"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 28 de noviembre de 2013

“NO SOSPECHABAN NADA”.


1ra SEMANA de ADVIENTO 2013
Querido/a Amigo/a:


Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“NO SOSPECHABAN NADA”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“¡Sálvate a ti mismo!”.

Un abrazo... P. Bernardino.

                         “NO SOSPECHABAN NADA”.                     

Una cultura materialista no permite al hombre abrirse a la transcendencia y lo limita en una dimensión puramente horizontal de la vida. Ésta ha sido una tentación permanente de la humanidad, agudizada hoy por el sistema consumista imperante y por el ídolo del mercado. Pero la grande crisis epocal que estamos viviendo, lleva a muchos a redescubrir la exigencia de la espiritualidad y de la solidaridad.
                        
 Nos ilumina el evangelio de san Mateo 24, 37-44:            

Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, sucederá como en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta que Noé entró en el arca; y no sospechaban nada, hasta que llegó el diluvio y los arrastró a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada. Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada”.
PALABRA del SEÑOR


Jesús había anunciado que los sufrimientos...
por la destrucción de la ciudad de Jerusalén y del templo, “no quedará piedra sobre piedra”, serían sólo “el comienzo de los dolores de parto”. El nacimiento de un mundo nuevo, de la extensión del evangelio a todos los pueblos, pasa a través de un proceso de crisis sucesivas, descritas con un lenguaje apocalíptico, de que la caída de Jerusalén es sólo el inicio. Caerán uno tras otro los sistemas de opresión, que se oponen al proyecto de una humanidad nueva, del Reino de Dios, y en el mismo tiempo los seguidores de Jesús y mensajeros del Reino encontrarán oposición y persecución que pueden amenazar su vida física, pero no podrán impedir su fiel perseverancia en la construcción del Reino y el acceso a la plenitud de la vida.

Jesús compara este proceso...
con “los días que precedieron al diluvio”, “en tiempos de Noé”. La gente estaba totalmente dedicada a sus intereses de cada día: “comía, bebía y se casaba”. No tenía la percepción de una dimensión diferente de la vida: “no sospechaban nada”; no había la conciencia de que no bastaba con comer, beber y casarse. Más allá de la inmensa catástrofe del diluvio, ya habían elegido la muerte, en una vida vacía y sin sentido. El diluvio es sólo el símbolo poderoso de esa tragedia humana: “llegó el diluvio y los arrastró a todos”.


En cambio, en ese mismo tiempo había alguien que había madurado una conciencia diferente. El arca en que entró Noé es su opción por un mundo nuevo, el mundo de la vida y de la esperanza, de la solidaridad con toda la creación.

El recuerdo de los tiempos de Noé,
le permite a Jesús proyectar el futuro. Habrá siempre en la sociedad, quien vive con la misma superficialidad que la gente contemporánea de Noé, esencialmente preocupado de sus problemas individuales y sus negocios, conformándose con “comer, beber y casarse”. Pero a su lado surgirá siempre alguien que se siente llamado a una dimensión de vida más profunda y humanizadora: “De dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro dejado. De dos mujeres que estén moliendo, una será llevada y la otra dejada”. Dos hombres, dos mujeres, en las mismas condiciones, con la misma oportunidad: “en el campo”, “moliendo”. Pero las reacciones son diferentes: uno se abre al proyecto del Reino, y el otro no.

El que no se abre a este horizonte más amplio y profundo, seguirá “en el campo”, o “moliendo”, satisfecho de su pequeño mundo, prisionero de la repetición, replegado en sí mismo, insensible a la vida de los demás y ciego frente al sufrimiento del mundo. Aunque consiga éxitos sociales o religiosos, nunca descubrirá cuán insignificante y vacía es su vida.


En cambio, el que se abre al mensaje del Reino, va madurando una conciencia de que la vida no es sólo para “comer, beber y casarse”, sino para construir con entusiasmo un mundo feliz, de hermanos, en justicia y equidad, sin violencia y en armonía con la creación entera.

Por eso la exhortación de Jesús:
“Estén prevenidos”: abran los ojos, tomen conciencia de la realidad, no achiquen su alma y su corazón.Las diferentes visiones de la vida entrarán inevitablemente en conflicto. Vendrán también para el discípulo tiempos difíciles, como para Jesús: la hora del rechazo, de la persecución y de la muerte, “la hora menos pensada”, de “la venida” del Hijo del hombre. Jesús invita a la vigilancia con el ejemplo del que cuida en la noche su casa contra el ladrón: “Si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa”. Jesús no quiere compararse con un ladrón, por supuesto, sino comparar la vigilancia del que defiende sus bienes, con la vigilante conciencia que debe tener el discípulo: “Ustedes también estén preparados”.




Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com

Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 

        Lectio domingo 24 de Noviembre                           
                     ¡Sálvate a ti mismo!                                     

¡Que soledad más grande tiene que haber sentido Jesús en la Cruz! Se burlaban, se reían de El que es Dios. Los hombres son así: aún en nuestra vida diaria se burlan del caído, del desvalido. Todos estaban felices al ver sufrir a nuestro Señor. Sólo uno fue capaz de reconocerlo, a la vez sentirse culpable y merecedor de su castigo. Y nuevamente vemos la misericordia de Jesús, que le dice: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Esa es nuestra esperanza, la del cristiano que espera el perdón de Dios. Jesús que aún en la cruz, asesinado en forma brutal, tiene misericordia y amor, es el ejemplo para nosotros los pecadores y burladores. 


     Rina, Coyahique - Chile                                                            

* * * 

Cuando era niña y leía sobre la Pasión de Cristo o veía alguna película no dejaba de llorar y llorar; nunca podía entender tanta crueldad para "el manso". Y que El dijera encima: “Señor, perdónalos, no saben lo que hacen”. Al contrario me daba enojo, mucho enojo. Un enojo que en tiempos de adolescencia y juventud fue creciendo en contra de todo lo cruel, explotador, injusto y miserable en esta vida, al punto de sentir la necesidad feroz de hacer algo y optar entonces, por la militancia política. El problema, para mí, como entendí mucho después, es que en toda esta trayectoria sólo fui acumulando más enojo y al final hasta se me había olvidado que la fuente había sido el amor a Cristo, a su inquebrantable cualidad de paz. Así es como creo que sucede con la política, que al alejarse de la fuente del amor termina convirtiéndose en lo que un día se propuso revertir. El mensaje de confiar, seguir creyendo en el camino de la compasión y el amor a pesar de lo terrible que pueda ser cualquier situación de vida que nos toque, es sin duda el más difícil. Porque como humanos, viendo a Jesús en la Cruz... ¿nunca has sentido la rebelión, las ganas de gritarle: “¡No te dejes, si tu puedes salir de ahí con sólo decirlo!”? Y resulta que hasta al peor depredador Jesús perdona, porque comprende en su infinita misericordia que no sabe lo que hace, que está tomado por el mal, la inconsciencia y todos los pecados provenientes del super ego narcisista y vanidoso, amante del poder. La crucifixión de Cristo que finaliza en su resurrección en la divinidad y la gloria como total vencedor del mal, es el ejemplo más profundo e incomprensible para el estrecho entendimiento humano acerca de qué es vencer y qué es perder, qué es, en definitiva salvarse. 

      Isabel, City Bell - Argentina                                                     





jueves, 21 de noviembre de 2013

“¡SÁLVATE A TI MISMO!”.



Querid@ Amigo@:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“¡SÁLVATE A TI MISMO!”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“NO SE DEJEN ENGAÑAR”.


Un abrazo.... P. Bernardino



                       “¡SÁLVATE A TI MISMO!”                         


Usamos hoy, sobre todo en el lenguaje religioso, imágenes que han nacido en otro tiempo y en otro contexto cultural. ¿Qué significa hablar de pastores, en una época postmoderna, en que se crían las ovejas con métodos industriales? ¿Y qué reacciones provoca el título de rey, en una sociedad en que los reyes ya son poco estimados y menos amados? La misma realeza atribuida a Jesús necesita la oportuna iluminación.

                                               


  Leemos en el evangelio de san Lucas 23, 35-43:                                           

Después que Jesús fue crucificado, el pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”. También los soldados se burlaban de Él y, acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Sobre su cabeza había una inscripción: “Éste es el rey de los judíos”.

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Él le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
PALABRA del SEÑOR









Lucas presenta las reacciones... 

de los distintos testigos de la crucifixión de Jesús.

Está el pueblo, que “permanecía allí y miraba”. Es curiosidad frente a ese terrible espectáculo; es satisfacción por haber logrado lo que había pedido: “¡Qué muera este hombre! Déjanos libre a Barrabás”. El evangelio no hace sospechar ni la mínima compasión, al menos algún recuerdo del bien que Jesús hizo, o de la enseñanza que él transmitió.

