"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 11 de noviembre de 2011

“TUVE miedo”.



















Querido/a Amigo/a:

Envío el breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“Tuve miedo”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
En el archivo adjunto, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: “Las diez jóvenes”.

       Un abrazo.
       Bernardino



                              "Tuve miedo".                       

Tendríamos que reflexionar...
muy a menudo sobre las verdaderas motivaciones que mueven nuestra vida, lo que hacemos y decimos, y lo que dejamos de hacer y decir.
Jesús nos dice que todo tendría que estar movido por un amor concreto, como el suyo, pero muchas veces pueden ser otras las preocupaciones, conscientes o inconscientes, que motivan nuestras actitudes: podría ser el interés personal, el deseo de dominar, el placer, la seguridad que creemos podría darnos la acumulación de bienes. A veces podría ser un sentimiento muy profundo que nos cuesta reconocer y dominar, el miedo, como nos dice la parábola de los talentos en el evangelio de
San Mateo 25, 14-30:
Lectio Domingo 13 de Noviembre 2011

Jesús dijo a sus discípulos...
esta parábola: El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.
En seguida, el que había recibido cinco talentos, fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos, ganó otros dos, pero el que recibió uno solo, hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.
Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».
Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!». Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes».


Es una parábola que no es fácil interpretar. Instintivamente la leemos con las claves de lectura que nos ofrece la sociedad de hoy: profundamente injusta, que distribuye mal los recursos y favorece siempre al más fuerte y al que más tiene.
La propuesta de Jesús es diferente. Habla de un hombre que salió de viaje y confió sus bienes a sus servidores. Es la condición de soledad de la humanidad, y más específicamente de los discípulos y discípulas de Jesús, que tienen que vivir su situación histórica sin la presencia visible de un Dios que solucione mágicamente todos sus problemas. Pero tienen los bienes que les han sido confiados, los talentos, repartidos en distintas maneras.
Hay que fijarse bien sobre el sentido de los talentos. No se trata de dones y recursos personales que hay que “negociar” para multiplicarlos. Muchos se limitan a esta interpretación. Ni se trata de los “carismas” personales, que cada uno debe usar no para sobresalir sino para la construcción del bien común.

Los talentos representan el valor enorme del patrimonio de enseñanza y ejemplo que Jesús nos dejó: su palabra, el anuncio del Reino de Dios, la fuerza de su resurrección y el don del Espíritu.
La “rendición de cuentas” al regreso del Señor no quiere orientar nuestra mirada hacia un juicio futuro, sino hacia el presente: ¿Qué hacemos con la riqueza de este patrimonio que nos ha sido confiado? ¿Cuál es nuestra respuesta personal? ¿Qué hacen los discípulos y discípulas de Jesús comunitariamente? ¿En qué medida el mensaje liberador de Jesús ha hecho fermentar la historia y ha transformado a la humanidad?
Algunos de los “servidores” pueden decir que el patrimonio recibido ha fructificado abundantemente, y para ellos el premio va más allá de cualquier mérito: “Entra a participar del gozo de tu señor”.


Pero hay quien “tuvo miedo”, y fue a “enterrar su talento”: el miedo que paraliza, que ata, que impide que la fuerza liberadora del evangelio nos renueve y nos comprometa en la renovación de la sociedad: una vida perdida, tal vez exitosa aparentemente pero vacía por dentro, sin sentido, que manipula la misma imagen de Dios: “sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido”. No conoce la grandeza de un Padre lleno de misericordia y ternura y no se abre a “la confianza que vence el miedo”.

 

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  Comentario del pasado del DOMINGO PASADO                                     OSM  2011  

La enseñanza de Jesús sobre el “Reino” tiene varias formas. Por este motivo cuando compara la previsión de cinco jóvenes y el descuido de las otras cinco a la espera de su boda, nos propone la necesidad que hoy debemos tomar para ser parte de la construcción de una sociedad de justicia y derecho, con solidaridad, donde se viva en comunidad, donde abunde la fe en un Dios bueno y parcial con los pobres, principalmente pensando y viviendo no sólo en el más allá, sino ahora en los inicios del siglo XXI, donde lamentablemente abunda el egoísmo, la traición y la muerte.
Las previsoras se compararán con quienes dan un minuto de su vida para acercarse a los más necesitados, enseñar la verdad, no someterse a prejuicios y vivir para servir sin necesidad de ser esclavos.
Y las descuidadas seguramente serán quienes ven el dinero como máxima prioridad en su vida, por un negocio aplastarán a los más necesitados y seguramente pensarán primero en ellos, luego en ellos y finalmente sólo en ellos.
Francisco, Oruro – Bolivia

