"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 8 de diciembre de 2011

TERCER DOMINGO de ADVIENTO2011 > "LA VIDA es LUZ"























Querido/a Amigo/a:

Envío el breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
La vida es la luz”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo leemos un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
El anuncio del cambio ”.

Un abrazo : Bernardino


                  "La VIDA es la LUZ"                             

A veces otorgamos condecoraciones y reconocimientos a personas por sus méritos y servicios a la sociedad. Es una manera para agradecerles y para indicarlas como ejemplo.
En el evangelio de san Juan encontramos un bellísimo reconocimiento a Juan el Bautista:
“Vino para dar testimonio de la luz”:
JUAN 1, 6-8. 19-28:
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO2011
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Apareció un hombre enviado por Dios...
que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el testigo de la luz.
Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jesrusalén, para preguntarle:"¿Quién eres tú?"
El confesó y no lo ocultó, sino que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías».
"¿Quién eres, entonces?" le preguntaron: "¿Eres Elias"? Juan dijo: «No». "¿Eres el Profeta? «Tampoco», respondió.
Ellos insistieron: "¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de tí mismo?".
Y él les dijo: «Yo soy una voz que grita en el desierto:
Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías».
Algunos de los enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: "¿Por qué bautizas, entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta"?
Juan respondió:
«Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: El viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia».
Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.

Palabra del Señor


Juan el Bautista no es la luz, sino testigo de la luz.
La vida es la luz. Dios es vida, y la creación es una explosión de la vida de Dios. Jesús que se declara la luz del mundo, ha venido “para que todos tengan vida en abundancia”. La vida es la luz del hombre, el criterio último que tiene que orientar toda su existencia y su pasión. Las doctrinas, las leyes tienen validez y sentido sólo si apuntan a esta prioridad absoluta. La relación con Dios pasa por esta adhesión a la vida, porque Dios es la plenitud de la vida. Jesús, a través de toda su enseñanza y sus obras manifiesta y comunica vida, hasta dar su vida, y por eso es la luz, que se enfrenta con las tinieblas, con todo lo que impide la vida.
Juan el Bautista es testigo de la luz que se revela en Jesús. Ha venido para indicarlo y para preparar el camino. Los que buscan y sirven a la vida, pueden encontrar la luz de Cristo y darle su adhesión. Esta es la vocación del discípulo, una vocación que muchos viven también sin asumir una específica dimensión religiosa. Movidos por la luz de la vida que está dentro de ellos, entregan todas sus energías al servicio de la vida de todos. Sobre todo hoy, cuando la vida de la humanidad y de la naturaleza es tan agredida y amenazada como nunca en el pasado.


Juan ha sido “enviado por Dios”...
No tiene credenciales institucionales. Una comisión investigadora enviada por las máximas autoridades religiosas y compuesta por sacerdotes y policías del templo le pide cuenta: “¿Quién eres tú?”. Son los representantes de las tinieblas, que le tienen miedo al “testigo de la luz”, y que luego se enfrentarán con “la luz verdadera”, Jesús, hasta darle muerte.
Juan se ubica perfectamente: “Yo no soy…”. Es sólo voz, eco de la voz de todos los profetas que han anunciado la liberación: “Allanen el camino del Señor”. Por eso su bautismo de penitencia para la conversión y el perdón de los pecados, símbolo de renovación y de cambio. Otro, “la luz verdadera”, la vida plena, el “Yo soy”, ya está presente, pero las tinieblas no lo reconocen.



