"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 28 de marzo de 2014

“TÚ LO HAS VISTO”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“TÚ LO HAS VISTO”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS”.

Un abrazo... P. Bernardino.


                                “TÚ LO HAS VISTO”                           

En ningún tiempo, como hoy, se han invertido tantos recursos para impedir al pueblo reconocerse a sí mismo y ver los sistemas de dominación cultural y económica que lo tienen sometido.

   Leemos en el evangelio de san Juan 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38                          

Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: “Ve a lavarte a la piscina de Siloé”, que significa “Enviado”. El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: “¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?”. Unos opinaban: “Es el mismo”. “No – respondían otros –, es uno que se le parece”. Él decía: “Soy realmente yo”.

El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: “Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo”. Algunos fariseos decían: “Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado”. Otros replicaban: “¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?”. Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?” El hombre respondió: “Es un profeta”. Ellos le respondieron: “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?”. Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: “¿Crees en el Hijo del hombre?”. Él respondió: “¿Quién es, Señor, para que crea en Él?”. Jesús le dijo: “Tú lo has visto: es el que te está hablando”. Entonces él exclamó: “Creo, Señor”, y se postró ante Él.


                               PALABRA del SEÑOR                            


En el último día de la fiesta de los tabernáculos...
Jesús había proclamado: “Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Pero es posible no seguirlo, y caminar “en tinieblas”. La sanación de un hombre ciego evidencia y dramatiza esta proclamación.

Jesús se encuentra con un ciego de nacimiento. Allá donde los discípulos ven el castigo por alguna culpa, Jesús ve la oportunidad de manifestar la fuerza creadora y liberadora de Dios. Como hizo Dios en la primera creación, Jesús usa el barro, para dar la posibilidad de nacer de nuevo, a ese hombre que nunca había visto la luz, ni podía imaginar que existiera un mundo sin tinieblas: “Hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego”. Jesús lo manda a lavarse “a la piscina de Siloé”, que significa “Enviado”. Es él el Enviado del Padre, el hombre verdadero que puede revelar al pueblo oprimido la posibilidad de una humanidad nueva, libre y justa.


El ciego recobra la vista...
logra su integridad humana y regresa cambiado de tal manera, que hasta los vecinos dudan de su identidad: “Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: ‘¿No es éste el que se sentaba a pedir limosna?’. Unos opinaban: ‘Es el mismo’. ‘No – respondían otros –, es uno que se le parece”. El encuentro con Jesús lo ha transformado.

Es un hecho tan relevante, que se considera oportuno llevar al que había sido ciego, delante de las autoridades religiosas, que se dividen frente a la interpretación del hecho. Algunos tienen como criterio de juicio la Ley, que ha sido transgredida, porque la curación se ha realizado en día sábado, día de reposo absoluto. Por lo tanto, el transgresor de la Ley tiene que haber actuado no en nombre de Dios, sino por el poder del Maligno: “Algunos fariseos decían: Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado”. Otros, en cambio, no aceptan esa explicación: “¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?”.


Pero de nuevo todos se unen... 
cuando el ciego reconoce a Jesús como profeta, que viene de Dios. No pueden aceptar que alguien que ha encontrado a Jesús pueda abrir los ojos, ver y juzgar autónomamente, sentirse adulto y libre, sin miedo y no sumiso a su poder: “Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?”. La conclusión es inevitable: “Y lo echaron”.

A ese hombre que ha sido echado, se le ofrece una nueva acogida: “Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: ¿Crees en el Hijo del hombre?”. Ahora que puede ver, el ciego puede reconocer a Jesús, el hombre pleno y auténtico: “Tú lo has visto: es el que te está hablando”; le declara su fe y le da su adhesión: “Creo, Señor – y se postró ante él”.Al hombre que había sido ciego, se le abre un camino de vida, en el seguimiento de Jesús: “Quien me siga tendrá la luz de la vida”; y los que pretendían ver y ser guías del pueblo, preocupados por su poder, seguirán ciegos, caminando “en tinieblas”.





Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es



LECTIO DIVINA DEL DOMINGO 23 de marzo
  Si tú conocieras el don de Dios                                                                    

La propuesta del evangelio nos permite comprender varias acciones ligadas a nuestro modo de vida cotidiano y permanentemente olvidadas como la solidaridad, los prejuicios religiosos y principalmente actitudes machistas. 

En el contexto en que se encuentra Jesús, los samaritanos son parte de los pueblos alejados de las leyes político-religiosas que rigen su modo de vida cotidiano y Jesús propone romper todos esos obstáculos que impiden conocer la profundidad de su mensaje. Pide agua a una mujer samaritana, hecho criticado por autoridades religiosas de ese momento. Enseña que si antes se adoraba a Dios en la montaña, ahora debe ser en la profundidad de las actitudes hacia el prójimo, tampoco en los templos donde muchos acostumbran ocultarse a las realidades de desigualdad que existen en el mundo. 

El papa Francisco, cuando analiza la realidad de la Iglesia, se identifica con las propuestas de Medellín, en la reunión de obispos, fueron resultado de la mirada a pueblos marginados de Latinoamérica, con una pobreza extrema. El resultado fue, identificarse con “la opción preferencial por los pobres”, para avanzar en la construcción de un reino de justicia, solidaridad y valores humanos. 



