. Es el Padre que ha enviado a Jesús, para que sea fuente de vida definitiva para el que cree en él: “Yo lo resucitaré en el último día”, el día de la entrega de su vida ofrecida por amor. Sólo escuchando al Padre se puede llegar a Jesús y creer en él, reconociendo en él la presencia de Dios, porque en él se realiza la plena comunión con el Padre. Ninguna experiencia de Dios, por profunda y auténtica que sea, puede ser más plena y directa que la de Jesús: “Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre”.

El camino hacia la muerte física es común e inevitable para todos, pero la fe en Jesús hace posible la vida definitiva, más allá de la muerte física. La realidad divina y humana de Jesús, su persona, su enseñanza, se constituyen en verdadero alimento para el creyente, en “pan de vida” para el nuevo éxodo de los que siguiendo a Jesús quieren salir de las condiciones de opresión en que se encuentran.




Ya los padres del pueblo judío habían conocido un alimento extraordinario durante la travesía del desierto en el primer éxodo, cuando salieron de la esclavitud de Egipto. Pero ese alimento extraordinario, el maná, no los preservó de la muerte, y esa generación no pudo llegar a la tierra de la libertad. En cambio, Jesús, “el pan que desciende del cielo”, ofrece vida plena y la victoria sobre la muerte. Es la vida que viene de Dios, “desciende del cielo”, participada al hombre a través de Jesús, para compartir la misma experiencia de amor.En el primer éxodo, los primogénitos de Israel se salvaron por la sangre del cordero pascual con que habían ungido el marco de la puerta de sus casas. En el nuevo éxodo, el “Cordero de Dios”, el cuerpo “entregado” de Jesús, su sangre derramada en la cruz, son la fuente de vida para las casas de todos los pueblos.

   

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                 LECTIO DOMINGO  05 de AGOSTO                             
  Ustedes me buscan                                                                                                

Lectura muy profunda y una reflexión para nuestra fe, para el seguimiento y la adhesión a Cristo. El pan del que habla Jesús es el verdadero alimento, el que debo buscar, por sobre todo, ese alimento no perecedero para mi espíritu. Buscar a Jesús por amor, por que sin él no soy nadie, ni tengo nada; no buscar milagros más de los que tenemos todos los días al despertar y ver tanta maravilla. La adhesión a Jesús con nuestro accionar. Saber que antecede a las necesidades nuestras, nos conoce como la palma de su mano y nos ama como a hijos. Sin necesidad de chantajes ni ofrendas.

  Silvia, La Paz – Bolivia 
    

* * *

Sin duda nuestra búsqueda puede tener alguna desviación y buscar el alimento material y no encontrar el verdadero sentido del amor que Cristo nos enseñó con el gesto del compartir. Es un gran desafío encontrar y madurar este regalo que tenemos pero muy poco disfrutamos. Yo creo que nuestro trabajo siempre será madurar nuestra fe para ver que el amor es la solución a todas nuestras necesidades, el compartir la alegría de vivir el día a día, mirar a nuestro alrededor y ver que todos necesitamos de este sentimiento para identificarnos con Dios.

Es un mensaje que me dice que Dios también exige adultez para trabajar por el reino, y el amor que siento me compromete a madurar mi fe en el amor y la generosidad.


    Rosario, El Alto – Bolivia   

* * *

Es verdad, ‘muchas veces nuestra relación con Dios y nuestra fe necesitan madurar, hasta la gratuidad del amor’.

Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado”. Aquí encontramos la palabra clave de todo el evangelio según san Juan: creer. Viene del latín “credere” o “cor dare”, es decir, dar su corazón. Se trata de nuestro amor personal que podemos entregar al Señor Jesús (y en Él a todas y todos los demás).

Como Jesús también decía a la mujer samaritana: “Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. Creer es amar y amar es adorar en espíritu y en verdad al Padre, acabando con los muros que nos separan unos de otros, transformando instituciones que oprimen y alienan, y huyendo de templos donde se predica la intolerancia, la soberbia y la sed de poder.


