QUERIDO AMIGO / AMIGA
Te envio un breve COMENTARIO sobre el EVANGELIO de este Domingo 7mo del tiempo Ordinario en nuestro Ciclo "B":
"TUS PECADOS TE SON PERDONADOS".
Como sabes la REFLEXION es sólo una sugerencia inicial para elaborar comentarios colectivos, así con tu experiencia aportas al grupo cuando quieras y si lo quieres... luego todos nos beneficiamos de la experiencia de fe del otr@ .
Abajo el aporte-retorno sobre el Evangelio del pasado domingo:
"EXTENDIO LA MANO Y LO TOCO"
Abrazos, Bernardino
"TUS PECADOS te son PERDONADOS"
Oprimidos por el complejo de culpa. Hay personas que no logran levantar vuelo, asumir con energía positiva la vida y desarrollar todas sus potencialidades, porque están aplastadas por el peso de sus culpas, a veces sin tener clara conciencia de cuáles son y por qué condicionan tanto.
Tenemos un bellísimo texto en el evangelio de san Marcos, que nos indica el camino que Jesús nos propone para una vida plenamente libre y feliz, no atada al pecado y al peso del pasado.
Leemos en Marcos 2, 1-12:
Leemos en Marcos 2, 1-12:
Jesús volvió a Cafarnaúm y se difundió la noticia de que estaba en la casa. Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y El les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no podían acercarlo a El, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico. Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior: "¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?".
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: «¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: "Tus pecados te son perdonados", o "Levántate, toma tu camilla y camina"? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: «Nunca hemos visto nada igual».
Palabra del SEÑOR.
Palabra del SEÑOR.
COMENTARIO
Jesús está “en la casa”...
No es sólo la casa como edificio, sino la casa como comunidad, como nueva familia que él está construyendo y que alimenta con su Palabra, con una propuesta abierta y universal. No es fácil entrar en la casa, por el instinto de exclusivismo de los primeros invitados. Otros vienen del norte y del sur, del este y del oeste, cuatro hombres trayendo a un paralítico. Es nuestra humanidad herida, que busca sanación y vida. No hay obstáculos que puedan impedir acercarse a Jesús. Los que llevan al enfermo, con una originalidad increíble, abren un boquete en el techo y descuelgan la camilla con el paralítico delante de Jesús.
Lo que dice Jesús es...
el mensaje más seguro y definitivo: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. “Hijo”: cualquier persona seas, de cualquier lugar vengas, cualquier sea tu pasado, eres hijo, hija. ¡Vive! No hay culpa que pueda impedirte vivir. Nada puede separarte de la plenitud de la vida. El encuentro con Jesús-vida te pacifica y reconcilia contigo mismo, con Dios, con todo el mundo.
Jesús, frente al escándalo de los sabios, que no reconocen en él la manifestación de la voluntad del Padre, hace más visible la liberación y sanación del paralítico. Le manda: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”: seas dueño de tu pasado, de tu camilla de enfermo, para salir al encuentro de la vida. “Levántate”: éste es el mandato que resuena para siempre, para todos los que se sienten paralizados por la culpa. “Y vete a tu casa”: no debes abandonar tu cultura, tus propias raíces. Esta liberación devuelve la persona a sí misma, feliz de ser lo que es y abierta al futuro.
Desde siempre la iglesia...
confiesa que objeto de su fe no es el pecado, aunque tenga todos los días la experiencia de su fragilidad y sus límites. Proclama con incontenible alegría y esperanza: “Creo en el perdón de los pecados”. Esta certeza nos permite liberarnos de nuestros complejos, abrirnos confiados a la vida, con un corazón agradecido, en armonía y paz.
