"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 29 de agosto de 2013

“SI TE INVITAN”

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“SI TE INVITAN”
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“LA PUERTA ESTRECHA”.
Un abrazo... P.Bernardino

                                  “SI TE INVITAN”                              

Es muy común el fenómeno de los que, con diferentes motivaciones, quieren subir hasta ocupar los primeros puestos en las distintas instituciones, incluso eclesiales. Jesús revela que hay una equivocación en el concepto mismo de “primeros puestos”.
   
  Leemos en el evangelio de san Lucas 14, 1. 7-14         

Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola:
Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: “Déjale el sitio”, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: “Amigo, acércate más”, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Después dijo al que lo había invitado: Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!

PALABRA  del  SEÑOR


Jesús es invitado a comer. 
Los detalles que subraya Lucas nos obligan a poner mucha atención. Quien invita es “uno de los principales fariseos”. La comida es “en su casa” y, muy importante, es en día “sábado”, el día del descanso sagrado, recordando el descanso de Dios después de la creación y la liberación del hombre del yugo del trabajo para dedicarse al culto. Los fariseos están vigilando a Jesús, “lo observaban atentamente”: están al acecho para sorprenderlo en alguna transgresión de la Ley.
Una primera transgresión de Jesús es la sanación de un enfermo de hidropesía, justo en día sábado.


Luego también Jesús, como los fariseos...
se pone a observar atentamente, y los observa a ellos, notando “cómo los invitados buscaban los primeros puestos”. Su enseñanza, tomada del libro de los Proverbios, parece ofrecer criterios de urbanidad, de buena educación: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar... Ve a colocarte en el último sitio”. Pero Jesús se preocupa de educar a los fariseos, esos perfectos cumplidores de la Ley, y sobre todo a sus discípulos que lo acompañan, para que, a través de la parábola del “banquete de bodas”, símbolo del banquete del Reino de Dios, aprendan a no dejarse llevar por la ambición y la vanidad, por el deseo de sobresalir, el afán de precedencia, o por la aspiración a ser servidos primeros y mejor. La invitación: “Ve a colocarte en el último sitio”, revela la opción de Jesús mismo, como nos recuerda el himno litúrgico que encontramos en la carta de san Pablo a los Filipenses: “Jesús, siendo de condición divina, no se aferró a su categoría de Dios. Al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndoce uno de tantos”. Hay que aprender de él, favoreciendo a los demás y sirviéndolos primeros. Si todos hicieran eso, todos encontrarían el mismo respeto y la misma solidaridad, y sería una humanidad feliz.


El proyecto de Dios es el cambio de este mundo:
“Todo el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”, donde la elevación, la verdadera grandeza de una persona, no será medida según los criterios humanos del poder y del prestigio, sino según los criterios del servicio y del amor: “El más importante entre ustedes compórtese como si fuera el último de todos, y el que manda como el que sirve”. Es el sueño de Dios que María, la madre de Jesús, había anunciado en su canto: el Potente “despliega la fuerza de su brazo, dispersa a los soberbios en sus planes, derriba del trono a los poderosos y eleva a los humildes”. Por eso Jesús ofrece a su anfitrión otros criterios para elegir a los invitados: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos”. No está prohibido invitar a todos ellos. Está prohibida la intención: “no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa”. No hay que hacer favores para recibir favores, crear un cerco con las amistades y los parientes para protejer intereses y negocios, como hacen muchos. Hay que ir contracorriente: “Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos”. Son los excluidos del tiempo de Jesús. La comunidad tendrá que actualizar ese listado. “Ellos no tienen cómo retribuirte”: tu generosidad para con ellos no será interesada, sino totalmente gratuita. Este es el camino a la felicidad plena: “¡Feliz de ti!”.



      
Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es 




              Lectio Domingo 25 de Agosto             
    “LA PUERTA ESTRECHA”   

Jesús nos dice en esta lectura cómo podemos entrar en el reino de Dios, El es misericordioso, pero exigente. Quiere que entremos por la puerta angosta, que es la de muchas dificultades, la de saber llevar su cruz, la puerta de los humildes de corazón, la de los generosos. Esa es la puerta angosta. Puedo entrar por esa puerta si sigo las enseñanzas de Jesús, que no es fácil. Muchos quieren entrar en el reino prometido por la puerta ancha, que es la de diversión, de comodidades, de riqueza, de antivalores. Es más fácil entrar por esta puerta, pero ahí no encontraremos al Padre de los cielos, sino llegaremos al fuego eterno. Da mucho temor pensar que vamos caminando hacia el lado equivocado. Queremos que el Señor nos diga: “Vengan, hijos de mi corazón. Los estoy esperando”. 


