"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 14 de octubre de 2011

"Al César lo que es del César"




 Querido/a Amigo/a:
Envío el breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“Al César lo que es del César”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Más abajo un aporte-retorno sobre la Virgen del Rosario y el
evangelio del domingo pasado:
 “Inviten a todos

  Un abrazo,  Bernardino

         "Al César lo que es del César"         

La idea de un Estado laico...
que respeta todas las opciones religiosas de sus ciudadanos, sin identificarse con ninguna, es una adquisición relativamente reciente y todavía no completa en muchos países.
No se puede decir que esta temática haya sido propia del tiempo de Jesús, aunque muchas veces se hayan tomado sus palabras u otros textos bíblicos para fundamentar la relación entre Estado e Iglesia, entre poder temporal y poder espiritual, entre el reino de la materia y el reino del espíritu.
En la Biblia encontramos diferentes orientaciones, según los diversos momentos y situaciones en que vivían las distintas comunidades. Una actitud, por ejemplo, es la que manifiestan las comunidades del Apocalipsis, para las cuales el imperio romano es “la Bestia”, y su capital “la gran Prostituta”, destinadas a la caída y a la destrucción; y otra actitud es la de san Pablo, que trata de integrar la presencia de los cristianos en el imperio, presentándola como pacífica y útil al imperio mismo.
Uno de los textos más usados y abusados sobre esta temática, es el que dice: “Den al César lo que es del César; y a Dios, lo que es de Dios”.

                                          

  Lo encontramos en el Evangelio de san Mateo 22, 15-22
 textos paralelos en Marcos 12, 13-17 y Lucas 20, 20-26:

Los fariseos se reunieron para sorprender a Jesús en alguna de sus afirmaciones. Y le enviaron a varios discípulos con unos herodianos, para decirle: “Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios, sin tener en cuenta la condición de las personas, porque Tú no te fijas en la categoría de nadie. Dinos qué te parece: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”.
Pero Jesús, conociendo su malicia, les dijo: “Hipócritas, ¿por qué me tienden una trampa? Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto”.
Ellos le presentaron un denario. Y Él les preguntó: “¿De quién es esta figura y esta inscripción?”. Le respondieron: “Del César”.
Jesús les dijo: “Den al César lo que es del César; y a Dios, lo que es de Dios”.



Los fariseos envían una delegación...
de sus discípulos, con algunos herodianos. Quieren poner a Jesús entre la espada y la pared, con una pregunta tramposa. Conocen bien a Jesús. Tienen elementos para creer en él y darle su adhesión, pero los usan únicamente para intentar seducirlo: lo reconocen sincero, que enseña fielmente los caminos de Dios, con libertad y sin condicionamientos. Quieren saber su opinión sobre los impuestos: ¿Hay que pagar o no el impuesto al imperio romano, que ocupa militarmente y domina el país?

Esperan que Jesús diga que no, que se declare Mesías nacionalista, y en este caso intervendría Roma, que lo consideraría y castigaría como un subversivo. En cambio, si dice que hay que pagar el impuesto, perdería la simpatía de todo el pueblo, que ya había intentado años atrás una rebelión contra el imperio.




Jesús pide que le muestren...

la moneda del impuesto, un denario, que tiene una leyenda y la efigie del César. Las autoridades religiosas de Israel dominan y explotan al pueblo en nombre de Dios y en complicidad con el emperador. Jesús no dice que hay que “pagar” el impuesto al imperio, sino que hay que “devolver” al César lo que es suyo, esa moneda con su figura y su inscripción, es decir: tienen que renunciar a toda complicidad con el poder, que les da tantas ventajas económicas que vienen de la dominación sobre el pueblo: romper esa alianza, terminar con esa atadura, abandonar la solidaridad con el imperio, devolver “al César lo que es del César”. Y en el mismo tiempo dejar que el pueblo pueda volver a alabar a Dios en libertad y alegría: “Devuelvan a Dios lo que es de Dios”. El pueblo es de Dios.






