QUERIDO /A AMIGO/A
Envío el breve comentario sobre el EVANGELIO de esta IV SEMANA de CUARESMA2012 titulada:
"DIOS AMÓ TANTO AL MUNDO"La reflexión es sólo una sugerencia inicial para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con tu experiencia y reflexión. Cuando desees esperamos tu aporte para ser compartido en el grupo.
Abajo el APORTE - RETORNO sobre el Evangelio del Domingo tercer de Cuaresma2012:
"LOS ECHÓ A TODOS"
Un Abrazo
Bernardino
"Dios tanto amó al
mundo"
La palabra “mundo” puede hacer referencia a
una realidad muy compleja, que cada uno puede tomar con un significado
diferente. El mismo evangelio de san Juan usa la palabra “mundo” a veces para
referirse a toda la humanidad, que Dios ama y quiere feliz; otras veces para
referirse a esa parte de humanidad, a las fuerzas y a las personas, y a los
criterios que se oponen al proyecto de Dios manifestado en Jesús, y se resisten
a su luz.
Leemos
en el Evangelio de san Juan 3,
14-21
Dijo
Jesús:
“De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el
desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en El tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al
mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en El no muera,
sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo se salve por El. El que cree en El, no es condenado; el
que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único
de Dios.
En
esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las
tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la
luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En
cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga
de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios”.
Palabra de DIOS
COMENTARIO
El Hijo
del Hombre,
el hombre verdadero y maduro, es Jesús. En Él se manifiesta cómo
cada ser humano puede realizarse plenamente, identificándose con él,
reproduciendo su amor. El destino de Jesús es ser “levantado en alto”,
glorificado en la cruz, para que todos lo vean, y todos sepan hasta qué punto
puede llegar el amor. Desde la cruz, él derrama vida para todos, y los que la
acogen van a tener una vida que no tiene fin. La “gloria” de la cruz es el revés
de la “gloria” del poder.
Se puede
entender esto, recordando algo parecido que encontramos en el Antiguo
Testamento, en el libro de los Números. Durante la travesía del desierto, el
pueblo de Israel conoció momentos de grandes pruebas, por su falta de fe, por
sus celos y conflictos, por sus rebeldías. Una de esas pruebas fue la plaga de
las serpientes venenosas que mordían a la gente causándole muerte. Por
sugerencia de Dios, Moisés liberó al pueblo levantando en un poste una serpiente
de bronce, de manera que si uno era mordido, levantando la mirada a la serpiente
de bronce quedaba sano. De un modo parecido, la humanidad mordida por la
serpiente antigua, la que tentó al pecado y causó la caída de los padres de los
orígenes, puede encontrar la salvación y la vida mirando a Jesús levantado en la
cruz. Él es la manifestación del amor de Dios para con la humanidad, porque
“Dios amó tanto al mundo, que
entregó a su Hijo único para que todo el que cree en El no muera, sino que tenga
Vida eterna”: un amor ofrecido a todo el mundo, sin ninguna discriminación, y
que espera una respuesta de fe para que la vida fluya en el creyente para
siempre. Hace falta levantar la mirada a él, quitándola de las cosas que nos
hacen arrastrar en el suelo, sujetos a la mordedura de la serpiente
venenosa.
Dios se ofreció a sí mismo en su hijo,
Dios se ofreció a sí mismo en su hijo,
para acoger todo el sufrimiento y toda la miseria
humana y dirigir a la humanidad hacia un camino nuevo, la realización de su
Reino de justicia y de paz. No ha venido para juzgar, para condenar. Nadie es
inocente. La salvación es ofrecida gratuitamente a todos. La tragedia se puede
dar cuando el hombre decide rechazar este amor gratuito, y prefiere “las
tinieblas a la luz”, porque la luz podría revelar la maldad de sus obras. Seguir
a Cristo luz, la luz que es la vida, es la verdadera vocación de la humanidad.