           Sandra, Coyhaique – Chile                                        

* * * 

Creo que Jesús alerta del sentido profundo de la propia responsabilidad. No es él quien estará diciendo: para ti la puerta se abre, para ti se cierra. Somos nosotros, con nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestro pasaje por este lugar transitorio en el que hemos venido a aprender para evolucionar de lo estrictamente material a lo espiritual. Y en esta escuela no hay títulos otorgados por el mismo hombre que te garanticen nada: Las instituciones son sólo organismos que tienen un sentido transitorio, no son ni están benditas por Dios en si mismas. Ninguna de ellas, por ende la simple pertenencia no te da ningún derecho. Es sólo tu conciencia, tu fe, tu amor. Y esto sólo lo sabe en la profundidad, cada uno, y por supuesto Dios lo sabe de todos. Entonces Jesús, lo único que hace es recordárnoslo. Y alentarnos a seguir trabajando en nosotros para limpiarnos y mejorarnos. Porque la misericordia es infinita, pero si la decisión no está tomada firmemente en nuestro interior, tampoco la misericordia nos puede salvar. Pues seguiremos gritando por entrar a un lugar donde nosotros mismos no hemos incursionado ni conocemos: el lugar del buen pensar, buen sentir, buen vivir. 

            Isabel, City Bell – Argentina                                      

* * * 

En su camino a Jerusalén, Jesús enseña. En el capítulo 11 nos ha revelado que somos hijos/as de Dios padre. En el 12 nos ha enseñando a relacionarnos con las cosas que son dones del Padre y nuestra relación de hermanos. El 13 es invitación a entrar en el Reino y la exigencia que tiene. 
La puerta para entrar en el reino es Jesús. En su camino hacia Jerusalén va al encuentro de todo hombre, de toda mujer, que ha sido marginado, asaltado y herido. Cada uno puede entrar, incluso el “inmundo”, el incurable, el pecador. El “boleto” de entrada es reconocer nuestra necesidad de ser curados, reconocerse pecadores. Quedan afuera el que “está bien”, el que no necesita a Dios ni a los demás. La falsa seguridad y la justicia presunta son el único impedimento. La puerta es declarada estrecha porque el ego – el “yo” – y su presunción no pasan por ella, porque es falso, no es nuestra verdadera identidad. El ego debe morir afuera. Por ello es una experiencia de muerte a lo que no somos, para que nazca la vida de lo que en verdad somos. “Te aseguro que si uno no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn 3, 3). Es el ego lo que “rechina” los dientes. La vida verdadera, ese “andar en verdad”: de cada hombre podrá entrar y salir. La verdadera vida es amor. Quien vive encerrado en su egoísmo, esclavo de sus intereses y ambiciones, podrá “ensanchar sus graneros”, pero no su vida. El amor exige renunciar al egoísmo. Lo verdaderamente humano, ser “gente”, es una dignidad, pero también un trabajo. No nos humanizamos sin desapegarnos, no somos libres sin un arduo trabajo, esto es conversión. El Patriarca Atenágora decía: “La lucha contra sí mismo, es la batalla más dura: Hay que lograr desarmarse de sí mismo. Me empeñé por años en esta lucha y ha sido terrible. Pero ahora me despojé de la codicia de tener la razón, de justificarme descalificando a los demás…”. No se puede confundir “felicidad” con “facilidad”. 
Y, así, “aunque yo hablara todas las lenguas de los hombre y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo estruendoso…” (1Cor 13, 1s.). 


          Joel, Puerto Aysén – Chile                                         

* * * 

Cuando leía este texto siempre decía: "Pero, ¿porqué ese afán de complicar las cosas?". Obvio, de parte de Dios. ¿Para qué hacerla tan estrecha? Y bueno, se va creciendo y algo más comprendo, creo... La sabiduría del Señor siempre me impresiona y cómo con cuánta pedagogía me enseña a comprender un poco más el mensaje del Padre Dios. Así recordaba cuando ha puesto en el centro de la asamblea a un niño y nos ha dicho que debemos ser como los niños; y cuando somos niños todas las puertas son grandes y pasamos tranquilamente, es más, ni nos damos cuenta de que existen, somos libres... Pero crecemos y nos vamos complicando la vida: prejuicios, envidias, orgullos, desencuentros, olvidos, todo aquello que no nos permite cruzar la puerta, pasar de nosotros mismos para ir al encuentro del otro. Y sin darnos cuenta, por una parte cerramos nosotros mismos la puerta, y por otra si creemos que Cristo es la puerta para adentrarnos en el Reino, no pasamos porque sus criterios no son los nuestros y todo cuanto nos ha dicho queda de nuestro lado y no se plenifica en la eternidad, o sea cruzando la puerta... Y lógico, Jesús no nos podrá reconocer, porque en nada nos parecemos a Él: celebramos misas, pero afuera no la celebramos; leemos la Palabra, pero no la hacemos vida. 
Espero poder hacer vida un poco más todo cuanto me entrega el Señor. Ahora veo que Dios no ha hecho estrecha la puerta: soy yo misma que la voy estrechando con mis actitudes en el día a día. Confío en la misericordia de Dios que es muy por encima de mis pequeñeces, Él debe tener la llave para abrir de su lado y yo poder entrar. 


