"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

martes, 4 de octubre de 2011

Nuestra Señora del Rosario



 Querido/a Amigo/a:

Este viernes 7 de octubre es la fiesta de Nuestra Señora del Rosario.
Envío un breve comentario sobre el Evangelio de ese día. Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Más abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“Las piedras rechazadas”.


Un Abrazo
Bernardino
         Nuestra Señora del Rosario   

La devoción a Nuestra Señora del Rosario...
es muy difundida en Bolivia y en todos los países de América Latina. En el Departamento de Oruro hay muchas imágenes y templos dedicados a Nuestra Señora del Rosario, incluso la Parroquia del Rosario en la misma ciudad, fundada y conducida por los Jesuitas.

La forma más conocida de esta devoción mariana es la oración del santo Rosario, che muchas personas y grupos rezan diariamente. Nos dice el papa Juan Pablo II en su carta apostólica “Rosarium Virginis Mariae”: “El Rosario de la Virgen María, difundido gradualmente en el segundo milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos santos y fomentada por el magisterio. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en Cristo. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio”.


                                  

Para la Misa de la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario ha sido elegido el texto del evangelio de san Lucas 1, 26-38, que nos habla de la anunciación del Ángel a María:

El Ángel Gabriel fue enviado por Dios...
a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María. El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo. Pero el Ángel le dijo: «No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin».
María dijo al Ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relación con ningún hombre?» El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios». María dijo entonces: «Yo soy la servidora del Señor, que se haga en mí según tu Palabra». Y el Ángel se alejó.


En general, estamos acostumbrados a leer por separado en el evangelio de san Lucas la anunciación del Ángel a María, mientras que sería oportuno leer siempre juntas las dos anunciaciones: la anunciación a Zacarías, y la anunciación a María. Si se comparan los dos relatos, aparecen detalles muy importantes.
En la primera anunciación el Ángel Gabriel se presenta a Zacarías, un anciano, sacerdote, varón, cumplidor de la Ley, en el templo, designado a entrar en el lugar más sagrado del templo, en la hora más sagrada del día, en la ciudad santa, en Judea, la región más ortodoxa.
El mismo Ángel, seis meses después, se presenta a una mujer, joven, que no tiene el amparo del padre, ni todavía del esposo, en Galilea, una región poco confiable por la penetración de creencias paganas, “Galilea de los gentiles”, en un pueblito totalmente desconocido, Nazaret, en un lugar indefinido: “entró donde ella”.
Zacarías no cree en el anuncio del Ángel, y queda mudo. Y queda mudo el mundo que él representa: el mundo del templo, de los sacerdotes, senadores, varones, el mundo del poder sagrado.
En cambio, María cree, y estalla con el canto: “Todo mi ser proclama la grandeza del Señor”.
María representa un mundo nuevo, una humanidad nueva, una tierra virgen, abierta al amor gratuito de Dios. Cuando ella se pregunta por qué Dios la ha elegido como madre del Salvador, tendrá una sola respuesta: “Ha mirado la pequeñez de su sierva”.

Dios había hecho un pacto, una alianza con el pueblo de Israel, manifestada en la entrega de las tablas de la Ley. El pueblo renovaba ritualmente esa alianza, y escuchando los mandamientos del Señor, contestaba: “Nosotros haremos todo lo que Dios nos ha dicho”. En realidad era una promesa que luego el pueblo no cumplía.
En cambio, María sí. Repite las mismas palabras de la renovación ritual de la alianza antigua, y en su «sí» ya empieza una alianza nueva, que será sellada en la sangre de Jesús. La relación entre Dios y el pueblo elegido en el lenguaje de los profetas era vista como una relación conyugal, y el «sí» que repetía el pueblo en la renovación ritual de la antigua alianza era como renovar las promesas matrimoniales.
En la Anunciación es María la esposa, que dice «sí» en nombre de la humanidad entera, llamada a abrirse a la buena noticia de Jesús y a seguir su camino. Es el «sí» personal de María, y es nuestro «sí» al Señor.


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   Comentario  DEL PASADO DOMINGO                           OSM  2011      
 
En el contexto o el lugar y tiempo que Jesús presenta esta parábola, los sacerdotes y fariseos eran parte de un sistema que aparentemente era religioso, pero fundamentalmente político, que se enriquecía a costa del pueblo. Los pobres, las prostitutas, los enfermos y principalmente las mujeres eran excluidos. Inicialmente Jesús quiere denunciar la ambición por el poder, apoderándose de lo que no les pertenece. Luego, cuando Jesús les hace la pregunta: “¿Qué creen que hará el dueño?”, ellos insisten en manifestar su codicia: para ellos no importa matar al hijo del dueño, pero deben apoderarse de lo que no les pertenece.
Los recursos naturales y toda la riqueza que ha sido explotada en nuestra patria Bolivia y Latinoamérica son parte de la viña que el Señor quiere poner al servicio del pueblo. Sin embargo, quienes se han creído dueños a titulo de ser cristianos católicos, en un sistema de corrupción, con medios de comunicación a su servicio, debido a su ambición han arrendado esta viña a otros para que la saqueen. Luego debemos entender, cuando Jesús les dice a quienes se han apoderado injustamente de “su” viña, que los despreciados, es decir los pobres, los marginados, quienes son excluidos, van a ser la piedra angular de la construcción de un reino diferente, donde la justicia y el derecho sean los instrumentos de una verdadera liberación.
Francisco, Oruro – Bolivia

* * *
El Señor es el dueño de la viña y nosotros sus operarios que debemos trabajar para la gloria y alabanza de nuestro Señor, porque junto a Él nada nos falta, es Él quién provee de capacidades, potencialidades, todo lo que necesitamos, para trabajar en pos de su viña. Adueñarnos de su viña, creyendo que nosotros somos lo más importante, con nuestras capacidades humanas, es proceso por el cual pasamos, creyéndonos superiores al resto. Y el Señor, con su infinita bondad, nos va instruyendo en sus lecturas, y de otras maneras, que todo es para el bien de los que lo aman, y gracias a su gran misericordia que nos ha llamado.
Sepamos reconocer que todo es obra de sus manos y nosotros somos ese instrumento por el cual él se manifiesta, dándonos todo lo necesario para su manifestación y gloria.
María Teresa, Santiago – Chile

* * *
El seguimiento a Jesús es exigente y la tentación del poder nos atrae a todos antes o después. Creo que el desafío es estar atentos y no dejarnos envolver ni distraer de lo verdaderamente valioso; desprendernos de las cosas que nos atan y no nos dejan crecer. Eso de una humanidad nueva, reconciliada y pacífica parece muy lejano a veces. Sin embargo se pueden encontrar personas y lugares donde se construye, junto a los excluidos, los diferentes, los despreciados, un camino hacia la valoración de los otros, hacia el respeto y el reconocimiento de su dignidad. Hay mucha gente que se suma cuando encuentra un grupo de personas abiertas y solidarias, que trabajan por integrar a los más olvidados y hay que arrimarse y ayudar a que se sumen más. Ahí están los frutos. La tarea es multiplicar esas experiencias.
Lucía, Montevideo – Uruguay
* * *
“La tentación del poder es permanente, y para todos”. Vale también para nosotros: el que tiene que estar al servicio se hace dueño, en la sociedad y en la iglesia.
Las piedras rechazadas son la mayoría de la humanidad, que vive en condiciones de grave pobreza por el egoísmo de los países privilegiados, que se hacen dueños de los recursos del mundo.
Pedro, Cochabamba – Bolivia



ABECEDARIO CRISTIANO
 



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