"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 21 de febrero de 2014

"EL SOL SALE SOBRE MALOS Y BUENOS".

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:

"EL SOL SALE SOBRE MALOS Y BUENOS".

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“LA JUSTICIA  DE USTEDES”.

Un abrazo... P. Bernardino

             "EL SOL SALE SOBRE MALOS Y BUENOS".                

En muchos países la pena que se inflige a un reo, en su ideal más alto no tiene la idea de la venganza por el delito cometido, sino apunta a la corrección del culpable y a su reinserción en la sociedad, arrepentido y renovado. Es un concepto que no está lejos del pensamiento de Jesús.

  Leemos en el evangelio de San Mateo 5, 38-48              

Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.

Ustedes han oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
PALABRA del SEÑOR


Cuando decimos: “Ojo por ojo y diente por diente”...
fácilmente pensamos que es una manera para afirmar el deseo de venganza: si tú me dañaste, yo también te voy a dañar, te pagaré con la misma moneda. En realidad, esa solución, llamada ley del talión, ha sido un logro muy importante en la historia de la humanidad, porque intentó poner un límite a la violencia indiscriminada, para hacer posible la convivencia humana: por fuerte y poderoso que seas, si alguien te ha hecho algún daño, tu venganza puede llegar a provocar para tu enemigo el mismo daño que has recibido, no uno mayor. Si te ha sacado un ojo, puedes llegar a sacarle un ojo, pero no los dos, y menos a cortarle la cabeza.

Frente a esa ley del talión, que coincide con “la justicia de los escribas y fariseos”, Jesús con toda su autoridad: “pero yo les digo”, exige una “justicia superior”, como condición para entrar en el Reino de los cielos, el proyecto de humanidad nueva que él ha propuesto en las Bienaventuranzas: “No hagan frente al que les hace mal”. Y propone cuatro ejemplos de esta nueva actitud que deben tener los discípulos: “Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él; da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado”.


Jesús no está enseñando una actitud...
pasiva y resignada. Exige que se rompa la cadena de la venganza. Si se responde al mal con otro mal, la violencia no termina nunca. Hace falta insertar un elemento nuevo, una respuesta diferente, sorprendente y creativa, inventando en lugar de la venganza otras formas de reacción: resistencia no-violenta, iniciativas de participación, de justicia, de solidaridad. El presentar la otra mejilla, como también los demás ejemplos, constituyen un lenguaje paradójico desafiante, para estimular la búsqueda activa e inteligente de caminos alternativos, como personas y como familias, pero también como comunidad y como sociedad, en que no venza el rencor, la violencia, el odio y la venganza, sino el amor.

Jesús conoció la ley del amor como se leía en el libro del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El prójimo que había que amar eran las personas de la misma sangre, de la misma raza y religión. Los demás eran enemigos, sobre todo si considerados enemigos de Dios, los paganos. Eran excluidos y odiados, porque ellos, se pensaba, odiaban a Dios. Por lo tanto, ésta era la norma: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.

Jesús indica un camino “superior”: 
“Amen a sus enemigos”. También ellos son el prójimo que hay que amar. Es lógico que un discípulo no quiera ser enemigo de nadie, pero puede tener a personas que están en contra de él: son sus enemigos, sin que él lo quiera. Para con ellos, Jesús exige que los ame. No está diciendo que sus discípulos deben sentirse atraídos y tener sentimientos de cariño para con sus enemigos. El amor no es sólo problema de emociones y sentimientos. Amar significa querer y buscar el bien del otro.

Son infinitas las modalidades para buscar el bien del otro, según el momento y las situaciones. Sin duda se puede desear la superación de la enemistad, y por eso Jesús agrega: “Rueguen por sus perseguidores”. Si la conversión no se realiza, hay que buscar la forma para que el enemigo no siga dañando. Amarlo puede significar no hacerle o desearle el mal, pero también exigir justicia y reparación del daño en todo lo que sea posible, perdonar sin ninguna forma de complicidad, oponerse al mal, resistir, alejarse, denunciar, crear conciencia, como lo hizo Jesús mismo con sus adversarios.