¿Será que me hice entender? 


            Hilda, Roma – Italia                                                    






sábado, 24 de agosto de 2013

“LA PUERTA ESTRECHA”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“LA PUERTA ESTRECHA”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“He venido a traer la división”.

Un abrazo... P. Bernardino.



                       “LA PUERTA ESTRECHA”                   

Hay personas que viven cada día aceptando lo que viene y dejándose llevar por los acontecimientos, sin un proyecto de vida, una opción que motive y oriente sus decisiones. Se mueven más bien según sus instintos y la disponibilidad a lo nuevo.

Jesús propone un criterio diferente, para llegar a la verdadera felicidad.




  Leemos en el evangelio de san Lucas 13, 22-30                          



Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’. Entonces comenzarán a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas’. Pero él les dirá: ‘No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!’. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”.
PALABRA del SEÑOR


Mientras caminaba hacia Jesrusalén...
dedicándose a la formación de sus discípulos y discípulas, Jesús no cesa de evangelizar a “ciudades y pueblos” por donde va pasando. En el camino, una persona le pregunta: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Jesús no contesta a la pregunta. Parece no interesarse en el número de los que se salvan.



En cambio, le interesa indicar cómo pueden salvarse...
Propone una imagen, la de “la puerta estrecha”, para decir que la salvación es posible para todos, la salvación es posible para todos, pero exige esfuerzo y compromiso, un cambio profundo de vida, con la adhesión a Jesús y al Reino que él anuncia. En este sentido la puerta es “estrecha”, no porque signifique penitencias y sacrificios, sino porque hay que buscarla, sin dejarse arrastrar por la corriente: reconocerla y entrar en un proceso de conversión. El número de los que se salvan depende de esta decisión. Es necesario aprovechar el tiempo, que es limitado, porque la puerta se cerrará, y los que no han entrado quedarán fuera: “Muchos querrán entrar y no lo conseguirán”. No será suficiente la simple pertenencia al pueblo elegido o a la institución religiosa. Mientras Jesús hace referencia a Israel, Lucas llama la atención también a su comunidad: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Ni el haber escuchado la palabra de Jesús y haber participado en la misma eucaristía serán títulos suficientes para la salvación, si no han producido frutos de vida nueva. La respuesta a los que golpean tarde la puerta para entrar es terrible: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”. Esta respuesta no tiene el objetivo de manifestar el destino último de los atrazados, que está siempre en las manos misericordiosas del Padre, sino de estimular con urgencia el cambio, antes que sea demasiado tarde. No importa conocer el futuro, sino el hoy, que todavía está también en nuestras manos. 



Los patriarcas y los profetas han entrado en el Reino de Dios...
pero sus hijos pueden quedarse fuera. La experiencia de Lucas, como atestiguan los Hechos de los apóstoles, era el poderoso proceso de conversión de los paganos: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”. De todo el mundo pueblos numerosos llegan a la fe, mientras que los primeros invitados podrían quedarse últimos: “Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”. Tal vez “últimos”, pero no “arrojados afuera”.





Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es 




       Lectio Domingo 18 de Agosto     
       “HE VENIDO A TRAER LA DIVISIÓN"        


