"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 18 de julio de 2013

“LA MEJOR PARTE”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“LA MEJOR PARTE”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que s
e pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?”.
Un abrazo P. Bernardino


                             “LA MEJOR PARTE”.                         

Muchas veces las cosas más importantes de nuestra vida son desplazadas por las urgencias contingentes, que ocupan el lugar de las más importantes.

   Leemos en el evangelio de san Lucas 10, 38-42.                                      

Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude”. Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada”.

PALABRA de DIOS


En su camino hacia Jerusalén...
meta de su viaje, Jesús “entró en un pueblo”. Anteriormente, otro pueblo le había cerrado las puertas, suscitando la violenta reacción de los discípulos Santiago y Juan. En este nuevo pueblo Jesús es bien acogido: “Una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa”. Marta parece ser una persona muy importante en el pueblo, y sin duda es la dueña de casa. Trata de acoger lo más generosamente posible a Jesús: “Estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa”. Tiene a una hermana, María, y desearía que le ayudara en el trabajo. Pero ella está “sentada a los pies del Señor”. Marta exige que colabore, recorriendo a la autoridad de Jesús, casi reprochándole que no tome partido en su favor: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo?”. Le manda al mismo Jesús: “Dile que me ayude”.

La tensión entre las dos hermanas, para el evangelio de Lucas, representa claramente los conflictos que se pueden dar en la comunidad de los discípulos de Jesús, como se manifiesta también en la disputa sobre los primeros puestos.






Marta y María son hermanas en el sentido eclesial...

 y quieren ofrecer lo mejor que pueden hacer. Jesús no es simplemente el Maestro de Nazaret: es “el Señor”, con su título pascual.

María, que “sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra”, representa al conjunto de los discípulos que escuchan la palabra de Jesús: “Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Marta ha abierto su casa a Jesús, pero María es la que lo acoge y se hace verdadera discípula. La comunidad es representada por una mujer, rompiendo con la tradición que reservaba sólo a los varones la condición de discípulos. La de María no es una actitud específicamente contemplativa, como a veces se ha interpretado, sino simplemente la actitud de todos los seguidores de Jesús, que lo acogen y se alimentan de su palabra.

Marta es símbolo de otra corriente de la comunidad...
Se inquieta y se agita “por muchas cosas”. No escucha a Jesús. Protesta porque no se siente acompañada en su fatiga. Su deseo es cumplir con todas las normas y preceptos, como lo había aprendido de la Ley, y pretende que María haga lo mismo, que sea buena cumplidora de la Ley. Exige someter a su hermana al mismo yugo que la oprimía a ella, impidiéndole acoger la novedad del mensaje de Jesús. Está atada a una tradición del pasado, que quiere reproducir fielmente, para sí misma y para los demás.


La respuesta de Jesús...
no quiere solucionar simplemente un pequeño conflicto familiar. Quiere dar una clara orientación a toda la comunidad. Lo importante para el discípulo, la “sola cosa necesaria”, no es buscar la salvación y sentirse justificado a través del cumplimiento de todas las normas, sino la dedicación a la escucha de la Palabra de Dios, para cumplir con la única norma que es el mandamiento del amor: “María eligió la mejor parte, que no le será quitada”. Marta tiene que descubrir que esa “mejor parte” no es un privilegio de María, sino que está ofrecida a ella misma y a todos los que quieran ponerse en camino con Jesús y acompañarlo en su viaje hacia Jerusalén, hacia el don de sí mismo. El discípulo será como María, que no descuida “los quehaceres”, sino que los ubica en un contexto que los armoniza dentro de una prioridad que da sentido a todo: la acogida de la Palabra.





Bernardino Zanella     bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena     gusosm@yahoo.es 


 LECTIO DOMINGO 14 de Julio   

      ¿Y quién es mi prójimo?       


En la sociedad actual es muy difícil entender la característica del “prójimo”. Aparentemente es un concepto simplemente “religioso”, sin embargo la profundidad de la enseñanza de Jesús nos hace ver que mas allá de las fronteras, los regionalismos y los credos, tiene que existir la solidaridad, trabajar por los demás, cambiar los modos egoístas de vida y principalmente “vivir para servir” y no “servir para vivir”. 

Es incomprensible entender como la colonización de América Latina hizo tanto daño a los pueblos, que fueron golpeados, asesinados y maltratados al amparo de “bulas” que protegían estos hechos aparentemente llevando el mensaje evangélico con la enseñanza de un “buen vivir” en sus manos. 

En la actualidad muchos gobiernos que se dicen cristianos, tienen sólo la cultura de la muerte y esos pueblos asaltados por sus recursos naturales no tienen el auxilio de un “samaritano”, menos tendrán de las grandes jerarquías que como los “levitas” protegen a quienes históricamente han estado en contra de los verdaderos dueños de la tierra. La justicia y los derechos de hombres y mujeres no son mencionados en muchas homilías, porque la manipulación del concepto del “prójimo” por siglos y siglos ha sido mostrado simplemente que hay ladrones y buenitos. 