Es ésta la manera para reflejar las características del Padre Dios: “Así serán hijos del Padre que está en el cielo”. El Padre no discrimina entre sus hijos, quiere el verdadero bien de todos, según sus condiciones y necesidades, aunque no lo merezcan: “Hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos”. El sol para todos, la lluvia para todos, el amor del Padre para todos. Lo mismo deben hacer los discípulos, como hijos e hijas de Dios, buscando el bien de todos, a pesar de las heridas que puedan haber recibido. De lo contrario, estarán siguiendo la corriente general, y no la propuesta original de Jesús: “Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?”. Si los discípulos son como todo el mundo, no sirven para nada, como la sal que ha perdido su sabor.“Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo”: la perfección del Padre consiste en un amor sin límites ni barreras, gratuito y universal. Igualmente, la perfección de los hijos e hijas no consistirá en el perfecto cumplimiento de todas las normas, sino en la imitación del mismo amor incondicional del Padre.

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2014


Bernardino Zanella      bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena     gusosm@yahoo.es

  LECTIO DOMINGO 16 de Febrero
       “LA JUSTICIA  DE USTEDES”.


Si recuerdo bien, me decía mi amiga hebrea Doreen que el día del arrepentimiento (Yon Kippur) todos debían ir a hacerse perdonar por aquellos contra los cuales habían cometido algo: era una confesión de reparación directa. Sólo después podían participar o continuar en la celebración. Me parecía una cosa bonita: “El amor, la reconciliación para con el hermano preceden el mismo culto a Dios: ve primero a reconciliarte con tu hermano”. 
  María, Stuttgart – Alemania                                                                        

* * * 

La propuesta de Jesús en el evangelio hace referencia a la actitud que deberían tener los discípulos en ese contexto, donde los escribas y fariseos responden a una estructura de sus intereses personales o de su grupo social. La aplicación de esta enseñanza en la actualidad nos hace ver una realidad no muy diferente, donde la justicia es manipulada por los poderosos, por quienes pueden doblegar a jueces, fiscales y policías con distintas formas de presión, principalmente económica. Todos los cristianos católicos que asumimos el papel de discípulos estamos en la obligación de practicar las sencillas pero profundas enseñanzas de decir ‘sí’ cuando es sí, o decir ‘no’ cuando es no. 

 Francisco, Potosí – Bolivia                                                                          

* * * 

Creo que existe un hilo conductor en todos estos conceptos, que es la búsqueda interior de la verdad. Más verdadera ésta que la que existe en la letra muerta de las leyes o el anquilosamiento de la sola tradición. 

El recto obrar es importante pero no suficiente. Las motivaciones, los pensamientos, los sentimientos, son también objeto de la reflexión y las enseñanzas de Jesús. El cuidado personalísimo y profundo de nuestro ser interior y la atención que emana de éste son camino a la verdad, a la justicia. A la justicia de ustedes. 

De la misma manera, cuando hace notar que "si la justicia de ustedes no es superior a la de escribas o fariseos no entrarán en el reino de los cielos", nos hace un llamado a velar por la pureza y rectitud internas, más allá de las consideraciones que vienen del mundo externo. 

Al situar dentro la persona la fuente de la justicia y de la moral, sitúa también a Dios. Nos dice dónde buscarlo y cómo proceder en los momentos de discernir entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. Esta responsabilidad es enorme, pero también mucho más eficiente en cuanto a la búsqueda del camino a seguir cuando dudamos. 

Por último, el último párrafo de la reflexión creo que podría ser aclarado para que no parezca machista y pueda, a la vez de criticar esa visión patriarcal y de reducción de la mujer a objeto y propiedad, ser contundente en cuanto a la necesidad del cuidado sobre esas pulsiones internas, más allá de las acciones mismas, en este caso, las negativas. 

  Manuel, La Paz – Bolivia                                                                            


lunes, 17 de febrero de 2014

OSM / A LA FAMILIA DE SIERVAS Y SIERVOS DE MARIA

A LOS FRAILES DE LA PROVINCIA SMA
A LA FAMILIA DE SIERVAS Y SIERVOS DE MARIA
Orden Seglar
Grupos Laicos
Laicas Consagradas
Religiosas Sierva de María
Frailes Siervos de María

Para Uds. cordiales saludos de mi parte en la Solemnidad de nuestros Siete Santa Padres Fundadores.

Con gozo y esperanza celebramos en la oración personal, en la oración comunitaria y en la eucaristía la memoria litúrgica de nuestros padres, ‘los primeros’, aquellos que habiendo acogido la moción del Espíritu en un preciso marco histórico de la realidad, han enriquecido la cultura religiosa y social con un carisma cuya relación de elementos establece la más nítida identidad y aporte de la familia de Siervas y Siervos.