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COMENTARIOS DEL DOMINGO PASADO
"Extendió la mano y lo tocó". Lo que más me llama la atención en esto es el "atrevimiento que tuvo el leproso para tocar a Jesús". Claro, porque ya al saberse excluido de la sociedad judía y de quienes detentaban el poder religioso, ¿para qué siquiera acercarse? Nuestra sociedad, marcada por el consumismo y el cuidado de la imagen, a veces nos aleja de los valores más fundamentales y sencillos de la solidaridad y de la amistad. Porqué no decirlo, también de disfrutar de los cotidiano, olvidándonos de los sencillo y linda que es la vida. Así el leproso se acercó sin temor y sin vergüenza; creo que debemos acercarnos a disfrutar de esta vida que Dios nos regaló maravillosamente, viviendo en lo cotidiano y en lo sencillo, cultivando los valores de la amistad y de la solidaridad sin que nos importe mucho la "imagen de debemos cuidar". Nosotros debemos integrarnos en la sociedad y no esperar que la sociedad nos integre, ya que muchas veces esta sociedad es tan excluyente en todo sentido. Entonces, jalemos la mano e insertémonos en este mundo maravilloso que Dios nos lo dio, y juntos crezcamos en la fe, el amor, la solidaridad y la justicia.
Julián Arias, Oruro – Bolivia
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Qué pena, ¿no? Las personas que se consideran puras se pasan la vida juzgando a los demás y hacen tanto énfasis en la “conducta correcta” que pierden de vista el crecimiento espiritual que deviene de la relación personal que uno tiene con Dios; y no sólo del cumplimiento de los códigos éticos que, muchas veces, son impuestos por la religión. Y lo peor de todo es que sólo son capaces de ver la paja en ojo ajeno y ni se dan cuenta de la viga que tienen en el suyo.
Liz, Oruro – Bolivia
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Como en los evangelios anteriores, Jesús vuelve a poner a la persona concreta, al ser humano por encima de cualquier ley o institución. Si nosotros tuviéramos la misma convicción y seguridad en Jesús que tiene el leproso, y actuáramos en consecuencia, acercándonos a los excluidos como a hermanos, el camino hacia un mundo nuevo y mejor sería más cercano y posible. Nosotros también podríamos ser purificados y sanados de egoísmos y ansias de poder, si verdaderamente viviéramos el amor y la solidaridad que Jesús vivió. Cada día hay que volver a hacer el intento de construir nueva humanidad por nosotros y por los otros.
Lucía, Montevideo – Uruguay
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"No le digas nada a nadie". Sorprende que, una vez más, Jesús esté pidiendo de no hablar de su persona. Parece decirnos: lo que realmente importa son ustedes mismos, los que se están liberando de la exclusión y la soledad, la erupción del Reino de Dios en este mundo. Jesús mismo se pone en la sombra del Plan del Padre. Todos los cristianos tenemos la misión de dejarnos tocar por Jesús y de procurar que los demás – grupos, situaciones, personas – sean tocados por Jesús, sin que por eso siempre tengamos que mencionar su nombre. Lo que importa es la sanación de la sociedad, para que haya menos discriminación y más solidaridad. No hagan o no digan nada, pide Jesús, que pueda perjudicar esta misión.
Pero, sí, a los que consideran que, por ser ya "puros", no deben ser tocados por Jesús, hay que darles testimonio de las maravillas que Jesús está obrando en este mundo, a veces sin su "etiqueta".
Gran tarea para la Cuaresma: al supuestamente "puro" (y por eso impuro) que está en cada uno de nosotros, en nuestra iglesia y sociedad, dejarlo tocar por la mano ya extendida de Jesús.
Gilberto, Oruro – Bolivia
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La confianza del leproso, que sabiendo que estaba impuro se acerca a Jesús para pedirle que si quería lo sanara. Me impresiona la actitud de conmoción ante el leproso en que le dice “lo quiero”. Es esa actitud de Jesús que tiene con nosotros, espera que le pidamos ayuda, pero nuestra lepra no nos deja ver la misericordia de Dios, nuestra lepra del egoísmo, soberbia, autosuficiencia. Nuestros egos nos impiden ver la misericordia divina. Pido a Dios que nos libere de esa lepra que no nos deja amar a los hermanos y ser misericordiosos con ellos.
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