<< DE DOS EN DOS >>

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:

"DE DOS EN DOS"

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:

 “Un motivo de escándalo”.

Un abrazo...Bernardino

 

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Desde la Conferencia de Aparecida, en 2007, en las iglesias del Continente Americano se sigue hablando de “misión”, y se promueven distintas iniciativas para realizar actividades misioneras. En realidad la misión, más que una operación de propaganda, en una actitud.

Leemos en el evangelio de san Marcos 6, 7-13:

Jesús llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros. Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni provisiones, ni dinero; que fueran calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas. Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir. Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y sanaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

PALABRA del SEÑOR

Jesús, después que había experimentado el rechazo...

de parte de sus compatriotas, decide preparar a los discípulos para que se abran a un horizonte más amplio y no se queden encerrados, como sus conciudadanos, en la esperanza de un mesías poderoso y nacionalista. Por eso llama a los Doce y los envía. Los Doce son convocados y enviados para extender la familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen, y para formar el nuevo Israel. No se dice adónde tienen que ir. El destino parece ser el mundo entero, al menos como símbolo y anuncio. Ni se especifica la finalidad. Sólo se detalla la modalidad. Jesús parece estar preocupado más por los mensajeros que por los destinatarios del mensaje, como si se tratara de un entrenamiento, para aprender de la experiencia, más que para enseñar. No envía a los discípulos para que hablen, y no indica qué tienen que decir. La enseñanza será sencillamente su manera de ser.

Los envía “de dos en dos”. Tal vez recordando la ley antigua que afirmaba que el testimonio de dos personas es válido. No hay jerarquía o dependencia entre los dos. Se apoyan recíprocamente, transmitiendo un mensaje de igualdad, colaboración, compañía: una pequeña comunidad que anuncia la comunidad universal.

Les da “poder sobre los espíritus impuros”. Esos espíritus están también en los Doce, que tendrán que aprender a dominar y someter a los demonios que habitan en ellos mismos.

 

Les manda llevarse para el camino sólo un bastón: 

“ni pan, ni provisiones, ni dinero”, “calzados con sandalias y que no tuvieran dos túnicas”. Las sandalias y el bastón del peregrino: libres y ligeros. Pero necesitarán pan, y luego necesitarán otra túnica: cuenten con la providencia de Dios y confíen en la solidaridad de la gente, sin la arrogancia del que posee la verdad y se siente superior a los demás, aprendiendo, más que enseñando, mensajeros de un reino de Dios totalmente gratuito. Descubrirán que las semillas del Reino ya están presentes en el corazón de las personas y en las culturas de los pueblos, y las reconocerán en la acogida que recibirán: no van a dar, sino a recibir.

 

Pero será posible también el rechazo...
como lo había experimentado Jesús mismo en su pueblo. Es posible encontrar la indisponibilidad a la acogida y al diálogo. También esto tienen que aprender los Doce, como preparándose a la experiencia pascual de Jesús: “Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”. Sacudir el polvo de los pies era el gesto del piadoso judío cuando abandonaba una región pagana y regresaba a la tierra de Israel. Ese gesto repetirán los Doce cuando no sean acogidos, para indicar que la verdadera región pagana no es el territorio fuera de Israel, sino las tierras y las personas que se cierran a la capacidad de acoger y de amar.Los Doce no cumplen con las indicaciones de Jesús. Lo que hacen es diferente. Demasiado profundos son los sueños de poder. Será largo el camino de la conversión.

 

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               COMENTARIOS Domingo  08 de julio                 

  "UN MOTIVO de ESCÁNDALO"                                          

En la actualidad, como en todos los tiempos, si luchamos contra una injusticia, siempre vamos a ser investigados/as desde nuestro origen, para que luego esto sea utilizado en nuestra contra, así como lo hicieron contra Jesús. Sin embargo, esto nunca le importó, ya que él tenía que cumplir lo que su Padre le había encomendado, y es así que cada uno de nosotros/as tiene una misión que cumplir en la vida, y tenemos que hacerlo con mucha fe, ya que esto es primero, para poder ayudar a frenar las injusticias que se cometen en todo ámbito y niveles. Entonces es como siempre se dice: “la fe mueve montañas”.

  Judith, Oruro – Bolivia 

Jesús fue y es motivo de escándalo, incluso hoy, en nuestra propia iglesia, esta iglesia que él fundó, que es su familia, y a la que no lo dejamos regresar. ¿Y por qué tanto escándalo produce el amor verdadero? Porque nos hemos convertido en un "pueblo de Israel" más. Sólo nos importa cumplir "leyes", ritos, obras de caridad, que se acomoden a nuestros intereses personales. Pero cuando Cristo no llama a amar a todos como él nos ama, a entregarnos como él se entregó por nosotros, a zafarnos de nuestras ataduras de prejuicios, egoísmo, orgullo, vanidad, y amar sin fronteras, es cuando damos vuelta la espalda, porque no nos gusta ser transgresores de nuestras propias miserias.

Si queremos cambiar lo que estamos viviendo hoy como familia de Cristo, debemos comenzar por nosotros mismos, dejar que Cristo entre en nosotros, abra las puertas y ventanas de nuestros corazones, para así nosotros logremos recibirlo como se merece, y desde Cristo entonces, cada uno de nosotros, comenzar a ser sal y luz para nuestras familias, comunidades, parroquias, en todo ambiente en que nos movemos.