La motivación más genuina impulsada por el Espíritu y acogida por los frailes fundadores fue la vuelta al evangelio, palabra de Dios capaz de anidarse en la mentalidad personal y colectiva y capaz también de operar transformaciones dentro del amplio marco de opción por el Reino de Dios como Jesús lo ha manifestado en su vida.

A la familia de los Siervos nos caracteriza el anhelo de vivir el evangelio con espíritu renovado y vivirlo en un estilo de existencia carismática. Así, testimoniamos el evangelio desde la pobreza evangélica tanto en la adquisición y uso de los bienes como en nuestra actitud general hacia la realidad, la cultura, la ecología, las personas y hacia Dios. Es pobreza material mientras necesitamos de los bienes y pobreza espiritual y moral en la necesidad que tenesmo vivir en sociedad proyectados hacia Dios como fin y bien último.

Testimoniamos también el evangelio desde la fraternidad, formando comunidades y organizándolas sobre pilares firmes como la corrección fraterna; la vida común entre religiosas, religiosas, laicas consagradas o en la propia familia; la oración, la colegialidad. Testimoniamos el evangelio en el servicio hacia las personas más vulnerables y lo hacemos con espíritu de misericordia como Jesús lo ha manifestado hasta su muerte en cruz; es servicio polivalente según la realidad de las personas y formativo para no seguir siendo paternalistas, más bien buscamos el desarrollo de las personas vulnerables para garantizarles la autonomía en que les posibilite vivir la pasión de su realidad con esperanza y proactividad en conexión de redes con la Iglesia y la sociedad.

Testimoniamos igualmente el evangelio acogiendo a María Madre y Sierva del Señor. Ella es el evangelio en su más alta realización humana histórica y trascendentemente. María es ícono de muchas realidades que unidas entre sí hacen de la persona un ser plenamente realizado al modo como lo manifestó Jesús desde su concepción hasta su ascensión al cielo. La Virgen Marías es el factor de trascendencia hacia Dios por medio de su respuesta fiel vivida en un contexto socio cultural y religioso; y ella como elemento integrante de nuestro carisma fundacional nos recuerda que el evangelio vivido está en estas palabras: “… Hagan lo que él les diga…”. Santa María es imagen de un inicio – proceso y culminación y la fuerza creadora del evangelio en la vida de quien busca a Dios y en él desea vivir su existencia.

Para cada una de ustedes y para cada uno de ustedes un abrazo de augurios en este precioso día para nuestra familia. Suplicamos la intercesión de los frailes fundadores para que nuestra vida de seguidoras y seguidores de Cristo fructifique a beneficio del Reino de Dios transformador de los procesos humanos y humanizadores.


Atentamente, fray Ricardo Silva, osm. 
El Señor te bendiga y te guarde,
el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti
y te conceda lo que le pidas.
El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.
(Num 6, 22-27)
Madre de tus Siervos, ruega...



viernes, 14 de febrero de 2014

“LA JUSTICIA DE USTEDES”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:  

“LA JUSTICIA DE USTEDES”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“SOBRE EL CANDELERO”.

Un abrazo...P. Bernardino



           “LA JUSTICIA DE USTEDES”.                 
                                                                            


Las tradiciones religiosas de los distintos pueblos, enriquecidas por las condiciones geográficas y culturales propias, son una respuesta a las exigencias profundas de la humanidad, que busca el sentido de su vida y de su presencia en el mundo.


La propuesta de Jesús, que no se reduce simplemente a una estructura religiosa, ni está condicionada por los límites de una cultura o de una región, es el camino de una plena realización humana y de una felicidad verdadera.

  Leemos el  Evangelio  de  san  Mateo 5, 20-22. 27-28. 33-34. 37                   
                                                                                                                                

Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos.

Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal”. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal.

Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.

Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero yo les digo que no juren de ningún modo. Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.

PALABRA del SEÑOR


Este texto es parte de una reflexión...
más amplia que Jesús desarrolla, después de haber proclamado las Bienaventuranzas. Aclara que ese nuevo código es el fruto maduro de todo un largo camino de preparación y espera, que no puede ser olvidado o negado: “No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”. Es el tiempo de la plena realización de un éxodo liberador de que el antiguo éxodo de la esclavitud de Egipto había sido sólo un anuncio y un adelanto.