Jesús es el fuego que quema el olvido. El olvido que todos tenemos de que venimos del cielo y somos Uno con Dios. Esa dualidad socava nuestra vida día a día, la dualidad de la oscuridad–luz. La dualidad que nos ha generado la culpa que por no entenderla la colocamos en otro, para deshacernos de ella. La culpa de no aceptar que somos oscuridad y luz y el camino de Jesús es reconocerlo y transformarlo. La división, para mí, no es entre unos y otros sino entre uno mismo que se manifiesta en todos y por eso parece entre unos y otros. No podemos tener paz sino aceptamos que la guerra está en nosotros, nuestra ira, nuestra envidia, nuestras ansias de poder y de "ser alguien" diferente, famoso, poderoso, rico, etc. 
Es más fácil pelear contra un bando, estar "a favor de o en contra de", pues así la lucha parece estar afuera. Lo difícil e interminable es la lucha interna para volver a poder habitar la casa, el Hogar, que siempre nos espera... Los malos son aquellos que no han podido conectarse con su lado bueno; los buenos muchas veces son aquellos que niegan su lado malo y luego este sale por cualquier lado: enfermedad, depresión u otras tantas manifestaciones de las emociones negativas. La crisis debe ser total, el fuego debe purificar todo y a todos. Nadie tiene el poder sobre la Verdad. La verdad es algo que hay que intentar todos los días, meditando, orando, pidiendo perdón, sanando y ayudando de corazón. Jesús es el Fuego divino que nos abre la puerta al sagrado río de la conciencia. 

   Isabel, City Bell – Argentina 



* * * 

La Palabra me ayudó a reflexionar sobre cuánto es difícil que todos los miembros de una familia puedan converger en un mismo sentido, es decir hacer del centro de sus vidas el pensamiento de Cristo; cada uno cree vivirlo a su modo y muchas veces adaptamos su pensamiento, su mensaje y esto crea división, nos hace encerrarnos en nuestros propios criterios, creyendo que son verdad y dejamos de lado al Verdad plena. 

“La adhesión al mensaje de Jesús será motivo de unión o de división en el corazón de la misma familia y en la sociedad”: lastimosamente es una realidad que se vive no solo en la familia sanguínea, si no que en la espiritual, ya que prevalece el criterio personal antes que el criterio de Cristo. Cuando dejamos que Él actúe, la cosa cambia: se vive más en armonía, en paz. Debemos ser más seguidores de su Palabra y no simple oyentes. 

Toda esta reflexión, a raíz de la opción de vida que está asumiendo mi querido sobrino, quien ha comenzado una relación con una joven que no es tan creyente y que obviamente para nada busca conocer a Jesús y menos seguirlo. Esto ha hecho que él se aleje aun más de todo lo que tiene que ver con su fe, de los que creíamos eran sus criterios. Este fin de semana se fueron de paseo y, obvio, no sólo irán a comer sus ricos dulces... Y volverán a casa de sus padres como si nada. 



  Hilda, Roma -Italia.



* * * 
Me ayudó mucho esta reflexión. Coordino un grupo de jóvenes "Juan Pablo II" en Tacuarendí (Santa Fe) y justamente uno de ellos me comentaba que en su colegio algunos compañeros se reían y burlaban en una clase de formación. Y él sufría por eso... 

  Nelita, Tacuarendí – Argentina 

* * * 

Su mensaje no viene a traer paz y concordia entre todos, sino que lleva a la división, incluso miembros tan allegados de una familia: padres e hijos, hermanos, suegra y nuera. Pero no se trata de cualquier mensaje. Ese fuego que Jesús quiere que arda es pues el fuego de Espíritu Santo, haciendo nacer a hijos(as) de Dios nuevos y transformados, fuego que quema el corazón y alimenta la vida, camino al reino de Dios. “Como desearía que ya esté ardiendo”: palabras de Jesús que se orientan a esa separación, división entre los que siguen a Jesús haciéndose discípulos y los que rechazan la voluntad divina. Este proyecto entonces, que no es entendido y aceptado por todos, provoca la división. 

  Silvia, La Paz – Bolivia




viernes, 16 de agosto de 2013

“HE VENIDO A TRAER LA DIVISIÓN".


Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“HE VENIDO A TRAER LA DIVISIÓN".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“A LA HORA MENOS PENSADA"

Un abrazo... Bernardino


                  “HE VENIDO A TRAER LA DIVISIÓN".               


Todos los intentos de cambio desencadenan conflictos, entre las fuerzas que prefieren no cambiar nada y las que intentan abrir caminos nuevos, entre la paz del orden establecido y la lucha por un mundo más humano y una vida más plena.
       
  Leemos en el evangelio de san Lucas 12, 49-53                         


Jesús dijo a sus discípulos: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente! ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.


PALABRA  del  SEÑOR



A los discípulos que lo acompañan...
en el camino hacia Jerusalén, Jesús les declara abiertamente: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra”.

Ya Juan Bautista había anunciado que el Mesías iba a bautizar “en Espíritu santo y fuego”, pero él esperaba a un juez que iba a separar a los buenos de los malos, el trigo de la paja, para destruir definitivamente a los malvados: “Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y echado al fuego”; “quemará la paja con el fuego inextinguible”.
También los discípulos Santiago y Juan habían propuesto a Jesús hacer bajar fuego del cielo, para quemar la aldea que les había negado hospitalidad.