  Francisco, La Paz – Bolivia                                                                    

* * * 
Con frecuencia, sufrimos bajo el peso de nuestra situación, determinada por la historia vivida y por sus factores. Somos a menudo pelotas de la política, la economía de mercado, el consumo desbocado, víctimas o victimarios del mal y el pecado. Nos preguntamos cómo puede ser posible, en tales condiciones, nuestra vida tal como nosotros la planeamos. “En mi cama, por la noche, buscaba al amor de mi alma: lo buscaba y no lo encontraba” (Cant 3, 1). Y, en la oscuridad de la noche nos acercamos a preguntar: ¿Cómo puede suceder esto? (Jn 3, 9). O, al sol del medio día, sedientos, buscamos saciar nuestra sed. Sin embargo, en todos hay tantas cosas de las que no nos gusta hablar; mensajes que no comprendemos o se quedan para siempre en el equívoco. Entonces, Jesús que tiene sed de realizar lo nuevo en lo antiguo, toma la iniciativa, flirtea, buscando enamorarnos, porque ya no está entre nosotros como lejanía y juicio, sino como tierna cercanía y perdón de la que tienen sed todos los que aman. Y, te dice: “Dame de beber”. ¡Cómo! ¿Tú pides, tengo algo que yo pueda darte? 

¡Oh, feliz encuentro, qué perla encontrada en el brocal del pozo! Si tú la has encontrado, muéstrame algo de su fulgor. Con la punta de tu dedo, moja mi lengua reseca de idolatría, amarga de ley y de culto. Sí, necesito pedirlo porque el don de Dios no es un salario que hay que ganar con sacrificios y holocaustos; o sacar con fatiga del pozo de la ley. El amor del Padre, que tanto amó al mundo que entregó a su único Hijo, es el don (cf Jn 3, 16). Es necesario pedirlo, para que sea dado, porque este don no se impone, se ofrece. Él, tiene sed de darse, dice: “Dame de beber”. 

Al fin, la mujer – símbolo del pueblo como esposa de Dios, o del alma – dice: “Dame de esa agua”. El deseo es ya don que Dios ha puesto en mí, es como el Espíritu que busca posarse sobre nosotros para romper nuestra dureza de cabeza y el corazón de piedra; es el deseo que ahonda mi ser, para que Él pueda sumirse y colmar de agua viva mi sed de ser. “Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, como tierra agostada, reseca, sin agua” (Sal 63, 2). 

“Pero llega la hora, ya ha llegado, en que los que dan culto auténtico adoraran al Padre en espíritu y en verdad”. Dios deja de ser “muchos dioses” y es el Padre que comunica su vida en el Hijo. El Padre es uno y no tiene privilegiados – judíos, samaritanos –: tiene hijos y estos son hermanos. 

Los Samaritanos aceptaron a Jesús y le rogaban que se quedara con ellos. Él se quedó dos días con ellos: son los días de la siembra y remiten al “tercer día”, el de la cosecha. ¿Seremos capaces de pedir lo mismo o nuestros “maridos” – dioses, ídolos –, nuestro pasado, nos atan más que a ellos? 



 Joel, Puerto Aysén – Chile                                                                       








viernes, 21 de marzo de 2014

"SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS"

Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“Si conocieras el don de Dios”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“Hijo muy querido”.

Un abrazo.... P. Bernardino


          "SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS"                        

A pesar de las grandes transformaciones recientes, la cultura de nuestra sociedad sigue siendo muy machista. Jesús elimina toda discriminación.

   Leemos en el evangelio de san Juan 4, 5-15. 19-26. 39-42                    

Jesús llegó a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo.Era la hora del mediodía.

Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”. Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La samaritana le respondió: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. Jesús le respondió: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva”. “Señor – le dijo ella –, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?”. Jesús le respondió: “El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna”. “Señor – le dijo la mujer –, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla”.

Después agregó: “Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar”. Jesús le respondió: “Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén ustedes adorarán al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. La mujer le dijo: “Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando Él venga, nos anunciará todo”. Jesús le respondió: “Soy yo, el que habla contigo”.

Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él. Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: “Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo”.

                              PALABRA del SEÑOR                           


En este texto del evangelio de san Juan...
no se trata sólo del encuentro de Jesús con una mujer de Samaría. La mujer representa a todo el pueblo samaritano, con su historia antigua y su apertura al evangelio.

Samaría era una región en que la fe de Israel se había mezclado con otras creencias, porque ya siete siglos antes de Cristo, la capital había caído en manos de los Asirios, que habían deportado a buena parte de la población de la región, sustituyéndola con colonos extranjeros. Ellos llegaron con sus propios dioses, agregando luego también el culto al Dios de Israel. Por eso no había paz entre la región de Samaría y la región de Judea, donde estaban el templo de Jerusalén y todos los guardianes de la religión pura: sumos sacerdotes, escribas y fariseos.




Jesús en su predicación itinerante llega a la ciudad de Samaría. Busca a ese pueblo que ya no recuerda su alianza con Dios. En el lenguaje de los profetas, la relación entre Dios y su pueblo, sellada con la alianza, un pacto entre las partes, era presentada como una relación conyugal. Ahora Samaría es la esposa infiel, que ha olvidado a Dios, su esposo. Jesús quiere ofrecerle una nueva alianza, abriéndole las puertas del evangelio.

Una mujer samaritana, símbolo de ese pueblo, llega al pozo para buscar agua, el agua de su antigua tradición religiosa. Jesús, hombre necesitado como todos, fatigado de su incesante camino evangelizador, le pide un pequeño gesto de bondad: “Dame de beber”. La simple solidaridad entre dos personas es obstaculizada por la antigua enemistad entre los pueblos a que pertenecen: “¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?”. Pero Jesús supera los prejuicios y rompe las barreras de separación a motivo de la raza, la religión, el sexo, y ofrece gratuitamente un don mucho más grande que el agua de la Ley, el agua del pozo de Jacob, incapaz de aplacar la profunda sed humana. Dona un agua viva, un manantial que puede satisfacer definitivamente su sed de Dios: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva”. Él es el don de Dios, el manantial del que mana la vida para todos y para siempre: “El que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed”. El Espíritu que él comunica será la fuerza interior que llevará a la persona a su plena madurez y fecundidad: “El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna”.