Los más satisfechos son los jefes religiosos... 
Muchas veces ellos habían intentado eliminar a Jesús, pero le tenían miedo al pueblo que por un tiempo lo había seguido. Ahora han recuperado el poder sobre la gente, y el resultado está bajo los ojos de todos. Desafían a Jesús burlándose de él. Ellos tienen una imagen de Dios coherente con sus intereses, y era justamente esa imagen que Jesús destruía con su mensaje, presentando a Dios como Padre misericordioso. Ahora parece que el Dios de los sumos sacerdotes, de los escribas y fariseos es el vencedor, y que el Dios de Jesús es impotente. Se ríen de ese Dios, que abandona y no defiende a su Elegido, y se ríen de Jesús que no usa en su favor el poder que ha manifestado cuando “pasó haciendo el bien y sanando a todos”: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”. Resuenan en estas palabras las tentaciones del diablo en el desierto: “Si eres hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Es la misma lógica diabólica: el poder para su propia ventaja.




Igual burla manifiestan los soldados...
que ofrecen cruelmente a Jesús una bebida agria, en lugar de la bebida que se ofrecía a los condenados: “Acercándose para ofrecerle vinagre, le decían: Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”. Acostumbrados a servir al emperador, y a imponer con la fuerza de las armas el derecho del más fuerte, no pueden concebir a un rey sin poder, que no pelee por su propia salvación, tal vez mandando a otros a morir por él, un rey que no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida.
Es una burla también el letrero sobre la cabeza de Jesús, con la inscripción: “Éste es el rey de los judíos”.
Y al sarcasmo y la irrisión general se asocia también uno de los dos malhechores crucificados con Jesús: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”. Un verdadero Mesías, fuerte y poderoso, no debería dejarse morir y tendría que liberarse y liberar a los que comparten la misma condena.




Sólo una voz diferente, la del otro crucificado... 
Afirma la inocencia de Jesús, mientras reprocha la insolencia del compañero, que bien ha merecido ese terrible castigo: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo”. Y le pide a Jesús: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Reconoce a Jesús en la cruz como rey, un rey que muere en fidelidad a su misión de mensajero de un proyecto de vida diferente, de un Reino de misericordia abierto a todos, también al peor de los malhechores, y que ofrece su vida para indicar el camino de la verdadera vida que vence la muerte: el amor hasta el extremo.Jesús le responde solemnemente: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”. El Justo y el pecador, crucificados los dos, participan de la vida definitiva, que la muerte horrible en la cruz no puede vencer. Jesús es el rey, y el primer ciudadano que ingresa a su reino es ese malhechor que ha confiado en él.

Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com

Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 



   LECTIO DOMINICAL  20 de noviembre          
             "NO SE DEJEN ENGAÑAR"                  



El final de los tiempos está sucediendo en el “hoy” de nuestra vida. El final de los tiempos está ya presente y el único tiempo cierto es el de la conversión. Cada día es un reto y una exigencia de fidelidad a Cristo. No nos distraigamos haciendo conjeturas sobre el cómo y el cuándo de un futuro desconocido y de un final de los tiempos que seguramente no nos tocará a nosotros ver ni vivir. Más bien, concentremos la atención y todo el empeño de nuestro ser en vivir con fidelidad el momento presente, llegando incluso hasta el martirio en nuestra entrega a Jesucristo. El martirio que nos toca vivir a nosotros ahora no es un martirio cruento, sino el de una entrega silenciosa, callada, pero llena de amor; y, a los ojos de Dios, tal vez se trate de un martirio no menos heroico que el de muchos hermanos nuestros. 

      Silvia, La Paz - Bolivia                                                              


* * * 



El lenguaje apocalíptico de Jesús ha resultado pequeño con relación a la realidad del mundo que hemos construido desde entonces. La hipnosis que nos ha cerrado los ojos y nos mantiene en nuestras pequeñas seguridades cotidianas impide que sintamos este horror en toda su magnitud que, creo, por otro lado, no soportaríamos: el hambre, las guerras, las violaciones a todos los derechos humanos, el enriquecimiento ilícito es tanto y está tan indetenible que sería casi imposible un mínimo de esperanza. Sin embargo el dice: No quedará piedra sobre piedra, y quiero sentir que se refiere al fin de una era y el principio de otra: donde la verdad es develada sin intermediarios y las elecciones hacia la luz se vuelven urgentes, posibles, imprescindibles. 