En cambio, el fuego que Jesús ha venido a traer...
sobre la tierra tiene absolutamente otra naturaleza y otra finalidad. Jesús quiere encender en el mundo el fuego del Espíritu, el fuego de Pentecostés, la energía transformadora que “renueva la faz de la tierra”, haciendo desaparecer lo antiguo y abriendola a la nueva creación. Es un fuego que quema el corazón, alimenta la vida y la impulsa por los caminos del reino de Dios, extendiéndolo a toda la humanidad. Es el deseo más profundo de Jesús: “¡Cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”.


Este proyecto encontrará la oposición... 
será acogido por algunos, y rechazado por otros que al final asesinarán a Jesús en un bautismo de sangre: “Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!”. En realidad, es un proyecto de amor, de paz y justicia, de reconciliación universal y de armonía con toda la creación, pero causa separación, porque muchos no lo aceptarán, tal vez por desconocimiento, muchas veces por intereses opuestos, o por simple flojera: “¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división”. La división es posible entre los miembros de una misma familia, con algunos que se adhieren a Jesús y otros no: “De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.Era la experiencia que ya se vivía cuando Lucas escribía su evangelio; una experiencia ya anunciada a los pocos días del nacimiento de Jesús, cuando fue presentado al templo. El anciano Simeón lo tomó en sus brazos y dijo a la madre: “Mira, éste está puesto para que en Israel unos caigan y otros se levanten, y como una bandera discutida”. Será signo de contradicción. Frente a él no es posible la neutralidad. También la nueva familia que Jesús propone no dependerá de la lógica y los lazos de la sangre, sino de la acogida de su palabra: “Madre y hermanos míos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”. La adhesión al mensaje de Jesús será motivo de unión o de división en el corazón de la misma familia y en la sociedad.



Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es 


      Lectio Domingo 18 de Agosto       
      “A LA HORA MENOS PENSADA"


El camino de la evolución de la conciencia y la espiritualidad en el amor de Dios está permanentemente boicoteado por nuestra propia mente individual y colectiva: mente que acumula todo el polvo que hemos ido generando a lo largo del tiempo desde antes de la venida de Jesús. No hay garantías de no olvidar, de no caer una y otra vez en la "dormidera" inconsciente en donde la mente plagada de deseos retorna una y otra vez y se vuelve "el señor" de nuestra vida, tentándonos en el poder, el dinero, el sexo sin amor y dejando que toda clase de emociones confusas y negativas apaguen nuestra Luz.

La única forma de retomar el camino perdido una y otra vez es el arrepentimiento de corazón, no mentirnos acerca de quienes somos, no cubrirnos con la piel de la oveja como si nunca hubiese oscuridad en nuestra mente dormida y a su vez sentir esa paz profunda de que "el Padre ha querido darles el Reino": siempre nos estará esperando y ayudando para volver a Casa si de verdad queremos sanar y volver.


     Isabel, City Bell – Argentina  


* * *
Jesús enseña a quienes lo siguen a ser hijos e hijas de Dios, viviendo dos actitudes fundamentales: confianza plena “No temas, pequeño rebaño, que el Padre ha decidido darles el reino”; y docilidad incondicional que se expresa en hacer la voluntad del Padre: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Esto contrasta con lo que hoy vivimos. Se vive con un profundo sentimiento de orfandad espiritual; esto hace que se viva para ser rico, famoso, tener buena presencia, ser popular, bello; o se expresa en lo contrario, el miedo de ser pobre, desconocido, ignorado, feo. No sentimos, en la práctica, que somos hijos, hijas, de Dios Padre. Esta experiencia es la que Jesús con toda su vida, su ternura, su enseñanza, su entrega total, nos trasmite. 
“Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela: les aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo”. Para vivir vigilantes, despiertos, es importante “desacelerarnos”, vivir más despacio, cuidar el silencio, estar más atentos a la llamada del corazón que percibe la presencia del Señor. Y, lo más decisivo es vivir amando: quien ama vive más intensamente, más alegre, despierto a lo esencial. Con frecuencia las religiones, también la católica, nos adormecen; buscar más allá de los ritos y las creencias, ahondar más en nuestra propia verdad y abrirnos al misterio de Dios y su amor paternal es el camino para despertar. 
Aún en medio de una sociedad que tiene puesto el corazón en el dinero, en el éxito o el temor al fracaso, es posible acoger la llamada de Jesús que nos invita a despertar de la indiferencia, el egoísmo, la pasividad o el descuido con que vivimos nuestra fe. La fe es luz que inspira nuestros criterios de actuación, fuerza que nos despierta e impulsa nuestro compromiso de construir una sociedad más humana; la fe es coraje que nos ayuda a superar el miedo de vivir engañándonos, es fuego que quema lo feo e ilumina lo desconocido y nos hace experimentar que somos hijos e hijas de Dios Padre, que en el amor lo sustenta todo.