La mujer pide de esa agua a Jesús...
y lo reconoce como profeta. Le pregunta cómo volver a Dios, en qué templo buscarlo. Jesús le revela que ya no es más el tiempo de adorar a Dios en los templos. El verdadero templo de Dios es Jesús mismo, que hace posible la comunión con Dios, mediante el don del Espíritu. Por eso, la humanidad podrá llamar a Dios con el nombre de Padre, y establecerá con él una relación filial: “Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”. El hombre dará culto al Padre con su vida, con su amor fiel, colaborando en su actividad creadora a favor de todos.



En este contexto de revelación, esa mujer, excluida porque mujer y porque perteneciente a un pueblo despreciado y rechazado, recibe una declaración única, que no se repite más en todo el evangelio. Cuando ella manifiesta su esperanza en la venida del Mesías, Jesús le responde: “Soy yo, el que habla contigo”.El profeta Oseas había anunciado la voluntad de Dios de restablecer la alianza con su pueblo: “Yo te haré mi esposa para siempre y me casaré contigo en justicia y derecho, en cariño y ternura. Y te haré mi esposa en fidelidad y conocerás al Señor” (2, 21-22). En Jesús se realiza la alianza nueva, definitiva y universal, sin ningún excluido y sin prejuicios raciales o religiosos, como lo manifiesta este intensísimo diálogo con la mujer samaritana.






Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com

Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es



LECTIO DOMINGO 23 de marzo
 "HIJO muy QUERIDO"


Cada quien cargando su cruz, negándose a sí mismo o sea al ego que no constituye el ser de cada uno sino la parodia de la personalidad colectiva hecha carne en cada uno, dejando el poder por el servicio... cada día, las 24 horas, frente a las tentaciones sociales, pseudo espirituales y los males exacerbados del planeta que son el poder del dinero, del consumo y la fama. Sólo así alguna vez podremos ver el rostro iluminado de Jesús y que nuestros propios rostros tengan una chispita de esa Luz. 

    


  Isabel, Londres, Catamarca – Argentina                                                



* * * 

La transfiguración es un cambio y la propuesta del evangelio tiene el propósito de introducir una opción de cambio profunda en nuestra permanente lógica de estatismo. Esto implica ver más allá de una posición simplemente religiosa, como quedarnos en las sacristías con olor a incienso y flores, o solamente desde un punto de vista político con propuestas de poder personal o de grupo. 

Este evangelio nos permite avanzar más allá de una simple reflexión: "podemos construir tres carpas, para Jesús, Moisés y Elías" y quedarnos sentados adorándoles toda la vida, sin importarnos lo que ocurre afuera, en el pueblo, con el marginado, el pobre, el niño, la mujer y el anciano, y tal como dice el papa Francisco, "oliendo a oveja", porque allá está la cercanía de la construcción de un reino con justicia, solidaridad y principalmente vida. 

En Oruro, Bolivia, en los días previos a la cuaresma, la adoración al dios dinero se ha hecho tan patente. No ha importado bailar sobre la desgracia humana, pero bajo la falsa lógica de que es por devoción a la mamita del Socavón. Parece que los católicos muchas veces perdemos el rumbo de nuestra fe, cuando entre medio el dinero nos absorbe a la posibilidad de tener más fortaleza y poder, que el mensaje de vida que nos da Jesús. 





  Francisco, Potosí – Bolivia                                                                        

* * * 

La Palabra de Vida hecha carne, tocándonos nos despierta y nos devuelve a la realidad. Mientras soñamos, vemos a los demás y al mundo como nos vemos a nosotros mismos: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. ¡Qué importan los demás! La fantasía y las ilusiones, vienen del ego y ocultan la realidad. Por ello, el mensaje de la transfiguración es: “Éste es mi Hijo muy querido… Escúchenlo”. Escucharlo a Él, nos saca de nuestras falsas ilusiones y temores que nos impiden seguirlo hasta la cruz, siendo siempre don, bendición y vida para los demás. 



En cierta forma la transfiguración es como la zarza que arde sin consumirse y mueve a Moisés para iniciar el camino de Dios que libera al pueblo (cf Ex 3); o Elías que en el monte Horeb, debe volver por el mismo camino hacia el pueblo (cf 1Re 19, 11-15). Ahora serán los discípulos que siguiendo a Jesús, el Hijo amado, deberán liberar al pueblo de toda esclavitud, con el poder del Espíritu y el signo de la cruz, expresión máxima del amor del Padre y del Hijo. 

“Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”. Éste es el centro de la transfiguración, donde la visión se une a la escucha de la Palabra; advirtamos que es la misma palabra escuchada en el bautismo. Lo nuevo, del mensaje es: “Escúchenlo”, a él, Palabra definitiva. En la escucha de Jesús, oyente perfecto del Padre, llegamos a ser como Él: don total. Esto es lo que se nos muestra en la transfiguración, Jesús es divino puesto que, al igual que Dios Padre, es vida entregada, don absoluto, para darnos vida y vida plena (cf Jn 10, 10) Es lo que se expresa con radicalidad en la cruz, el otro monte de la transfiguración. No es sólo la visión de lo divino lo que atemoriza a los discípulos; como a ellos nos espanta, nos llena de miedo el ser grano de trigo que cae a tierra y muere para hacerse pan partido y comido (cf Jn 12, 24) Después de la cruz, los discípulos no sólo guardan silencio, por temor se encierran y ni las apariciones del crucificado les sacan de ahí, sólo el Espíritu les abre la mente y destranca las puertas. 