A sus discípulos Jesús propone un cambio radical. No pueden asumir y poner en práctica su proyecto, si siguen cumpliendo las enseñanzas de los escribas y fariseos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos”. Para los fariseos la justicia, la manera para ser reconocido justo frente a Dios, dependía de la práctica rigurosa y formal de todas las normas de la Ley. El mandamiento decía: “No matarás”, y por lo tanto uno estará en paz con su conciencia y con Dios si no ha matado físicamente a nadie. Sólo “el que mata, debe ser llevado ante el tribunal”. Ya este nivel de exigencia imponía un alto respeto por la vida.

Pero esa justicia no basta para...
los discípulos de Jesús. Con una autoridad inaudita frente a la Ley que se consideraba entregada por Dios a Moisés, Jesús declara: “Pero yo les digo”. El criterio que propone Jesús será el de reflejar las características del Padre Dios: “Sean perfectos como el Padre es perfecto”. La justicia de los discípulos debe ser “superior” a la de los escribas y fariseos, para poder entrar en el “Reino de los cielos”, la humanidad nueva, animada por el Espíritu y al servicio de la vida y del amor. Jesús no propone un listado de otros mandamientos, sino el cambio del corazón. Cerrar el propio corazón al hermano es como matarlo: “Todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal”. Hace falta eliminar las raíces del mal: la violencia, la arrogancia, la venganza, antes que produzcan sus frutos malos. El amor, la reconciliación para con el hermano preceden el mismo culto a Dios: “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”.


Igualmente, para cumplir con la Ley: “No cometerás adulterio”, era suficiente no realizar la acción del adulterio. La mujer casada era considerada propiedad del hombre, y el adulterio era un atentado contra la propiedad: “No desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su mujer, su servidor, su sirvienta, su buey o su burro”. Por eso, no había condena si un hombre tenía relaciones con mujeres no casadas, libres. Jesús lleva el mandamiento a su radicalidad: el respeto extremo para cada hombre y cada mujer, para una unión que sea testimonio del amor y la ternura de Dios, en igual dignidad. Por lo tanto, es necesaria la vigilancia también sobre la propia mirada y el propio deseo: “El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. La justicia y la fidelidad son más importantes que la misma integridad física: “Si tu ojo te lleva a pecar, sácatelo”, “si tu mano te lleva a pecar, córtatela”, es decir, cuida y elimina todas las actitudes que puedan desviarte del camino.También la relación entre hermanos tiene que evitar toda clase de falsedad y engaño. El mandamiento decía: “No jurarás falsamente”, pero para el discípulo de Jesús no será necesario ningún juramento. Su palabra debe ser siempre sincera y transparente: “Cuando ustedes digan ‘sí’, que sea sí, y cuando digan ‘no’, que sea no”. La verdad, simplemente.


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2014

 


Bernardino Zanella      bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena     gusosm@yahoo.es 

LECTIO DOMINGO
Sobre el candelero 

La sal: cuando uno muere en Bolivia, el funeral tiene dos componentes: el agua y la sal. La sal es para dar el sabor, darle un buen gusto a lo que está "k´ayma" (sin sabor, sin gusto). Cuando uno muere mezclan el agua bendita con sal, para decir: la vida no debe ser k´ayma, debe ser alegría, constancia, sabiduría (sabor). Los cristianos no son k´aimas, hasta después de la muerte: entonces uno goza de ese gusto interminable de la vida. 


  Edson, Oruro – Bolivia                                  







* * * 


Desde hace unas cuantas semanas está lloviendo continuamente, y uno se siente envuelto en un gris y una humedad que oprimen. Hoy de repente ha vuelto el sol y nos ha regalado un esplendido día luminoso. La luz del sol, mojando todas las cosas, ha transmitido enseguida un sentido de alegría, de confianza en la vida, también de ebriedad. La naturaleza otra vez, con el milagro y la maravilla del sol, nos da una grande enseñanza. 



Pienso que si yo tuviera dentro de mí un poco de esta “luz”, miraría a la realidad de manera distinta: subrayaría sobre todo las muchas cosas positivas que hay en las personas, en las cosas, en los acontecimientos. Y en cambio, a menudo me golpean más las muchas noticias negativas que los diarios y la televisión nos brindan cada día. ¡Cuánto es verdadero el dicho: “Hace más ruido un árbol que cae, que una floresta que crece”! 