En el lenguaje profético la alianza entre Dios...
y su pueblo era vista como un pacto conyugal. Dios es el esposo. Y por eso la idolatría es llamada adulterio. Juan hace referencia a este lenguaje simbólico cuando dice: “Yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia”. Recuerda la ley del Levirato, que preveía que si un hombre casado moría sin hijos, el hermano o el pariente más cercano tenía que casarse con la viuda, para darle descendencia al difunto. Si no lo hacía, la viuda lo llevaba delante del juez y le desataba las sandalias, manifestando de esta manera que él perdía el derecho de tenerla como esposa. El libro del Deuteronomio dice que la casa de ese hombre será llamada “casa del descalzado” (25, 10). Juan recuerda esa praxis, diciendo que él no es digno de “desatar la correa de su sandalia”, porque Jesús no puede ser “el descalzado”. Es el esposo, que tiene derecho a la esposa, esa humanidad nueva con la cual sellará una alianza para siempre, con el don de su vida.


esta semana en nuestro
 BLOGGER OSM2011
 ADVIENTO con el Hermano CORTES





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En el evangelio de Marcos se pueden observar dos palabras para analizar: para el cambio se deben allanar los caminos y luego bautizarse.
En el primer caso, el allanar o el reconocer qué hace uno por los demás, por los más necesitados, es verdaderamente algo que normalmente no se practica. A veces decimos que cada año los curas nos preparan en el tiempo de adviento, pero no pasa nada. Seguimos aferrados a las tradiciones. Es más urgente gastar el poco dinero que uno tiene en cosas superfluas, que hacer una revisión interna y ofrecerse a sí mismo un cambio de vida.
El tema del bautismo parece no tener mucha importancia para muchos cristianos. Junto al agua, que es un símbolo de limpieza, el bautismo debería ser un compromiso de llevar una camiseta de cristiano como ocurre en el cuartel o en los colegios: cuando a uno le bautizan, defiende esos colores hasta siempre.
Francisco, Oruro – Bolivia
* * *
Este segundo domingo nos trajo la alegría de la vida, con el nacimiento de Martina, felicidad para sus jóvenes padres, que al igual que otro joven matrimonio esperaron durante nueve meses para ver a su hija. Ya habían sido advertidos que su hija venía con problemas en los ventrículos y debía ser operada lo antes posible, operación que no resistió y a los dos días de nacer volvió a la casa del Padre. Luego, al atardecer fui donde una catequista con cáncer. Fue una alegría verme llegar: se encontraba sola...
En medio de estas experiencias de vida, la Palabra nos habla de esperanza, de preparar el camino del Señor y, claro, cuando todo va bien es más fácil preparar el camino y abrirnos al mensaje esperanzador de la venida del Señor. Acá es cuando se nos juega lo que profesamos: creemos en la Resurrección y esperamos la segunda venida de nuestro Señor.
Con todo esto, debemos adherirnos aún más a la persona de Jesús y a su mensaje. En medio de tanto dolor, injusticias y violencia, Él está presente y quiere que preparemos su camino, que mostremos su mensaje, que seamos portadores de su Buena Noticia. Como Juan Bautista que predicaba en el desierto, un desierto que según tu reflexión es “condición de pacificación”. Creo que nuestros desiertos son más desolación, soledad, desprovistos de esperanza, pero en ellos debemos predicar y como él decir que debemos allanar sus senderos, y debo contribuir para que otros puedan hacerlo, suavizar sus heridas: esa es la misión, que animada por el Espíritu que animó a Jesús, no puede ser sino esperanzadora.
Creer lo que dice san Pedro: "El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido: Cielos nuevos y una tierra nueva". Nos queda vivir de tal manera que nos encuentre en paz, sin mancha ni reproche.
Hilda, Llo Lleo – Chile


* * *

Al igual que en el tiempo de Juan el Bautista, muchos no encontramos en el templo las respuestas, ni los aportes que necesitamos. Los templos se han ido vaciando, pero afuera tampoco hay donde buscar. Quizás sea una de esas épocas en que sin darnos cuenta claramente, se están preparando cosas nuevas. Ojalá. En la iglesia como institución no se perciben vientos renovadores. Sin embargo, si nos fijamos bien, en los pequeños grupos y en algunos lugares hay manifestaciones reales de la vivencia de un encuentro profundo con Jesús, y de la fidelidad al camino señalado por él. En el desierto interior y en el Evangelio hallaremos la paz, la fuerza y la esperanza para seguir adelante.

Lucía, Montevideo – Uruguay

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