"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 27 de septiembre de 2013

“EL RICO TAMBIÉN MURIÓ"

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“EL RICO TAMBIÉN MURIÓ".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“GÁNENSE AMIGOS”.

Un abrazo... P. Bernardino


                       “EL RICO TAMBIÉN MURIÓ"                 

En un tiempo de crisis, va creciendo el abismo que separa los ricos,siempre más ricos, de la muchedumbre de los pobres. Muchas veces miramos con envidia la suerte de los ricos, que en cambio puede ser su perdición.
   


 Leemos en el evangelio de san Lucas 16, 19-31               


«Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. 

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. 

En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: “Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan”. “Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí”.

El rico contestó: “Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento”. Abraham respondió: “Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen”. “No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán”. Pero Abraham respondió: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”».

PALABRA del SEÑOR




En el camino hacia Jerusalén...
Jesús profundiza para sus discípulos el tema de la imposibilidad de servir a Dios, siguiendo a Jesús, y en el mismo tiempo servir al dinero. Los fariseos se habían reído de él, cuando había hecho esa afirmación, porque ellos sabían conciliar perfectamente los dos dueños, Dios y el dinero. Jesús reacciona proponiendo una parábola con la foto de dos personajes. De un lado “un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes”; de otro lado “un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico”. 



Él está a la puerta del hombre rico...
“cubierto de llagas”, pero el rico no lo ve, es invisible para él, su puerta está cerrada. Sólo los perros lo reconocen: “iban a lamer sus llagas”.Cuando la escena se pone en movimiento, vemos que “el pobre murió”, y “el rico también murió”. Siempre el pobre muere primero, pero al final muere también el rico: sólo en esto son parecidos. Pero el destino es diferente: el pobre “fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”, y el rico “fue sepultado” y enviado a las llamas que lo atormentan. 





La explicación del diferente destino...
de los dos la da Abraham, cuando el rico lo invoca: “Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua”. 


Abraham le explica: “Recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento”.



En las palabras de Abraham no hay... 
ninguna referencia a la conducta de los dos. Es posible que el rico haya sido un perfecto cumplidor de la Ley y de todas las obligaciones y ritos religiosos. Y Lázaro tal vez puede haber maldecido su suerte, culpándolo a Dios. No se lamenta el hecho que el rico “se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes”. Aparentemente el destino diferente no es por motivos éticos, sino simplemente porque el rico “ha recibido sus bienes en vida”, mientras que “Lázaro, en cambio, recibió males”. Sólo por eso el pobre encuentra ahora “el consuelo”, y el rico “el tormento”.



La parábola en realidad no pretende...
informarnos sobre el más allá, sino que quiere darnos los criterios para nuestra vida hoy, revelándonos claramente cuál es el proyecto de Dios en el tiempo presente, como lo manifiesta María, la madre de Jesús, en su canto inspirado: el Potente “a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos”. La parábola nos permite entender algo de cómo es Dios, y cómo debemos reflejar sus características en nuestra vida: Dios está de la parte de Lázaro, y de las muchedumbres de Lázaros de la tierra, para cambiar su destino; el rico, por culpa de sus riquezas, no tiene salvación si no cambia su condición y no descubre a las miles de formas en que Lázaro yace hoy “a su puerta”, creando condiciones de justicia y de solidaridad concreta y eliminando el abismo de separación entre ricos y pobres.




Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 



     LECTIO DOMINICAL 22 de SEPTIEMBRE     
                     " GÁNENSE AMIGOS "                  

El texto del domingo pasado, nos presentaba el drama de un padre que, a pesar de su amor increíble por sus hijos, no logra construir una familia unida. Ahora se nos presenta una parábola que desconcierta: un administrador corrupto. 

Hoy se habla de una crisis religiosa cuyas causas, para algunos es el racionalismo, para otros el relativismo, quizás haya otro motivo para ese alejamiento de Dios: el gran poder seductor del dinero. Según Jesús quien se ata al dinero termina alejándose de Dios. 

El ser humano por tener conciencia de su propia muerte, tiene la responsabilidad del propio fin. Hace unos días visité a un vecino anciano, de 87 años, su mujer de 83 con un cáncer terminal. Él está deprimido y con razón, 63 años de matrimonio. Le invité a salir para que se distrajera, aceptó y me propuso ir a ver su campo. Llegado al lugar, me mostraba todo lo que allí había. Todo abandonado. Él se sentía rejuvenecer, conocía la historia de cada cerca y hasta de los árboles. Sentados a la entrada de su abandonada casa, le digo: “¿Por qué no vende esto, y medio en broma aggrego, y lo da a los pobres? Piensa un momento y me dice: “Me declararían loco”. 

