Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“EL PAN DE VIDA".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
ABAJO, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
ABAJO, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
"USTEDES ME BUSCAN"
EL PAN DE VlDA
El cuidado de la vida física es un instinto prioritario en el ser humano. En el evangelio, Jesús mismo manifiesta su preocupación por la alimentación y la salud de las personas. Y a partir de esta preocupación, él abre un horizonte más amplio, sobre una vida que va más allá de la muerte física y es para siempre. Él es el pan que alimenta ya desde ahora esa vida que no tendrá fin.
Leemos en el evangelio de san Juan 6, 41-51:
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he bajado del cielo»?”. Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: «Todos serán instruidos por Dios». Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
Las palabras de Jesús, que se ha declarado “pan bajado del cielo”, son acogidas con molestia por sus adversarios. No aceptan que Jesús pretenda haber “bajado de Dios”. Ellos quieren reducir a Jesús al ámbito de su familia humana, dentro los límites de la estructura tradicional de la sociedad: “¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre”. A partir del conocimiento de su origen humano, no pueden aceptar su condición divina. Dios para ellos es otra cosa. No puede mezclarse con el ser humano, y menos con uno que viene de una familia tan insignificante como la de Jesús. El sentido de la encarnación es ajeno a su tradición y a su comprensión. Consideran que si hay un poder de mediación entre Dios y el pueblo, ese poder lo tienen ellos, y lo manejan muy bien a su propia ventaja.
Jesús contesta que es verdad que no lo pueden entender. Nadie puede llegar hasta él, si no es atraído por Dios, “si no lo atrae el Padre”. Es el Padre que ha enviado a Jesús, para que sea fuente de vida definitiva para el que cree en él: “Yo lo resucitaré en el último día”, el día de la entrega de su vida ofrecida por amor. Sólo escuchando al Padre se puede llegar a Jesús y creer en él, reconociendo en él la presencia de Dios, porque en él se realiza la plena comunión con el Padre. Ninguna experiencia de Dios, por profunda y auténtica que sea, puede ser más plena y directa que la de Jesús: “Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre”.
El camino hacia la muerte física es común e inevitable para todos, pero la fe en Jesús hace posible la vida definitiva, más allá de la muerte física. La realidad divina y humana de Jesús, su persona, su enseñanza, se constituyen en verdadero alimento para el creyente, en “pan de vida” para el nuevo éxodo de los que siguiendo a Jesús quieren salir de las condiciones de opresión en que se encuentran.
Ya los padres del pueblo judío habían conocido un alimento extraordinario durante la travesía del desierto en el primer éxodo, cuando salieron de la esclavitud de Egipto. Pero ese alimento extraordinario, el maná, no los preservó de la muerte, y esa generación no pudo llegar a la tierra de la libertad. En cambio, Jesús, “el pan que desciende del cielo”, ofrece vida plena y la victoria sobre la muerte. Es la vida que viene de Dios, “desciende del cielo”, participada al hombre a través de Jesús, para compartir la misma experiencia de amor.En el primer éxodo, los primogénitos de Israel se salvaron por la sangre del cordero pascual con que habían ungido el marco de la puerta de sus casas. En el nuevo éxodo, el “Cordero de Dios”, el cuerpo “entregado” de Jesús, su sangre derramada en la cruz, son la fuente de vida para las casas de todos los pueblos.
LECTIO DOMINGO 05 de AGOSTO
Ustedes me buscan
Lectura muy profunda y una reflexión para nuestra fe, para el seguimiento y la adhesión a Cristo. El pan del que habla Jesús es el verdadero alimento, el que debo buscar, por sobre todo, ese alimento no perecedero para mi espíritu. Buscar a Jesús por amor, por que sin él no soy nadie, ni tengo nada; no buscar milagros más de los que tenemos todos los días al despertar y ver tanta maravilla. La adhesión a Jesús con nuestro accionar. Saber que antecede a las necesidades nuestras, nos conoce como la palma de su mano y nos ama como a hijos. Sin necesidad de chantajes ni ofrendas.
Silvia, La Paz – Bolivia
* * *
Sin duda nuestra búsqueda puede tener alguna desviación y buscar el alimento material y no encontrar el verdadero sentido del amor que Cristo nos enseñó con el gesto del compartir. Es un gran desafío encontrar y madurar este regalo que tenemos pero muy poco disfrutamos. Yo creo que nuestro trabajo siempre será madurar nuestra fe para ver que el amor es la solución a todas nuestras necesidades, el compartir la alegría de vivir el día a día, mirar a nuestro alrededor y ver que todos necesitamos de este sentimiento para identificarnos con Dios.
Es un mensaje que me dice que Dios también exige adultez para trabajar por el reino, y el amor que siento me compromete a madurar mi fe en el amor y la generosidad.