La renuncia a uno mismo es el camino que conduce a la realización plenamente humana. Esta renuncia, no puede hacerse para alcanzar gloria o premio divino, por ello es don absoluto, como el amor. “Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor de nada me sirve” (1Cor 13, 3); El amor, solo él, hace al hombre olvidarse de sí mismo; de tal manera que, por el amor, alcanzamos lo que auténticamente somos. Y se realiza el milagro de una salida del ego que no conoce ya ningún retorno. Entiendo que éste es el mensaje de la transfiguración; por ello está puesto después del primer anuncio de la pasión. 

Dejémonos tocar por Jesús, y escuchándolo no tengamos miedo de ser eucaristía, es decir, vida entregada como don absoluto “para que nuestros pueblos tengan vida en Cristo”. 

 Joel, Puerto Aysén – Chile                                                                          

* * * 

Un pasaje que me ha llamado mucho la atención en el comentario al texto del evangelio de Mateo es el siguiente: «A los tres discípulos, que oyendo la voz del Padre se habían caído “con el rostro en tierra, llenos de temor”, Jesús se les acerca y los toca, diciéndoles: “Levántense, no tengan miedo”. Son los gestos muy significativos con que Jesús sanaba a los enfermos. Ahora son los discípulos los enfermos que hay que sanar, no sólo del miedo, sino de sus pensamientos, todavía tan lejanos de los pensamientos de Jesús». 



Quién sabe si puedo pedir también yo al Señor que sane mis pensamientos, cuando no son conformes al evangelio, y me libre del miedo. 

Pero hoy he leído un comentario a este texto, que es mucho más bello que mis palabras, y lo propongo a todos. 

Como las palabras no están hechas/ para quedarse inertes en nuestros libros,/ sino para tomarnos y correr el mundo en nosotros,/ deja, oh Señor,/ que de esa clase de felicidad,/ de ese fuego de alegría / que encendiste un día en el monte,/ algunas chispas nos toquen, nos muerdan, / nos embistan, nos invadan./ Haz que por ellas penetrados / como “favilas en los rastrojos” / nosotros corramos las calles de ciudad/ acompañando la onda de las muchedumbres / contagiosos de bienaventuranza, contagiosos de alegría. / Porque de verdad ya estamos hartos/ de todos los pregoneros de malas noticias, / de tristes noticias: / ellos hacen tan fuerte ruido / que tu palabra no resuena más. / Haz explotar en su gritería nuestro silencio / que palpita de tu mensaje (Madeleine Delbrel). 
 Elena, Bergamo – Italia                                                                               

* * * 
Mientras más leo la Palabra, más confirmo que en Dios todo es amor. La lectura de este evangelio me permite ver cómo Dios me ama, que estando su Hijo en cruz no tenía palabras de juicio, de condenación; al contrario todo era amor, entregado hasta la última gota de sangre. Y Jesús, sabiendo que tenía que vivir ese momento, no dice ¡no!, para qué, si total luego viene la Resurrección. Abraza la cruz y con ello permite que aún más resplandezca la gloria de la resurrección y en ella toda la plenitud de su amor, que es luz infinita, que abraza a todo ser humano, que no lo juzga ni condena, sino que lo cubre y le permite entrar ella. Realmente es todo amor. 
 Hilda, Roma – Italia                                                                                     

* * * 

La transfiguración del Señor es particularmente importante para nosotros, por lo que viene a significar. Por una parte, significa lo que Cristo es: Cristo que se manifiesta como lo que él es ante sus discípulos: como hijo de Dios. Pero, además, tiene para nosotros un significado muy importante, porque viene a indicar lo que somos nosotros, a lo que estamos llamados, cuál es nuestra vocación. 


Cuando Pedro ve a Cristo transfigurado, resplandeciente como el sol, con sus vestiduras blancas como la nieve, lo que está viendo no es simplemente a Cristo, sino que, de alguna manera, se está viendo a sí mismo y a todos nosotros. Lo que Pedro ve es el estado en el cual nosotros gloriosos viviremos por la eternidad. Es un misterio el hecho de que nosotros vayamos a encontrarnos en la eternidad en cuerpo y alma. Y Cristo, con su verdadera humanidad, viene a darnos la explicación de este misterio. Cristo se convierte, por así decir, en la garantía, en la certeza de que, efectivamente, nuestra persona humana no desaparece, de que nuestro ser, nuestra identidad tal y como somos, no se acaba. 

Si de alguna manera nosotros quisiéramos entender esta unión, podríamos tomar el Evangelio y considerar algunos de los aspectos que nos deja entrever. En primer lugar, la felicidad es tener a Cristo en el corazón como el único que llena el alma, como el único que da explicación a todas las obscuridades, como dice Pedro: "¡Qué bueno es estar aquí contigo!". Pero, al mismo tiempo, tener a Cristo como el único que potencia al máximo nuestra felicidad. 

La transfiguración del Señor nos habla de la plenitud, de que no existen carencias, limitaciones, ausencias. Cuántas veces las ausencias de los seres queridos son tremendos motivos de tristeza y de pena. Ausencias físicas unas veces, ausencias espirituales otras; ausencias producidas por una distancia que hay en kilómetros medibles, o ausencias producidas por una distancia afectiva. Aprendamos a compartir con Cristo todo lo que él ha venido a hacer a este mundo. El saber ofrecernos, ser capaces de entregarnos cada día para resucitar con él cada día. "Si con él morimos – dice san Pablo – resucitaremos con él. Si con él sufrimos, gozaremos con él". La transfiguración viene a significar, de una forma muy particular, nuestra unión con Cristo.