Por lo que se refiere a la “sal”, de que habla Jesús, pienso a cuantas cosas persigo en mi vida, dispersando energías y tiempo, y cuanto poco trato crear condiciones para dar a mis días un sabor distinto. Quién sabe si sabor e sabiduría tienen la misma raíz… Si dedicara un poco más de tiempo a la reflexión y a la meditación podría tal vez alcanzar la parte más profunda y más verdadera de mí misma y de ahí lograr ese sabor bueno de la vida que podría trasmitirse también a las personas que encuentro. 



La reflexión de hoy, por lo tanto, posiblemente un poco más laica que espiritual, es ésta: si dentro de mí hay luz, ésta se extiende también a mi alrededor; si mi vida no es insípida, puede aumentar el grado de madurez y de conciencia de la realidad que me rodea. 



Estoy reflexionando mucho en este tiempo acerca de que la vida es “relación”. 


  Elena, Bérgamo – Italia                                    

* * * 



Jesús dice a los discípulos que ellos son la sal de la tierra, sal que da sabor a la palabra di Dio y la guarda de la corrupción. Y nosotros, seguidores de Cristo, ¿cómo podemos ser sal? ¿Cómo debemos portarnos para dar gusto al mensaje evangélico en nuestro tiempo y protegerlo de la indiferencia, si no del desprecio; acostumbrados como somos a vivir nuestra fe en lo privado? 


Esta pregunta me pone en crisis. 


  Gianna, Pordenone – Italia                            



* * *  


Cuando muchos años atrás escuchaba esta Palabra, si pensé que me levantaba el ego y que si bien era una invitación a dar un buen testimonio, sentía que me decía que era regia: yo soy la sal, yo soy la luz, qué mejor… ¿Qué lejos estaba de su verdadero sentido!, aunque no estaba tan perdida ya que sentía la misión como responsabilidad de dar sabor, de animar, entusiasmar a quienes estaban a mi alrededor y que debía iluminar para guiar a quienes acompañaba o necesitaban de un consejo, ayuda, pero que era yo la que lo haría. 



Ahora no me siento ni tan sal, ni tan luz, pero procuro de dejar al Señor que se vaya manifestando en mis hermanos por medio de mí y esto es mucho más comprometedor: transmitir lo que Dios es realmente: amor, paciencia, perdón. Esto quiere que sea y diga. No siempre lo realizo tan bien. Acá empieza mi falta de testimonio, que impide o no ayuda a mi prójimo en su relación con Dios, porque mi luz para nada es luz y la sal se vuelve sosa, porque mis obras nos son obra de Dios, sino solo el resultado de mi ego vanidoso, y lo que en ocasiones brilla es solo por la misericordia y el amor infinito de Dios, de amarme como su hija y de valerse de mí para hacer un poco de bien. 



Espero poder ser “un pequeño reflejo fiel de la Luz del Padre con el testimonio de mi vida”. 


 Hilda, Roma – Italia                                       


* * *     

En el Evangelio de este domingo, Jesús manifiesta a sus discípulos, y a todos nosotros que también somos sus discípulos, cuál es el papel del seguidor en la sociedad actual, un contexto desafiante en todos los ámbitos. Utiliza dos elementos esenciales: la sal, que da sabor, sazona, y la luz, símbolo del bien y la verdad. 



Jesús nos exhorta cada un@ ser una pizca de sal para dar sabor, y luz que ilumine en nuestro cotidiano vivir, la familia, el trabajo, en nuestros grupos sociales, parroquiales, etc. Como cristiano/as estamos llamados a contagiar y transmitir la presencia de Dios a los demás, sobre todo en una sociedad donde hay indiferencia a Dios, desorientada buscando la verdad. 



Pidamos al Señor, que nos ayude a sazonar e iluminar con nuestras actitudes, que marquen la diferencia donde nos encontremos, y así dar razón de nuestra fe en Dios. 




  Florinda, Cochabamba – Bolivia                    


* * * 


La estructura de la sociedad actual nos permite observar modelos con antivalores que son formas de vida que consciente o inconscientemente son adoptadas en contra de un “buen vivir”. 



La propuesta de Jesús en el evangelio pide a los líderes políticos, religiosos, sociales y quienes dirigen principalmente la educación, para que se constituyan en la sal y la luz que permita asumir responsablemente un cambio de vida profundo, con modelos de justicia, libertad y solidaridad. 



Los modelos de un buen vivir no pueden estar encajonados en bibliotecas o archivados en anaqueles donde el polvo y la polilla los van destruyendo; deben ser practicados constantemente desde la célula básica de la sociedad que es la familia, hasta grandes instituciones como las Naciones Unidas y gobiernos que se pregonan defensores de la vida y no de la muerte.    