“No pueden servir a Dios y a las riquezas”. Este mundo está totalmente volcado hacia los bienes, la política está al servicio de la riqueza y de quienes la ostentan, las leyes están absolutamente inclinadas a la riqueza. Quien manda hoy es el dinero. 
“Maestro ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” (Lc 10, 25). Actúa con inteligencia, sé misericordioso y compasivo; detente siempre ante el que está herido y abandonado, no escatimes tu ayuda. Como dice Francisco, el Papa, “Hoy urge la prójimidad, la salida de sí mismo, para solucionar los tremendos problemas mundiales que hay. Creo que las religiones, las diversas confesiones, no pueden irse a dormir tranquilas mientras haya un solo chico que muera de hambre, un solo chico sin educación, un solo joven o anciano sin servicio de salud… No nos va a servir de nada hablar de nuestras teologías, si no tenemos la projimidad: salir a ayudar.” (entrevista concedida a una emisora brasileña). 
Creo que esto es lo que nos trasmite el evangelio en esta parábola: salir de sí, ganarle a la ambición que nos encierra. Ser hábiles con toda la riqueza que Cristo nos dejó. Que no nos gane la corrupción de ponernos a vivir con los criterios del libre mercado, que tiene como dios al dinero. Nuestra riqueza es la propuesta de Jesús: sean como el grano de trigo que cae en tierra y muere; ése transformará el mundo y tendrá la vida verdadera. 

  
  Joel, Puerto Aysén – Chile


jueves, 19 de septiembre de 2013

“GÁNENSE AMIGOS”.


Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“GÁNENSE AMIGOS”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: “COMAMOS Y FESTEJEMOS”.
Un abrazo.... P. Bernardino


                              “GÁNENSE AMIGOS”                          



Habilidad, astucia, sagacidad, muchas veces se unen a la idea de engaño y corrupción, pero son actitudes necesarias también para hacer el bien: “El bien hay que hacerlo bien”.

   
 Leemos en el evangelio de san Lucas 16, 1-13               

«Jesús decía a los discípulos: 
Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”.

El administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”.

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?”. “Veinte barriles de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez”.

Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”.

Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.

Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.

El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero».

PALABRA del SEÑOR


Otra parábola y nuevas reflexiones...
como parte de la enseñanza de Jesús a los discípulos, en el camino hacia Jerusalén. El administrador de un hombre rico es acusado de malgastar los bienes de su dueño. El patrón le exige la rendición de cuentas y lo despide. El administrador se pregunta cómo poder vivir en adelante, y considera algunas opciones: no tiene fuerzas para “cavar”; no tiene cara para “pedir limosna”. De repente, una iluminación: “¡Ya sé lo que voy a hacer!”. Ofrece astutamente un descuento importante a cada uno de los deudores de su señor, para poder contar luego con su solidaridad, “para que, al dejar el puesto, haya quienes lo reciban en su casa”. La operación es alabada, “por haber obrado tan hábilmente”.


Jesús toma el ejemplo del “administrador deshonesto”...
para subrayar su creatividad e inteligencia. Parecía una situación sin salida, pero el administrador supo inventarse, en su deshonestidad, una solución genial, imprevisible. Jesús comenta que esas mismas habilidad y astucia, esas mismas fantasía e imaginación, tendrían que tener los discípulos, no para imitar la corrupción y el engaño, sino para la edificación de una humanidad nueva, feliz, justa y solidaria: “Los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz”.


La sagacidad de los seguidores de Jesús...
se manifestará en su liberación de las ataduras de los bienes: “Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas”. La riqueza acumulada es injusta, “dinero de la injusticia”, pero hay un camino para rescatarla: compartiéndola con los demás: “Gánense amigos”. Una tierra de amigos, que se ayudan a vivir bien, en justicia y paz, no de enemigos que compiten y luchan para tener más bienes y más poder, amigos del dinero y sus esclavos.


La opción es inevitable, aunque en la experiencia de cada día no es fácil la claridad y la coherencia: no se “puede servir a dos señores”. En la complejidad de las cosas, todo se reduce a una alternativa esencial: gastar la vida para construir el reino de Dios, el bien de todos, o gastarla para construir su propio reino: “No se puede servir a Dios y al dinero”.


Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 


  Lectura DOMINGO 15 de SEPTIEMBRE  
          “COMAMOS Y FESTEJEMOS”         



Una primera impresión que se me viene a la cabeza es la forma en la que reaccionamos muchos hombres y mujeres ante la parábola. Reaccionamos como el hijo que se quedó con el padre y se queja. Esto nos muestra cuanto valoramos las personas comunes ciertos valores sobre otros. Tendemos a sobre-valorar la idea que tenemos de la justicia, entendida como relación entre premio y castigo, antes que otros valores más grandes y amplios como el perdón y el amor sin condiciones del padre. 

Esta sobre-valoración de la justicia esconde también mezquindad y egoísmo que fácilmente se puede comparar con esa visión de un Dios que juzga y castiga a los que no cumplen sus preceptos. Sólo que leemos sus preceptos no desde el desarrollo interior y espiritual sino, simplemente, desde lo superficial de los ritos, las tradiciones y las costumbres. Esperamos que Dios sólo nos vea en las misas, las procesiones, las palabras y acciones caritativas, que no son malas, pero no son sustanciales ante un Dios que ve dentro de nosotros y es sensible ante nuestras motivaciones y sentimientos más profundos. 

El padre no puede sino perdonar y amar. Serán nuestras mismas acciones y decisiones las que se encargarán de generar el castigo y reestablecer el equilibrio del universo afectado por nuestras acciones. 


    Manuel, La - Paz.




* * * 



El Hijo pródigo somos nosotros, cuando nos buscamos a nosotros mismos y queremos dar contento a nuestro cuerpo y cada vez que ofendemos a Dios con nuestras actitudes, que tenemos con los demás. El Padre sale a nuestro encuentro, para perdonarnos y purificarnos y llevarnos nuevamente a su regazo y hacernos recuperar nuevamente la condición de hijos. Es ese Padre amoroso que espera, que vayamos a su encuentro en todas nuestras necesidades. El siempre está esperando, que le contemos nuestras necesidades, problemas y siempre nos señalará el camino correcto. Su amor de Padre inflama nuestro corazón y da a cada uno de sus hijos, lo que más necesita, como si fuera único, y es su amor, el que nos inunda y nos lleva amar a los demás con un amor sobrenatural. 

    María Teresa, Santiago de Chile


* * * 

Si ese Amor incondicional que desciende de Dios hubiese sido un linaje de todos los padres a sus hijos, hoy la humanidad sería otra y no estaría debatiéndose entre su evolución y su destrucción. 

Por cada padre y madre y por cada niño dentro de ese padre y esa madre es que hay que empezar el cambio de conciencia, la sanación y la transformación; sólo así, desde la raíz, el árbol puede florecer, dar frutos y flores elevar sus cantos al cielo. 

     Isabel, Cituy Bell - Argentina.


* * * 

¡Que hermosa parábola! Vemos en ella al Padre y su misericordia: así es nuestro padre Dios, que nos espera y nos recibe arrepentidos con los brazos abiertos. Su bondad no tiene límite. Dios padre nos ama incansablemente, es el buen pastor que se alegra de encontrar su oveja perdida. Y del hijo podemos decir que tenemos de ambos: somos el hijo mayor que todo lo queremos hacer bien, pero no perdonamos al caído que se quiere levantar, el hijo mayor es egoista como lo somos cada uno de nosotros; el menor es el pecador, pero que se arrepiente de sus pecados, se abraza a su padre que lo reconoce a la distanzia: perdoname, padre. Esto es lo que quiere nuestro Padre del cielo, que nos arrepintamos de nuestras faltas. Gracias, Señor, por tu bondad y misericordia frente a mi miseria . 

     Sandra, Coyhaique - Chile


*  *  * 

Trataré de explicar por qué este texto no me ayuda a entender a Jesús, o sea lo que está escrito en el evangelio de san Lucas. 

Es cierto que la adhesión a Jesús no puede ser algo superficial, un deseo de compartir el poder del Mesías o ser premiado por seguirlo, etc. 

Sin embargo, ¿qué quiere decir "amar más"? El amor a los padres que se han sacrificado para criar a sus hijos es un amor muy fuerte, pero no es el mismo amor como a Jesús, no se trata de un "más o menos", de la cantidad de amor, sino de una calidad diferente. Amar a sus padres incluye el apoyarlos cuando sufren, cuidarlos cuando son viejitos y necesitan este apoyo de parte de sus hijos. ¿Cómo puede ser una actitud cristiana abandonar a los que te necesitan? ¿Cómo es posible dejar a sus hijos por el seguimiento a Jesús, si ellos no pueden existir sin el apoyo de madre y padre? El seguir a Jesús plenamente debe ser posible sin dejar a sus próximos, y es posible porque puedo amar a Jesús profundamente y en el mismo momento servir a mi familia y a otros próximos. El servicio a los demás, según mi entendimiento, es precisamente lo que Jesús nos ha enseñado. 