 Silvia, La Paz – Bolivia                                                                               

viernes, 14 de marzo de 2014

“HIJO MUY QUERIDO”.


Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“HIJO MUY QUERIDO”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“¡Retírate, Satanás!”.

Un abrazo... P. Bernardino.

                     “HIJO MUY QUERIDO”.                    

Para algunos existe sólo la vida física. Termina con la muerte, que concluye toda experiencia humana. Para otros hay otra dimensión de vida, en el espíritu, que se desarrolla durante toda la vida terrenal, va más allá de la muerte y es para siempre.

   Leemos en el evangelio de san Mateo 17, 1-9                                          

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.

De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.

Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: “Éste es mi hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo”. Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: “No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos”.

PALABRA del SEÑOR


La transfiguración de Jesús...
su cambio de figura, tiene lugar después que él había anunciado explícitamente su destino: “Debía ir a Jerusalén, padecer mucho por causa de los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, sufrir la muerte y al tercer día resucitar”. Los discípulos no entienden el sentido del “resucitar”, pero les queda claro el anuncio de la pasión y de la muerte, y no pueden aceptarlo, no sólo por el cariño que le tienen a Jesús, sino porque están convencido que con la muerte se termina todo, se vienen abajo todos sus proyectos y esperanzas de compartir el poder con un Jesús gloriosamente instalado en el trono de David. No quieren entender que el proyecto de Jesús no es el poder, sino el servicio, hasta entregar su propia vida.

Pedro en nombre de todos toma la iniciativa de manifestar abiertamente el rechazo a la muerte de Jesús, y se pone delante de él para obstaculizar su camino a Jerusalén. Él quiere guiar a Jesús. Jesús reacciona duramente y lo llama Satanás, invitándolo a ponerse detrás de él, como discípulo que camina detrás del maestro, y no como un obstáculo que hace tropezar e impide avanzar.


Jesús explica que su destino será también...
el destino de los discípulos: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga”. Y a los tres discípulos que mayormente sueñan con el poder, Pedro, Santiago y Juan, los lleva “aparte a un monte elevado”, para completar la enseñanza con una visión: “Se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz”. La transfiguración de Jesús quiere decir que la muerte anunciada no será el fracaso extremo, el fin de todo. En la parábola de la cizaña que crece junto al buen trigo, Jesús había concluido, refiriéndose a la cosecha final: los ángeles recogerán “todos los escándalos y los malhechores, los echarán al horno de fuego”, mientras que “en el Reino de su Padre, los justos brillarán como el sol”. Jesús es el justo que ofrece su vida, su rostro es “como el sol”, sus vestiduras “blancas como la luz”. La muerte por amor apagará las expectativas de un Mesías poderoso y nacionalista, pero no apagará la vida, sino que la transformará para alcanzar la forma más plena y luminosa en el Reino de Dios.

“De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús”: son los grandes antepasados del pueblo, representantes de la primera Alianza, que miran ahora a Jesús como al cumplimiento de todas las promesas. Pero los discípulos siguen no entendiendo la novedad de Jesús. De nuevo Pedro interviene: “Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. Ubica la misión de Jesús en el horizonte de la primera Alianza, recordando la grande fiesta de los tabernáculos, que los israelitas celebraban con mucha alegría, viviendo por siete días en tiendas de ramaje, en agradecimiento a Dios por la abundancia de la cosecha y por el don de la Ley.

La voz del Padre, que ya se había oído...
en el bautismo de Jesús, interrumpe los discursos delirantes de Pedro y declara que Jesús es la verdadera manifestación de Dios, “el hijo muy querido”, que reproduce las características del Padre. Repitiendo las mismas palabras con que el profeta Isaías había anunciado el destino doloroso del Siervo sufriente, el Padre exhorta a escuchar a Jesús como su legítimo mensajero, indicando en su misma experiencia de pasión y muerte el camino de la vida plena y definitiva: “¡Escúchenlo!”. El Padre se comunica a través de él y se complace en su fidelidad: el proyecto de Jesús es el proyecto del Padre.

A los tres discípulos, que oyendo la voz del Padre se habían caído “con el rostro en tierra, llenos de temor”, Jesús se les acerca y los toca, diciéndoles: “Levántense, no tengan miedo”. Son los gestos muy significativos con que Jesús sanaba a los enfermos. Ahora son los discípulos los enfermos que hay que sanar, no sólo del miedo, sino de sus pensamientos, todavía tan lejanos de los pensamientos de Jesús.Los discípulos, “cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo”: han desaparecido Moisés y Elías. Sólo a Jesús tendrán que seguir, aunque vaya caminando hacia otra transfiguración, de la pasión y de la muerte, como paso hacia la luz que no tiene ocaso.


Bernardino Zanella...  bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena...  gusosm@yahoo.es


LECTIO DOMINGO 16 marzo 2014

¡Retírate, Satanás! 



Jesús acaba de ser bautizado en el Jordán, donde ha escuchado la voz del Padre: “Éste es mi Hijo amado, mi predilecto”. La Palabra ha quedado en su memoria, en su corazón, en todo su ser (cf Dt 6, 4-9). He aquí, la clave de toda su vida y del pasaje que a continuación leemos. 

