"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 5 de julio de 2013

"LA COSECHA ES ABUNDANTE"

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

"LA COSECHA ES ABUNDANTE"
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“TE SEGUIRÉ A DONDE VAYAS”.
Un abrazo: P. Bernardino


                “LA COSECHA ES ABUNDANTE”.             


Hay infinitas formas de trabajo, y también cuando se realiza el mismo trabajo, se pueden tener infinitas finalidades distintas. Pero el trabajo fundamental a que está llamado el ser humano es su misma trasformación y la plena humanización de la sociedad.

 Leemos en el evangelio de san Lucas 10, 1-12. 17-20     

El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Al entrar en una casa, digan primero:¡Que descienda la paz sobre esta casa! Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; sanen a sus enfermos y digan a la gente: El Reino de Dios está cerca de ustedes. Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca. Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad”. Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. El les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.
PALABRA del SEÑOR.



Jesús se ha puesto en camino hacia Jerusalén..
la meta final de su misión, acompañado por discípulos y discípulas, que van aprendiendo lo que significa caminar e identificarse con él. En el camino convoca a nuevos discípulos, desde los lugares que va visitando, y elige a setenta y dos para encargarlos de una nueva misión: “para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir”. Es una misión parecida a la que anteriormente él había confiado a los Doce apóstoles, que no había tenido un éxito positivo. Ahora envía a setenta y dos, un número que según algunos representa a todos los pueblos de la tierra, como se creía y como leemos en el capítulo 10 de Génesis. Los envía “de dos en dos”, porque el testimonio de dos hombres es legalmente creíble, y para constituir ya un primer núcleo de comunidad.

Los ayuda a tomar conciencia de la urgencia de la tarea: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos”. La humanidad está lista, pero faltan trabajadores. La vocación para la misión es don de Dios, y hay que pedirla para cada miembro de la comunidad: “Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha”. De Dios vendrá el éxito de la misión.




No será trabajo fácil...
porque encontrarán oposición y hostilidad, como las había encontrado el Maestro: “los envío como a ovejas en medio de lobos”. Hay muchos intereses y egoísmos que dominan al ser humano, que entrarán en conflicto con el mensaje de Jesús. Los poderes del mundo se sentirán cuestionados y amenazados, y perseguirán a sus mensajeros. Ellos serán inermes, como corderos, no lobos contra lobos.
“No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado”: para su supervivencia deberán confiar solamente en la providencia de Dios y en la solidaridad de los que los acojan.

La urgencia de la misión exige...
no perder tiempo: “No se detengan a saludar a nadie por el camino”. Lo único que deben llevar es un mensaje de paz, que ofrecerán a la casa adonde lleguen: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!”. Si no hay una persona de paz que la reciba, seguirán buscando a quien ofrecérsela.
No se harán problemas de pureza legal en la alimentación: “coman lo que les sirvan”, “comiendo y bebiendo de lo que haya”. La inculturación del evangelio pasa también por compartir la comida, la comunión en torno a la mesa, superando las rígidas normas judías que separaban los alimentos puros de los impuros.




El mensaje será manifestado en una forma esencial,

con palabras y hechos: “Sanen a sus enfermos y digan a la gente: el Reino de Dios está cerca de ustedes”. La sanación de los enfermos, reintegrándolos a la comunidad, es un signo del proyecto misericordioso de Dios, que quiere sanar a la humanidad herida, y el anuncio del Reino dispone los corazones a recibirlo.



Pero es posible el rechazo. En este caso, “en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes!”. El piadoso judío, cuando volvía a su país desde tierras extranjeras paganas, sacudía el polvo de sus pies, para no traer tierra pagana a su casa. Jesús declara que tierra pagana es la ciudad que no acoge a sus mensajeros, el corazón de los que rechazan su mensaje. Serán ellos mismos artífices de su propia ruina.Cuando los setenta y dos regresan de la misión, comparten con Jesús, llenos de alegría, la experiencia vivida: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre”. Han podido liberar a las personas de las fuerzas del mal, que las dominaban. Habían recibido de Jesús ese poder. En cambio, ha perdido su poder el enemigo: del cielo no baja el fuego para destruir, como pedían los hermanos Santiago y Juan, sino cae Satanás: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo”. Nada puede detener el camino de la Buena Noticia. Pero, más allá del éxito de la misión, lo más importante es la adhesión de los mensajeros a Jesús, y su participación en el Reino de Dios: “Alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.