  Francisco, Potosí – Bolivia                             




viernes, 7 de febrero de 2014

“SOBRE EL CANDELERO”.

Querido/a Amigo/a:


Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“SOBRE EL CANDELERO”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“LUZ PARA ILUMINAR A LAS NACIONES”.



Un abrazo: P.Bernardino



                       “SOBRE EL CANDELERO”                        


El fenómeno de la globalización, entre sus consecuencias provoca también la homogenización de actitudes y conductas en los diversos continentes.

Pero produce también un proceso de fragmentación e individualismo que hace muy difícil la difusión de un mensaje que pretenda ser universal.

    Leemos en el evangelio de san Mateo 5, 13-16:                                      


Jesús dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la volverá a salar? Ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres. 
Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en el cielo.

PALABRA del SEÑOR




Sal y luz: dos elementos de la vida cotidiana...
que todos conocen. Jesús parte de la experiencia común, para decirles a sus discípulos que ellos deben ser como la sal y la luz. Es la entrega de una responsabilidad y una misión.

La sal se relaciona fácilmente con el sabor: sirve para darles sabor a los alimentos. En las diversas religiones y culturas significa sobre todo sabiduría, y a veces hospitalidad: “compartir el pan y la sal”. En la tradición bíblica se refiere también a la purificación, y particularmente a la preservación e incorruptibilidad de las cosas.

Probablemente Jesús tiene presentes...
todos estos sentidos, cuando dice atrevidamente al pequeño grupo de sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra”. Tendrán que ser sal, tener sabor, sabiduría, acogida, fidelidad y perseverancia, pero no para sí mismos, sino para la tierra, para la humanidad. Como los animales sacrificados en el templo, víctimas ofrecidas a Dios en la Primera Alianza, eran salados para indicar la firmeza y la estabilidad del pacto entre Dios y su pueblo, así la Alianza “nueva y eterna” con toda la humanidad, sellada en la sangre de Jesús, será estable y eficaz si los discípulos serán en el mundo una presencia que hace memoria fiel y perseverante del pacto con Dios. Si en cambio se conformarán a la mentalidad del mundo, arrastrados por la corriente, y no manifestarán con su vida la novedad y originalidad del mensaje liberador de Jesús, los discípulos serán motivo que sea olvidada la Alianza, y serán como sal que ha perdido su sabor, “ya no sirve para nada, sino para ser tirada y pisada por los hombres”: una comunidad que merece ser ignorada y despreciada.



También la comparación con la luz...
debe ser bien entendida. Cuando Jesús les dice a los discípulos: “Ustedes son la luz del mundo”, no está dándoles un reconocimiento, que alimente su vanidad y arrogancia. La verdadera luz del mundo es Jesús, que manifiesta el misterio de luz del Padre, e ilumina a todos con su ejemplo y la enseñanza de su palabra. Los discípulos tendrán que ser un pequeño reflejo fiel de esa luz, con el testimonio de su vida: “así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes”. Y estarán atentos, reconocerán y cuidarán con amor las infinitas luces que el Espíritu ha encendido en distintas maneras en las tradiciones espirituales de todos los pueblos. No buscarán su propio reconocimiento y prestigio: “cuídense de hacer obras buenas en público para que los vean”. Simplemente hablarán los hechos concretos, la vivencia consecuente de las bienaventuranzas. Sus “buenas obras” serán naturalmente visibles, como se ve “una ciudad situada en la cima de una montaña”. Son las obras de la solidaridad, de la justicia y la misericordia, del trabajo por la paz y el buen vivir, del cuidado de la creación. Estas obras serán por sí mismas una predicación eficaz para que el mundo glorifique al Padre. Es inevitable que se vea la actividad de los discípulos: “no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos”. Pero es al Padre que va dirigida la mirada: para que los hombres “glorifiquen a su Padre que está en el cielo”. Los discípulos son sólo una flecha que indica la dirección. Glorificando al Padre, los hijos descubrirán en sí mismos los rasgos paternos.

