"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 11 de julio de 2013

"Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO"

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

"Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO"
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“LA COSECHA ES ABUNDANTE”.


Un abrazo. Bernardino

                    “¿Y QUIEN ES MI PRÓJIMO?”                     


Amor al prójimo: es una opción que muchas personas en el mundo y muchas ideologías asumen. Jesús indica la manera a sus seguidores.

 Leemos en el evangelio de san Lucas 10, 25-37:                    

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. “Has respondido exactamente, – le dijo Jesús –; obra así y alcanzarás la vida”. Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió:
Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”.
¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones? “El que tuvo compasión de él”, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve, y procede tú de la misma manera”.

PALABRA del SEÑOR


Jesús ha comenzado decididamente su viaje...
hacia Jerusalén. En la región semipagana de Samaría va convocando a nuevos discípulos, y entregando muchas enseñanzas a sus seguidores, con palabras y hechos significativos.

Habla de cómo realizar concretamente el Reino de Dios en el tiempo presente. Pero un “doctor de la ley”, un abogado judío, con intenciones poco sinceras, “para ponerlo a prueba”, con la esperanza de encontrar en sus palabras algún motivo de condena, intenta trasladar el tema a otro ámbito, más allá de la vida física: “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús ayuda al interlocutor a darse él mismo la respuesta, buscándola en la ley: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. 

No era difícil encontrarla, porque la repetía en la oración dos veces al día: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. El abogado sabe bien lo que Dios espera de él. Su amor a Dios, con todo su ser, no puede reducirse a solemnes actos de culto en el templo, sino que tiene que traducirse en amor concreto al prójimo, dedicando a los demás el mismo cuidado y atención que uno dedica a su integridad y a su propio bienestar: “como a ti mismo”. Ese es el camino: “Obra así y alcanzarás la vida”.



En el intento de justificarse, el abogado agrega...
Otra pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Para el Antiguo Testamento y el judaísmo del tiempo de Jesús, “prójimo” es sólo el compatriota, y se extiende también a la persona extranjera residente, convertida a la religión de Israel. Jesús, con una parábola que encontramos sólo en el evangelio de Lucas, presenta otro criterio de “prójimo”. No propone una definición teórica, sino una manera concreta de proceder.
Hay un hombre tirado en el camino, herido y medio muerto, despojado de todo, símbolo de cualquier ser humano, en cualquier camino del mundo. Ha sido asaltado por ladrones: personas o sistemas.

Dos hombres religiosos, dedicados al culto, 
un sacerdote y un levita, pasando por allí, lo vieron y pasaron de largo. Regresaban del templo, donde habían buscado a Dios en la solemnidad de los ritos, y no podían acercarse a un herido, tal vez ya muerto, para no contraer impureza legal.


En cambio, un samaritano, un hombre...
de una creencia no ortodoxa, considerada inspirada por el demonio, “lo vio y se conmovió”. El evangelio se detiene en todos los detalles del cuidado que el samaritano ofrece al herido para su recuperación. El herido era un desconocido, probablemente judío, enemigo tradicional de los samaritanos. Nunca sabrá quien lo socorrió. Él también podrá agradecer sólo procediendo “de la misma manera”, como Jesús le indica al abogado que lo interrogaba. Jesús modifica la pregunta: “¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. Más que saber quién es tu “prójimo”, tú mismo tienes que hacerte “prójimo”, conmoverte frente a cualquier herido y socorrerlo. Prójimo no es el socorrido, sino el que socorre. Sólo el samaritano, el heterodoxo despreciado y rechazado, toma la iniciativa de hacerse “prójimo”, actuando con misericordia y desinterés.Para “heredar la vida eterna”, según la pregunta inicial del jurista, el discípulo y la discípula en camino con Jesús hacia Jerusalén, tendrán que proceder de la misma manera: su amor a Dios, con todo el corazón, toda el alma, todas las fuerzas y todo el espíritu, se realizará en el amor concreto para con el ser humano herido y despojado por ladrones de todos los tiempos.


Bernardino Zanella           bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena           gusosm@yahoo.es  


 LECTIO del DOMINGO 07 de JUNIO  

  " LA COSECHA ES ABUNDANTE "      



Gracias por compartir esta lectura. Qué ganas da de salir a todos lados llevando la palabra del Señor. Creo que a los cristianos nos falta mucho de este caminar por la vida proclamando la palabra del Señor. De hoy en adelante voy a tratar de traspasar este vivir mío junto al Señor más vivamente, para que mis hermanos que no están con él, o más bien que están alejados de él, al verlo conmigo sientan más deseos de su presencia. 

