Querido/a Amigo/a:
Envío el breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“En CUANTO a USTEDES…”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Más abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“ELEGIR LO ESENCIAL”.
Un abrazo...
Bernardino
Bernardino
" En CUANTO a USTEDES...".
La radical igualdad de todas las personas...
y todos los pueblos, en la diversidad de las razas y las culturas, es una aspiración profunda de toda la humanidad, pero estamos muy lejos de realizarla. También la Iglesia, que tendría que ser un ejemplo significativo en el mundo, no ha logrado integrarla en su estructura y sus instituciones. Las formas de mayor participación en la Iglesia muchas veces son consecuencia y reflejo de las luchas y conquistas de la sociedad.
Si Jesús volviera hoy...
¿ Qué cambiaría de las palabras que encontramos
en este texto del evangelio de san Mateo 23, 1-12 ?
Jesús dijo a la multitud...
y a sus discípulos: Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
El mayor entre ustedes será el que los sirve, porque el que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado.
Jesús se dirige a la multitud...
y a sus discípulos. Denuncia los abusos de poder de los escribas y fariseos. San Mateo recuerda sus palabras para despertar a su comunidad, que tiene las mismas tentaciones: la falta de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, la búsqueda de prestigio y reconocimiento social, la dominación y explotación del pueblo, multiplicando normas y obligaciones que hacen olvidar la única verdadera obligación que es el servicio a la vida y al amor.
Lo que más nos interesa es la indicación del camino diferente que deben seguir los discípulos de Jesús: “En cuanto a ustedes…”. Esta originalidad del discípulo tendría que verse concretamente: “Todos ustedes son hermanos”: una fraternidad que afirma la plena igualdad de todos y nace de la escucha común del único Maestro, sin que nadie se apropie el derecho de reemplazarlo; una fraternidad que nace del ser todos hijos del Padre celestial, del cual hay que reproducir los mismos rasgos de misericordia y de bondad; una fraternidad que se alimenta de la palabra de Dios y sigue a Jesús como único guía.
El resultado será el revés de los criterios que rigen toda la sociedad. Para la sociedad la grandeza de una persona depende de su poder, su riqueza, su prestigio. En cambio, el discípulo de Jesús está igualmente llamado a buscar la grandeza, rechazando una vida mezquina y sin compromiso, pero su verdadera grandeza será la de servir a los hermanos, y no como los escribas y fariseos, que “atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo”.
Dios reconoce la grandeza del que entrega su vida en el servicio a los demás, y rechaza el orgullo del que quiere sobresalir buscando solamente su propio interés: “El que se eleva será humillado, y el que se humilla será elevado”.
La fraternidad, la igualdad, el servicio, la humildad, son algunas de las características propias del discípulo y la discípula de Jesús. Es la riqueza que pueden ofrecer al mundo de hoy.
TUS COMENTARIOS
SON IMPORTANTES
te esperamos en
SON IMPORTANTES
te esperamos en
Comentario del pasado Domingo OSM 2011
La respuesta de Jesús al doctor de la ley realmente muestra el camino de la vida. No dice "adorarás", o "obedecerás", sino dice “amarás” al Señor tu Dios. El amor del cual habla Jesús es un amor de reciprocidad. Él lo da todo y lo espera todo de nosotros. El amor al prójimo tiene que ser de la misma calidad. Al respecto, aclara mons. Padovese, que fue asesinado por su chofer en Turquía el año pasado: "Si es cierto que quien más ama, más se acerca a Dios, es igualmente cierto que por este camino nos acercamos al verdadero sentido de nuestra existencia que consiste en vivir para los demás". “Señor, correré por el camino de tus mandatos, cuando me ensanches el corazón” (Salmo 119, 32).
Miro, Coyhaique – Chile
* * *
Con referencia a la enseñanza del evangelio, deberíamos recordar las palabras de Luis Espinal que en sus “Oraciones a quema ropa” en una parte dice: “Somos cristianos por costumbre, porque nuestros padres lo fueron”. Estas palabras nos dicen que muy pocos asumimos la enseñanza de amar a Dios y también al prójimo. Para muchos sólo asistiendo a una misa o cumpliendo un rito basta y sobra. Sin embargo, mas allá de golpearnos el pecho, no nos interesa el prójimo, y tampoco nos interesa averiguar quién es nuestro prójimo. Estamos seguros que Dios no es imparcial. En varios lugares de las enseñanzas se puede ver que Dios se parcializa con la viuda, con los niños, los pobres, los enfermos, los ancianos. Si verdaderamente cumpliríamos el mandamiento que dice Jesús, amarlo con nuestro corazón, alma y espíritu, entenderíamos que atender al prójimo es amar a Dios.
Francisco, Oruro – Bolivia
* * *
Sí, hay que comenzar con sentirnos amados, y desde esta medida amar a todos sin distinciones. Amar como Jesús nos ama y aprender a amarnos a nosotros mismos y no hacernos daño con los malos pensamientos, con malos actos. Hay que vivir una vida de amor, dar amor, entregar amor, sin esperar nada a cambio, y toda nuestra vida será mejor. Qué importante es este evangelio: amar al prójimo como Jesús nos ama.
Fernando, Oruro – Bolivia