    Joel, Puerto Aysén – Chile





viernes, 9 de agosto de 2013

“A LA HORA MENOS PENSADA”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“A LA HORA MENOS PENSADA”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
ABAJO un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“¡INSENSATO!”.

Un abrazo... P. Bernardino



                   “A LA HORA MENOS PENSADA”                 


Hay personas que no tienen una buena conducta, y su fe se reduce a la esperanza de poder tener al final un momento de arrepentimiento, para conseguir, antes de morir, el perdón de Dios por todos sus errores.
Jesús en cambio pide a sus discípulos el compromiso de vivir bien. El momento final será la conclusión de cómo hemos vivido.




    Leemos en el evangelio de san Lucas 12, 32-48                   



Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.

Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más”.

PALABRA del SEÑOR





En el camino hacia Jerusalén, 
una experiencia ejemplar para la formación de los discípulos, Jesús los exhorta a no dejarse seducir por el deseo de las riquezas. La seguridad para el futuro viene sólo de la confianza en el Padre y de la búsqueda de su reino de justicia y de paz. Para tranquilizarlos, Jesús insiste: “No temas, pequeño rebaño”. Los discípulos no constituyen un ejército poderoso, una fuerza irresistible: son sólo un “pequeño rebaño”, sin relevancia y prestigio a los ojos de un mundo hostil, que a menudo los desprecia y se ríe de ellos, pero ellos tienen a Dios como rey, el Pastor fiel. En él descansa su corazón. No hay necesidad de otros tesoros: “donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón”. De esta certeza nace la disponibilidad a compartir los bienes: “Vendan sus bienes y denlos como limosna”.



Compromiso de los seguidores de Jesús...
es vivir en una actitud de perenne vigilancia, bien ejemplificada por la imagen de los servidores, “que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta”. De la misma manera hay que velar, a la espera de un Señor muy particular, que no pide ser atendido por sus servidores, sino que “él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos”. Es una evidente alusión a la eucaristía, y a toda la vida de Jesús, que “no ha venido para ser servido, sino para servir”. De él los discípulos aprenden la disponibilidad y el servicio, hasta el encuentro definitivo con su Señor. Si para protejer sus bienes, el dueño de casa estaría dispuesto a velar contra el ladrón, cuanto más lo hará el discípulo para acoger al Señor “a la hora menos pensada”.




El apóstol Pedro sueña siempre con...

el poder y los privilegios. Pregunta a Jesús si esa enseñanza está reservada sólo para algunos. Jesús aclara que cada uno tiene que hacerse responsable del cuidado del hermano. No se dejará llevar por sus instintos, poniéndose “a comer, a beber y a emborracharse”; ni por la sed de poder, dedicándose “a golpear a los servidores y a las sirvientas”.El encuentro último con el Señor será la feliz conclusión de un camino de transfiguración progresiva y de liberación, la plenitud de una vida vigilante y confiada, “ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas”, trabajando en la construcción del Reino de Dios: “¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo!”.







Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es 


   Lectio DOMINICAL 11 de AGOSTO
                  ¡ INSENSATO !                       

Que buen texto el de este domingo... Siento que es el Evangelio preciso para los momentos que vivimos en la sociedad y en la Iglesia. Por eso tanta desigualdad e injusticia social. El dinero y el poder parecen ser los ejes que mueven las decisiones, pasando por encima de los pobres, los "ninguneados", los que no cuentan, los "nadies" que dice Galeano. Jesús hoy nos invita a ser revolucionarios, a vivir lo que tantas veces predicamos: dejar la avaricia, el egoismo, que en fondo no es más que falta de fe y miedo a perder la seguridad. Si vivimos desde la avaricia somos infelices y amargados. No fuimos hechos para el egoismo; fuimos hechos para el amor. Jesús nos invita a dar un giro total hacia la hermandad, hacia el amor, el compartir, que es lo que más alegra el alma. Hay que dar el salto, entregarse, abandonarse en el Dios providente, que es capaz de darnos todo lo que necesitamos. No es necesario acumular bienes. Es mejor acumular el bien mayor que es el amor. No hay mayor gozo que dar. 