“Entonces Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el Diablo…”. Rehace y renueva el camino del pueblo de Israel. Esta experiencia, a mi juicio, se refleja en la parábola del sembrador: “Si uno escucha la palabra del reino y no la entiende – es decir, no la graba en la memoria, la ata a la mano, la escribe en la puerta de la casa – viene el maligno y le arrebata lo sembrado” (Mt 13, 19-23). Entonces la Roca que mantiene a Jesús en la obediencia al Padre, en la lucha contra el maligno, es la Palabra escuchada; a ella se remite una y otra vez hasta que vence. 

Hay tres tentaciones, que se dramatizan en el texto, se dan en tres lugares distintos: el desierto, el pináculo del templo y una alta montaña. Es una especie de subida, distinta, ciertamente, a la que hará Jesús en su subida a Jerusalén, hasta la cruz. Refleja, este recorrido geográfico, el descaro o la fuerza maligna de las tentaciones. 

La primera es a ras del suelo: se trata de comer, es decir, que lo biológico sea el único fin, lo apetecible, lo carnal, es también un apartarse de Dios y de los hermanos: “construiré grandes graneros”. La respuesta de Jesús: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. 

La segunda tentación, en la parte más alta del templo, en la ciudad santa. Se trata de comprobar si la promesa de Dios “funciona”. El hecho de que sea en el templo es significativo. La respuesta de Jesús: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Escuchar la Palabra significa confiar en Dios más allá de toda posibilidad, como Jesús en la cruz. 

La tercera tentación, en la cima de una alta montaña, es la más brutal e intensa: apartarse de Dios y aceptar al Diablo, con toda su maldad de violencia y muerte. Cambiar la gloria de Dios incorruptible, por la idolatría que corrompe (cf Rom 1, 22-25) La respuesta: “¡Retírate, Satanás! Que está escrito: Al Señor, tu Dios, adoraras, a él solo darás culto”. Jesús aparta a aquél, que con astucia malévola, buscó apartarlo de Dios. El pasaje concluye con la victoria de Jesús, es ya anuncio de la resurrección. 



   Joel, Puerto Aysén – Chile                                                                        

* * * 

Este año, por primera vez, releyendo las tentaciones de Jesús en el desierto, he sentido con fuerza que son testaciones especialmente masculinas. Por otra parte Jesús era un hombre, y los evangelios han sido escritos por hombres. Yo creo que las mujeres están sujetas a tentaciones del todo diferentes, más sutiles tal vez, pero no por esto menos insidiosas que las que han puesto a prueba a Jesús. Estoy reflexionando sobre esto. 
  Elena, Bérgamo – Italia                                                                              

* * * 

Este tiempo me ayuda a mirar, digamos, la parte oscura de mi ser, todo aquello que se opone al plan de Dios en mí y que al confrontarme con las actitudes de Cristo se hace aún más notorio. Esto me ocurrió hoy. El padre habló, en parte, de la respuesta que da Jesús a la primera tentación: “Vivir de cada Palabra que sale de la boca de Dios”; ayudándonos a comprender cómo Jesús no posee nada, no se apropia de nada y que por él mismo no puede hacer nada; también yo no poseo nada, pero caigo en la tentación de creerme protagonista y ¡cómo me gusta serlo! Si recibo aplausos, lindas palabras y regalos, ¿qué hay de malo, si se ve que lo hago regio? ¡Qué seductora tentación!, que me aleja del centro de Dios, me hace olvidar que todo es gracia, don gratuito, para darlo gratuitamente en servicio generoso, correspondiendo con amor a la voluntad de Dios Padre. 

Cuando compartía con mis hermanas la Palabra, veía también que dentro de mí están las seducciones del demonio y el amor de Cristo, siempre en lucha, y que yo paso a ser más demonio frente a Cristo cuando le empiezo a cuestionar y recriminar: pero si tú eres Dios, ¿por qué no cambias a esa persona o esa situación, o por qué no se cura esa persona que quiero tanto? Si tú me dieses la autoridad podría hacer mucho más… 

Agradezco a Cristo de que ha superado las tentaciones. Me anima a creer que también yo puedo hacerlo, y de que Dios se preocupa de que lo pueda realizar. Sólo espera que lo acoja con humildad. Esperemos lo pueda hacer. 
  Hilda, Roma – Italia                                                                                      


jueves, 6 de marzo de 2014

“¡RETÍRATE, SATANÁS!”.


Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:

“¡RETÍRATE, SATANÁS!”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“¿POR QUÉ SE INQUIETAN?”.

Un abrazo...  P. Bernardino

                     “¡RETÍRATE, SATANÁS!”                   



“Vivir bien” o “buen vivir”: parece la misma cosa. En realidad se trata de dos concepciones opuestas de la vida y de la sociedad. El “vivir bien” está animado por el ansia de tener más, consumir más, apuntando a un bienestar siempre mayor. El “buen vivir”, en cambio, busca la armonía del ser humano en sí mismo, y en su relación con Dios, con los demás, con la madre tierra y con toda la creación.



  Nos ilumina el evangelio de san Mateo 4, 1-11                  



Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.

Y el tentador, acercándose, le dijo: “Si tú eres hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Luego el demonio llevó a Jesús a la ciudad santa y lo puso en la parte más alta del templo, diciéndole: “Si tú eres hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.

El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: ‘Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús le respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo rendirás culto”.

Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.



PALABRA del SEÑOR 




En el momento de su bautismo, Jesús...
había sido declarado por el Padre Dios como “hijo amado, el predilecto”. Cuando salió del agua del río Jordán, “se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él”. Ese Espíritu lo llevó luego al desierto, el lugar de la libertad y de la madurez, “para ser tentado por el demonio” y manifestar en las diferentes pruebas su verdadera condición de hijo de Dios.


