"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

sábado, 18 de abril de 2015

<< SOY YO MISMO >>

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: “SOY YO MISMO”.

Un abrazo... P. Bernardino.




                << SOY YO MISMO >>              

La Iglesia a lo largo de su historia ha tenido periodos muy difíciles, de los cuales ha salido por la fuerza del Espíritu. Recordamos comúnmente el tiempo de la grande corrupción durante la edad media, o la violencia de la represión durante la inquisición. También hoy la iglesia vive un momento oscuro, a pesar de un Papa que la orienta tan claramente a la centralidad del evangelio y del seguimiento de Jesús. El “efecto Francisco” encuentra todavía mucha resistencia, a pesar del gran apoyo popular.


Pero el momento más oscuro y doloroso que han vivido los primeros seguidores de Jesús ha sido sin duda el momento de su pasión y muerte. Los evangelios nos hablan en distintas maneras de la dificultad que han atravesado los discípulos para salir de ese trauma terrible.

Leemos en el evangelio de san Lucas 24, 35-48:

Los discípulos, que retornaron de Emaús a Jerusalén, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”. Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies: soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”.


Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?”. Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y comió delante de todos. Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”.

Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto”.

PALABRA de DIOS






Los dos discípulos de Emaus, Cleofás y muy probablemente su esposa María, regresan a Jerusalén con los ojos encendidos y comparten con los demás discípulos la extraordinaria experiencia del encuentro con el Resucitado, que habían reconocido cuando partió el pan. Había sido el mismo gesto que Jesús había realizado cuando multiplicó los panes, anunciando ya con esa señal su destino de entrega de sí mismo para hacerse pan para todos.


Y de nuevo Jesús se manifiesta a los discípulos en el Cenáculo: “se apareció en medio de ellos”. Jesús en el medio, y los discípulos alrededor suyo, sin ninguna disposición jerárquica. Los saluda con el saludo pascual: "La paz esté con ustedes". Para Jesús está totalmente cerrado el capítulo de la traición y del abandono de parte de sus discípulos durante su pasión y muerte. Sólo ofrece el fruto de la Pascua: la paz, la gran reconciliación, que permitirá a los discípulos mirar al nuevo horizonte que Jesús abre delante de sus ojos.


Pero ellos siguen mirando atrás, a sus sueños mesiánicos destruidos. Para ellos la presencia de Jesús despierta sólo espanto, temor, dudas. No pueden creer que Jesús está vivo, que su muerte por amor haya sido la máxima manifestación de la vida: “Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu”.

Jesús presenta las pruebas de su identidad: "Miren mis manos y mis pies: soy yo mismo. Tóquenme y vean: un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”. No es “un espíritu”, ni es “delirio” el testimonio de las mujeres. Sus manos y sus pies son la prueba de su amor que lo ha llevado a la cruz.El evangelio se detiene en tantos detalles: tocar, ver, mostrar, comer… Es evidente la intención de hacer ver que el itinerario de la comunidad pascual ha sido largo y difícil. Por la fe y la determinación de las mujeres, lideradas por María Magdalena, muy lenta y fatigosamente los discípulos llegan a creer en la resurrección. Y el camino será la relectura de la sagrada Escritura con la mirada en Cristo: “Todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”, y “les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras”. Es el camino ofrecido a los discípulos de todos los tiempos: redescubrir a Jesús a través de las Escrituras, de la historia sagrada del pueblo elegido, y de la historia sagrada de toda la humanidad que confluye en él. Él es la manifestación más alta de la humanidad en camino. En él, en su mensaje pascual de muerte y resurrección, la humanidad encontrará el camino de la reconciliación universal, dejando atrás su historia de violencia e injusticia: “En su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”. Desde Jerusalén, desde el lugar del rechazo y de la crucifixión de Jesús, los discípulos deberán extender este mensaje a todos los pueblos: “Ustedes son testigos de todo esto”.


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