Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“LA PUERTA ESTRECHA”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“He venido a traer la división”.
“He venido a traer la división”.
Un abrazo... P. Bernardino.
“LA PUERTA ESTRECHA”
Hay personas que viven cada día aceptando lo que viene y dejándose llevar por los acontecimientos, sin un proyecto de vida, una opción que motive y oriente sus decisiones. Se mueven más bien según sus instintos y la disponibilidad a lo nuevo.
Jesús propone un criterio diferente, para llegar a la verdadera felicidad.
Leemos en el evangelio de san Lucas 13, 22-30
Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Él respondió: “Traten de entrar por la puerta estrecha, porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a golpear la puerta, diciendo: ‘Señor, ábrenos’. Y él les responderá: ‘No sé de dónde son ustedes’. Entonces comenzarán a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas’. Pero él les dirá: ‘No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!’. Allí habrá llantos y rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”.
PALABRA del SEÑOR
Mientras caminaba hacia Jesrusalén...
dedicándose a la formación de sus discípulos y discípulas, Jesús no cesa de evangelizar a “ciudades y pueblos” por donde va pasando. En el camino, una persona le pregunta: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Jesús no contesta a la pregunta. Parece no interesarse en el número de los que se salvan.
En cambio, le interesa indicar cómo pueden salvarse...
Propone una imagen, la de “la puerta estrecha”, para decir que la salvación es posible para todos, la salvación es posible para todos, pero exige esfuerzo y compromiso, un cambio profundo de vida, con la adhesión a Jesús y al Reino que él anuncia. En este sentido la puerta es “estrecha”, no porque signifique penitencias y sacrificios, sino porque hay que buscarla, sin dejarse arrastrar por la corriente: reconocerla y entrar en un proceso de conversión. El número de los que se salvan depende de esta decisión. Es necesario aprovechar el tiempo, que es limitado, porque la puerta se cerrará, y los que no han entrado quedarán fuera: “Muchos querrán entrar y no lo conseguirán”. No será suficiente la simple pertenencia al pueblo elegido o a la institución religiosa. Mientras Jesús hace referencia a Israel, Lucas llama la atención también a su comunidad: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Ni el haber escuchado la palabra de Jesús y haber participado en la misma eucaristía serán títulos suficientes para la salvación, si no han producido frutos de vida nueva. La respuesta a los que golpean tarde la puerta para entrar es terrible: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”. Esta respuesta no tiene el objetivo de manifestar el destino último de los atrazados, que está siempre en las manos misericordiosas del Padre, sino de estimular con urgencia el cambio, antes que sea demasiado tarde. No importa conocer el futuro, sino el hoy, que todavía está también en nuestras manos.
Los patriarcas y los profetas han entrado en el Reino de Dios...
pero sus hijos pueden quedarse fuera. La experiencia de Lucas, como atestiguan los Hechos de los apóstoles, era el poderoso proceso de conversión de los paganos: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”. De todo el mundo pueblos numerosos llegan a la fe, mientras que los primeros invitados podrían quedarse últimos: “Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”. Tal vez “últimos”, pero no “arrojados afuera”.
dedicándose a la formación de sus discípulos y discípulas, Jesús no cesa de evangelizar a “ciudades y pueblos” por donde va pasando. En el camino, una persona le pregunta: “Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvan?”. Jesús no contesta a la pregunta. Parece no interesarse en el número de los que se salvan.
En cambio, le interesa indicar cómo pueden salvarse...
Propone una imagen, la de “la puerta estrecha”, para decir que la salvación es posible para todos, la salvación es posible para todos, pero exige esfuerzo y compromiso, un cambio profundo de vida, con la adhesión a Jesús y al Reino que él anuncia. En este sentido la puerta es “estrecha”, no porque signifique penitencias y sacrificios, sino porque hay que buscarla, sin dejarse arrastrar por la corriente: reconocerla y entrar en un proceso de conversión. El número de los que se salvan depende de esta decisión. Es necesario aprovechar el tiempo, que es limitado, porque la puerta se cerrará, y los que no han entrado quedarán fuera: “Muchos querrán entrar y no lo conseguirán”. No será suficiente la simple pertenencia al pueblo elegido o a la institución religiosa. Mientras Jesús hace referencia a Israel, Lucas llama la atención también a su comunidad: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Ni el haber escuchado la palabra de Jesús y haber participado en la misma eucaristía serán títulos suficientes para la salvación, si no han producido frutos de vida nueva. La respuesta a los que golpean tarde la puerta para entrar es terrible: “No sé de dónde son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!”. Esta respuesta no tiene el objetivo de manifestar el destino último de los atrazados, que está siempre en las manos misericordiosas del Padre, sino de estimular con urgencia el cambio, antes que sea demasiado tarde. No importa conocer el futuro, sino el hoy, que todavía está también en nuestras manos.
Los patriarcas y los profetas han entrado en el Reino de Dios...
pero sus hijos pueden quedarse fuera. La experiencia de Lucas, como atestiguan los Hechos de los apóstoles, era el poderoso proceso de conversión de los paganos: “Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios”. De todo el mundo pueblos numerosos llegan a la fe, mientras que los primeros invitados podrían quedarse últimos: “Hay algunos que son los últimos y serán los primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos”. Tal vez “últimos”, pero no “arrojados afuera”.
Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es
Lectio Domingo 18 de Agosto
“HE VENIDO A TRAER LA DIVISIÓN"
Jesús es el fuego que quema el olvido. El olvido que todos tenemos de que venimos del cielo y somos Uno con Dios. Esa dualidad socava nuestra vida día a día, la dualidad de la oscuridad–luz. La dualidad que nos ha generado la culpa que por no entenderla la colocamos en otro, para deshacernos de ella. La culpa de no aceptar que somos oscuridad y luz y el camino de Jesús es reconocerlo y transformarlo. La división, para mí, no es entre unos y otros sino entre uno mismo que se manifiesta en todos y por eso parece entre unos y otros. No podemos tener paz sino aceptamos que la guerra está en nosotros, nuestra ira, nuestra envidia, nuestras ansias de poder y de "ser alguien" diferente, famoso, poderoso, rico, etc.
Es más fácil pelear contra un bando, estar "a favor de o en contra de", pues así la lucha parece estar afuera. Lo difícil e interminable es la lucha interna para volver a poder habitar la casa, el Hogar, que siempre nos espera... Los malos son aquellos que no han podido conectarse con su lado bueno; los buenos muchas veces son aquellos que niegan su lado malo y luego este sale por cualquier lado: enfermedad, depresión u otras tantas manifestaciones de las emociones negativas. La crisis debe ser total, el fuego debe purificar todo y a todos. Nadie tiene el poder sobre la Verdad. La verdad es algo que hay que intentar todos los días, meditando, orando, pidiendo perdón, sanando y ayudando de corazón. Jesús es el Fuego divino que nos abre la puerta al sagrado río de la conciencia.
Isabel, City Bell – Argentina
Es más fácil pelear contra un bando, estar "a favor de o en contra de", pues así la lucha parece estar afuera. Lo difícil e interminable es la lucha interna para volver a poder habitar la casa, el Hogar, que siempre nos espera... Los malos son aquellos que no han podido conectarse con su lado bueno; los buenos muchas veces son aquellos que niegan su lado malo y luego este sale por cualquier lado: enfermedad, depresión u otras tantas manifestaciones de las emociones negativas. La crisis debe ser total, el fuego debe purificar todo y a todos. Nadie tiene el poder sobre la Verdad. La verdad es algo que hay que intentar todos los días, meditando, orando, pidiendo perdón, sanando y ayudando de corazón. Jesús es el Fuego divino que nos abre la puerta al sagrado río de la conciencia.
Isabel, City Bell – Argentina
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La Palabra me ayudó a reflexionar sobre cuánto es difícil que todos los miembros de una familia puedan converger en un mismo sentido, es decir hacer del centro de sus vidas el pensamiento de Cristo; cada uno cree vivirlo a su modo y muchas veces adaptamos su pensamiento, su mensaje y esto crea división, nos hace encerrarnos en nuestros propios criterios, creyendo que son verdad y dejamos de lado al Verdad plena.
“La adhesión al mensaje de Jesús será motivo de unión o de división en el corazón de la misma familia y en la sociedad”: lastimosamente es una realidad que se vive no solo en la familia sanguínea, si no que en la espiritual, ya que prevalece el criterio personal antes que el criterio de Cristo. Cuando dejamos que Él actúe, la cosa cambia: se vive más en armonía, en paz. Debemos ser más seguidores de su Palabra y no simple oyentes.
Toda esta reflexión, a raíz de la opción de vida que está asumiendo mi querido sobrino, quien ha comenzado una relación con una joven que no es tan creyente y que obviamente para nada busca conocer a Jesús y menos seguirlo. Esto ha hecho que él se aleje aun más de todo lo que tiene que ver con su fe, de los que creíamos eran sus criterios. Este fin de semana se fueron de paseo y, obvio, no sólo irán a comer sus ricos dulces... Y volverán a casa de sus padres como si nada.
Hilda, Roma -Italia.
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Me ayudó mucho esta reflexión. Coordino un grupo de jóvenes "Juan Pablo II" en Tacuarendí (Santa Fe) y justamente uno de ellos me comentaba que en su colegio algunos compañeros se reían y burlaban en una clase de formación. Y él sufría por eso...
Nelita, Tacuarendí – Argentina
Nelita, Tacuarendí – Argentina
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Su mensaje no viene a traer paz y concordia entre todos, sino que lleva a la división, incluso miembros tan allegados de una familia: padres e hijos, hermanos, suegra y nuera. Pero no se trata de cualquier mensaje. Ese fuego que Jesús quiere que arda es pues el fuego de Espíritu Santo, haciendo nacer a hijos(as) de Dios nuevos y transformados, fuego que quema el corazón y alimenta la vida, camino al reino de Dios. “Como desearía que ya esté ardiendo”: palabras de Jesús que se orientan a esa separación, división entre los que siguen a Jesús haciéndose discípulos y los que rechazan la voluntad divina. Este proyecto entonces, que no es entendido y aceptado por todos, provoca la división.
Silvia, La Paz – Bolivia
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