    Gerardo, Oruro – Bolivia   

* * *

El verdadero pan, es el saciarse del pan de la eucaristía, que me va a ir llevando hacia la casa del Padre celestial; es ver en cada acontecimiento de nuestra vida su presencia, aunque imperceptible primero, y luego cada vez más real, de un Padre amoroso, que me inunda de su amor, y del cual soy capaz de irradiarlo a los demás. Cuan importante es sentirse hija adoptiva, porque todo lo demás lo realiza El en nuestra vida. Como cristianos debemos tener siempre presente que nuestra vida es la eterna, junto al Padre, sin aferrarnos a nada, sólo a El, que estará al final de mi camino esperándome, a que llegue, para encontrarnos. Es vivir en este mundo, sin aferrarnos a nada de lo que nos ofrece, sabiendo que hemos sido creados para amar, alabar y reverenciar a Dios.


   María Teresa, Santiago – Chile   

* * *

Hace un par de días recibí una carta del padre Calixto Mamani desde un pueblo Aymara. Entre otras cosas escribe lo siguiente: "Estamos preparando el segundo encuentro de jóvenes. El evento se va a realizar en Totora. En septiembre tendremos el gran encuentro en Huachacalla. El viernes pasado fui para coordinar con el párroco y con la gente: fue muy lindo. Ya tenemos 10 llamas y varios quintales, entre arroz, azúcar, fideos y otros artículos, suficiente para atender a unos 400 jóvenes durante varios días, gracias a la disponibilidad de la gente".

Cuando leí eso, pensaba: allí está el compartir de los panes y de los peces, el encuentro con Jesús, el seguimiento de Jesús. Los que acogen y los que llegan, dan. Todos reciben de los que comparten sin presión. Imposible que alguien sea excluido. Todos participan al pan de Dios que da Vida al mundo.


 Gilberto, Oruro – Bolivia




SomOSM PROVINCIA SMA... para todOSM 

viernes, 3 de agosto de 2012

“USTEDES ME BUSCAN”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“USTEDES ME BUSCAN”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“¿Dónde compraremos pan?”.


Un abrazo: Bernardino
 


                 “USTEDES ME BUSCAN”.                 

Muchas veces nuestra relación con Dios tiene como finalidad conseguir algún favor. Esta puede ser una fe incipiente, que necesita madurar, hasta la gratuidad del amor. 
Como nos enseña el evangelio de san Juan 6, 24-35:
«Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es El a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado”. Y volvieron a preguntarle: “¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo”. Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”.

Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús les respondió: “Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”».


PALABRA del SEÑOR

 

Después de la multiplicación de los panes, la gente busca a Jesús. El pan pone en evidencia el motivo de esta búsqueda: “Porque han comido pan hasta saciarse”. Todos desearían seguir teniendo esta situación que les permita tener solucionado tan fácilmente el problema de la propia alimentación, sin ningún esfuerzo.

 

Jesús intenta orientar la búsqueda en otro sentido. Hay que entender la multiplicación de los panes sólo como una señal, una flecha que indica la dirección. El pan material se acaba, sostiene una vida física precaria, pero nos habla de otro pan, un alimento que da vida definitiva. Este pan será don del Hijo, enviado por el Padre, pero será también fruto del compromiso humano: “trabajen”. Habían sido testigos del amor de Dios, que los invitaba a la solidaridad, a la entrega recíproca, y no han entendido la enseñanza: es el amor que alimenta la vida verdadera, y que lleva también a compartir el pan material. Y este amor tiene un nombre: Jesús. Él es el pan que baja del cielo, y que puede saciar el hambre del hombre: “El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed”.

Hoy hay muchas personas que ya no buscan a Jesús. Han encontrado otros caminos para satisfacer su hambre, un hambre que a menudo se limita a horizontes puramente humanos.



 

En cambio, hay muchos que se sienten animados por la fe, pero reducen su religiosidad a aspectos muy interesados: piden alimentos, casa, trabajo, salud, éxito. Y para conseguir de Dios, de la Virgen, de los Santos estos beneficios, están dispuestos a ofrecerles algunos sacrificios. Su cumplimiento de las prácticas religiosas es como un negocio: yo le voy a dar a Dios algunas cosas, y Dios a cambio me va a recompensar con lo que le pido. La imagen de Dios que nos hacemos es la de un gran contador, que va anotando oraciones y méritos, y devuelve las correspondientes gracias pedidas y merecidas. La misma salvación es fruto de nuestra conquista.




