"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 27 de septiembre de 2013

“EL RICO TAMBIÉN MURIÓ"

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“EL RICO TAMBIÉN MURIÓ".
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“GÁNENSE AMIGOS”.

Un abrazo... P. Bernardino


                       “EL RICO TAMBIÉN MURIÓ"                 

En un tiempo de crisis, va creciendo el abismo que separa los ricos,siempre más ricos, de la muchedumbre de los pobres. Muchas veces miramos con envidia la suerte de los ricos, que en cambio puede ser su perdición.
   


 Leemos en el evangelio de san Lucas 16, 19-31               


«Jesús dijo a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. 

El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. 

En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: “Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan”. “Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí”.

El rico contestó: “Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento”. Abraham respondió: “Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen”. “No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán”. Pero Abraham respondió: “Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán”».

PALABRA del SEÑOR




En el camino hacia Jerusalén...
Jesús profundiza para sus discípulos el tema de la imposibilidad de servir a Dios, siguiendo a Jesús, y en el mismo tiempo servir al dinero. Los fariseos se habían reído de él, cuando había hecho esa afirmación, porque ellos sabían conciliar perfectamente los dos dueños, Dios y el dinero. Jesús reacciona proponiendo una parábola con la foto de dos personajes. De un lado “un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes”; de otro lado “un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico”. 



Él está a la puerta del hombre rico...
“cubierto de llagas”, pero el rico no lo ve, es invisible para él, su puerta está cerrada. Sólo los perros lo reconocen: “iban a lamer sus llagas”.Cuando la escena se pone en movimiento, vemos que “el pobre murió”, y “el rico también murió”. Siempre el pobre muere primero, pero al final muere también el rico: sólo en esto son parecidos. Pero el destino es diferente: el pobre “fue llevado por los ángeles al seno de Abraham”, y el rico “fue sepultado” y enviado a las llamas que lo atormentan. 





La explicación del diferente destino...
de los dos la da Abraham, cuando el rico lo invoca: “Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua”. 


Abraham le explica: “Recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento”.



En las palabras de Abraham no hay... 
ninguna referencia a la conducta de los dos. Es posible que el rico haya sido un perfecto cumplidor de la Ley y de todas las obligaciones y ritos religiosos. Y Lázaro tal vez puede haber maldecido su suerte, culpándolo a Dios. No se lamenta el hecho que el rico “se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes”. Aparentemente el destino diferente no es por motivos éticos, sino simplemente porque el rico “ha recibido sus bienes en vida”, mientras que “Lázaro, en cambio, recibió males”. Sólo por eso el pobre encuentra ahora “el consuelo”, y el rico “el tormento”.



La parábola en realidad no pretende...
informarnos sobre el más allá, sino que quiere darnos los criterios para nuestra vida hoy, revelándonos claramente cuál es el proyecto de Dios en el tiempo presente, como lo manifiesta María, la madre de Jesús, en su canto inspirado: el Potente “a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos”. La parábola nos permite entender algo de cómo es Dios, y cómo debemos reflejar sus características en nuestra vida: Dios está de la parte de Lázaro, y de las muchedumbres de Lázaros de la tierra, para cambiar su destino; el rico, por culpa de sus riquezas, no tiene salvación si no cambia su condición y no descubre a las miles de formas en que Lázaro yace hoy “a su puerta”, creando condiciones de justicia y de solidaridad concreta y eliminando el abismo de separación entre ricos y pobres.




Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 



     LECTIO DOMINICAL 22 de SEPTIEMBRE     
                     " GÁNENSE AMIGOS "                  

El texto del domingo pasado, nos presentaba el drama de un padre que, a pesar de su amor increíble por sus hijos, no logra construir una familia unida. Ahora se nos presenta una parábola que desconcierta: un administrador corrupto. 

Hoy se habla de una crisis religiosa cuyas causas, para algunos es el racionalismo, para otros el relativismo, quizás haya otro motivo para ese alejamiento de Dios: el gran poder seductor del dinero. Según Jesús quien se ata al dinero termina alejándose de Dios. 

El ser humano por tener conciencia de su propia muerte, tiene la responsabilidad del propio fin. Hace unos días visité a un vecino anciano, de 87 años, su mujer de 83 con un cáncer terminal. Él está deprimido y con razón, 63 años de matrimonio. Le invité a salir para que se distrajera, aceptó y me propuso ir a ver su campo. Llegado al lugar, me mostraba todo lo que allí había. Todo abandonado. Él se sentía rejuvenecer, conocía la historia de cada cerca y hasta de los árboles. Sentados a la entrada de su abandonada casa, le digo: “¿Por qué no vende esto, y medio en broma aggrego, y lo da a los pobres? Piensa un momento y me dice: “Me declararían loco”. 

“No pueden servir a Dios y a las riquezas”. Este mundo está totalmente volcado hacia los bienes, la política está al servicio de la riqueza y de quienes la ostentan, las leyes están absolutamente inclinadas a la riqueza. Quien manda hoy es el dinero. 
“Maestro ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?” (Lc 10, 25). Actúa con inteligencia, sé misericordioso y compasivo; detente siempre ante el que está herido y abandonado, no escatimes tu ayuda. Como dice Francisco, el Papa, “Hoy urge la prójimidad, la salida de sí mismo, para solucionar los tremendos problemas mundiales que hay. Creo que las religiones, las diversas confesiones, no pueden irse a dormir tranquilas mientras haya un solo chico que muera de hambre, un solo chico sin educación, un solo joven o anciano sin servicio de salud… No nos va a servir de nada hablar de nuestras teologías, si no tenemos la projimidad: salir a ayudar.” (entrevista concedida a una emisora brasileña). 
Creo que esto es lo que nos trasmite el evangelio en esta parábola: salir de sí, ganarle a la ambición que nos encierra. Ser hábiles con toda la riqueza que Cristo nos dejó. Que no nos gane la corrupción de ponernos a vivir con los criterios del libre mercado, que tiene como dios al dinero. Nuestra riqueza es la propuesta de Jesús: sean como el grano de trigo que cae en tierra y muere; ése transformará el mundo y tendrá la vida verdadera. 

  
  Joel, Puerto Aysén – Chile


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