En nuestros tiempos más y más jóvenes ya no quieren ser miembros de una denominación cristiana. Hay distintas explicaciones para este fenómeno. A varias personas, entre ellas de mi propia familia, pregunté por qué están buscando espiritualidad en otras religiones y no tratan de encontrarla en el cristianismo. La respuesta frecuente es que en los evangelios hay tantas contradicciones, que Cristo sí, habla del amor al prójimo y que el amor sea lo más grande, lo más importante. Pero en otros lados se habla del "castigo" a ciertas personas (como, por ejemplo, está escrito en ese texto, para mí "capitalista", donde un dueño viajó y dio a sus servidores unos talentos para guardarlos. A su retorno premió a aquellos que han aumentado la cantidad de talentos y castigó a aquel que no pudo aumentarlo - por timidez, por no ser capaz, por no saber cómo, por no tener autoestima, por miedo, como él mismo explicó y no obligatoriamente por flojera. Finalmente no lo ha gastado como el hijo perdido). 

También este texto de san Lucas para mí es uno de los contradictorios. Son parábolas que están escritas en los evangelios, se las puede interpretar de diferentes maneras y no se debería entenderlas literalmente, es cierto. Pero muy poca gente ha aprendido esta nueva forma de entender los textos con más libertad, por eso nos sentimos inseguros y seguimos con entender los textos bastante literalmente, porque ¿hasta donde tenemos esta libertad? ¿Dónde empieza la tentación de interpretar un texto según nuestros deseos, para ver solo lo que queremos ver? Las parábolas son muy concretas, para hacer entender a la gente lo que Cristo (¡o los seguidores que escribieron los evangelios!) les quería(n) enseñar. Supongo que en esos tiempos las parábolas verdaderamente eran un apoyo para entender mejor el mensaje. A mí, como a muchas otras personas de hoy, algunos textos bíblicos nos parecen contradictorios o sea ya no adecuados a nuestra realidad, y por eso nos confunden más que nos ayudan a entender el mensaje. 

El seguimiento de Jesús hoy día no puede ser un seguir físicamente (como lo describen en el texto bíblico) sino un camino interior, que no excluye sino permite y facilita mi profundo amor también a hijos, padres, parejas, hermanos, amigos y otros que me necesitan. El amor a Jesús tiene una calidad totalmente distinta y no comparable a los otros amores, y ni esos otros amores son iguales: Amo profundamente a mis hijos, padres, hermanos y otros, pero no es el mismo amor para cada uno. Tampoco se trata de un "mas" o "menos", sino también de distintas calidades. Lo que es cierto para mí: el amor a Jesús influye positivamente el amor a los demás. 

       Catherine, Basel - Suiza






viernes, 13 de septiembre de 2013

“COMAMOS Y FESTEJEMOS”.


Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“COMAMOS Y FESTEJEMOS".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“CALCULAR LOS GASTOS”.

Un abrazo... P. Bernardino


                       “COMAMOS Y FESTEJEMOS”                    


En nuestras relaciones humanas, difícilmente llegamos a un nivel de verdadera gratuidad. También en el amor más puro y sincero, hay siempre algo de interés, o al menos de gratificación. 



     

Una parábola del evangelio de san Lucas 15, 1. 11-32, nos hace ver la gratuidad del amor de Dios:

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.» 

Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "iFelicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»

Jesús les dijo entonces esta parábola:
Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde". Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros". Entonces partió y volvió a la casa de su padre.

Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo".
Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo". El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!".
Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado".

PALABRA  del   SEÑOR



Esta parábola, llamada del hijo pródigo, 
o de los dos hijos, es muy conocida. Tal vez la enseñanza que más comúnmente se saca es el regreso del hijo pródigo a la casa del padre, arrepentido de sus errores.
En realidad, hay que notar que el hijo menor se fue de la casa con su parte de herencia en sus manos, desperdició todos sus bienes, y tuvo que ponerse al servicio de un propietario de cerdos para sobrevivir. El cerdo es un animal impuro para los judíos, y la parábola expresa bien la degradación del joven, que llega a desear la comida de los mismos cerdos, sin poder alcanzarla.