Lo que Jesús anuncia como que "sucederá" ya ha sucedido y está sucediendo: muchos han sido perseguidos, encarcelados, muertos, torturados, y pueblos enteros aniquilados y siempre ha sido en nombre de Jesús, porque El es la verdad, la justicia, el Amor y la misericordia y aquellos que han portado este estandarte con distintos nombres a lo largo de los siglos fueron abatidos por el poder, la astucia y la oscuridad. En nombre de Jesús, aunque no siempre invocando su nombre, han actuado generaciones de jóvenes idealistas a través de la política, los ecologistas, los pacifistas, muchos artistas, los voluntarios y las buenas y sencillas gentes viviendo una vida honesta. Y esto, aunque no se vea, también cuenta. Cuenta para que las cajas vacías y corruptas de determinadas instituciones no puedan ya ocultar sus manos ensangrentadas. 

Salvar la vida es no ceder frente a la tentación hoy instalada en el poder mundial que no cesará hasta exprimir la última gota de riqueza de nuestro planeta a costa de lo que sea, fundamentalmente de la vida. Salvar la vida es seguir con fe, con oración, contemplación y meditación por el camino de la buena acción allí donde estemos, y la buena acción siempre implica la denuncia de la mentira que nos rodea. Salvar la vida no es sobrevivir ni esconderse, es honrarla porque es la Vida el regalo que nos han hecho para aprender, crecer y seguir nuestro camino álmico de evolución. 

Hay algo que también me resulta muy hondo, es que cuando dice: "Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán", yo creo que se refiere a todo este tiempo que largo, largo, nos tuvo presos de una mente apoderada por completo del hombre y alejándolo cada vez más de su centro y su corazón. Esta mente ideológica, argumentativa, no hizo más que sembrar división tras división, los unos contra los otros, los de la "razón" y los que no la tenían, y esto fue generando más y más separación, hasta el renegar de muchos de sus propios orígenes, sus padres hijos y hermanos: sino pensaban igual. Ideas tan poderosas se agigantaron y se volvieron destructivas; fueron llevadas a las acciones devastadoras de guerras, persecuciones, espionajes, torturas y asesinatos. Es la era de la mente humana sin control. Esta era está llegando a su fin. Retornar a la fuente de Dios con humildad, orando por discernimiento, asistencia y volver a sentir nuestro ser en Amor.

      Isabel Fraire, City Bell - Argentina                                          

* * * 

Los tiempos que vivimos son de verdad tormentosos y pueden hacer pensar a lo que se dice en el texto del evangelio de Lucas. Un amigo de hace tiempo, Andrés, me escribía en estos días: Se le preguntó a Lutero qué haría si supiera que el apocalipsis estaba muy próxima. Contestó: “Plantaría árboles”. El “apocalipsis” está cerca, y nosotros “plantamos árboles” (materiales e interiores). Aunque si a menudo no es fácil para nada. Así quedo fiel, de otra manera, a la visión de padre Giovanni Vannucci, de don Michele Do, de Raimon Panikkar, entre otros amigos. 

Me ha hecho pensar mucho esta afirmación de Andrés que, después de haber trabajado por muchos años a nivel intelectual, preparando documentales para la TV suiza, se ha retirado en Escocia, en un monasterio de monjas anglicanas, donde trabaja como jardinero a cambio de alimentación y alojamiento. Luego he aplicado a las palabras de Jesús: “No preparen antes su defensa, yo les daré palabras y sabiduría… Con su perseverancia salvarán su vida”, una reflexión que escuché ayer de noche en la TV, mientras seguía el rosario meditado en vivo desde Lourdes. El segundo misterio de la Luz está dedicado a las bodas de Caná. María dice a los sirvientes del banquete, que no tienen más vino: “Hagan lo que [Jesús] les diga”, y nos entrega así el don de la “docilidad” a las enseñanzas del Señor. 

Estas son las dos indicaciones que la vida me ha regalado en estos días. No creo sea atrevido aplicarlas al texto del evangelio de Lucas. 

       Elena, Bérgamo - Italia                                                          

* * * 

Es verdad, solo la constancia en el seguimiento de Jesús, es lo que nos salvará. Solo a través de sus ojos, y a través de su propia vida, es que llegaremos a la plenitud de los tiempos. Podrán destruir nuestra carne, pero nuestro espíritu le pertenece a Cristo. No necesitamos nada de nosotros, sólo lo necesitamos a él. No hay que tener miedo entonces de morir por Cristo, ya que nuestra esperanza es él mismo, que dio la vida por nosotros, regalándonos la esperanza en la vida eterna... Tomemos entonces nuestra cruz, y las infinitas cruces de nuestros hermanos que más sufren, y sigamos adelante. 


