"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 21 de julio de 2011

"ES LO MEJOR ... EN MI VIDA".

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Querido/a Amigo/a:      
Estoy enviando también esta semana un breve comentario sobre el evangelio del domingo. Como siempre, mi intención es sólo ofrecer una provocación inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que serán enviadas luego a todo el grupo.

MAS ABAJO, un ejemplo de aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:  "Dejen que crezcan juntos".
Un abrazo
                              Bernardino 
    

  
..Lectio: 17º Domingo del Tiempo Ordinario (A)................................24  de  Julio  ..
                                          
                                     Reflexión del Evangelio según san Mateo 13,44-52
    

      Llenos de alegría   


Las parábolas que encontramos en el evangelio de san Mateo, con las cuales Jesús nos muestra el camino para abrirnos al Reino de Dios, es decir para que Dios sea el Rey de nuestra vida, no son simples artificios didácticos para una más fácil comprensión. Jesús esconde bajo esas comparaciones los secretos del Reino de Dios, y nos obliga a reflexionar para descubrir el sentido más profundo. Lo pueden entender sólo las personas “humildes y sencillas”. Los “sabios y prudentes”, que tienen la mente y el corazón ocupados por su sabiduría y sus intereses, podrán entender teóricamente muchas cosas, pero no serán capaces de dar su adhesión total a Jesús y seguir sus huellas.
En el evangelio de san Mateo 13, 44-52, tenemos tres parábolas de Jesús, fáciles y enigmáticas:  Jesús dijo a la multitud:
> El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo; un hombre lo encuentra, lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, vende todo lo que posee y compra el campo.
> El Reino de los Cielos se parece también a un negociante que se dedicaba a buscar perlas finas; y al encontrar una de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró.
>  El Reino de los Cielos se parece también a una red que se echa al mar y recoge toda clase de peces. Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, recogen lo bueno en canastas y tiran lo que no sirve. Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de entre los justos, para arrojarlos en el horno ardiente. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. «¿Comprendieron todo esto?» «Sí», le respondieron.
Entonces agregó: «Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo».

Un tesoro escondido y una perla fina: así es el Reino de Dios. Se puede encontrar por pura casualidad (pero, ¿existe la casualidad, o es Dios que dirige nuestros pasos?), o como resultado de una búsqueda larga y paciente. Lo que es importante es la reacción del que lo encuentra: “lleno de alegría vende todo lo que posee”. No hay nada más importante: sólo el tesoro, la perla fina, el Reino de Dios es lo único que vale. Pero ponerse en este camino, tener la capacidad de relativizar todo: intereses, prestigio, poder, bienes, diversiones, afectos, para entregarse al Reino de Dios, supone la alegría, el enamoramiento, el entusiasmo por haber descubierto el valor más grande. Hacer que Dios sea el Rey de nuestra vida no es sólo fruto de buena voluntad, de una opción ética. Sólo si somos “llenos de alegría”, locos de amor, podemos de verdad entregarnos a Cristo. Atraídos y seducidos por él, podemos también anunciarlo a los demás. Para evangelizar no es suficiente ser buenos catequistas, agentes de pastoral, o curas y monjas. Si no hemos sido seducidos por el Señor, somos “una campana ruidosa o unos platillos estridentes”.

“Vende todo lo que posee”. “No pueden servir a dos señores: a Dios y al dinero”. Necesitamos el dinero para vivir en esta sociedad, pero el dueño de nuestro corazón será Dios. Pertenecer a él, siguiendo a Jesús, como los primeros discípulos, que “dejándolo todo, lo siguieron”.

La otra parábola, sobre la “red que se echa al mar y recoge toda clase de peces”, parece orientarnos más hacia el miedo del juicio último, cuando “los ángeles separarán a los malos de entre los justos”, y arrojarán a los malos “en el horno ardiente”. Tal vez era ésta la intención de san Mateo, que tenía una comunidad un poco dormida, que necesitaba ser sacudida y animada. En realidad la finalidad de esta comparación es parecida a la de la parábola del trigo y la cizaña. Conviven en la sociedad, en la comunidad cristiana, y en nuestro mismo corazón, el bien y el mal. Estamos llamados a hacer un proceso de purificación personal y comunitaria, sin juzgar a nadie, sin imponer el bien a nadie, haciendo crecer el bien y la justicia y dejando a Dios el juicio último. Es una mirada hacia el presente, que está en nuestras manos, para jugar nuestra vida. Los miembros de la comunidad y sus dirigentes oirán este terrible juicio de Jesús: “Jamás los conocí. Apártense de mí, malhechores”, si no producen hoy frutos buenos con hechos concretos.





