"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 9 de agosto de 2013

“A LA HORA MENOS PENSADA”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“A LA HORA MENOS PENSADA”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
ABAJO un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“¡INSENSATO!”.

Un abrazo... P. Bernardino



                   “A LA HORA MENOS PENSADA”                 


Hay personas que no tienen una buena conducta, y su fe se reduce a la esperanza de poder tener al final un momento de arrepentimiento, para conseguir, antes de morir, el perdón de Dios por todos sus errores.
Jesús en cambio pide a sus discípulos el compromiso de vivir bien. El momento final será la conclusión de cómo hemos vivido.




    Leemos en el evangelio de san Lucas 12, 32-48                   



Jesús dijo a sus discípulos: “No temas, pequeño rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino. Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla. Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón. Estén preparados, ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas. Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta. ¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos. ¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.

Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: “Mi señor tardará en llegar”, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquél que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más”.

PALABRA del SEÑOR





En el camino hacia Jerusalén, 
una experiencia ejemplar para la formación de los discípulos, Jesús los exhorta a no dejarse seducir por el deseo de las riquezas. La seguridad para el futuro viene sólo de la confianza en el Padre y de la búsqueda de su reino de justicia y de paz. Para tranquilizarlos, Jesús insiste: “No temas, pequeño rebaño”. Los discípulos no constituyen un ejército poderoso, una fuerza irresistible: son sólo un “pequeño rebaño”, sin relevancia y prestigio a los ojos de un mundo hostil, que a menudo los desprecia y se ríe de ellos, pero ellos tienen a Dios como rey, el Pastor fiel. En él descansa su corazón. No hay necesidad de otros tesoros: “donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón”. De esta certeza nace la disponibilidad a compartir los bienes: “Vendan sus bienes y denlos como limosna”.



Compromiso de los seguidores de Jesús...
es vivir en una actitud de perenne vigilancia, bien ejemplificada por la imagen de los servidores, “que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta”. De la misma manera hay que velar, a la espera de un Señor muy particular, que no pide ser atendido por sus servidores, sino que “él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlos”. Es una evidente alusión a la eucaristía, y a toda la vida de Jesús, que “no ha venido para ser servido, sino para servir”. De él los discípulos aprenden la disponibilidad y el servicio, hasta el encuentro definitivo con su Señor. Si para protejer sus bienes, el dueño de casa estaría dispuesto a velar contra el ladrón, cuanto más lo hará el discípulo para acoger al Señor “a la hora menos pensada”.




El apóstol Pedro sueña siempre con...

el poder y los privilegios. Pregunta a Jesús si esa enseñanza está reservada sólo para algunos. Jesús aclara que cada uno tiene que hacerse responsable del cuidado del hermano. No se dejará llevar por sus instintos, poniéndose “a comer, a beber y a emborracharse”; ni por la sed de poder, dedicándose “a golpear a los servidores y a las sirvientas”.El encuentro último con el Señor será la feliz conclusión de un camino de transfiguración progresiva y de liberación, la plenitud de una vida vigilante y confiada, “ceñidas las vestiduras y con las lámparas encendidas”, trabajando en la construcción del Reino de Dios: “¡Feliz aquél a quien su señor, al llegar, encuentra ocupado en este trabajo!”.







Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es 


   Lectio DOMINICAL 11 de AGOSTO
                  ¡ INSENSATO !                       

Que buen texto el de este domingo... Siento que es el Evangelio preciso para los momentos que vivimos en la sociedad y en la Iglesia. Por eso tanta desigualdad e injusticia social. El dinero y el poder parecen ser los ejes que mueven las decisiones, pasando por encima de los pobres, los "ninguneados", los que no cuentan, los "nadies" que dice Galeano. Jesús hoy nos invita a ser revolucionarios, a vivir lo que tantas veces predicamos: dejar la avaricia, el egoismo, que en fondo no es más que falta de fe y miedo a perder la seguridad. Si vivimos desde la avaricia somos infelices y amargados. No fuimos hechos para el egoismo; fuimos hechos para el amor. Jesús nos invita a dar un giro total hacia la hermandad, hacia el amor, el compartir, que es lo que más alegra el alma. Hay que dar el salto, entregarse, abandonarse en el Dios providente, que es capaz de darnos todo lo que necesitamos. No es necesario acumular bienes. Es mejor acumular el bien mayor que es el amor. No hay mayor gozo que dar. 

