Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“LA JUSTICIA DE USTEDES”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“SOBRE EL CANDELERO”.
Un abrazo...P. Bernardino
“LA JUSTICIA DE USTEDES”.
Las tradiciones religiosas de los distintos pueblos, enriquecidas por las condiciones geográficas y culturales propias, son una respuesta a las exigencias profundas de la humanidad, que busca el sentido de su vida y de su presencia en el mundo.
La propuesta de Jesús, que no se reduce simplemente a una estructura religiosa, ni está condicionada por los límites de una cultura o de una región, es el camino de una plena realización humana y de una felicidad verdadera.
Leemos el Evangelio de san Mateo 5, 20-22. 27-28. 33-34. 37
Jesús dijo a sus discípulos: Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal”. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal.
Ustedes han oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: “No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor”. Pero yo les digo que no juren de ningún modo. Cuando ustedes digan “sí”, que sea sí, y cuando digan “no”, que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
PALABRA del SEÑOR
Este texto es parte de una reflexión...
más amplia que Jesús desarrolla, después de haber proclamado las Bienaventuranzas. Aclara que ese nuevo código es el fruto maduro de todo un largo camino de preparación y espera, que no puede ser olvidado o negado: “No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”. Es el tiempo de la plena realización de un éxodo liberador de que el antiguo éxodo de la esclavitud de Egipto había sido sólo un anuncio y un adelanto.
A sus discípulos Jesús propone un cambio radical. No pueden asumir y poner en práctica su proyecto, si siguen cumpliendo las enseñanzas de los escribas y fariseos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos”. Para los fariseos la justicia, la manera para ser reconocido justo frente a Dios, dependía de la práctica rigurosa y formal de todas las normas de la Ley. El mandamiento decía: “No matarás”, y por lo tanto uno estará en paz con su conciencia y con Dios si no ha matado físicamente a nadie. Sólo “el que mata, debe ser llevado ante el tribunal”. Ya este nivel de exigencia imponía un alto respeto por la vida.
A sus discípulos Jesús propone un cambio radical. No pueden asumir y poner en práctica su proyecto, si siguen cumpliendo las enseñanzas de los escribas y fariseos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los cielos”. Para los fariseos la justicia, la manera para ser reconocido justo frente a Dios, dependía de la práctica rigurosa y formal de todas las normas de la Ley. El mandamiento decía: “No matarás”, y por lo tanto uno estará en paz con su conciencia y con Dios si no ha matado físicamente a nadie. Sólo “el que mata, debe ser llevado ante el tribunal”. Ya este nivel de exigencia imponía un alto respeto por la vida.
Pero esa justicia no basta para...
los discípulos de Jesús. Con una autoridad inaudita frente a la Ley que se consideraba entregada por Dios a Moisés, Jesús declara: “Pero yo les digo”. El criterio que propone Jesús será el de reflejar las características del Padre Dios: “Sean perfectos como el Padre es perfecto”. La justicia de los discípulos debe ser “superior” a la de los escribas y fariseos, para poder entrar en el “Reino de los cielos”, la humanidad nueva, animada por el Espíritu y al servicio de la vida y del amor. Jesús no propone un listado de otros mandamientos, sino el cambio del corazón. Cerrar el propio corazón al hermano es como matarlo: “Todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal”. Hace falta eliminar las raíces del mal: la violencia, la arrogancia, la venganza, antes que produzcan sus frutos malos. El amor, la reconciliación para con el hermano preceden el mismo culto a Dios: “Ve primero a reconciliarte con tu hermano”.
Igualmente, para cumplir con la Ley: “No cometerás adulterio”, era suficiente no realizar la acción del adulterio. La mujer casada era considerada propiedad del hombre, y el adulterio era un atentado contra la propiedad: “No desearás la casa de tu prójimo, ni su campo, ni su mujer, su servidor, su sirvienta, su buey o su burro”. Por eso, no había condena si un hombre tenía relaciones con mujeres no casadas, libres. Jesús lleva el mandamiento a su radicalidad: el respeto extremo para cada hombre y cada mujer, para una unión que sea testimonio del amor y la ternura de Dios, en igual dignidad. Por lo tanto, es necesaria la vigilancia también sobre la propia mirada y el propio deseo: “El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. La justicia y la fidelidad son más importantes que la misma integridad física: “Si tu ojo te lleva a pecar, sácatelo”, “si tu mano te lleva a pecar, córtatela”, es decir, cuida y elimina todas las actitudes que puedan desviarte del camino.También la relación entre hermanos tiene que evitar toda clase de falsedad y engaño. El mandamiento decía: “No jurarás falsamente”, pero para el discípulo de Jesús no será necesario ningún juramento. Su palabra debe ser siempre sincera y transparente: “Cuando ustedes digan ‘sí’, que sea sí, y cuando digan ‘no’, que sea no”. La verdad, simplemente.
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2014
Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es
LECTIO DOMINGO
Sobre el candelero
La sal: cuando uno muere en Bolivia, el funeral tiene dos componentes: el agua y la sal. La sal es para dar el sabor, darle un buen gusto a lo que está "k´ayma" (sin sabor, sin gusto). Cuando uno muere mezclan el agua bendita con sal, para decir: la vida no debe ser k´ayma, debe ser alegría, constancia, sabiduría (sabor). Los cristianos no son k´aimas, hasta después de la muerte: entonces uno goza de ese gusto interminable de la vida.