  Francisco, Potosi - Bolivia

* * * 

Algo super importante es que Dios es el primero en hacerse prójimo. El Verbo se hizo carne y tomó nuestra condición, siente en sí nuestro dolor, alegría, sueños, todo. ¡Qué manera de hacerse prójimo! Y María lo acoge, y ella también se hace prójimo con su hijo, siente y abraza su dolor, que es nuestro, escucha su llanto, que es el nuestro, y se alegra con su sonrisa, que son las nuestras, y todo por Amor. Así ojala pueda caminar siendo cada día más prójimo de mis hermanos. 

Este texto me ha hecho reflexionar de manera diferente de lo que he reflexionado años anteriores. Siempre escuchaba del prójimo como la persona más próxima a uno, y que debemos acercarnos como el que está más próximo. Ahora tengo otra mirada, sin dejar la anterior que es también muy cierta, pero ahora veo que yo debo sentirme prójima de quien está a mi lado, es decir que debo tener la disposición de mi corazón de acercarme a quien tiene necesidad. Hay tantas formas de necesidad, pero pude sentir la necesidad de hermanas que lamentablemente no se encontraban tan bien, me sentí prójimo de ellas, escuchándolas. En esta sociedad hay mucha necesidad de ser escuchados. 

Ser prójimo sin esperar que te soliciten ayuda; ser prójimo animando lo cotidiano de cada jornada; ser prójimo estando cercano, sin decir tantas palabras; ser prójimo encomendando a Dios la jornada dolorosa de quienes no son felices en lo que realizan o buscan mejores instancias, prójimo de quien con los años ya no camina de prisa o debe permanecer en cama por largos días, sin que sea visitado estrictamente por enfermeras o médicos. Lo importante es sentirse prójimo del que pasa a tu lado y darle tu sonrisa o el saludo de buenos días, cosa que no siempre se hace. Sólo así creo que podré ser más prójimo, curar y compadecerme desde el corazón. 

   Hilda, Roma - Italia

*  *  *  



¡Qué bella lectura! Me queda muy claro quién es mi prójimo: es mi hermano, el que me necesita, el que llama, al que uno ama como así mismo. Pero también es muy importante saber que no sacamos nada con ir a la iglesia, si no somos capaces de ver las necesidades de nuestros hermanos que sufren. No puedo pasar por el lado sin mirar lo que pasa alrededor. Jesús lo explica claramente: tu prójimo es el hermano que te necesita. 



  Sandra, Coyhaique - Chile

* * * 


“Dios creó el mundo y lo amalgamó con la justicia. Pero la tierra no estaba en pie, sino que continuaba caída. Decidió entonces amalgamarlo con la misericordia, y así el mundo quedó en pie”. Este cuento judío sirva de introducción a la parábola – autobiográfica – del Buen Samaritano. 


La misericordia no es exclusiva de un credo u otro, es humana. Por ello profundamente cristina: “Está en tu corazón, para que la practiques” (Dt 30, 14). 


Es clave identificarse con el que ha caído en manos de los asaltantes, el que está medio muerto a la orilla del camino, del cual se hace cargo el samaritano que desaparece en el horizonte de Jerusalén. Cuando desde la más absoluta indigencia, cuando nada puedes hacer por ti mismo, y alguien se ha acercado a ti para levantarte, para salvarte, entonces descubres quien es Dios y lo que es el ser humano. Quién ha experimentado esto, no podrá seguir siendo el de antes; algo en él cambiará definitivamente. Lo vemos en el hijo que, medio muerto, regresa a casa y experimenta la misericordia amorosa del Padre. Lo vemos en la figura de Pablo, también él antes era un legista, celoso e irreprensible en la observancia de la ley. Pero mientras baja de Jerusalén, le sale al encuentro Jesús, el Samaritano ya cargado con su mal. Pablo se da cuenta de que está ciego, caído en tierra y muerto. Es llevado a la posada que “acoge a todos” – figura de Jesús que, en su camino a Jerusalén, recoge y hospeda a todos los excluidos por la ley y por la vida –. Allí es sanado y es transformado por aquél que lo convierte en instrumento elegido para anunciar a Cristo entre los paganos (cf Hechos 9, 15). 


“Ve y haz tu lo mismo”. “Nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tuvo” (1Jn 4, 16). Esto nos convierte en hombres y mujeres nuevos/as, capaces de ponernos en camino y cumplir su misma misión. 


Jesús, el Emmanuel – Dios con nosotros –, se hizo nuestro prójimo, para ser amado y amarlo. La misericordia es el sentido de su misión. ¡Felices los que experimentan la cercanía del Samaritano y descubren en él la ternura de Dios! 

  Joél, Puerto Aysén - Chile








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