Entonces recapacitó.
Pero su recapacitación es muy ambigua. No extraña al padre. No piensa en su dolor. No tiene deseo de verlo. No está arrepentido de verdad. El pensamiento que lo mueve es muy interesado: “Aquí me muero de hambre”, mientras que “los jornaleros de mi padre tienen pan de sobra”. No sueña con la casa paterna, sino con el pan que pueda saciar su hambre. Decide regresar para comer, no para encontrar al padre. La misma confesión que prepara no es sincera, aunque diga la verdad. Le interesa la conclusión: “Trátame como a uno de tus jornaleros”. Ellos comen: quiero comer como ellos.






En la medida que vayamos entendiendo realmente...
la actitud del hijo, se nos revela más claramente la figura del padre, que es el objetivo de esta parábola. Jesús la propone para responder a las críticas de los escribas y fariseos que le reprochaban su familiaridad con recaudadores de impuestos y pecadores. El Dios que Jesús revela con sus gestos es como el padre de la parábola. En la parábola, cuando regresa el hijo, el padre no pregunta nada, ni quiere escuchar su confesión. Simplemente “lo vio” cuando aun estaba lejos, “se conmovió”, “salió corriendo”, “se le echó al cuello”, “lo cubrió de besos”.


No es el arrepentimiento y la confesión...
sino el amor gratuito del padre que devuelve al joven su dignidad de hijo: “Saquen en seguida el mejor traje y vístanlo; pónganle un anillo en el dedo y sandalias a los pies”.Un detalle muy importante: el padre de la parábola nunca le dirige la palabra al hijo pródigo. Calla cuando el hijo pide su parte de herencia, y se la da. Calla frente al hijo que regresa después de haber desperdiciado todo e intenta su confesión. Habla sólo a los criados y al hijo mayor, para invitarlos a hacer fiesta. Para con el hijo pródigo el padre tiene sólo gestos concretos de respeto y de bondad. Vence con su amor silencioso. Así es Dios.



Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 


        LECTIO DOMINGO 08 de SEPTIEMBRE                
              “CALCULAR LOS GASTOS”                           

   
Se me presenta una imagen fuerte ante esta Palabra: "El que no carga su cruz no puede ser mi discípulo". Todos depositamos nuestra cruz en alguien: Dios, la Virgen, Jesús en el reino celestial y la pareja, los hijos o los padres o los jefes o compañeros de trabajo en el reino terrenal. Todos menos en nosotros mismos. 

Único verdadero desafío: hacerse responsable de uno mismo, no ser un eterno reclamador, quejoso o pedigüeño. Siempre andamos preguntándonos: ¿Porqué a mí? ¿qué más me tiene que pasar?, o pidiendo por salud, trabajo, amor. Pedir, pedir, pedir, y nunca dar, o pedir, en todo caso, para todos (cosa que me incluye porque soy parte de todos). Desde este lugar no se puede ser discípulo, sino simplemente mendigo. 

    Isabel, City Bell – Argentina 


* * * 
Las dificultades y conflictos que vive la humanidad en la actualidad son tan alarmantes que preocupan y no nos permiten mirar más allá de un simple comentario. Entonces nos ubicamos en la propuesta que hace Jesús en el evangelio: de comprometerse con un proceso diferente, dejar padre, madre, hermanos, como lo han hecho: Arnulfo Romero, Luis Espinal, Camilo Torres y muchos otros. 
La propuesta de Jesús en primer lugar es de Vida y no de muerte, sin embargo naciones con poder armamentista quieren ir a una guerra donde sus intereses económicos así lo requieren y la muerte de inocentes no está contemplada en sus planes. 
En segundo lugar Jesús propone la Paz, donde la justicia y el derecho de los más desposeídos se respeten y las barreras de los pocos que tienen más, frente a los muchos que tienen muy poco, desaparezcan. 
Jesús propone también la Solidaridad, en un mundo globalizado que tiene la idea del poder para tener más, a costa de los demás. 