     Lorena, Santiago - Chile                                                             






jueves, 14 de noviembre de 2013

“NO SE DEJEN ENGAÑAR”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“NO SE DEJEN ENGAÑAR”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“YA NO PUEDEN MORIR”.

Un abrazo... P. Bernardino

                       “NO SE DEJEN ENGAÑAR”.                      

Nuestro tiempo, en su aparente mediocridad, está realizando un proceso de profunda transformación, cuyo alcance ni de lejos podemos medir en este momento. Algunos hablan de una larga Edad Media, que durará sin duda por mucho tiempo. Lo que importa es no quedarnos mirando atrás, sino asumir plenamente los tiempos que nos toca vivir, trabajando para que el cambio, que tiene potencialidades ambiguas, sea hacia una mayor humanización de la sociedad y del mundo.
                                            
   Leemos en el evangelio de san Lucas 21, 5-19                                             

Como algunos, hablando del templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”. Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan.Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”.

Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo. Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí. Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir. Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán. Serán odiados por todos a causa de mi nombre. Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza. Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.

                                  PALABRA del SEÑOR




Dentro del templo de Jerusalén...
algunos miran con orgullo las “hermosas piedras” con que está adornado, y las “ofrendas votivas”. El templo, con su esplendor, es el símbolo de la unidad nacional, y su riqueza alimenta los sueños mesiánicos nacionalistas del regreso a la grandeza de los tiempos pasados.


Jesús interviene con una profecía 
que podría parecer aterradora: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Los discípulos de Jesús no parecen asustados al escuchar este anuncio. Están convencidos que, en el momento peor, Dios intervendrá, y manifestará todo su poder con la restauración gloriosa del país por obra del Mesías. El momento de mayor sufrimiento y desesperación, será también el de mayor cercanía de la intervención de Dios. Por eso la pregunta: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”. Les interesa conocer el tiempo y la señal de la poderosa intervención de Dios.


Jesús quiere quitar toda ilusión... 
No habrá ninguna señal de una intervención divina extraordinaria. Lo que él ha anunciado se cumplirá: del templo “no quedará piedra sobre piedra”, aunque aparezcan falsos mesías que, usurpando su nombre, digan lo contrario. Por eso, “tengan cuidado, no se dejen engañar”. Intentarán seducir al pueblo diciendo: “El tiempo está cerca”, Dios está por intervenir. Pero es firme la exhortación de Jesús: “No los sigan”. Los grandes conflictos que se anuncien no deben alborotarlos: “Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, no se alarmen”, creyendo que ya se viene la restauración de Israel: “Es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”. La destrucción del templo de Jerusalén no será señal de la inminente restauración mesiánica soñada; será sólo el inicio de un proceso de cambio. No será “el fin”.

Para Jesús “el fin” no quiere decir calamidad y desastre, sino un tiempo nuevo, la instauración del reino de Dios, la proclamación del evangelio a todos los pueblos y la superación del sistema de poder, de injusticia y explotación del pueblo, representado simbólicamente por el templo. Ese “fin” demorará.


Los fenómenos de una historia ...
muy convulsionada de la humanidad, son presentados por Jesús con el lenguaje apocalíptico de los profetas: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo”. Es el lenguaje con que los profetas anunciaban el surgir y el caer de los imperios. Jesús lo retoma para describir la terrible tragedia de Jerusalén y la complejidad de una historia en la cual se irá realizando un largo camino de transformación de la humanidad.En el tiempo entre la destrucción del templo de Jerusalén y la instauración universal del reino de Dios, “antes de todo eso”, los discípulos en la realización del proyecto liberador de Jesús experimentarán la misma oposición que ha encontrado él. Se les opondrán el poder religioso: “Los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados”; el poder político: “Los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí; y el mismo mundo de los afectos: “Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos”. La resistencia será animada por el espíritu de Jesús mismo: “Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa, porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir”. Aunque pierdan su vida física en la persecución, “a muchos de ustedes los matarán”, llegarán a la plenitud de la vida verdadera y definitiva mediante el don de la perseverancia fiel: “Gracias a la constancia salvarán sus vidas”.




Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 
                                                 
  LECTIO DOMINICAL 10 de Noviembre                      
           "YA NO PUEDE MORIR"                                     


Más allá de toda escritura, el contacto con el "otro reino", ese que no es de este mundo, es una experiencia íntima, que se transita lentamente a lo largo de la vida. Creo que para eso estamos en esta escuela del mundo. Transitarla significa volver a integrar la espiritualidad perdida por el velo del excesivo desarrollo mental de la humanidad que, paradójicamente, aunque mental, lo que ha hecho es apegarnos a la materia en un cien por cien, negando cualquier posibilidad de evolución desde la materia hacia planos más sutiles, esos planos donde el espíritu comienza a brillar por la Luz de lo divino. No sé cómo puede ser la vida eterna en esos otros planos, pero si no honramos primero este plano con humildad, sencillez y honestidad, creo que nunca podré ni siquiera intuirlo. Ahora es el tiempo de vivir plenamente en esta tierra, sanamente en esta tierra, y sentir la creación en la semilla que florece, en el canto del pájaro, en la amistad más profunda que une los corazones. Y sólo desde esos lugares, despojados de ego, he podido sentir que soy una más de los hijos del Padre. 

     Isabel, City Bell - Argentina.                                                   



* * * 

Los muertos no han muerto, 

sólo han dejado el vestido humano, 

se quebró la armonía del cuerpo, 

pero el espíritu está vivo. 




En cada momento están unidos a ti, 

en ellos y en ti descansa un solo corazón 

donde muerte y vida se intercambian palabras. 



Escucha de tus difuntos 

la quieta voz 

que asemeja a tu pensamiento. 

  
    Rudolf Steiner, enviado por Ángela Lecco -Italia                


* * * 

Dios es Padre, la muerte no le va dejando sin sus hijos queridos. Dios no vive eternamente rodeado de muertos: “Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos”. Lo dice el Señor Jesús. 

Jesús, no se ha encontrado antes con los saduceos. El ámbito en el que estos se mueven está lejos del pueblo; formaban parte de la elite cultural, social y religiosa del pueblo judío. En broma se ha dicho que lo pasaban tan bien que no se podían imaginar otra vida. No creen en la resurrección de los muertos. Se acercan a Jesús no sólo para cuestionar la fe en la resurrección, sino para ridiculizarla inclusive como simple perspectiva. Jesús responde ante todo diciendo que no es absurda; a la vez evidencia lo ridículo que es pensar que la vida junto a Dios, sea una prolongación de las estructuras patriarcales de las cuales se beneficiaban sólo los varones. La fe de Jesús en la otra vida no consiste en algo tan irrisorio; tampoco puede imaginar que la vida junto a Dios consista en perpetuar las desigualdades, injusticias y abusos de este mundo. 

La luz de la enseñanza de Jesús disipa las tinieblas de los saduceos. El pasaje muestra que Jesús no sólo interpreta en forma correcta las escrituras, también su respuesta evidencia una confianza absoluta en Dios Padre. Confianza que se expresa en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. 

En el libro del Apocalipsis, en el capítulo V, cuando se pregunta: ¿Quién es digno de abrir el rollo y romper su sellos? El vidente llora conmovido porque nadie sabe lo que significa todo lo que vivimos y experimentamos; cuanto menos podemos saber del mundo futuro. Entonces, leamos este pasaje del evangelio para nosotros, para cada uno de nosotros; para los difuntos que están vivos y para los vivos que serán un día difuntos; para los que como nosotros creemos en Cristo y para los que puede Dios hacer que logren de otro modo su eterna misericordia, pues todos hemos sido marcados con el sello eterno de su amor. “Tú amas todo lo que existe y no aborreces nada de lo que has hecho, porque si hubieras odiado algo, no lo habrías creado” (Sab 11, 24). 

Aunque con frecuencia podamos temer por nuestra salvación – vida eterna, resurrección –, no tenemos derecho a exceptuar a nadie, como los saduceos, de la esperanza de la vida eterna. 

     Joel, Puerto Aysén – Chile                                                       






jueves, 7 de noviembre de 2013

“YA NO PUEDEN MORIR”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 
“YA NO PUEDEN MORIR”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“LO QUE ESTABA PERDIDO”.

Un abrazo... P. Bernardino


              “YA NO PUEDEN MORIR”             

Nuestros seres queridos que han fallecido, ¿dónde estarán? ¿Qué pasa con ellos? ¿Qué hay después de la muerte? Nuestra idea del más allá, ¿de qué nace: del miedo, de la ilusión, de la esperanza? Si la vida no termina con la muerte, ¿en qué medida el horizonte último puede incidir en el presente? ¿Qué es, entonces, lo que vale la pena hoy?

Muchas otras preguntas se presentan a nuestra mente. La Palabra de Dios no ofrece todas las respuestas bien claras y definidas como las desearíamos, pero da una indicación fundamental, que puede decidir radicalmente en la orientación de toda nuestra vida. 
                                   
  Leemos en el evangelio de san Lucas 20, 27-38               

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: “Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”.

Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casan. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor ‘el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’. Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para Él”.
PALABRA del SEÑOR



Llegado a Jerusalén ...
meta de su viaje, Jesús entra en el templo y lo vacía, echando afuera a los vendedores, y dedica los últimos días de su vida a la enseñanza al pueblo y a la polémica con las autoridades religiosas.

Uno de los temas de discusión es planteado por los Saduceos. Constituían el grupo más poderoso en el Sanedrín, integrado por sumos sacerdotes y senadores. Detenían el poder económico y político. “Niegan la resurrección”, y les basta con vivir en el presente una vida de privilegio. Para mantenerla, no tienen escrúpulos en colaborar con el imperio romano, que domina el país.



Inspirados por su concepción materialista de la vida ...
plantean a Jesús una pregunta sobre la resurrección, con la intención de poner en ridículo esa creencia. La ley del levirato, instituida por Moisés, preveía: “Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda”. El hijo sería reconocido como hijo del difunto. Si siete hermanos se han casado sucesivamente con la misma mujer, porque cada uno ha muerto sin tener hijos, ella, “cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?”. Para los Saduceos, en la hipótesis que haya una vida más allá de la muerte, tendría que tener las mismas características de la vida presente: la mujer como propiedad del hombre, para asegurarle la descendencia.

La respuesta de Jesús es un aporte fundamental para la fe de todos los creyentes.



Hay dos formas de vida ...
Una pertenece a “este mundo”, en que los hombres y las mujeres se casan”: es la vida física, transmitida a través del matrimonio. Y hay una vida que no se transmite por generación humana, “no se casan”, que es para siempre, más allá de la muerte, para “los que son juzgados dignos de participar del mundo futuro”. La muerte no interrumpe y no tiene poder sobre esta vida: “Ya no pueden morir”, porque es don de Dios, y está presente desde ya, y no sólo después de la muerte, con la acogida de la condición de hijos: “Son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios”. Todos iguales y libres, sin que nadie sea propiedad o sumiso a otro. Esta es la resurrección.



Es lo que les pasó a los patriarcas ...
Abraham, Isaac y Jacob, como lo experimentó Moisés. Siguen vivos, aunque muertos físicamente, porque su Dios “no es un Dios de muertos, sino de vivientes”. La vida que Dios les ha dado permanece en ellos para siempre, porque el Dios de la vida es un Dios fiel.El escepticismo de los Saduceos le permite a Jesús hacer una aclaración fundamental, que ofrecerá una importante clave de interpretación de la misma muerte y resurrección de Jesús.




Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 
                                                 
  LECTIO DOMINICAL 03 de Noviembre                         
       “LO QUE ESTABA PERDIDO”           


Estoy reflexionando sobre la figura de Zaqueo y pienso que para él ha sido fácil creer en Jesús y convertirse, porque lo ha visto y lo ha hospedado en su casa. Y pienso también en lo que me dijo una querida amiga mía en estos días. Alberta va cada semana a la cárcel de su ciudad y enseña a veinte internas, casi todas gitanas, a tejer y a confeccionar bolsas. Habla también largo tiempo con ellas, tanto que se hicieron amigas y le confían todos sus problemas. Alberta me dijo que, cuando las mira, ve en ellas el rostro de Cristo. Mi amiga no ha podido estudiar y no ha hecho grandes lecturas de exégesis bíblica; tal vez, justo por eso, tiene una mirada “virgen” y límpida, y descubre estas verdades por su gran sensibilidad. ¡Cómo quisiera ser como ella!

Pero pienso también en las palabras de Jesús a Tomás: “Por que me has visto, tú has creído; dichosos los que no han visto y han creído”. Y continúo reflexionando.



     Elena, Bérgamo – Italia                                                                



* * *

La lectura nos permite repetir varios momentos cuando se señala la importancia de elegir entre Dios y el dinero; entre ellos, aquel que dice: “Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de los cielos”. Sin embargo a través de muchos siglos esta lectura tan sencilla, ha sido manipulada por obispos, curas y medios ligados a los poderes económicos, repitiendo las actitudes de los fariseos que teniendo en sus manos la línea de la justicia y la verdad han preferido someterse a las tentaciones del poder para justificar sus intereses personales en contra de pobres campesinos en Europa de la edad media y durante la colonización de América Latina. La actitud del hombre rico que admite haber sido injusto con el dinero y luego la reflexión de Jesús nos van a demostrar que los cambios, aunque parezcan imposibles, pueden ocurrir, pensando siempre en el bienestar de los muchos que históricamente han sido desplazados.

