"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 10 de mayo de 2013

“LLEVADO AL CIELO”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“LLEVADO AL CIELO”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 

“NO SE INQUIETEN”.

Un abrazo... P. Bernardino



                     “LLEVADO AL CIELO”.                


El proceso de laicización que muchas personas y culturas están viviendo, no necesariamente es signo de una progresiva disminución de la fe. Puede significar un camino de liberación de formas de clericalismo, que muchas veces ha obstaculizado una espiritualidad auténtica, para vivir una experiencia de fe más madura y responsable.



Leemos en el evangelio de san Lucas 24, 46-53
Jesús dijo a sus discípulos: “Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Y Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto”.

Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de Él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.



PALABRA del SEÑOR



En el contexto de “las apariciones del Resucitado”...
Jesús da las últimas explicaciones, antes de su partida, para liberar a los discípulos del trauma de su crucifixión y muerte, y fortalecerlos en la fe de su vida verdadera. Por eso, “les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras”. Ahora pueden releer con nueva mirada la Escritura y entender que todo confluye hacia Jesús y su mensaje del Reino de Dios. Las mismas pasión y muerte son interpretadas como el paso necesario para el inicio de la misión de sus discípulos: “El Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día”.

El contenido de la misión será la propuesta de un cambio radical de la dirección de la vida, poniendo en práctica la enseñanza de Jesús, para una plena reconciliación: “Comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”.

Destinatarias de la misión serán “todas las naciones”. No hay más un pueblo privilegiado. Jerusalén será sólo el punto de partida. Todos los pueblos están llamados a formar parte de la nueva humanidad.



 Los discípulos tendrán el valor...
de ser mensajeros y protagonistas de este proyecto: “Ustedes son testigos de todo esto”. Pero podrán serlo sólo con la ayuda del Espíritu que será enviado sobre ellos: “Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido”. Tendrán su solemne investidura en Pentecostés, como para Jesús había sido su bautismo en el Jordán.

Con estas indicaciones finales, Jesús se despide. Misión cumplida. Las últimas imágenes de la presencia de Jesús quedarán grabadas definitivamente en la mente y en el corazón de los discípulos. Él los guía hacia Betania, el lugar de la familia amada: será siempre el que los guía en el futuro con la fuerza de su Espíritu.





Luego levanta sus manos para bendecirlos...y de esta  manera se va y desaparece para siempre: “Elevando sus manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo”. Bendice a sus discípulos para que su obra sea fecunda, como había sido la suya. Les deja un proyecto recién iniciado. Les tocará a ellos llevarlo adelante, compartiendo la experiencia vivida con Jesús, sin miedo por su ausencia, y renovando los gestos de liberación y de vida que él había realizado: una presencia sanadora como la suya. En la memoria de los discípulos, él estará para siempre bendiciéndolos, con sus brazos extendidos, levantado sobre la tierra. Más que nunca resuenan en sus mentes las palabras de la última Cena: “No se inquieten, ni teman”.

“Volvieron a Jerusalén con gran alegría”.
La respuesta de la comunidad será hacer que desde toda la tierra suba a Dios la alabanza: “Permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios”.Es el reconocimiento de la madurez humana. Solos, sin el acompañamiento físico del Maestro, los discípulos recorrerán los caminos del mundo para llevar la extraordinaria noticia que les ha sido encomendada, de un Dios que es Padre misericordioso, que quiere que sus hijos e hijas vivan felices y reconciliados, en justicia y paz. El mundo no como objeto de conquista, ni como territorio sacralizado, sino como espacio donde dejar fluir el amor.



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Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo Llerena         gusosm@yahoo.es






  DOMINGO  05 DE MAYO    
 "NO SE INQUIETEN"          

La piedra angular de nuestro ser. En lo más íntimo de todos, en ese lugar donde echan raíces todas las cosas que son valiosas para nosotros; en lo más profundo de nosotros existe una experiencia fundamental de haber sido amados y valorados de un modo único y total. De hecho, toda la bondad, el amor, la ternura que experimentamos en la vida se nos hacen poco precisamente porque ya hemos experimentado algo más profundo. En todos existe esta interioridad, ese lugar en el corazón donde guardamos lo que consideramos más precioso y sagrado. Allí somos templo de Dios, verdadera comunidad de amor.

La experiencia fundamental de Jesús en el bautismo, de ser Hijo amado del Padre (y no sólo él) es el núcleo del evangelio. Y, de forma muy especial, san Juan lo recrea en los discursos de despedida. Pero es preciso, leyendo y orando, comprender y creer esto. El tono de las palabras, el mensaje de Jesús, llega a nuestro centro medular: somos amados por el Padre tanto como es amado Jesús, el Señor (cf Jn 17, 23). Dejarnos tocar, acariciar, acoger con verdadera gratitud el don de Dios: Cristo-Jesús, dejarlo entrar en nuestras vidas. Entonces, y sólo entonces, entenderemos lo que es el Reino de Dios anunciado a los pobres. Seremos como Él, misericordiosos, no sólo en algunos actos, sino verdaderamente de corazón: “La humanidad aguarda ansiosamente que se revelen los hijos de Dios” (Rom 8, 19). Descubriremos que Él es el Camino la Verdad y la Vida (Jn 14, 6).