                                                                 






Bernardino Zanella           bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena           gusosm@yahoo.es  



    LECTIO DOMINGO 30 de JUNIO     
   “TE SEGUIRÉ A DONDE VAYAS”.    
¡Qué fuerte es este evangelio! ¡Qué claridad y fuerza tiene el mensaje de Jesús! Claramente nos recuerda las exigencias que conlleva seguir a Jesús: ser incomprendido, rechazado, dejar las posesiones, dejar familia, estar en constante cambio. 

Las frases: “Sígueme”; “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”; “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios”; y “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”; no dan pié a equívocos. No basta con recocerlo como el Dios encarnado, hay que amarlo como él nos amó y ama, para que se produzca esa transformación – hacia el hombre nuevo – aunque este cambio sea lento. 

Es un mensaje rupturista con nuestras estructuras, socializaciones y concepciones erradas, pero… es esperanzador y liberador. Cuando Jesús se nos revela en toda su magnitud, deslumbrados por su mensaje y testimonio, también, somos capaces de decir: “¡Te seguiré adonde vayas!”. 

Por eso, ¡Señor Jesús, con humildad te pido me regales más fe, constancia y perseverancia en mi caminar tras de ti y contigo! 

     Vero, Santiago – Chile 


* * * 

“Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Los ritos vacíos sólo son apariencias. Si tu padre o madre han muerto no es el funeral lo que requiere tu presencia sino el rezo por su alma, pues ya es otra la tarea que tienen. Los que apuestan a las grandes pompas del entierro siguen atados a lo material, a este plano. 

“Deja que los muertos entierren a sus muertos”: que los dormidos sigan con los dormidos, que los vivos sigan la Luz, la Vida. Deja los apegos, las posesiones, porque todo, todo es fugaz y fútil, y si seguimos postergándonos, postergando nuestro espíritu en aras de lo material, nunca llegaremos al centro mismo de nosotros como hijos de Dios; nunca llegaremos a ser Cristos o a tener el Corazón crístico. Jesús, el hijo del hombre, enviado por Dios, ha dicho que todos podemos ascender, que el camino no es fácil, que el camino del Amor no es superficial y requiere de una total conciencia cristalina, pero él lo hizo paso a paso para mostrarnos que es posible con nuestra humanidad, como fue la que él encarnó: la del dolor, el sufrimiento y las tentaciones y aún así, el Infinito Amor se manifestó. El camino es interminable, pero cada paso es sagrado si es plenamente sentido. Cuando comprendemos esto todo en nuestra vida cobra significado, el tiempo de maduración, los continuos extravíos, los destellos de claridad, todo el pasado se vuelve un instante fugaz que fue necesario para traernos hasta aquí, el momento presente en que comprendemos porqué tanta confusión, tantos laberintos que parecían sin salida, tantas equivocaciones y dolores y pérdidas, y la Llamada se vuelve fuego, Antorcha, Luz a seguir y la alegría también se vuelve real, no una fantasía eufórica o mesiánica. 

   Isabel, City Bell – Argentina 



* * * 

Seguir el camino es súper difícil, especialmente en el mundo en que vivimos, en el que al día le faltan horas, por exceso de trabajo y tareas que realizar... Apenas nos queda tiempo para compartir con la familia. Debemos encontrar la manera de hacernos tiempo entre el tiempo, de dedicarnos más a los nuestros y ciertamente dedicarle más tiempo al Señor. Yo lo trato de llevar conmigo en el día a día, en la noche, y también en la enfermedad y el dolor. Sigo aprendiendo de Él cada día. Sin Él no tiene sentido todo nuestro quehacer humano. Sin la esperanza que nos da su resurrección, sin el amor compartido, no tiene sentido la vida. Él le responde a uno que quería seguirle, pero a su manera: “Deja que los muertos se queden con los muertos”. Nuestra vida nos viene de Dios y sólo tiene sentido cuando nos volvemos a Jesús y nos dejamos guiar por Él. 

   Doris Margarita, Santiago - Chile


* * *
El corazón humano es inquieto – decía San Agustín –. Esa inquietud sin Dios, o sin la libertad que nos propone Jesús, se transforma en un imán al cual se pega montón de cosas, todo aquello que creemos que nos dará felicidad, pero terminará aplastándonos, enterrándonos debajo de un cerro de chatarra. El evangelio es camino a seguir, siempre detrás de Jesús. Si no invertimos la polaridad para dejarnos atraer por Él, estamos perdidos, muertos, o enterrando muertos. 