* * *
Esta vez respondo dejándome guiar por el comentario de la “Leyenda sobre el origen de la Orden de los Siervos de María”, n. 39. "Nuestros Primeros Padres llevaban ya listas sus lámparas en las manos. De hecho tenían un vaso de oro, es decir, el corazón puro en donde preparaban un lugar al Amado; llenaban el vaso con el aceite, es decir, llenaban el corazón con aquel amor con el cual esperaban al Amado en la alegría".
Me parece que el anuncio de la parábola y el comentario de la “Leyenda” apunta a que el amor misericordioso de Dios encuentre un corazón dispuesto a recibirlo, mi corazón en este caso, nuestros corazones. Es esta una riqueza inmensa que debe fructificar en quien la recibe hasta la identificación con Cristo. Es ésta una urgencia: "la caridad nos urge" para el bien mío y de mis hermanos.

Miro, Coyhaique – Chile

* * *
“El gozoso regreso a la casa del Padre”: creo que esta frase sintetiza lo que debe y cómo debe vivirse la vida.
Durante estos días la imagen de Cristo Rey, que nuestra parroquia tiene como patrono, está recorriendo cada comunidad. Claro que es una imagen con Cristo sentado sobre un trono, con el mundo en las manos, que para nada refleja al Rey que muere en la cruz por amor, y que desde allí es donde realmente reina. Pero en fin, aún con esa imagen algo compartí hoy con los hermanos que llegaron al momento de oración. La liturgia nos ayuda con los textos que nos ofrece, a ir tomando cada día más conciencia de cómo estamos viviendo el tiempo que de prisa vuela. Inicié con una estrofa de un canto: "Señor, Tú eres la persona más importante en este lugar. Rey de reyes, Señor de señores, Tú eres Aquel que mi vida cambió”. Cada uno iba expresando su experiencia de vida en relación al Rey de reyes, de cómo Él ha ido actuando en ella, intercalando la estrofa del canto. Y así fuimos tomando conciencia, desde el texto de este domingo, de nuestro caminar con Dios, cómo Él ha ido actuando en nuestras vidas y que tan Rey ha sido en ellas.
Si cada día es Él, el Rey en nuestro actuar, en nuestro decir, cargándonos con lo necesario para poder recibir su llegada, creo que seremos reconocidos, porque todo lo hemos hecho en ÉL, para Él y con Él, porque reina en lo profundo, y todo lo que nos moviliza está inmerso en Él.
Sobre todo en estos tiempos creo que urge reconocer la presencia del Rey de reyes en nuestras vidas, de poder conocer qué tenemos y qué nos falta para el encuentro con Él. Cada día regreso hacia Él y que rápido se hace cuando pasan los años, cada día el regreso se hace más corto. Por lo tanto no debo quedarme dormida, urge que pueda hacer bien el bien que me permite realizar. Lo poco y nada que he realizado hasta ahora me da la gracia de poder ir regresando con gozo, aunque por ahí mi lámpara se vacía, pero confío siempre, eso sí, en su infinita misericordia y paciencia para conmigo.

Hilda, Llo Lleo – Chile

* * *
Es verdad. Debemos reflexionar de cómo vivimos, para darnos cuenta si el camino recorrido nos lleva verdaderamente al encuentro con nuestro Padre. Quizá nos falta adentrarnos más en nuestro interior, y ver quién está ahí. Quién es el que realmente habita nuestro corazón. ¿Nuestras preocupaciones? ¿Nuestros miedos? O más bien, ¿miramos nuestro propio ombligo? Personalmente pienso que debe haber una conexión diaria con Jesús, para que nuestro corazón vaya cambiando según su voluntad. Estar preparados es simplemente dejar que Jesús habite nuestro corazón, y que nos entreguemos totalmente en sus manos. Él de a poco nos irá cambiando ese corazón de piedra que tenemos, y nos irá enseñando cómo cimentar nuestra vida en él y en su amor y así llegar a su encuentro con nuestras lámparas encendidas.
Qué la misericordia infinita de Dios, nos ayude a mantener la lámpara encendida en nuestro caminar hacia la Vida Eterna y que él sea, en definitiva, la roca donde cimentamos nuestra vida.


Lorena, Santiago – Chile


 



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