.....VIDEO MOTIVACIONAL...................................................OSM.2011..


 
.....Comentarios.....................................................................OSM.2011..
Hoy en día vemos como crece la cizaña y el trigo en la sociedad y la Iglesia chilena. Estamos viviendo una crisis. Hay un descontento en la ciudadanía. Paralelamente con los movimientos ciudadanos que reúnen a miles de personas en las calles, llenado la larga calle Alameda con manifestaciones pacíficas y culturales que dan cuenta de múltiples sueños ciudadanos, tales como una educación estatal y gratuita para todos, una Patagonia sin represas, surge la violencia de algunos pocos que empaña el movimiento social que se está generando.
Me gustaría que la Iglesia chilena estuviera más presente en el acompañamiento de estos sueños. Pero en la Iglesia también hay crisis. Vemos como hay tanta gente buena que trata de seguir a Jesús, sin embargo también se puede ver la dificultad de vivir hoy la comunión en la Iglesia, en medio de todo el escándalo por los abusos sexuales a niños. No podemos caminar en medio de todo este descontento social, político y religioso sin Jesús. Es muy fácil perderse sin Jesús. Asistimos a momentos de crisis y las crisis son anuncios de cambio. Que Jesús que nos acompañe, nos renueve y nos ayude a sacar muchos frutos de toda esta crisis.
Mónica – Chile

* * *
En la parábola del trigo y la cizaña, podemos hablar nuevamente – como la semana pasada – de Jesús en su vida en este mundo, de Dios Creador que sigue obrando hasta hoy día en la historia humana, del Espíritu del Señor Resucitado que está trabajando en el mundo y en la Iglesia, de cada cristiano y cristiana, y de cada persona en este mundo.
Y se puede repetir cada vez: existe una fuerza de crecer de lo bueno – una fuerza de crecimiento del bien –, que Dios mismo puso en su creación.
Por eso es fundamental dar todo el espacio necesario a esta fuerza de crecimiento, procurando lo siguiente:
- confiar en esta fuerza de crecimiento del bien;
- promover siempre el bien – la paz y la justicia – donde estemos;
- aceptar como algo muy normal que siempre habrá también lo negativo, la falta de libertad, lo que impide el crecimiento. Estas cosas forman parte de la vida;
- pero nunca hacerse dependientes de esto negativo y malo – y alguien se hace dependiente del mal principalmente de dos maneras: o queriendo erradicarlo a la fuerza, o incluso identificándose con el mal (parece que los trabajadores se fijan y se preocupan tanto de la mala hierba que se olvidan por completo del buen trigo);
- por lo contrario, hay que prestar toda la atención posible hacia todo lo que da buen fruto – y fruto en abundancia (ver también el texto del Evangelio de la semana pasada) –, en la plena confianza que Dios mismo da la garantía de la victoria del bien sobre el mal.


* * *
Reflexionando sobre la parábola del trigo y la cizaña, me di cuenta que muchas veces he  identificado estas dos realidades fuera de mí. Las veía en la sociedad, en la política, en la iglesia-institución.
Hoy prefiero mirar el trigo y la cizaña que están dentro de mí. Tal vez demasiadas veces me he sentido oprimida por el mal que, en muchas formas, está presente en mí y no he valorizado las cosas positivas, los dones de gracia que cada día la vida me ofrece.
Pienso que debería potenciar las partículas de luz que me habitan y con éstas iluminar las sombras, que también están dentro de mí, hasta hacerlas desaparecer.
Tal vez nuestra tarea aquí en la tierra es justamente la de llegar a ser criaturas luminosas, para poder ver sólo la luz  en las personas que encontramos.
Elena – Bergamo


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1 comentario:

  1. El Reino de Dios, es como un tesoro escondido... para mi el tesoro escondido es Cristo.. si le abrimos nuestro corazón, encontraremos el Reino de Dios.. si transformo verdaderamente mi corazón, podré entonces mostrar a mi prójimo, con mi propio testimonio de vida, cual es el Reino de Dios aquí en la tierra.

    Pero vivimos entre el trigo y la cizaña... de hecho estamos viviendo momentos difíciles en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia.. debemos ser fuertes en el dolor y la vergüenza... Cristo está con nosotros... el no nos abandona nunca.

    Lorena Expósito-Santa Bernardita

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