El camino de Jesús que le lleva al Padre, es un camino que conlleva una tensión de un amor no acogido, de una verdad resistida, finalmente se expresará como violencia que le llevará a la cruz. Ningún interés propio mueve a Jesús en su camino a Jerusalén. Nada puede explicar su subida sino su deseo de hacer la voluntad del Padre, esa misteriosa atracción que en el evangelio de San Juan se expresa: “El Padre y yo somos uno” (Jn 10, 30). El camino de Jesús, es el camino del ser humano hacia Dios. Que el Espíritu infunda en nosotros esa atracción por hacer la voluntad del Padre. 

“¡Te seguiré adonde vayas!”; “Permite que vaya primero…”; “Pero, permite antes…”. ¡Qué difícil se nos hace a menudo saber escoger el verdadero bien! Cuántas veces tratamos de huir de nosotros mismos y de nuestra vida real; escaparnos de situaciones en que debemos practicar lo pequeño y sencillo. ¿No estamos a menudo contentos de que se nos deje en paz, de que podamos cerrar detrás de nosotros la puerta, para que los otros se las arreglen como puedan? ¿No es a veces nuestro amor pura ficción? Entiendo que la propuesta de Jesús, no es sólo renuncia, es una invitación a confiar en la bondad de Dios. Es decir: confía en Dios, pues sabes que tu juicio y conocimiento son limitados y erróneos, mientras que el Padre quiere lo mejor para ti: Sígueme. 

En fin, el texto nos deja en claro que Jesús ha venido para salvar, no para condenar; para abatir las barreras que separan a los hombres, no para destruir a los hombres; para ser exigente, pero no intransigente; para promover el perdón y la paz, y no la violencia. Ha venido para usar el poder de Dios en favor de los hombres, no en contra de ellos. 

   Joel, Puerto Aysén -Chile


* * * 

Cuando leí: "Te seguiré adonde vayas", entiendo primero que todos estamos viviendo vertiginosamente y nos hemos enrolado tanto en vivir rápido, que nos hemos dejado absorber por los adelantos. La historia día a día se repite: vamos manifestando nuestro compromiso o nuestro deseo de servicio, pero siempre anteponemos nuestras necesidades. Para un cambio de pensamiento es importante analizar que en la búsqueda de una vida nueva, según el "Reino de Dios", no está involucrada solamente la persona individual, sino la comunidad, el servicio real que a ella podemos no ofrecer sino dar. La realidad es la misma. El tiempo cambia pero los hechos se repiten: nuestra búsqueda del Reino de Dios. Nos aflige, pero no estamos concientes de la preparación que estamos teniendo o que estamos dando a nuestra familia, a nuestros niños/as, adolescentes y jóvenes, para pensar en nuestra comunidad, y no de manera individual, en nuestra demanda personal. Vivimos un tiempo de inseguridad por la falta de unión entre todos para la búsqueda del bien común. 

   Carmen, Oruro - Bolivia

* * * 

Sí, existen los cambios tecnológicos, sociales, hasta del medio ambiente, pero el cambio en mi vida será con esa rapidez, adhesión y como me lo pide Jesús. Cuando pide alojamiento a esa comunidad y a otros discípulos les dice sígueme, lo esta haciendo también a mí. Estaré siguiendo a Jesús desprendiéndome de esos apegos de egoísmo, falta de perdón, falta de misericordia, caridad, pretextos familiares, de trabajo, apegos materiales, comodidades, etc. ¿Y estaré cumpliendo su voluntad o mis caprichos? Es muy cuestionante esta lectura. Tiene como tema común las exigencias de las vocaciones. Debe nacer en mi la necesidad del desprendimiento, renuncia y abandono a las cosas personales como exigencia para seguir a Jesús. El Evangelio nos dice que el desprendimiento exigido por Jesús a los tres candidatos es radical. Se diría que Jesús hace todo lo posible para desanimar a los tres que pretenden seguirle a lo largo del camino. Parece que su intención es más la de rechazar que la de atraer, desilusionar más que seducir. En realidad, él no apaga el entusiasmo, sino las falsas ilusiones y los triunfalismos mesiánicos. Los discípulos deben ser conscientes de la dificultad de la empresa, de los sacrificios que comporta y de la gravedad de los compromisos que se asumen con aquella decisión. 

Por tanto, seguir a Jesús exige disponibilidad, ruptura con el pasado, decisión, tomando en cuenta que ese llamado es un don de Dios. 

   Silvia, La Paz - Bolivia



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