Él cumple la profecía de Isaías: “Yo, el Señor, te llamé en la justicia, te
sostuve de la mano, te formé y te destiné a ser alianza del pueblo, la luz de
las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión
a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas” (42,
7).
Siguiendo a Cristo...
luz de todos los pueblos, llegaremos a ser un
reflejo de su luz, como nos recuerda el mismo Isaías (58, 7-10): “Si compartes
tu pan con el hambriento, y albergas a los pobres sin techo, si cubres al que
está desnudo y no te despreocupas de tu propia carne, entonces despuntará tu luz
como la aurora… Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la
palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la
penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el
mediodía”.
Cada
expresión de la religiosidad humana, desde la más elemental a la más refinada,
ha construido templos, centros destinados a expresar y transmitir las verdades,
las esperanzas, los ritos, las formas organizativas que nacen de una visión
particular del destino del hombre. El templo no es sólo el edificio
arquitectónico, sino también el conjunto ideológico, cultural, producido por
una experiencia religiosa original. La palabra “templo” incluye todo un
conjunto de doctrinas, leyes, ritos, organización que caracterizan una religión
histórica, y que dan cuerpo visible a la invisible Palabra bajada del cielo.
Ahora,
por una ley fatal que se repite cíclicamente, las formas exteriores, con el
andar del tiempo, pierden su vinculación con la Palabra invisible, se endurecen
en sus expresiones racionales y en manos de hombres no más vinculados con la
vitalidad originaria de la Palabra, se transforman en instrumento de
dominación. El templo entonces se transforma en Torre de Babel, que aun
teniendo la intención de unir la tierra con el cielo, de alcanzar la cima que
llega hasta el cielo, no lo logra por la incapacidad de los constructores de
entenderse: han perdido la Palabra.
Pero,
a pesar de la incapacidad humana de los constructores, a pesar de la
insuficiencia y la temporalidad de los templos edificados, la Palabra eterna
sigue su construcción de un templo no edificado por manos de hombre. Cada vez
que la casa del Padre se transforma en plaza de mercado, Él la destruye para
crear una que corresponda más a la verdad y grandeza de la conciencia humana,
que aún viviendo en el tiempo, está llamada a vivir en la eternidad.
P. Giovanni,
enviado por Toni, Siena – Italia
* * *
En
este tiempo de bullicio, es difícil interpretar lo que Dios quiere. Para vivir
cristianamente necesitamos hacer algo de silencio. Hay tantos profetizando y
pecando a la vez. Nos hacen faltan hombres y mujeres más auténticos y buenos.
La bondad lleva la semilla del amor, se hace explícita y visible hacia los
hermanos. Hay que procurar que la familia se enriquezca en amor. Recordemos que
alguien en un momento específico sembró en nosotros las certezas de amor que
nos acompañan. En el mundo hay tantos niños y jóvenes que viven el horror del
desamor y la no consideración.
Aprendamos
a darnos, silenciemos la soberbia de las aberraciones cotidianas, seamos signos
de paz, vayamos con dignidad revelando en nuestros actos que Cristo es amor. Al
llenarnos de amor, nos acercaríamos al Padre, así se pierde el miedo, y nace la
esperanza.
La
evangelización, es hacer que sea posible que crezcan nuestras capacidades de
comunicación y discernimiento y se llene el corazón de luz, que el Espíritu se
coloree con matices propios. El discernimiento no se impone, nuestra
inteligencia obra cuando es el tiempo justo. Los cristianos no necesitamos más
que darnos la posibilidad de comunicar a través de las obras, sin mirar a los
demás como objetos sino como dignos hijos de nuestro Padre Dios. Se va
aprendiendo paso a paso, lo que es la dignidad. Los hombres y las mujeres que formamos
la Iglesia, estamos conscientes de nuestra precariedad.
Gracias por esta
Palabra que me llega como un soplo para rejuvenecer mi alma.