En América Latina durante más de cinco siglos han sido saqueados recursos naturales que han sometido a una gran pobreza a todos los pueblos, gracias a la manipulación de estos mensajes de Jesús.

     Francisco, Potosí - Bolivia                                                      



* * *

En los salmos se expresa el anhelo de la humanidad: “Muéstranos tu rostro, Señor, y danos tu salvación” (Sal 84, 8) Con Jesús se realiza este anhelo. El encuentro entre Jesús y Zaqueo realiza la salvación, que es imposible para todos, pero no para Dios; finalmente el deseo del ser humano de habitar junto a Él, puede cesar en su fatiga. El deseo de Zaqueo “de ver” y la mirada de Jesús hacia él: de este encuentro de miradas brota “hoy” la salvación.



En el itinerario del evangelio de Lucas, este es el último episodio de la subida de Jesús a Jerusalén. Aquí los discípulos y quienes le siguen “pueden ver” y salir de la incertidumbre de: “¿Quién puede salvarse? Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (Lc 18, 26-27). Zaqueo, el “insalvable” – jefe “del cartel de pecadores” y rico – se encuentra con el Hijo del hombre que ha venido a buscar lo que estaba perdido; él que es insalvable tiene la prerrogativa única que se requiere para la salvación: ve la propia miseria y trata de ver la misericordia del Señor que pasa. Zaqueo hará después “lo que hay que hacer para heredar la vida”: acoge a Jesús con alegría, en él ama a Dios con todo el corazón y al prójimo, porque se muestra dispuesto a entrar en comunión a la comunidad de los pobres, especialmente de aquellos que él mismo había reducido a la miseria. 



“Cuando Jesús llegó al sitio, alzó la vista y dijo”. Jesús lo mira no desde arriba, sino desde abajo; “Él, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios” (Fil 2, 6), se ha hecho el más pequeño de todos, levanta los ojos hacia Zaqueo. Por más que sea de “pequeña estatura”, siempre está más arriba que Él, así como también todos los discípulos; Él se ha puesto en el último lugar, se vació de sí para poder servir a todos. Nadie ve en él al representante de la ley, sino al que hace presente la misericordia del Padre. El amor hace considerar al otro como superior a sí mismo. Lo que fue imposible para el rico, viene a ser realidad para el que se encuentra con la mirada de Jesús.



“El hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido”. En Jericó la muralla infranqueable ha caído, todos los perdidos de la tierra han sido salvados; el hombre queda conquistado por la fuerza del amor misericordioso. Ahora Jesús puede entrar en Jerusalén y cumplir aquello para lo cual ha venido. Zaqueo es su anticipo, como lo es Lázaro en el evangelio de San Juan.

    Joel, Puerto Aysén – Chile                                                        

* * *

Esta Palabra me produjo mucha gratitud. En realidad, ¡toda la palabra de Dios es para agradecer! Sin embargo, esta actitud de Jesús... ese siempre querer ir a "casa", ese deseo de entrar en mí casa... De verdad siento que Él desea estar en ella, pero también descubro que no siempre le abro, bajando de mis alturas y ocupaciones para ir con presteza a acogerlo y charlar largo y tendido. Muy por el contrario continuo en mi terquedad y en mis desencuentros de relaciones humanas, y en mi creer que estoy bien mirándole desde mi óptica, desde mis alturas, perdiendo el "hoy" que me ofrece Él para cambiar, para mirarle a Él, mirar en su dirección. Le pido no descuide el "hoy", ya que hoy Él quiere estar en mí.

     Hilda, Roma – Italia                                                                        

* * *

Esta parábola es muy linda y llena de enseñanza ejemplarizadora. ¡Cuántas veces he sido un Zaqueo, el más pecador, estafador, no sólo con mis hermanos sino con Dios, justificando mis culpas y engañando, subiendo a un sicómoro pero no para ver a Jesús sino para ver desde arriba a los demás, ser más, que ellos! ¡Cuántas veces Jesús me miró y no le di importancia a esa mirada que convierte y transforma, pasando desapercibida y sin que su palabra tampoco importara!

El deseo de conocer a Jesús por Zaqueo me debe invitar a tener esa inquietud, buscarlo y tener ese gozo de que sea el principal invitado en mi casa (corazón), transformando mi vida; saber y tener presente su amor y gran misericordia que me tiene. Me busca Él, y se hizo hombre por nosotros los pecadores. La conversión es tan importante, empezando por la adhesión a Cristo.
    Silvia. La Paz - Bolivia.                                                               




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