Edson, Oruro – Bolivia
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Desde hace unas cuantas semanas está lloviendo continuamente, y uno se siente envuelto en un gris y una humedad que oprimen. Hoy de repente ha vuelto el sol y nos ha regalado un esplendido día luminoso. La luz del sol, mojando todas las cosas, ha transmitido enseguida un sentido de alegría, de confianza en la vida, también de ebriedad. La naturaleza otra vez, con el milagro y la maravilla del sol, nos da una grande enseñanza.
Pienso que si yo tuviera dentro de mí un poco de esta “luz”, miraría a la realidad de manera distinta: subrayaría sobre todo las muchas cosas positivas que hay en las personas, en las cosas, en los acontecimientos. Y en cambio, a menudo me golpean más las muchas noticias negativas que los diarios y la televisión nos brindan cada día. ¡Cuánto es verdadero el dicho: “Hace más ruido un árbol que cae, que una floresta que crece”!
Por lo que se refiere a la “sal”, de que habla Jesús, pienso a cuantas cosas persigo en mi vida, dispersando energías y tiempo, y cuanto poco trato crear condiciones para dar a mis días un sabor distinto. Quién sabe si sabor e sabiduría tienen la misma raíz… Si dedicara un poco más de tiempo a la reflexión y a la meditación podría tal vez alcanzar la parte más profunda y más verdadera de mí misma y de ahí lograr ese sabor bueno de la vida que podría trasmitirse también a las personas que encuentro.
La reflexión de hoy, por lo tanto, posiblemente un poco más laica que espiritual, es ésta: si dentro de mí hay luz, ésta se extiende también a mi alrededor; si mi vida no es insípida, puede aumentar el grado de madurez y de conciencia de la realidad que me rodea.
Estoy reflexionando mucho en este tiempo acerca de que la vida es “relación”.
Elena, Bérgamo – Italia
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Jesús dice a los discípulos que ellos son la sal de la tierra, sal que da sabor a la palabra di Dio y la guarda de la corrupción. Y nosotros, seguidores de Cristo, ¿cómo podemos ser sal? ¿Cómo debemos portarnos para dar gusto al mensaje evangélico en nuestro tiempo y protegerlo de la indiferencia, si no del desprecio; acostumbrados como somos a vivir nuestra fe en lo privado?
Esta pregunta me pone en crisis.
Gianna, Pordenone – Italia
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Cuando muchos años atrás escuchaba esta Palabra, si pensé que me levantaba el ego y que si bien era una invitación a dar un buen testimonio, sentía que me decía que era regia: yo soy la sal, yo soy la luz, qué mejor… ¿Qué lejos estaba de su verdadero sentido!, aunque no estaba tan perdida ya que sentía la misión como responsabilidad de dar sabor, de animar, entusiasmar a quienes estaban a mi alrededor y que debía iluminar para guiar a quienes acompañaba o necesitaban de un consejo, ayuda, pero que era yo la que lo haría.
Ahora no me siento ni tan sal, ni tan luz, pero procuro de dejar al Señor que se vaya manifestando en mis hermanos por medio de mí y esto es mucho más comprometedor: transmitir lo que Dios es realmente: amor, paciencia, perdón. Esto quiere que sea y diga. No siempre lo realizo tan bien. Acá empieza mi falta de testimonio, que impide o no ayuda a mi prójimo en su relación con Dios, porque mi luz para nada es luz y la sal se vuelve sosa, porque mis obras nos son obra de Dios, sino solo el resultado de mi ego vanidoso, y lo que en ocasiones brilla es solo por la misericordia y el amor infinito de Dios, de amarme como su hija y de valerse de mí para hacer un poco de bien.
Espero poder ser “un pequeño reflejo fiel de la Luz del Padre con el testimonio de mi vida”.
Hilda, Roma – Italia
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En el Evangelio de este domingo, Jesús manifiesta a sus discípulos, y a todos nosotros que también somos sus discípulos, cuál es el papel del seguidor en la sociedad actual, un contexto desafiante en todos los ámbitos. Utiliza dos elementos esenciales: la sal, que da sabor, sazona, y la luz, símbolo del bien y la verdad.
Jesús nos exhorta cada un@ ser una pizca de sal para dar sabor, y luz que ilumine en nuestro cotidiano vivir, la familia, el trabajo, en nuestros grupos sociales, parroquiales, etc. Como cristiano/as estamos llamados a contagiar y transmitir la presencia de Dios a los demás, sobre todo en una sociedad donde hay indiferencia a Dios, desorientada buscando la verdad.
Pidamos al Señor, que nos ayude a sazonar e iluminar con nuestras actitudes, que marquen la diferencia donde nos encontremos, y así dar razón de nuestra fe en Dios.
Florinda, Cochabamba – Bolivia
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La estructura de la sociedad actual nos permite observar modelos con antivalores que son formas de vida que consciente o inconscientemente son adoptadas en contra de un “buen vivir”.
La propuesta de Jesús en el evangelio pide a los líderes políticos, religiosos, sociales y quienes dirigen principalmente la educación, para que se constituyan en la sal y la luz que permita asumir responsablemente un cambio de vida profundo, con modelos de justicia, libertad y solidaridad.
Los modelos de un buen vivir no pueden estar encajonados en bibliotecas o archivados en anaqueles donde el polvo y la polilla los van destruyendo; deben ser practicados constantemente desde la célula básica de la sociedad que es la familia, hasta grandes instituciones como las Naciones Unidas y gobiernos que se pregonan defensores de la vida y no de la muerte.
Francisco, Potosí – Bolivia
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