Rosario, El Alto – Bolivia
* * *
Es verdad, ‘muchas veces nuestra relación con Dios y nuestra fe necesitan madurar, hasta la gratuidad del amor’.
Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado”. Aquí encontramos la palabra clave de todo el evangelio según san Juan: creer. Viene del latín “credere” o “cor dare”, es decir, dar su corazón. Se trata de nuestro amor personal que podemos entregar al Señor Jesús (y en Él a todas y todos los demás).
Como Jesús también decía a la mujer samaritana: “Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. Creer es amar y amar es adorar en espíritu y en verdad al Padre, acabando con los muros que nos separan unos de otros, transformando instituciones que oprimen y alienan, y huyendo de templos donde se predica la intolerancia, la soberbia y la sed de poder.
Gerardo, Oruro – Bolivia
* * *
El verdadero pan, es el saciarse del pan de la eucaristía, que me va a ir llevando hacia la casa del Padre celestial; es ver en cada acontecimiento de nuestra vida su presencia, aunque imperceptible primero, y luego cada vez más real, de un Padre amoroso, que me inunda de su amor, y del cual soy capaz de irradiarlo a los demás. Cuan importante es sentirse hija adoptiva, porque todo lo demás lo realiza El en nuestra vida. Como cristianos debemos tener siempre presente que nuestra vida es la eterna, junto al Padre, sin aferrarnos a nada, sólo a El, que estará al final de mi camino esperándome, a que llegue, para encontrarnos. Es vivir en este mundo, sin aferrarnos a nada de lo que nos ofrece, sabiendo que hemos sido creados para amar, alabar y reverenciar a Dios.
María Teresa, Santiago – Chile
* * *
Hace un par de días recibí una carta del padre Calixto Mamani desde un pueblo Aymara. Entre otras cosas escribe lo siguiente: "Estamos preparando el segundo encuentro de jóvenes. El evento se va a realizar en Totora. En septiembre tendremos el gran encuentro en Huachacalla. El viernes pasado fui para coordinar con el párroco y con la gente: fue muy lindo. Ya tenemos 10 llamas y varios quintales, entre arroz, azúcar, fideos y otros artículos, suficiente para atender a unos 400 jóvenes durante varios días, gracias a la disponibilidad de la gente".
Cuando leí eso, pensaba: allí está el compartir de los panes y de los peces, el encuentro con Jesús, el seguimiento de Jesús. Los que acogen y los que llegan, dan. Todos reciben de los que comparten sin presión. Imposible que alguien sea excluido. Todos participan al pan de Dios que da Vida al mundo.
Gilberto, Oruro – Bolivia
SomOSM PROVINCIA SMA... para todOSM
Un abrazo: Bernardino
El cuidado de la vida física es un instinto prioritario en el ser humano. En el evangelio, Jesús mismo manifiesta su preocupación por la alimentación y la salud de las personas. Y a partir de esta preocupación, él abre un horizonte más amplio, sobre una vida que va más allá de la muerte física y es para siempre. Él es el pan que alimenta ya desde ahora esa vida que no tendrá fin.
Leemos en el evangelio de san Juan 6, 41-51:
Los judíos murmuraban de Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”. Y decían: “¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir ahora: «Yo he bajado del cielo»?”. Jesús tomó la palabra y les dijo: “No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en el libro de los Profetas: «Todos serán instruidos por Dios». Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero éste es el pan que desciende del cielo, para que aquél que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
PALABRA del SEÑOR
Las palabras de Jesús, que se ha declarado “pan bajado del cielo”, son acogidas con molestia por sus adversarios. No aceptan que Jesús pretenda haber “bajado de Dios”. Ellos quieren reducir a Jesús al ámbito de su familia humana, dentro los límites de la estructura tradicional de la sociedad: “¿Acaso éste no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre”. A partir del conocimiento de su origen humano, no pueden aceptar su condición divina. Dios para ellos es otra cosa. No puede mezclarse con el ser humano, y menos con uno que viene de una familia tan insignificante como la de Jesús. El sentido de la encarnación es ajeno a su tradición y a su comprensión. Consideran que si hay un poder de mediación entre Dios y el pueblo, ese poder lo tienen ellos, y lo manejan muy bien a su propia ventaja.
Jesús contesta que es verdad que no lo pueden entender. Nadie puede llegar hasta él, si no es atraído por Dios, “si no lo atrae el Padre”. Es el Padre que ha enviado a Jesús, para que sea fuente de vida definitiva para el que cree en él: “Yo lo resucitaré en el último día”, el día de la entrega de su vida ofrecida por amor. Sólo escuchando al Padre se puede llegar a Jesús y creer en él, reconociendo en él la presencia de Dios, porque en él se realiza la plena comunión con el Padre. Ninguna experiencia de Dios, por profunda y auténtica que sea, puede ser más plena y directa que la de Jesús: “Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre”.