                                                                        
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 Comentario  del DOMINGO PASADO                                                                   OSM  2011 


Inviten a todos
Cada vez estoy más convencido de que la salvación es realmente para todas las mujeres y hombres de buena voluntad, y esta clase de personas están por todo el mundo, en todas las religiones y culturas. Gran parte de mi alegría es saber esta buena noticia: que Jesús ama a todos, sin fijarse en el credo al que pertenezcan, sin fijarse en el color de la piel o la formación académica o las preferencias de vida. Cuantas mujeres y hombres, si supieran esta gran noticia de amor de salvación, cambiarían de camino y se irían al camino de Jesús.


Sobre el Rosario
Yo siento que el rezo del Rosario es una oración para pedir a Dios por los demás; no creo que sea para pedir para nosotros mismos. Es por eso que en cada misterio, al inicio del mismo se debe decir una intención (5 misterios, 5 intenciones: 1ro.: por los enfermos; 2do.: por los difuntos; 3ro.: por nuestras familias; 4to.: por los huérfanos, los ancianos desamparados, los encarcelados y los que sufren en al alma o injusticias; 5to.: por nuestras intenciones personales, que el Señor bien conoce. Si no ponemos intenciones es pensar solamente en nosotros y en nuestra salvación individual. Las intenciones hacen que el rezo deje de ser refinadamente mecánico y egocéntrico.

Salvador, Oruro – Bolivia

* * *
Este texto un poco me desconcierta. No creo estar diciendo una barbaridad... Si bien al principio es todo entusiasmante, con invitación y todo, y que frente a la respuesta negativa de unos, el rey no decae en su entusiasmo de que celebremos el banquete y vuelve a invitar, queriendo una mesa para todos. Esto claro que entusiasma, y uno dice ¡que bien!, buenos y malos podemos sentarnos a su mesa y Él es bueno con todos... En nuestra realidad de comunidades cristianas, estamos en las mismas: Él invita, invita, invita y son ahora menos que nunca los que se desean asistir al banquete, que desde el "hoy" lo empezamos a vivir, y los que antes fueron invitados presentan un millón de escusas para no asistir... y en la mesa quedan muchos lugares sin ocupar y a veces quedan vacíos, porque el que me tocó de compañero de mesa no es de mi categoría, no me agrada, y al final el desconcierto. Si bien están todos invitados, no falta el que se cree que pasará desapercibido y Dios que todo lo ve le nota su arrogancia, su creerse que lo estaba haciendo regio, y puchica que somos muchos de estos y entonces: ¡fuera! arrogancia, orgullo, indiferencia, intereses económicos, superficialidad, opresión, todo aquello que no permite que todos se sientan invitados al banquete. Esto desconcierta por que al fin y al cabo no todos los buenos y malos podrán disfrutarlo.
Espero no ser tan arrogante y pedir siempre que él tenga piedad de mis debilidades, por que de verdad no quiero perderme el banquete final.
Me encantó en la eucaristía de este domingo poder saludar a un joven recolector de basura con su compañera, que se han motivado para bautizar a su hijo. Me parece que no están casados, ¡que horror! ¡Para mí él está reinvitado el banquete! Qué pena por los que sólo lo ven como el "basurero" y no han visto que ha sido invitado al Banquete de honor.

Hilda, Llo Lleo – Chile
* * *
Nos comportamos como el pueblo de Israel, que en las dificultades nos acercamos a Él y en tiempo de bonanza nos alejamos.
Es por eso que debemos pedirle al Señor, en todo momento que nos ayude a perseverar en su santo servicio, para ser cada vez más dignos de su gracia. Cuán importante es tener en cuenta el llamado que nos hace a participar de la patria definitiva. Y debemos estar preparados, con el traje que corresponde a los hijos del Señor. Al igual que Jesucristo debemos hacer su voluntad, ir despojándonos de todo lo que es un obstáculo para nuestro caminar, que es ir a la casa del Padre. Nuestro encuentro personal con Él es el juicio donde dejamos este mundo. Estemos purificados para estar en su presencia.
María Teresa, Santiago – Chile





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