La comunidad de los discípulos no puede quedarse encerrada y escondida: es para “la tierra”, para “el mundo”, una energía que transforma y humaniza, junto con todos los hombres de buena voluntad, sirviendo grajtuitamente con humildad y generosidad





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2014





Bernardino Zanella      bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena     gusosm@yahoo.es 


    LECTIO DOMINICAL 02 de FEBRERO        
      "Luz para iluminar a las naciones "      

El proyecto de vida que será planteado por Jesús en sus mensajes no estaba constituido por simples mensajes litúrgicos religiosos. Al contrario, eran propuestas de cambio, de liberación, con un fuerte contenido de justicia. Los pueblos soportaban tiranías político-religiosas: de los romanos que oprimían brutalmente a los más pobres, y de los sacerdotes que hacían de las leyes vetero testamentarias instrumentos de muerte. 

Simeón profetiza que Jesús será signos de contradicción: “El espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimidos”: por este motivo Jesús será asesinado brutalmente. 

A partir de esas propuestas el cristianismo o todos los cristianos deberíamos estar dispuestos asumir el reto de continuar con el proyecto de vida a favor de los más pobres, y tal como dice Medellín, "la opción preferencial por los pobres" debería ser la permanente guía que ilumine nuestras acciones diarias, en la familia, en el trabajo y en todos los lugares donde transcurre nuestra vida. 

Cuando vemos una sociedad preocupada por el “dinero”, el consumismo, el individualismo y la lucha por el poder deberíamos ser capaces de discernir entre la vida y la muerte. 

      Francisco, Potosi – Bolivia                        


* * * 
La lectura de este texto del evangelio de Lucas me emociona siempre mucho. Aplicándolo a mi vida hoy, han surgido en mí estas reflexiones. 

Quisiera poder lograr: 

- La sencillez y el asombro de los ancianos, Simeón y Ana, alcanzados después de un largo trabajo sobre ellos mismos para despojarse de todas las escorias y las superestructuras acumuladas durante la vida (Simeón), y a través de la oración tranquila y confiada de Ana, que “noche y día moraba en el templo del Señor”, y luego hablaba a todos con alegría del niño Jesús; 

- La sencillez y el asombro de los niños. Está escrito, de hecho, “si no se harán como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. Creo que hay una semejanza entre esta actitud espontánea de los niños, todavía no afectados por las complicaciones de la vida, y la de los ancianos, cuando alcanzan la sabiduría del corazón; 

- La pobreza y la sencillez de María, en el cumplimiento humilde y respetuoso de las costumbres y tradiciones de su pueblo. Una actitud que manifiesta la adhesión total a la realidad de la vida, sin ponerse demasiadas preguntas (la palabra humildad viene de humus = tierra). 

Como sería lindo si, llegada al final de mi vida, pudiera pronunciar yo también las palabras llenas de sentido del anciano Simeón. 
     Elena, Bergamo – Italia                          


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Se me ocurre preguntar si María no haya sido la primera en transgredir la ley, ya antes que el Hijo, porque no rescató a Jesús. 
      Gianna, Pordenone – Italia                      

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La celebración de la presentación del Señor, nos recuerda la Epifanía: Jesús, como luz de las naciones. 

En la escena, Lucas destaca la acción del Espíritu Santo. El Espíritu guía a Simeón al templo; el Espíritu le había revelado que no moriría sin antes ver al Mesías. Tres veces se menciona al Espíritu. Definitivamente es el Espíritu quien presenta todo el proyecto de Dios que salva desde la pequeñez de lo humano, es el grano de mostaza que llega a ser el árbol de la salvación. 

La entrada humilde de Jesús bebé en el templo de Jerusalén, en brazos de su madre, me hace recordar la última entrada, montado en un borrico. (La gente, los discípulos en masa, se pusieron a alabar en voz alta a Dios: cf Lc 19, 37). Salen a su encuentro, no los sabios y entendidos, sacerdotes, maestros de la ley, escribas. Esos están ocupados en sus asuntos. Salen a su encuentro la gente santa, los pobres de Yahvé, Simeón y Ana, signo profético de la alabanza de los humildes, de la sensibilidad especial que tienen de sentir el soplo suave del Espíritu, y descubrir en lo pequeño la presencia de lo divino. Jesús mismo reconocerá esta predilección del Padre: “– Jesús – con el júbilo del Espíritu Santo, dijo: ¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultando estas cosas a los sabios y entendidos se las diste a conocer a la gente sencilla!” (Lc 10, 21). 