  Doris Margarita, Santiago – Chile 


* * * 

La característica de la misión del evangelio es difundir lo aprendido. En la enseñanza se muestra algo parecido a un examen final y las discípulas y discípulos relatan a Jesús sus logros. 

Para aplicar este pasaje en la actualidad debemos entender primero que ese mensaje es el cambio de actitudes, vencer la soberbia, el miedo a la transformación, en síntesis la destrucción de viejas estructuras que en hoy en día continúan ensombreciendo nuestra vida en la sociedad. Durante la Colonia, pueblos enteros han sido destruidos, han sido saqueados recursos naturales, se han asesinado pueblos enteros y el sometimiento parece continuar, pese a existir tribunales de justicia, Carta sobre la defensa de los Derechos Humanos, etc. Sin embargo parece que la misión que Jesús nos pide en pleno siglo XXI es no pensar primero cuánto me van a pagar por difundir el mensaje del evangelio. Entonces es contradictorio ver a los curas primero cobrar por una eucaristía o ver situaciones personales antes de actuar. 

Con referencia los demonios que cita el evangelio, en la actualidad estos son la pobreza, el alcoholismo, la drogadicción y principalmente la explotación de los más pobres. En la reunión de obispos de Medellín se pensaba cambiar en la Iglesia la forma de mirar al pueblo a través de la opción preferencial por los pobres, sin embargo algunos obispos y curas tienen mucha preferencia por los más ricos, por los explotadores, y estas actitudes hacen que la esperanza de verdaderos cambios esté aun muy lejos. 

  Francisco, Potosí – Bolivia 


* * * 
La misión nace del amor del Padre hacia todos sus hijos y concluye, por acción del Espíritu, en el amor de los hijos al Padre y entre ellos. Las condiciones de la misión son las mismas de Jesús. La finalidad de la misión no es sólo la victoria sobre el mal, sino sobre todo el hecho de que el nombre de los discípulos está escrito en el cielo. Jesús vino para darnos la alegría de entrar en comunión con el Padre (cf Lc 10, 21-22). 
El drama del amor de Cristo no amado, que no renuncia nunca a ofrecerse, es la salvación que no se niega a ninguno y se da a todos. El amor que deben tener los discípulos es compartir y dar, no es escoger y hacer. “Vayan, que yo los envío como ovejas en medio de lobos… Cuando entren en una casa, digan primero: Paz a esta casa… Coman de lo que les sirvan. Sanen a los enfermos y digan: el Reino de Dios ha llegado a ustedes”. El mensaje y las instrucciones con que envía Jesús a sus discípulos, chocaban con la sensibilidad religiosa y cultural de la época. 
Por eso Pablo, el apóstol de los gentiles, llamará a esta experiencia: “la locura de la cruz” (1Cor. 1, 23), en donde el enviado se asemeja al Señor Crucificado. Esta semejanza es en sí misión, es asociarse a su cruz que salva a la humanidad. El mismo apóstol nos trasmite esta experiencia. Lo leemos en la primera Carta a la comunidad de de Corinto 4, 9-13. “Pienso que a nosotros los apóstoles Dios nos ha puesto en el último lugar, como condenados a muerte, y hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo, para los ángeles y los hombres. Nosotros por Cristo somos locos, ustedes por Cristo prudentes; nosotros débiles, ustedes fuertes; ustedes estimados, nosotros despreciados. Hasta el momento presente pasamos hambre y sed, vamos medios desnudos, nos tratan a golpes, no tenemos domicilio fijo, nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Somos insultados y bendecimos, somos perseguidos, somos calumniados y consolamos a los demás. Somos la basura del mundo, el desecho de todos hasta ahora”. Creo que éste es el mejor testimonio y comentario de ser enviados de Cristo y asemejarnos a él. 

   Joel, Puerto Aysén – Chile 

* * * 
"No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”. 
Esto es lo que diferencia el " éxito" en un plano material, de la realización de nuestros seres en un plano espiritual. Y en cada trabajo (que no es más que la expresión de nuestro Ser en el plano material) que realizamos, por pequeño o grande que sea, no importa si es apreciado por mil, por uno, o por ninguno, ése es el termómetro que indica si es producto de la frialdad y cálculo del ego o de la suavidad y la ternura del alma. 

    Isabel, City Bell – Argentina







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