Otra es la imagen de Dios que nos manifiesta Jesús. En él se revela el amor gratuito del Padre, que nos invita y nos capacita a vivir en el amor, por la fuerza de su Espíritu. Sin duda podemos pedir a Dios las cosas que necesitamos, a partir del pan de cada día para todos, pero la verdadera finalidad de la búsqueda de Jesús tiene que llevarnos a dar nuestra adhesión a él, reconociendo en él la revelación del amor del Padre y aprendiendo de él la capacidad de compartir y de amar, como lo ha revelado en la señal de la multiplicación de los panes.

 
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LECTIO DOMINGO 29 de JULIO 

      ¿  DÓNDE COMPRAREMOS PAN  ?                                    


Hay muchas cosas interesantes en este texto. Me impresiona cómo Jesús sale de la lógica de siempre y busca y encuentra otras respuestas y otras soluciones. No hay dinero para comprar pan, pero si lo que hay se reparte, alcanza para todos. Si llegáramos a comprender esto y pudiéramos salir del encierro de nosotros mismos, de nuestros bienes y seguridades, para entender que el alimento, la salud, la educación, son de todos, Jesús habría realizado nuevamente el milagro de la multiplicación. En varios países de América que sufrieron crisis económica hace unos años, se intentaron sistemas alternativos de producción y redistribución de alimentos y otros bienes: trueque, grupos pequeños que producían alimentos en el fondo o el jardín de alguna casa para algunas familias, amigos que juntaban alimentos y los repartían a otros más necesitados. Luego que pasó la crisis, algunas de estas propuestas terminaron y muy pocas continuaron. En general nos volvimos a encerrar. ¿Cómo seguir realizando propuestas alternativas como la de Jesús, que nos cambien la mentalidad y nos ayuden a multiplicar? En otros evangelios Jesús dice a los discípulos: "Denles ustedes de comer". Es también tarea nuestra.
 Lucía, Montevideo- Uruguay

Si en verdad nosotros pudiéramos dejar de pensar solamente en nosotros, ¡qué distinto sería el mundo! Si fuéramos más solidarios y tuviéramos la sensibilidad que nuestro Señor Jesucristo nos ensena siempre, no solamente en este evangelio, si no en a lo largo de su peregrinaje, ¡qué distinto sería el mundo! Ahora nos toca a nosotros ser más solidarios con el que menos tiene, para tener un mundo con menos desigualdades. Como buenos cristianos hay que ponerlo en práctica ya ahora. Hacer una sociedad menos egoísta es tarea de todos.

 Fernando Marcelo, Oruro – Bolivia

Algunos creen que la enorme brecha entre ricos y pobres es natural, así como existe el día y la noche. Este hecho permite que el “pan nuestro de cada día” sea comercializado y cada vez tenga un valor más alto. Esta realidad responde a modelos a quienes solo les interesa el capital, y que no responden al mensaje de Jesús. Actualmente la falta de solidaridad ha permitido que primero se piense en la utilidad personal o de grupos, más que en la necesidad del pueblo. En el Evangelio se observa la preocupación de Jesús por los demás, por la gente que prefiere escuchar su mensaje antes que seguir su tradición más por costumbre que por convicción. En una anterior enseñanza, cuando Jesús manda a sus discípulos a una dura misión, les pide que no lleven nada más que una túnica y un bastón, con la intención de probar su fe, pues él les enseñó que el Padre proveerá siempre y cuando estén convencidos que el cambio debe ser profundo, para entender que antes de pensar sólo en el dinero debe existir la firme convicción de luchar por destruir esas grandes barreras entre ricos y pobres y construir un reino de justicia, solidaridad y derecho, pensando en los niños que no tienen pan, las mujeres que no tiene techo y los ancianos que sufren de enfermedades y soledad. 

 Francisco de Oruro – Bolivia

Cristo se dio cuenta, que el hambre del ser humano, tanto física como espiritual, es enorme. Ahora bien, si Dios Padre hubiera querido crearnos sólo para seguirlo como borregos, sin ninguna participación en las decisiones del Reino de los Cielos aquí en la tierra, él no nos habría creado libres. Si existe el hambre del pan, es porque la voluntad del Padre es que nosotros nos preocupemos, con su ayuda, a saciar esa hambre, a través de la solidaridad con el hermano que sufre. Pero no podemos dejar de lado el hambre espiritual. Por eso, nuestra donación al prójimo debe sustentarse siempre en Cristo, pues no podemos perder de vista que es él y solo él que nos suscita el amor y la bondad hacia nuestros hermanos que necesitan de nuestra ayuda.

 Lorena, Santiago – Chile

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