     Francisco, Potosí – Bolivia

*  *  *
La lectura de este evangelio, abiertamente nos plantea la radicalidad del seguimiento. 
Me siento interpelada con las expresiones: “Nada es más importante que la adhesión a Jesús y a su proyecto de vida”; “Sólo en él, podemos encontrar el sentido de nuestra vida”; “Hacer nacer en nosotros mismos el hombre nuevo, libre de todo egoísmo”. 
Tres puntos que nos encaminan a este seguimiento del que nos habla el evangelio, a aceptar y agradecer lo que la vida nos depara, aunque en momentos sea de mucho dolor. Mi proyecto de vida, no puede consistir en cambiar la realidad adversa que yo no quise vivir, porque ello, en vez de superar el dolor, sólo aumentará el sufrimiento que muchas veces lleva al individualismo, lejos de un mundo comunitario y solidario; al contrario, es vital que mantenga a Dios encarnado como motor y centro de mi vida, lo que permite que llegue a la paz interior. A no continuar en “medias aguas”, sino a mantenerme coherente en el seguimiento, es decir, no sólo con la boca sino también con las obras, sin improvisar. Ello implica caminar, la más de las veces, contracorriente. Por eso es vital, continuar en la oración y la reflexión de su Palabra. 
Señor Jesús, por intercesión de tu santa madre la Virgen María, no me canso de pedirte con mucha humildad: no te canses de mis ingratitudes y debilidades y me ayudes a ser perseverante, a amar como tu amaste y a superar los dolores físicos en la entrega a mis hermanos que son tu rostro. 

      Vero, Santiago – Chile 

* * * 

Jesús nos invita a ser su discípulos, sin que nada nos ate a esta tierra, ni los bienes materiales ni la profesión, ni la familia, nada que nos haga olvidar que somos hijos de Dios. No debemos temer a nada, ser verdaderos guerreros seguidores de Cristo. Ser su discípulo no es fácil, porque para serlo tenemos que imitarlo en su forma de vivir, de amar, de ser hijo de Dios, ser capaces de proclamar la palabra que nos da la vida sin temor. Yo creo que lo más difícil de ser cristiano es renunciar a nosotros mismos, negarnos, ser los últimos y comenzar una vida nueva la de ser un verdadero discípulo de Jesús. Que el Señor tenga paciencia con cada uno de nosotros tan pecadores. 

    Sandra, Coyhaique – Chile 

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Pasar haciendo el bien, es la libertad digna de nuestra condición de hijos de Dios. Ninguna pretensión ni voluntad “carnal” está en condiciones de hacernos discípulos de Cristo: es gracia que se concede a los pequeños y humildes. 
Nos hallamos en el corazón de la catequesis de Lucas, que se desarrolla en la subida a Jerusalén. “¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sagrado? (Sal 24, 3). Podríamos decir: ¿Quién alcanzará una intimidad tal con el Señor, para que él llegue a ser padre, madre, esposo, hermano, hermana, un bien absoluto? Esta es la cuestión que se plantea en el texto. En el evangelio de Mateo, al final de la parábola del banquete, se exige el vestido nupcial: “¿Cómo has entrado sin traje apropiado?… Átenlo de pies y manos y échenlo fuera, a las tinieblas” (Mt 22, 11s.). Nunca entendí este pasaje. Ahora, desde la perspectiva de Lucas, me da una nueva luz; es otra manera de decir lo que está en Mateo: la vida nueva en el Señor, o las exigencias del discipulado. 
“El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. La cruz es mucho más que buscar mortificaciones o aceptar las contrariedades de la vida. La crucifixión de Jesús fue consecuencia de su actuación de amor y obediencia absoluta al Padre y de amor a los últimos. La fuerza para aceptar la cruz de Cristo, tiene su raíz en el amor a Él, que me amó siendo yo un pecador (cf Rom 5, 8); y, en Él encontrar toda delicia; que Él llegue a ser lo único, el solo: “¡Tus amores son mejores que el vino!” (Cantar 4, 10); el resto cobrará una nueva luz desde éste amor, su amor nos hace creaturas nuevas; es una locura, pero para Él es posible. San Juan de la Cruz lo dice de manera extraordinaria en un poema: “Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio; / Ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya sólo en amar es mi ejercicio”. 
En los dichos de los Padres del desierto de los primeros siglos del cristianismo encontramos esta edificante historia. Un hermano que deseaba ser monje, pero que había retenido algo para sí, Abba Antonio le dijo: “Si quieres ser monje, vete al pueblo, compra carne, átala a tu cuerpo desnudo y luego vienes aquí”. Así lo hizo. Pero los perros y los buitres se lanzaron sobre él. Volvió adonde Antonio herido y maltrecho. Este lo miró y le dijo: “El que renuncia al mundo y, sin embargo, quiere conservar algunas riquezas, viene a ser atacado así por los demonios que le hacen la guerra”. 

     Joel, Puerto Aysén – Chile 




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