El camino hacia la muerte física es común e inevitable para todos, pero la fe en Jesús hace posible la vida definitiva, más allá de la muerte física. La realidad divina y humana de Jesús, su persona, su enseñanza, se constituyen en verdadero alimento para el creyente, en “pan de vida” para el nuevo éxodo de los que siguiendo a Jesús quieren salir de las condiciones de opresión en que se encuentran.
Ya los padres del pueblo judío habían conocido un alimento extraordinario durante la travesía del desierto en el primer éxodo, cuando salieron de la esclavitud de Egipto. Pero ese alimento extraordinario, el maná, no los preservó de la muerte, y esa generación no pudo llegar a la tierra de la libertad. En cambio, Jesús, “el pan que desciende del cielo”, ofrece vida plena y la victoria sobre la muerte. Es la vida que viene de Dios, “desciende del cielo”, participada al hombre a través de Jesús, para compartir la misma experiencia de amor.En el primer éxodo, los primogénitos de Israel se salvaron por la sangre del cordero pascual con que habían ungido el marco de la puerta de sus casas. En el nuevo éxodo, el “Cordero de Dios”, el cuerpo “entregado” de Jesús, su sangre derramada en la cruz, son la fuente de vida para las casas de todos los pueblos.
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Ustedes me buscan
Silvia, La Paz – Bolivia
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Sin duda nuestra búsqueda puede tener alguna desviación y buscar el alimento material y no encontrar el verdadero sentido del amor que Cristo nos enseñó con el gesto del compartir. Es un gran desafío encontrar y madurar este regalo que tenemos pero muy poco disfrutamos. Yo creo que nuestro trabajo siempre será madurar nuestra fe para ver que el amor es la solución a todas nuestras necesidades, el compartir la alegría de vivir el día a día, mirar a nuestro alrededor y ver que todos necesitamos de este sentimiento para identificarnos con Dios.
Es un mensaje que me dice que Dios también exige adultez para trabajar por el reino, y el amor que siento me compromete a madurar mi fe en el amor y la generosidad.
Rosario, El Alto – Bolivia
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Es verdad, ‘muchas veces nuestra relación con Dios y nuestra fe necesitan madurar, hasta la gratuidad del amor’.
Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado”. Aquí encontramos la palabra clave de todo el evangelio según san Juan: creer. Viene del latín “credere” o “cor dare”, es decir, dar su corazón. Se trata de nuestro amor personal que podemos entregar al Señor Jesús (y en Él a todas y todos los demás).
Como Jesús también decía a la mujer samaritana: “Llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. Creer es amar y amar es adorar en espíritu y en verdad al Padre, acabando con los muros que nos separan unos de otros, transformando instituciones que oprimen y alienan, y huyendo de templos donde se predica la intolerancia, la soberbia y la sed de poder.
Gerardo, Oruro – Bolivia
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El verdadero pan, es el saciarse del pan de la eucaristía, que me va a ir llevando hacia la casa del Padre celestial; es ver en cada acontecimiento de nuestra vida su presencia, aunque imperceptible primero, y luego cada vez más real, de un Padre amoroso, que me inunda de su amor, y del cual soy capaz de irradiarlo a los demás. Cuan importante es sentirse hija adoptiva, porque todo lo demás lo realiza El en nuestra vida. Como cristianos debemos tener siempre presente que nuestra vida es la eterna, junto al Padre, sin aferrarnos a nada, sólo a El, que estará al final de mi camino esperándome, a que llegue, para encontrarnos. Es vivir en este mundo, sin aferrarnos a nada de lo que nos ofrece, sabiendo que hemos sido creados para amar, alabar y reverenciar a Dios.
María Teresa, Santiago – Chile
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Hace un par de días recibí una carta del padre Calixto Mamani desde un pueblo Aymara. Entre otras cosas escribe lo siguiente: "Estamos preparando el segundo encuentro de jóvenes. El evento se va a realizar en Totora. En septiembre tendremos el gran encuentro en Huachacalla. El viernes pasado fui para coordinar con el párroco y con la gente: fue muy lindo. Ya tenemos 10 llamas y varios quintales, entre arroz, azúcar, fideos y otros artículos, suficiente para atender a unos 400 jóvenes durante varios días, gracias a la disponibilidad de la gente".
Cuando leí eso, pensaba: allí está el compartir de los panes y de los peces, el encuentro con Jesús, el seguimiento de Jesús. Los que acogen y los que llegan, dan. Todos reciben de los que comparten sin presión. Imposible que alguien sea excluido. Todos participan al pan de Dios que da Vida al mundo.
Gilberto, Oruro – Bolivia
SomOSM PROVINCIA SMA... para todOSM
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