Ana es figura de Israel y de toda la humanidad. Es viuda desde su juventud, ha perdido a Dios como su esposo (cf Oseas 2, 16-18) y vive una vida vacía, sin la presencia de quien le ama con ternura. Pero nunca deja el templo y sigue esperando y buscando, con ayunos y oraciones, con dolor y deseo, noche y día. El encuentro se realiza en el momento en el cual Simeón anuncia la cruz, la hora de la contradicción. Es en la cruz donde Dios se presenta definitivamente a su pueblo, para atraer a Él a todas las naciones. 

Jesús es llevado al templo en brazos de sus padres. Obedientes a Dios cumplían con la ley. Salen a su encuentro los pobres de Yahvé, los que no tienen más bienes que su fe y su esperanza en Dios. Ellos se dejan guiar por el Espíritu y son capaces de descubrir lo divino en lo pequeño, lo frágil, lo humilde, como por ejemplo en la semilla que cae a tierra y en silencio germina. 

Los sabios y entendidos buscan a Dios en las antiguas escrituras. Sin embargo su propio sentido de grandeza, les oscurece su mente y creen entender que Dios se manifiesta en grandes acontecimientos. Son los que tiemblan cuando se enfrentan David y Goliat, creyendo que será Goliat el que venza. No pueden ver en una familia pobre, como José y María, con un pequeño niño en brazos, la presencia del Salvador. Serán, quienes más tarde, exijan a Jesús una señal: “¿Qué señal haces para que veamos y creamos?” (Jn 6, 30). Dirán: no eres más que un galileo exaltado. Ellos estudian y saben que de Galilea no puede venir un profeta. Seguirán pidiendo una señal irrefutable y las siguieron pidiendo hasta la cruz: “Baja de la cruz y creeremos en ti”. 

¿Qué señal esperamos nosotros? 

“Un niño nos ha nacido, nos han traído un hijo” (Is 9, 5) de una familia pobre, de esos malditos que no conocen la ley (cf Jn 7, 49). Pero la señal ha sido dada a los pastores que pasaban la noche a la intemperie, los que buscaban como los Magos de Oriente: La señal no ha sido dada ni a Herodes, ni a los del templo. La señal es que los pobres lo recibieron con alegría; mientras que los sabios, los que conocen la ley lo mataron. Dios se quedó con los pobres y no con los poderosos de este mundo; se quedó no como poder, sino como esperanza, como misericordia y perdón, como pan partido para que tengan vida. Y no tengan que buscar la vida en la sociedad de consumo, en la bolsa de valores o en las transnacionales. Una muy buena señal. 

Dame, Señor, los ojos de Simeón, la fe de Ana, la confianza y fortaleza de María y José. 

   Joel, Puerto Aysén – Chile                         


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María y José: ¡que dichosos padres, que no teniendo nada que purificar, cumplen los preceptos religiosos! Jesús era bendito y puro desde el vientre de su madre, ella también pura, lo mismo que José, hombre justo. Presentan a Jesús, hijo de Dios encarnado entre los hombres, cumplen con la ley judía por que así lo dispuso su Dios creador. Dos santos ancianos laicos profetas, Simeón y Ana, inspirados por el Santo Espíritu, reconocen, profetizan alaban, proclaman con alegría a Dios su salvador. Estos dos ancianos son como los mensajeros que preparan el camino ante Dios, como dicen los profetas Malaquías (3, 1-4) y Joel (3). Me hacen recordar a nuestros ancianos y ancianas y los de toda la tierra que todavía sirven al Señor y me pregunto: ¿acaso los escucharemos? ¿y a los jóvenes o empleados/as? Ahora hasta que vuelva nuestro Dios es tiempo de evangelizar, pues todos y todas somos profetas desde el bautismo. Debemos preparar nuestros corazones, purificarnos y proclamar bajo la acción del Espíritu Santo sus obras y misericordias para con todos nosotros y extraños, pues él no sólo vendrá por ti, sino también por todos los pueblos y naciones. 

   Luis, Lima – Perú                                       


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La pequeña familia formada por María, José y el niño va como toda familia a cumplir la ley al presentar al niño. La Virgen María ofrece a Jesús a Dios. Estaban también allí dos ancianos; pero el evangelio no dice que estos fueron allí para cumplir la Ley, sino más bien impulsados por la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu los condujo al templo. De modo que, ante Jesús, hacen una oración de alabanza: éste es el Mesías, ¡bendito sea al Señor! Y hacen también una liturgia espontánea de alegría. Es la fidelidad madurada durante tantos años de espera, lo que hace que este Espíritu venga y les dé la alegría. 

      Silvia, La Paz – Bolivia                            

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