En Jesús se enfrentan los dos espíritus: el Espíritu de Dios y el espíritu del Maligno. Se trata de una abierta confrontación entre el proyecto del Reino de Dios, que Jesús va a anunciar, y el proyecto opuesto que “el adversario” quiere realizar. Esta confrontación, que el evangelio de Mateo dramatiza con las tres tentaciones, en realidad no se limita a un momento inicial de la actividad pública de Jesús, sino que es una condición permanente de toda su vida. Y es la condición del discípulo de Jesús, que está sometido a las mismas tentaciones, como fue sometido a esas tentaciones también el pueblo de Israel en el desierto, que había caído y había sido infiel a la alianza. Jesús sale vencedor de las tres pruebas; también el discípulo, siguiendo a Jesús, podrá vencerlas.



Después de un largo ayuno de... 


"cuarenta días con sus cuarenta noches”, que recuerda el ayuno de Moisés y los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto, Jesús “sintió hambre”. Es el momento oportuno para que el tentador lo someta a una primera prueba: “Si tú eres hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Recordándole su condición de “hijo de Dios”, el demonio intenta desviar a Jesús de su proyecto y le propone que use su poder en su propia ventaja: el pan para ti, y con el pan, tus intereses, tu afirmación, tus deseos satisfechos, tu mayor bienestar. Está presente en esta tentación también la memoria del alimento extraordinario que Dios envió al pueblo hambriento en el desierto, el maná. Jesús reconoce que el pan es necesario, pero no basta. Su respuesta reenvía al poder de la Palabra de Dios, que alimenta el corazón, lo hace capaz de una total confianza en el Padre, lo libera del instinto de buscar sólo su propio interés, haciendo que cada uno trabaje por la construcción de una sociedad justa y fraterna, donde a nadie le falte el pan y todos tengan una vida digna: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Jesús mismo se hará pan, y pedirá esa misma actitud a sus discípulos.



Con la segunda prueba, el demonio quiere inducir a Jesús a manifestar su condición de hijo de Dios con un gesto clamoroso y espectacular, tirándose de la parte más alta del templo: “Si tú eres hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. La respuesta de Jesús recuerda que ya el pueblo de Israel había desafiado a Dios, exigiéndole una intervención extraordinaria, cuando la gente se moría de sed en el desierto. La tentación coincide también con las expectativas populares de un Mesías triunfador, que había de manifestarse en el templo en gloria y poderío. Jesús confía plenamente en Dios, pero excluye desafiarlo poniendo en riesgo su vida: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Llegará la hora en que él ofrecerá voluntariamente su vida en fidelidad al proyecto del Reino de Dios, soportando la provocación de los adversarios que le repetirán: “Si tú eres el hijo de Dios, baja de la cruz”.


Una tercera prueba es aparentemente la más...
explícita y descarada. El demonio, desde “una montaña muy alta”, en evidente oposición al lugar propio de Dios, hizo ver a Jesús “todos los reinos del mundo con todo su esplendor”, prometiéndole: ‘Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. En realidad, es la tentación más sutil y profunda que tiene que enfrentar cada ser humano en todas sus relaciones: la tentación del poder. Para conseguirlo, muchos están dispuestos a ponerse de rodilla y vender su alma. El demonio intenta seducir a Jesús con ese ofrecimiento, lo opuesto de su vocación: “No he venido para ser servido, sino para servir y dar mi vida”. Jesús denuncia el amor al poder como idolatría, y revindica la adoración sólo para Dios: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo rendirás culto”, y rechaza firmemente al tentador: “¡Retírate, Satanás!”.Pero el demonio no se aleja realmente. Seguirá tentando a Jesús de distintas maneras: con la hostilidad y la seducción de sus adversarios, con las expectativas mesiánicas nacionalistas del pueblo, con los sueños de poder de sus mismos discípulos. La victoria de Jesús hace posible la victoria de sus seguidores.






LECTIO DOMINICAL 02 de MARZO 

 ¿Por qué se inquietan? 



La lectura del servicio a dos amos es una fuerte llamada de atención a nuestras actitudes cotidianas, teniendo en cuenta que el dinero es el dominador total de nuestras acciones. Al terminar el siglo XX, los dueños del poder en el mundo han decidido globalizar la economía. A partir de este momento los pobres somos más pobres y los ricos más ricos. Ya no circula dinero, son tarjetas de crédito y papeles que hacen que el dinero se convierta en el otro amo al que Jesús critica. 



Si recordamos las palabras de: P. Pedro Herrasti: “¿Quién de nosotros no se ha conmovido al contemplar en nuestras ciudades los cinturones de miseria en los que viven multitudes en condiciones infrahumanas? ¿Quién no ha sentido pena al ver deambular por las calles a indígenas desarraigados, tratando de sobrevivir vendiendo lo que sea y llevando tras de sí, invariablemente, dos o tres chiquillos famélicos?”. Nos damos cuenta que aquellos que han elegido al dinero como su amo y señor son insensibles a la solidaridad, la justicia y el derecho. 



Tampoco las jerarquías de obispos latinoamericanas han sido consecuentes con este mensaje evangélico, porque es muy difícil y sería peligroso perder el poder que aun les permite ser más amigos de los ricos que de los pobres. Sin embargo el papa Francisco ya advirtió la necesidad de corregir esta verticalidad que aleja más a las viejas estructuras del mensaje de Jesús. 