Hoy el mundo, la Iglesia necesitan signos, no sólo palabras, promesas y discursos. El Papa Francisco es en sí mismo un signo de esperanza, ha hecho numerosos llamados a la pobreza, no sólo con palabras, sino con gestos. El es la figura del verdadero siervo humilde, que escucha a su pueblo, que los toca y se deja tocar, que pide al pueblo que ore por él, que se resiste a los privilegios, a los lujos, que prefiere salirse de los protocolos y compartir el mate en la calle. El Papa ha dicho a los obispos que no pueden tener psicología de príncipes. Pero este llamado no es sólo para los obispos. Hay muchos que se creen príncipes y princesas... La Iglesia, el mundo necesitan todo lo contrario: servidores y servidoras de los más pobres. 

     Mònica, El Abrazo de Maipú - Chile


* * * 

Si nuestro cuerpo retuviera todo lo que comemos o bebemos, al cabo de pocos días estaríamos envenenados. Algo así ocurre con el acumular riquezas: es una retención que mata por envenenamiento del alma, es la ruina de todo verdadero amor. “Dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo”. 

El ser humano no es sólo un animal hambriento de placer y bienestar. Está hecho también para cultivar el espíritu, conocer la amistad, ser fraterno, agradecer la vida, vivir la solidaridad, buscar su fin último: Dios en su misterio de amor. La riqueza es un poder tremendamente alienante y deshumanizador, pues te priva de todo lo anterior. 

La carta encíclica Lumen fidei, recoge esta definición de idolatría: “Se da idolatría cuando un rostro se dirige reverentemente a un rostro que no es rostro” (13). Esto se refleja con profundidad y fuerza en este evangelio. Sorprendido por una cosecha abundante, el rico de la parábola “se dijo: ¿Qué haré?… Y dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes en los cuales meteré mi trigo y mis bienes. Después me diré…”. Habla consigo mismo, no dialoga con nadie. Pareciera que no tiene hijos, esposa, hermanos, ni vecinos; menos aún aparecen, en su reflexión, los pobres jornaleros que trabajan sus tierras. Reverente se inclina hacia su riqueza. ¡Necio! Su vida es un fracaso y una insensatez. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso que comparte, no sabe agradecer a Dios, sólo acaparar. Y a su muerte, la locura de su vida se traspasará a sus herederos suscitando el problema de la repartición – ¡Cuántas peleas y divisiones por esto! –. ¿Qué hay de humano en esta vida? 

La riqueza puede dar poder, fama, prestigio, seguridad, bienestar; pero esclaviza a la persona y la cierra al misterio de Dios Padre, le hace olvidar su condición de hermano y rompe la solidaridad con los otros. Dios no puede reinar en la vida de quien está dominado por el dinero. Jesús considera que una vida así es una necedad. Cuando Dios se acerca al rico para recoger su vida, se pone de manifiesto que la ha malgastado. Su vida carece de contenido y valor, es paja seca, herrumbre y vanagloria vacía. “Así es el que acumula riqueza para sí y no es rico ante Dios”. 

"Nunca he visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre, nunca" (el Obispo de Roma, comúnmente llamado Papa Francisco). 

   Joel, Puerto Aysén - Chile

* * * 

A pesar de "sabernos" mortales, apostamos a la inmortalidad con todo tipo de "seguros": de robo, de incendio, de salud, de enfermedad, de..., de... ¡hasta de muerte, para poder tener un buen cajón! 

La ciudad y un sistema de consumo nos ha aprisionado en jaulas de oro, y para mantenerlas tenemos que acumular y la vida se nos va en esto. Después nos enfermamos y buscamos algún milagro y le pedimos a Dios. El milagro sería volver a ver (desde mucho antes de esta cadena perniciosa, producto de una perversión en lo que la energía del dinero como intercambio en esta sociedad se ha convertido). Sería volver a ver a Dios en cada pequeña cosa: la maravilla del regalo de habitar estos lugares para aprender desde nuestra dimensión material y corporal, paso a pasito, la dimensión del espíritu y del alma, haciendo uso respetuoso de los bienes, cuidando la tierra que nos los prodiga y no violentándola día a día para sacar más ganancia, observando que nuestras relaciones sean de afecto, solidaridad y respeto y no de posesión. Haciendo obra y no acumulando "por seguridad" o por "las dudas"..., aceptando desafíos que intenten embellecer el pedazo, pedacito que ocupamos y honramos para que otros también lo intenten... 

La relación con el dinero es complicada: nosotros la hemos complicado. No son más que papeles de intercambio pero hemos alimentado la adoración y la meta en la vida de obtenerlo. Y no sólo aquellos que son ricos: todos tambaleamos, aunque con mucho menos cuando se trata de "nuestro dinero". 