  Lorena, Santiago – Chile

A veces uno tampoco es profeta en tierras extrañas, allá donde las personas del poder se ven amenazadas por ideas diferentes y se sienten escandalizadas, y lo tachan a uno de sectario, anarquista, separador. La iglesia debe reconocer esa deuda que tiene "con los otros", con los escandalizadores a quienes, equivocadamente, ha logrado alunar: las mujeres, los jóvenes, los laicos, teólogos, homosexuales, izquierdistas, etc.

   Edson, Oruro – Bolivia


De la fe al rechazo y al escándalo. El domingo pasado, nos sorprendíamos por la fe de la mujer y la de Jairo; ahora veremos la otra cara de la moneda. La falta de fe y el escándalo. Lo que se hace como hábito y que no puede dejarse de hacer, por miedo o porque nos domina la costumbre, nos hace dependientes, esclavos de lo que se cree, cerrándonos a los nuevo, a la verdad, a Dios.

Reparando una red. Hace algunos años, leyendo el evangelio de Marcos en el primer capítulo, cuando Jesús llama a los primeros discípulos: Simón y su hermano Andrés, estos dejan sus redes y le siguen; inmediatamente llama a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo: estos dejan a su padre y la barca pero no las redes. Me sorprendió. Pensé que era olvido en la redacción del evangelio. Mirando el seguimiento de estos hermanos, ellos más que los otros, esperaban restablecer la “gloria de Israel”, el reinado de David: glorioso y triunfador. Es una manera de permanecer atados al pasado. Quizás sea éste el signo de estar reparando las redes.

Tradición que libera, tradición que esclaviza. Reconocer el riesgo que asumieron los antepasados, dejándolo todo, siguieron el llamado de Dios: Abraham. La verdadera tradición no es seguridad, sino que es vivir el riesgo de confiar cortando con lo antiguo. Los templos, las sinagogas, las catedrales terminan opacando el verdadero sentido de la tradición y la ley; el riesgo de creer, el riesgo de la fe (ver Juan 4, 23). En la sinagoga, al igual que en el templo, era difícil romper con tradiciones que paralizaban; ahí se sacralizan, se petrifican. Cada sábado la gente se reunía para hacer más fuertes los nudos del tradicionalismo y el legalismo, para reparar las posibles rupturas, producto de evidentes injusticias. La gente acudía a la sinagoga, para cumplir el precepto del día sábado; no habían ido para escuchar a Jesús, que volvía como maestro. Habían escuchado, como “chismes”, los milagros que hacía. Pero a ellos, no le iban a ir con “cuentos”, lo conocían de “chiquitito”; sabían quien era, que hacía, quien era su familia y ciertamente ésta no era nada especial. Peor aún, había roto con la tradición del padre, no se parecía a él. Por eso dicen: ¿No es este el carpintero, el hijo de María? Es decir, lo descalifican no por lo que enseña sino por su persona.

La piedra de la Iglesia es carne débil, pero llena de fe. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra, construiré mi Iglesia” (Mateo 16, 18).

“Y se asombraba de su falta de fe”. La fe, que hace crecer, que libera, entiendo que no es algo inamovible que se recibe una vez y ahí se queda. Entiendo que la fe viva se renueva continuamente. Nunca estaremos seguros de adónde la fe nos puede llevar. La fe es creer que estamos en las manos de Dios cuando todo se oscurece y sólo aparece la derrota total, la cruz. Es esa la fe que transforma y redime la vida, dejando muerto el pasado. Sin esta fe, ¿qué posibilidad puede tener Dios? ¿Qué milagro puede realizarse?

La fe exige una respuesta personal, no se puede apoyar en otro, por mucho prestigio que tenga. Permanecer abiertos es tener fe. Y, ésta es tú responsabilidad, solo tuya.

No se puede seguir remendando
la antigua red de los hijos de Jacob.
Abraham dejó su tierra
y la casa de sus padres. 

Descendientes de él,
los hermanos Santiago y Juan,
 hijos de Zebedeo,
dejan la barca,
dejan a su padre,
pero las redes no dejaron.

Fuerte el tejido de la antigua red,
y a pesar de ello,
cada vez era necesario
rehacer los nudos
de la antigua Alianza,
del rito y la ley.

Eran los hijos de Jacob
los hijos de Zebedeo
que también le siguieron.

  Joel, Puerto Aysén – Chile


Los modelos de vida que vivimos actualmente están anclados en enseñanzas pasadas, que nos impiden aceptar cambios que aun sean beneficiosos. No son aceptados por grupos generalmente conservadores. Muchos de estos conceptos vienen de la mano de una parte de la Iglesia que no acepta interpretar el mensaje de Jesús al calor de la lectura de los signos de los tiempos; es decir que si en determinados “tiempos” se veía pobreza, marginación, una brecha grande entre ricos y pobres, esta elite de la jerarquía latinoamericana ofrecía resignación y paz, mostrando un cielo imaginario a quienes aceptaban el adormecimiento frente a estas realidades. En cambio quienes pretendían una Iglesia liberadora, con una misión de rebeldía frente a quinientos años de conquista, fueron marginados y llamados “locos” por pretender formar una familia que hablara por sus hermanos marginados, por los niños que piden pan, por los ancianos que mueren sin atención médica y por sus madres y padres abandonados en chozas sin conocer los servicios básicos que ofrece la sociedad actual.

Hoy un indígena que habla diferente a nombre de su pueblo, sus necesidades, de la promesas de liberación, es rechazado. ¿De dónde viene la sabiduría de este indio?, se preguntan. Frente a estas duras realidades, el evangelio nos propone fuertes reflexiones a quienes en el acomodo de nuestra vida preferimos encerrarnos en una sacristía, adormecernos con el perfume del incienso y la oferta de un cielo al que podemos fácilmente ingresar adormecidos.

  Francisco, Oruro – Bolivia