Guadalupe,
Coyhaique – Chile
*
* *
Si Jesús viviera
este tiempo, si pudiese opinar sobre lo que hoy se vive en la Iglesia Chilena,
tal vez tendría una reacción muy parecida a la de esta lectura. Sin duda nos
cuestionaría, por ejemplo, respecto de las causas del fenómeno Karadima,
sacerdote acusado de abusos, y que ejerció un embrujo en tantos jóvenes de la
Parroquia El Bosque. Las razones por las cuales gozaba también de gran apoyo de
la alta jerarquía eclesial. El sacerdote Sergio Pérez de Arce, ex provincial de
la congregación de los Sagrados Corazones, da una explicación para ese fenómeno,
que es bastante dura: este embrujo se debe a que en la Iglesia se valora “la
cercanía al poder, la sobrevaloración de los ricos en la Iglesia, el
clericalismo, la obsesión por las vocaciones sacerdotales y el cultivo de una
religiosidad individualista no integral". Son realidades que han ejercido
una fascinación desmedida y han acallado la única fascinación que de verdad
importa: Jesús y su Reino.
De todos
modos, no quisiera dejar de reconocer que hay numerosos signos del Reino en
medio de nosotros. Por ejemplo, en la gente humilde que trabaja sirviendo
muchas veces en el anonimato y que son una invitación a confiar en que si
abrimos las puertas de la Iglesia, Jesús nos ayudará a transformar esta
realidad. Tal vez los frutos no los veremos, pero no por eso hay que dejar de
sembrar.
Creo que
tenemos un gran desafío: reconstruir nuestra Iglesia chilena cambiando el eje
del poder patriarcal, poder del experto, al poder del amor y el servicio, reconociendo
nuestras debilidades, para que esta realidad vaya cambiando, dando paso a una
Iglesia entre todos, una Iglesia inclusiva, con participación de los excluidos
de siempre, para que logremos la humanización o el cambio de nuestras
estructuras eclesiales, que permitan el cultivo del amor y la fraternidad en
las comunidades, con espacios de crecimiento integral.
Señor, la
Iglesia que tu fundaste, la Iglesia que tanto amas, está enferma... Con todo,
nos ponemos en tus manos... Ayúdanos a dejarnos sanar por ti.
Mónica, El Abrazo de Maipú – Chile
* * *
La enseñanza que viene del
evangelio de Juan cuando Jesús muestra su enojo al ver al templo convertido en
un mercado, debe tener una interpretación no solo del espacio físico donde se
comercializan animales, objetos y otros enseres; tampoco sólo de espacio que ha
sido edificado en un momento como representación del lugar donde se hace una
oración o una ofrenda. Tal vez lo correcto es interpretar a ese templo como la
Iglesia, heredera de la comunidad que ha recibido el mensaje de cambio o de
liberación y que nos permite continuar construir un reino de justicia y
derecho. En momentos críticos de la Iglesia, especialmente en la edad media y
particularmente en la época de la llamada conquista a los pueblos de
Latinoamérica, esa Iglesia era un mercado donde no importaba el mensaje de
Jesús, sino el oro y cuanto se podía acumular para beneficio personal. Producto
de ello, las divisiones y corrientes han derivado en una fuerte crisis. Por
este motivo, se ha convocado al Concilio Vaticano II, hace 50 años, que ha dado
sus frutos en muchos aspectos, por ejemplo la Asamblea de obispos de Medellín
(Colombia), donde los obispos de Latinoamérica han constatado la pobreza de
millones de personas, producto de la explotación a que han sido sometidos
después de la colonización iniciada el año 1492. En esta etapa postconcilio
Vaticano II, se puede asegurar que en ese templo aun existen mercaderes,
cambistas que desvirtúan el mensaje de vida. Entonces Jesús aun debe estar
molesto. A nosotros nos queda aportar para mejorar ese templo.
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