Hoy el mundo, la Iglesia necesitan signos, no sólo palabras, promesas y discursos. El Papa Francisco es en sí mismo un signo de esperanza, ha hecho numerosos llamados a la pobreza, no sólo con palabras, sino con gestos. El es la figura del verdadero siervo humilde, que escucha a su pueblo, que los toca y se deja tocar, que pide al pueblo que ore por él, que se resiste a los privilegios, a los lujos, que prefiere salirse de los protocolos y compartir el mate en la calle. El Papa ha dicho a los obispos que no pueden tener psicología de príncipes. Pero este llamado no es sólo para los obispos. Hay muchos que se creen príncipes y princesas... La Iglesia, el mundo necesitan todo lo contrario: servidores y servidoras de los más pobres. 

     Mònica, El Abrazo de Maipú - Chile


* * * 

Si nuestro cuerpo retuviera todo lo que comemos o bebemos, al cabo de pocos días estaríamos envenenados. Algo así ocurre con el acumular riquezas: es una retención que mata por envenenamiento del alma, es la ruina de todo verdadero amor. “Dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo”. 

El ser humano no es sólo un animal hambriento de placer y bienestar. Está hecho también para cultivar el espíritu, conocer la amistad, ser fraterno, agradecer la vida, vivir la solidaridad, buscar su fin último: Dios en su misterio de amor. La riqueza es un poder tremendamente alienante y deshumanizador, pues te priva de todo lo anterior. 

La carta encíclica Lumen fidei, recoge esta definición de idolatría: “Se da idolatría cuando un rostro se dirige reverentemente a un rostro que no es rostro” (13). Esto se refleja con profundidad y fuerza en este evangelio. Sorprendido por una cosecha abundante, el rico de la parábola “se dijo: ¿Qué haré?… Y dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes en los cuales meteré mi trigo y mis bienes. Después me diré…”. Habla consigo mismo, no dialoga con nadie. Pareciera que no tiene hijos, esposa, hermanos, ni vecinos; menos aún aparecen, en su reflexión, los pobres jornaleros que trabajan sus tierras. Reverente se inclina hacia su riqueza. ¡Necio! Su vida es un fracaso y una insensatez. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso que comparte, no sabe agradecer a Dios, sólo acaparar. Y a su muerte, la locura de su vida se traspasará a sus herederos suscitando el problema de la repartición – ¡Cuántas peleas y divisiones por esto! –. ¿Qué hay de humano en esta vida? 

La riqueza puede dar poder, fama, prestigio, seguridad, bienestar; pero esclaviza a la persona y la cierra al misterio de Dios Padre, le hace olvidar su condición de hermano y rompe la solidaridad con los otros. Dios no puede reinar en la vida de quien está dominado por el dinero. Jesús considera que una vida así es una necedad. Cuando Dios se acerca al rico para recoger su vida, se pone de manifiesto que la ha malgastado. Su vida carece de contenido y valor, es paja seca, herrumbre y vanagloria vacía. “Así es el que acumula riqueza para sí y no es rico ante Dios”. 

"Nunca he visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre, nunca" (el Obispo de Roma, comúnmente llamado Papa Francisco). 

   Joel, Puerto Aysén - Chile

* * * 

A pesar de "sabernos" mortales, apostamos a la inmortalidad con todo tipo de "seguros": de robo, de incendio, de salud, de enfermedad, de..., de... ¡hasta de muerte, para poder tener un buen cajón! 

La ciudad y un sistema de consumo nos ha aprisionado en jaulas de oro, y para mantenerlas tenemos que acumular y la vida se nos va en esto. Después nos enfermamos y buscamos algún milagro y le pedimos a Dios. El milagro sería volver a ver (desde mucho antes de esta cadena perniciosa, producto de una perversión en lo que la energía del dinero como intercambio en esta sociedad se ha convertido). Sería volver a ver a Dios en cada pequeña cosa: la maravilla del regalo de habitar estos lugares para aprender desde nuestra dimensión material y corporal, paso a pasito, la dimensión del espíritu y del alma, haciendo uso respetuoso de los bienes, cuidando la tierra que nos los prodiga y no violentándola día a día para sacar más ganancia, observando que nuestras relaciones sean de afecto, solidaridad y respeto y no de posesión. Haciendo obra y no acumulando "por seguridad" o por "las dudas"..., aceptando desafíos que intenten embellecer el pedazo, pedacito que ocupamos y honramos para que otros también lo intenten... 