Que la infinita misericordia de María y de Jesús ayude a limpiarnos: limpiar nuestra mirada y volverla nuevamente inocente en el tema del dinero, tan pegado al deseo de poder, a la manipulación, a la compra venta de todo como objetos. 

    Isabel, City Bell - Argentina.


* * * 

Esta lectura nos lleva a la reflexión acerca de la importancia que le damos a los bienes materiales en desmedro de los espirituales. ¡Cuánto trabaja la persona hoy para tener más y más, sin compartir lo que tiene, sin pensar en cómo está alcanzando ese exito económico y queriendo guardar y guardar para el mañana! Jesús claramente lo dice en su parábola: “Necio, ya mañana no estarás, ¿de qué te sirvió alcanzar tanto?". Es en ese momento cuando uno dice: ¿De qué vale guardar, trabajar sólo para tener más toda una vida, si no me preocupé de lo más importante que es el guardar tesoros para ese reino prometido, preocuparnos por nuestra alma que sí es el verdadero tesoro y no es perecedero como son las cosas de la tierra? 

Considero esta enseñanza de Jesús tan contemporánea, pues hoy vemos a tanta gente preocupada sólo de tener más y tan alejada de Dios que no se acuerda de su existencia. Ojalá el Señor se apiade de todos nosotros. 

    Sandra, Coyhaique - Chile.


* * * 

Al escuchar este evangelio, iba reflexionando sobre cuál es el sentido profundo de nuestra vida, que se nos da gratuitamente, en donde todo cuanto logramos es por la Gracia de Dios. Claro esto para quienes nos decimos creyentes, pero aún siendo creyentes, nos olvidamos del fin último que es el amor, y por asegurar la vida, por dar un mejor bienestar a la familia, por lograr metas profesionales, descuidamos lo esencial. En algunos se da más que en otros, y también lo vivimos los consagrados, que decimos hacer la opción por Cristo y nos apegamos a nuestros oficios, lugares, pequeños recuerditos, en fin, creo que siempre habrá algo de que renunciar, grande o pequeño; siempre habrá que mirar qué es lo que más he acumulado y para qué. 

Una amiga me compartió una frase de san Agustín, que me hizo reflexionar en cómo estaba usando lo que Dios me daba: "No es feliz el que no tiene lo que desea, pero tampoco es feliz el que tiene cuanto apetece. Sólo se puede ser feliz en la moderación y en la templanza; donde nada sobra y nada falta" (San Agustín). 

Nada debe faltar porque soy capaz de compartir y nada debe sobrar porque lo doy a quien no tiene. Debo aprender. Ojalá hoy pueda dar y compartir aún más. 

    Hilda, Roma - Italia.


* * * 

Este evangelio de San Lucas me atrae, porque me lleva directamente a los valores, tema que ha estado presente siempre en mí y que siento que son indispensables en la vida de las personas. Aunque hoy en día muchos quieran, alejados de Dios, vivir los anti valores. 

La frase: “Insensato, esta misma noche vas a morir”, me remece toda. Aunque, mayormente privilegio el amor al dinero, sin embargo, ¡cuántas veces me encuentro perdida en el desamor!, contestando altanera, no escuchando, negándome a hacer lo que se me pide, haciendo un comentario hiriente, con una actitud egoísta u orgullosa, optando por estar cómoda y calentita en casa por no salir a un llamado, con apegos materiales y afectivos que muchas veces desvirtúan la realidad. Con el agravante de que el tiempo es efímero y que tengo que saber aprovecharlo, porque no sé cuando será mi día y mi hora de partir de este mundo. ¡Cuánto tiempo perdido en pequeñeces y sandeces, sin darlo a lo que realmente vale: caminar a la siga y con El Señor! 

Este evangelio es un llamado, a perseverar en su búsqueda y seguirlo, a reconocer y usar todas las capacidades regaladas por Dios, y por eso esta otra frase: “la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas”. Inclusive, tampoco debo apegarme a las riquezas espirituales, sólo acrecentarlas y usarlas, en mi bien y en el de los demás. 

¡Señor Jesús, con todo mi corazón te pido que no me sueltes, porque soy muy débil! Quiero continuar contra corriente en este mundo alejado de ti, individualista, consumista y materialista, aportando mi testimonio de que tú vives entre nosotros y eres todo amor y misericordia: te lo pido por intercesión de tu madre la santísima Virgen María. 

      Vero, Santiago - Chile




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