Si humildes y confiados dejamos que su palabra roce nuestra interioridad, veremos que sintoniza con algo que ya existe en nuestra intimidad. Porque hemos sido creados por Él y para Él. ¿No arden acaso nuestros corazones en presencia de la verdad, el amor, la ternura genuina? Sentirse amados así, elimina el miedo que todos llevamos dentro, la duda de no ser amado; por otra parte, quita la pretensión (el pecado, la condena) de tener que merecer el amor. Esta experiencia suaviza nuestro ser, arranca el corazón de piedra y nos hace experimentar la paz que nos comunica Cristo. Un corazón endurecido es fuente de discordia y no puede experimentar el don que contiene todos los otros dones: la paz. Y, así “conocerán todos que somos sus discípulos”

En fin, sentirse amados de forma tan especial no nos convierte en egoístas (éste es resultado de un amor impropio, torcido). Esta experiencia, en los discípulos tuvo el efecto opuesto. Los empujó, como viento impetuoso, fuerza del Espíritu, a recrear la acción liberadora, sanadora, salvadora de Jesús, el Señor; “liberando a los que por miedo a la muerte, pasan la vida como esclavos” (Heb 2, 15). De esta experiencia nace la Iglesia, el verdadero apostolado, el seguimiento de Cristo crucificado y resucitado.

Si en ellos fue eficaz, ¿por qué en nosotros no lo será? ¡Ven Espíritu Santo! 


  Joel, Puerto Aysén – Chile

* * *

El discurso sobre el Espíritu prometido por Jesús me deja desconcertado. En algunos el Espíritu los toma como un ciclón y lo cambia totalmente, en otros es como una brisa imperceptible que los va trabajando por años, esperando que la persona se dé por vencida y se entregue sin condiciones. Yo creo que estoy entre estos últimos. Siento que esta Pascua me ofrece una gran oportunidad para acoger ese amor del cual habla Cristo, que no tiene comparación con ningún otro amor, porque cambia totalmente la visión de la vida y de la creación entera. 


  Miro, Coyhaique – Chile

* * *

“Hay momentos en que la humanidad parece vivir un proceso de deterioro y desesperanza, como si ya no tuviera futuro”: es lo que vivimos hoy en día, no sólo en Santiago, no sólo en Chile, sino que también en Latinoamérica y en el resto del mundo. Los esfuerzos que se hacen para vivir como hermanos en un mundo más digno, libre, justo y equitativo (presencia del Espíritu), parecen ahogarse en el ejercicio del poderío económico de unos pocos que logran instrumentalizar y/o neutralizar a líderes carismáticos, la mayoría de ellos con afán de poder y para “someter” sus poblaciones (presencia del maligno) distribuidas en los distintos puntos geográficos de la tierra. Sin embargo, nosotros, los creyentes en un Dios encarnado, debemos y queremos seguir alimentándonos de su Palabra. Este mensaje: “Jesús dijo a sus discípulos: El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará: iremos a él y habitaremos en él”, es muy esperanzador, así como el envío del Espíritu y la paz que nos ofrece, si somos fieles en su seguimiento.

Consciente de lo difícil que es ese camino, aún así, intento vivirlo como mi proyecto de vida, junto a muchos otros, tratando de ser testigos de su enseñanza de Amor, cristalizada en el servicio humilde, tolerante, comprensivo, alegre y desprendido, al hermano. Creo, que sólo así alcanzaremos la paz interior que nos libere de nuestros miedos, miserias, ataduras y ser verdaderos templos de Dios.

Por ello, Señor Jesús, no me canso de pedirte que acrecientes mi fe, humildad, tolerancia y perseverancia para seguirte libremente. 


  Verónica, Santiago – Chile

* * *

“No se inquieten”: en esta palabra Jesús nos habla de la fidelidad asociada con el amor; luego que nos deja el don de la paz, pero no de este“mundo”, que es todo aquello que se opone al plan o querer de Dios. También que no nos dejara solos y aquel enviado por el Padre, el Paráclito, nos recordará todo aquello que Jesús nos dejó. Testamento espiritual que el discípulo habrá de buscar y cultivar como un proyecto que permite hacer presente en el mundo la voluntad del Padre manifestada en Jesús. Y se convierte en un compromiso permanente para los seguidores de Jesús: “no se inquieten”, porque permaneceremos en El. 


  Silvia, La Paz – Bolivia


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