Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: “ECHEN LAS REDES”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“EN SU TIERRA”.
Un abrazo... P. Bernardino
"ECHEN LAS REDES"
Atrevernos a vencer la repetitividad y la rutina, aunque nazcan de la experiencia y de la sabiduría, puede permitirnos descubrir caminos nuevos y abrirnos a lo imprevisible y a lo inesperado.
Leemos en el evangelio de san Lucas 5, 1-11:
«En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y Él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si Tú lo dices, echaré las redes”. Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse. Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”. El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”. Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron».
PALABRA de DIOS
Después del discurso en la sinagoga de Nazaret, en que presentó su proyecto, Jesús comienza a desarrollar su actividad misionera en Galilea. “En una oportunidad”, frente a la gran cantidad de gente que ansía “escuchar la Palabra de Dios” de su boca, él pide el auxilio de una barca de pescadores, para poder hablar desde el lago a la multitud que estaba en la orilla.
Pero no basta la barca. Para su misión necesita también el auxilio de los pescadores. Y los convoca a través de un signo muy significativo. Le pide a Simón, el propietario de la barca: “Navega mar adentro, y echen las redes”. Simón, justo volvía de una noche de trabajo sin sacar nada.
Para Lucas es la noche oscura de la frustración, de la soledad, el desánimo y el cansancio, de la ineficacia de tantas luchas, de la impotencia frente a la opresión, de la gran Ausencia.
Habría sido lógico que Simón se negara a la invitación de Jesús. En cambio, prevalece la confianza sobre la experiencia: “Si Tú lo dices, echaré las redes”. Se anima ir “mar adentro”, lejos de la orilla y del puerto seguro, renunciando al tranquilo y merecido descanso.
El resultado es extraordinario: “Sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse”.
No basta ni la barca, ni el trabajo sólo de Simón. Hace falta invitar a más personas, llamar “a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos”.
La invitación a la pesca “mar adentro” había sido sólo un pretexto, para invitar a comprometerse en otra pesca, cuyo éxito era anunciado por la cantidad de peces recogidos: “De ahora en adelante serás pescador de hombres”, para liberarlos de toda forma de opresión y esclavitud y para que vivan plenamente.
Simón se reconoce “pecador” frente a Jesús. Pero no importa. La abundancia de la pesca no dependerá de él, sino de la presencia del Señor: “No temas”.La respuesta es radical: “Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron”. Juntos, dan su total adhesión a Jesús, formando una primera comunidad de discípulos y colaboradores. Pero hay una decisión previa: “Abandonándolo todo”. Hace falta romper con el pasado, con todo lo que ata y da seguridad. La única certeza será él, y la confianza en la misión a la que él los llama.
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DOMINGO 03 de FEBRERO
El Evangelio de este domingo nos hace ver la experiencia triste que tuvo Jesús al ver el cuestionamiento de su propia gente, que no logran reconocer en El al Mesías. Jesús no pudo hacer ahí ningún milagro porque le faltaba la fe de su gente. Y mirando la historia, podemos reconocer muchos profetas que luchando por la justicia, por los pobres, por los marginados, no solamente vivieron la falta de reconocimiento en su tierra, sino que sufrieron persecución de aquellos que provocan las injusticias y en ocasiones también de sus más cercanos. Con este episodio de la vida de Jesús, recuerdo varios mártires en América Latina y también en Chile. Se me vienen a al mente varios, pero solo quisiera destacar uno: Monseñor Romero, quien luchó por poner a su Iglesia al servicio de los pobres. Lo acusaron de revolucionario marxista, cuando nunca fue violento. De las calumnias, pasaron a amenazas de muerte, hasta que fue asesinado mientras celebraba la Misa en una capilla. Esto me ayuda a pensar que si nosotros y nosotras nos decidimos a proteger al más débil, a ayudar al más desvalido, tenemos que estar preparados para recibir el menosprecio, la persecución de los más cercanos, incluso de nuestros familiares y amigos. También en ocasiones, la persecución de la misma Iglesia. Sabemos de varios casos en que se ha “echado” de la Parroquia o de una diócesis a personas inocentes, solo por que tal vez "le hace sombra" a alguna autoridad del lugar o por defender los derechos de los más humildes. Por lo menos que no nos sorprenda desprevenidos, significa que estamos en el camino de Jesús. Con todo caminamos con esperanza, siempre la verdad sale a la luz, porque entre las luces y sombras de nuestras familias, sociedad, Iglesia, va caminando con nosotros el Mesías, Jesús de Nazaret.
Mónica, El Abrazo de Maipú – Chile
El Evangelio de este domingo nos hace ver la experiencia triste que tuvo Jesús al ver el cuestionamiento de su propia gente, que no logran reconocer en El al Mesías. Jesús no pudo hacer ahí ningún milagro porque le faltaba la fe de su gente. Y mirando la historia, podemos reconocer muchos profetas que luchando por la justicia, por los pobres, por los marginados, no solamente vivieron la falta de reconocimiento en su tierra, sino que sufrieron persecución de aquellos que provocan las injusticias y en ocasiones también de sus más cercanos. Con este episodio de la vida de Jesús, recuerdo varios mártires en América Latina y también en Chile. Se me vienen a al mente varios, pero solo quisiera destacar uno: Monseñor Romero, quien luchó por poner a su Iglesia al servicio de los pobres. Lo acusaron de revolucionario marxista, cuando nunca fue violento. De las calumnias, pasaron a amenazas de muerte, hasta que fue asesinado mientras celebraba la Misa en una capilla. Esto me ayuda a pensar que si nosotros y nosotras nos decidimos a proteger al más débil, a ayudar al más desvalido, tenemos que estar preparados para recibir el menosprecio, la persecución de los más cercanos, incluso de nuestros familiares y amigos. También en ocasiones, la persecución de la misma Iglesia. Sabemos de varios casos en que se ha “echado” de la Parroquia o de una diócesis a personas inocentes, solo por que tal vez "le hace sombra" a alguna autoridad del lugar o por defender los derechos de los más humildes. Por lo menos que no nos sorprenda desprevenidos, significa que estamos en el camino de Jesús. Con todo caminamos con esperanza, siempre la verdad sale a la luz, porque entre las luces y sombras de nuestras familias, sociedad, Iglesia, va caminando con nosotros el Mesías, Jesús de Nazaret.
Mónica, El Abrazo de Maipú – Chile
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