La relación con el dinero es complicada: nosotros la hemos complicado. No son más que papeles de intercambio pero hemos alimentado la adoración y la meta en la vida de obtenerlo. Y no sólo aquellos que son ricos: todos tambaleamos, aunque con mucho menos cuando se trata de "nuestro dinero". 

Que la infinita misericordia de María y de Jesús ayude a limpiarnos: limpiar nuestra mirada y volverla nuevamente inocente en el tema del dinero, tan pegado al deseo de poder, a la manipulación, a la compra venta de todo como objetos. 

    Isabel, City Bell - Argentina.


* * * 

Esta lectura nos lleva a la reflexión acerca de la importancia que le damos a los bienes materiales en desmedro de los espirituales. ¡Cuánto trabaja la persona hoy para tener más y más, sin compartir lo que tiene, sin pensar en cómo está alcanzando ese exito económico y queriendo guardar y guardar para el mañana! Jesús claramente lo dice en su parábola: “Necio, ya mañana no estarás, ¿de qué te sirvió alcanzar tanto?". Es en ese momento cuando uno dice: ¿De qué vale guardar, trabajar sólo para tener más toda una vida, si no me preocupé de lo más importante que es el guardar tesoros para ese reino prometido, preocuparnos por nuestra alma que sí es el verdadero tesoro y no es perecedero como son las cosas de la tierra? 

Considero esta enseñanza de Jesús tan contemporánea, pues hoy vemos a tanta gente preocupada sólo de tener más y tan alejada de Dios que no se acuerda de su existencia. Ojalá el Señor se apiade de todos nosotros. 

    Sandra, Coyhaique - Chile.


* * * 

Al escuchar este evangelio, iba reflexionando sobre cuál es el sentido profundo de nuestra vida, que se nos da gratuitamente, en donde todo cuanto logramos es por la Gracia de Dios. Claro esto para quienes nos decimos creyentes, pero aún siendo creyentes, nos olvidamos del fin último que es el amor, y por asegurar la vida, por dar un mejor bienestar a la familia, por lograr metas profesionales, descuidamos lo esencial. En algunos se da más que en otros, y también lo vivimos los consagrados, que decimos hacer la opción por Cristo y nos apegamos a nuestros oficios, lugares, pequeños recuerditos, en fin, creo que siempre habrá algo de que renunciar, grande o pequeño; siempre habrá que mirar qué es lo que más he acumulado y para qué. 

Una amiga me compartió una frase de san Agustín, que me hizo reflexionar en cómo estaba usando lo que Dios me daba: "No es feliz el que no tiene lo que desea, pero tampoco es feliz el que tiene cuanto apetece. Sólo se puede ser feliz en la moderación y en la templanza; donde nada sobra y nada falta" (San Agustín). 

Nada debe faltar porque soy capaz de compartir y nada debe sobrar porque lo doy a quien no tiene. Debo aprender. Ojalá hoy pueda dar y compartir aún más. 

    Hilda, Roma - Italia.


* * * 

Este evangelio de San Lucas me atrae, porque me lleva directamente a los valores, tema que ha estado presente siempre en mí y que siento que son indispensables en la vida de las personas. Aunque hoy en día muchos quieran, alejados de Dios, vivir los anti valores. 

La frase: “Insensato, esta misma noche vas a morir”, me remece toda. Aunque, mayormente privilegio el amor al dinero, sin embargo, ¡cuántas veces me encuentro perdida en el desamor!, contestando altanera, no escuchando, negándome a hacer lo que se me pide, haciendo un comentario hiriente, con una actitud egoísta u orgullosa, optando por estar cómoda y calentita en casa por no salir a un llamado, con apegos materiales y afectivos que muchas veces desvirtúan la realidad. Con el agravante de que el tiempo es efímero y que tengo que saber aprovecharlo, porque no sé cuando será mi día y mi hora de partir de este mundo. ¡Cuánto tiempo perdido en pequeñeces y sandeces, sin darlo a lo que realmente vale: caminar a la siga y con El Señor! 

Este evangelio es un llamado, a perseverar en su búsqueda y seguirlo, a reconocer y usar todas las capacidades regaladas por Dios, y por eso esta otra frase: “la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Inclusive, tampoco debo apegarme a las riquezas espirituales, sólo acrecentarlas y usarlas, en mi bien y en el de los demás. 

¡Señor Jesús, con todo mi corazón te pido que no me sueltes, porque soy muy débil! Quiero continuar contra corriente en este mundo alejado de ti, individualista, consumista y materialista, aportando mi testimonio de que tú vives entre nosotros y eres todo amor y misericordia: te lo pido por intercesión de tu madre la santísima Virgen María. 

      Vero, Santiago - Chile




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