 Francisco, Potosi – Bolivia                                        

* * * 


Estoy segura de las palabras de Jesús. Todos planificamos, queremos más y más cosas materiales, nos preocupamos qué haremos unos años más, etc., y no somos capaces de mirar la bondad del Señor que no nos abandona y nos mira con misericordia. Nada me faltará, porque estoy con el Señor. Si se preocupa de las aves del cielo, mucho más de sus hijos predilectos. Pero ese hijo al cual ama Jesús es muchas veces amante de los bienes materiales, olvidándose de su vida espiritual. ¡Hoy en día hay tanta pobreza espiritual! El ser humano se ha olvidado de su creador y vive a la deriva. Que el Señor nos perdone siempre y nos ayude nuestra Madre a abrir los ojos. 



 Sandra, Coyhaique – Chile                                       

* * * 


La lectura del texto del evangelio de Mateo, a pesar de su encanto, hoy la encontré estridente frente a tanto mal que pesa sobre el mundo. En el fondo las palabras de Jesús están dirigidas a nosotros “los ricos”, que no tenemos problemas en conseguir alimento o ropa. Pero, ¿qué diría Jesús hoy en uno de los tantos campamentos de prófugos, esparcidos en todo el mundo, donde millones de hombres, mujeres y niños sufren hambre, sed, son humillados en su dignidad de personas y viven en la soledad y la angustia? 

Mientras que nosotros estamos aquí discutiendo sobre las palabras fascinantes del evangelio, un niño está muriendo de hambre en el mundo. Es el eterno problema de la injusticia social, del dolor de los inocentes, del mal que golpea cada día a demasiadas personas. Se pueden llevar delante del Señor cada día los muchos pobres del mundo, que él conoce mejor que nosotros, y orar. Pero, ¿esto es suficiente, cuando no se puede compartir otra cosa? 
  Elena, Bérgamo – Italia                                          

* * * 


Euhm... Está estirada esta reflexión, está estirada. A mí me parece claro el mensaje. No se puede escapar, pero es demasiado duro, difícil si no imposible vivirlo. Muchos grandes santos y desconocidos lo habrán vivido. Pero nosotros estamos aquí temblando si pensamos perder lo que tenemos. Así es. 

 Sandra, Padova – Italia                                          

* * * 


La absoluta confianza en Dios más que en las cosas terrenas debe ser siempre nuestro enfoque, nuestro objetivo, pues el mundo material, el dinero, puede servirnos para ayudarnos y ayudar a otros a vivir, pero no como un fin que supla a Dios, como piensan algunos, que creen que el dinero lo hace todo. Pues es Dios quien gobierna la vida de toda su creación y en él debemos confiar. Nosotros valemos más que las aves y los lirios (flores de las cuales se hacen perfumes) del campo. La lectura me hace pensar también en la providencial pesca milagrosa, en medio del trabajo infructuoso de Pedro y su hermano Andrés. También Santiago y su hermano Juan aparecen en la misma escena, pues eran pescadores, y Jesús se muestra para con ellos misericordioso y compasivo. Ellos no eran unos pobretones, sino gente trabajadora y dueños de sus embarcaciones. Jesús los llama, y ellos, dejándolo todo, lo siguen. 

Dios es amigo del hombre y más de quienes confían en él y se ponen en sus manos. 


 Luis Ángel, Lima – Perú                                            

* * * 


Este evangelio es uno de los más bellos de toda la escritura: Jesús de Nazaret nos enseña a poner toda nuestra confianza en Dios, como hacen los lirios salvajes, o los pájaros del campo: Dios les da vestido y comida para subsistir. Nos da, pues, una receta infalible para destruir la angustia: pensar sólo en el día de hoy, porque, evidentemente,"cada día tiene su afán". 

En el evangelio Jesús siempre nos interpela hacia las necesidades de los pobres, porque mientras siga habiendo pobres, toda la riqueza que uno acapara para sí de forma egoísta, sin necesidad, será injusta porque está privando a otros hermanos de aquello que necesitan para vivir. Al acrecentar sólo lo nuestro, sin preocuparnos por las necesidades de los demás, estamos dificultando el nacimiento de esa sociedad fraterna querida por Dios, su reino. Por eso no podemos servir al Dios de la fraternidad y al Dios del interés económico al mismo tiempo. 



 Silvia, La Paz – Bolivia                                            


* * *
ESTE PERIODO ES UN TIEMPO OPORTUNO PARA REVISAR NUESTRA VIDA, UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE PONER NUESTRA VIDA EN LAS MANOS DEL PADRE, EN SU PROVIDENCIA, MISERICORDIA, COMO DECÍA UN SACERDOTE EN LA MISA DE MIÉRCOLES de CENIZA: EL SEÑOR NOS OFRECE SU PERDÓN... EL ESPERA QUE REGRESEMOS A ÉL Y NOS PREGUNTABA: ¿ PORQUÉ ENTONCES NO ACUDIMOS AL SACRAMENTO DE RECONCILIACION?...  ESO ME CUESTIONO, PORQUE UNO DICE NO MATÉ A NADIE, NO ROBÉ, NO COMETÍ NINGÚN PECADO GRAVE Y POR ESO SIMPLEMENTE  NO SE CONFIESA. ME DOY CUENTA QUE ACTÚO COMO LOS HIPÓCRITAS... ESTO TAMBIÉN ES HIPOCRESÍA A DIOS.
ÉL ME DE LA GRACIA DE SER HUMILDE Y RECONOCER MIS PECADOS... DEJAR QUE DIOS SEA MI ALFARERO DIOS CONOCE MIS MISERIAS.


  Gladys Edith Guelet Millacura                                




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