"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

jueves, 19 de septiembre de 2013

“GÁNENSE AMIGOS”.


Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“GÁNENSE AMIGOS”.

La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.

Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: “COMAMOS Y FESTEJEMOS”.
Un abrazo.... P. Bernardino


                              “GÁNENSE AMIGOS”                          



Habilidad, astucia, sagacidad, muchas veces se unen a la idea de engaño y corrupción, pero son actitudes necesarias también para hacer el bien: “El bien hay que hacerlo bien”.

   
 Leemos en el evangelio de san Lucas 16, 1-13               

«Jesús decía a los discípulos: 
Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes. Lo llamó y le dijo: “¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto”.

El administrador pensó entonces: “¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza. ¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!”.

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: “¿Cuánto debes a mi señor?”. “Veinte barriles de aceite”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez”.

Después preguntó a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. “Cuatrocientos quintales de trigo”, le respondió. El administrador le dijo: “Toma tu recibo y anota trescientos”.

Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.

Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.

El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho. Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien? Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?

Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al dinero».

PALABRA del SEÑOR


Otra parábola y nuevas reflexiones...
como parte de la enseñanza de Jesús a los discípulos, en el camino hacia Jerusalén. El administrador de un hombre rico es acusado de malgastar los bienes de su dueño. El patrón le exige la rendición de cuentas y lo despide. El administrador se pregunta cómo poder vivir en adelante, y considera algunas opciones: no tiene fuerzas para “cavar”; no tiene cara para “pedir limosna”. De repente, una iluminación: “¡Ya sé lo que voy a hacer!”. Ofrece astutamente un descuento importante a cada uno de los deudores de su señor, para poder contar luego con su solidaridad, “para que, al dejar el puesto, haya quienes lo reciban en su casa”. La operación es alabada, “por haber obrado tan hábilmente”.


Jesús toma el ejemplo del “administrador deshonesto”...
para subrayar su creatividad e inteligencia. Parecía una situación sin salida, pero el administrador supo inventarse, en su deshonestidad, una solución genial, imprevisible. Jesús comenta que esas mismas habilidad y astucia, esas mismas fantasía e imaginación, tendrían que tener los discípulos, no para imitar la corrupción y el engaño, sino para la edificación de una humanidad nueva, feliz, justa y solidaria: “Los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz”.


La sagacidad de los seguidores de Jesús...
se manifestará en su liberación de las ataduras de los bienes: “Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que éste les falte, ellos los reciban en las moradas eternas”. La riqueza acumulada es injusta, “dinero de la injusticia”, pero hay un camino para rescatarla: compartiéndola con los demás: “Gánense amigos”. Una tierra de amigos, que se ayudan a vivir bien, en justicia y paz, no de enemigos que compiten y luchan para tener más bienes y más poder, amigos del dinero y sus esclavos.


La opción es inevitable, aunque en la experiencia de cada día no es fácil la claridad y la coherencia: no se “puede servir a dos señores”. En la complejidad de las cosas, todo se reduce a una alternativa esencial: gastar la vida para construir el reino de Dios, el bien de todos, o gastarla para construir su propio reino: “No se puede servir a Dios y al dinero”.


Bernardino Zanella    bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena   gusosm@yahoo.es 


  Lectura DOMINGO 15 de SEPTIEMBRE  
          “COMAMOS Y FESTEJEMOS”         



Una primera impresión que se me viene a la cabeza es la forma en la que reaccionamos muchos hombres y mujeres ante la parábola. Reaccionamos como el hijo que se quedó con el padre y se queja. Esto nos muestra cuanto valoramos las personas comunes ciertos valores sobre otros. Tendemos a sobre-valorar la idea que tenemos de la justicia, entendida como relación entre premio y castigo, antes que otros valores más grandes y amplios como el perdón y el amor sin condiciones del padre. 

Esta sobre-valoración de la justicia esconde también mezquindad y egoísmo que fácilmente se puede comparar con esa visión de un Dios que juzga y castiga a los que no cumplen sus preceptos. Sólo que leemos sus preceptos no desde el desarrollo interior y espiritual sino, simplemente, desde lo superficial de los ritos, las tradiciones y las costumbres. Esperamos que Dios sólo nos vea en las misas, las procesiones, las palabras y acciones caritativas, que no son malas, pero no son sustanciales ante un Dios que ve dentro de nosotros y es sensible ante nuestras motivaciones y sentimientos más profundos. 

El padre no puede sino perdonar y amar. Serán nuestras mismas acciones y decisiones las que se encargarán de generar el castigo y reestablecer el equilibrio del universo afectado por nuestras acciones. 


    Manuel, La - Paz.




* * * 



El Hijo pródigo somos nosotros, cuando nos buscamos a nosotros mismos y queremos dar contento a nuestro cuerpo y cada vez que ofendemos a Dios con nuestras actitudes, que tenemos con los demás. El Padre sale a nuestro encuentro, para perdonarnos y purificarnos y llevarnos nuevamente a su regazo y hacernos recuperar nuevamente la condición de hijos. Es ese Padre amoroso que espera, que vayamos a su encuentro en todas nuestras necesidades. El siempre está esperando, que le contemos nuestras necesidades, problemas y siempre nos señalará el camino correcto. Su amor de Padre inflama nuestro corazón y da a cada uno de sus hijos, lo que más necesita, como si fuera único, y es su amor, el que nos inunda y nos lleva amar a los demás con un amor sobrenatural. 

    María Teresa, Santiago de Chile


* * * 

Si ese Amor incondicional que desciende de Dios hubiese sido un linaje de todos los padres a sus hijos, hoy la humanidad sería otra y no estaría debatiéndose entre su evolución y su destrucción. 

Por cada padre y madre y por cada niño dentro de ese padre y esa madre es que hay que empezar el cambio de conciencia, la sanación y la transformación; sólo así, desde la raíz, el árbol puede florecer, dar frutos y flores elevar sus cantos al cielo. 

     Isabel, Cituy Bell - Argentina.


* * * 

¡Que hermosa parábola! Vemos en ella al Padre y su misericordia: así es nuestro padre Dios, que nos espera y nos recibe arrepentidos con los brazos abiertos. Su bondad no tiene límite. Dios padre nos ama incansablemente, es el buen pastor que se alegra de encontrar su oveja perdida. Y del hijo podemos decir que tenemos de ambos: somos el hijo mayor que todo lo queremos hacer bien, pero no perdonamos al caído que se quiere levantar, el hijo mayor es egoista como lo somos cada uno de nosotros; el menor es el pecador, pero que se arrepiente de sus pecados, se abraza a su padre que lo reconoce a la distanzia: perdoname, padre. Esto es lo que quiere nuestro Padre del cielo, que nos arrepintamos de nuestras faltas. Gracias, Señor, por tu bondad y misericordia frente a mi miseria . 

     Sandra, Coyhaique - Chile


*  *  * 

Trataré de explicar por qué este texto no me ayuda a entender a Jesús, o sea lo que está escrito en el evangelio de san Lucas. 

Es cierto que la adhesión a Jesús no puede ser algo superficial, un deseo de compartir el poder del Mesías o ser premiado por seguirlo, etc. 

Sin embargo, ¿qué quiere decir "amar más"? El amor a los padres que se han sacrificado para criar a sus hijos es un amor muy fuerte, pero no es el mismo amor como a Jesús, no se trata de un "más o menos", de la cantidad de amor, sino de una calidad diferente. Amar a sus padres incluye el apoyarlos cuando sufren, cuidarlos cuando son viejitos y necesitan este apoyo de parte de sus hijos. ¿Cómo puede ser una actitud cristiana abandonar a los que te necesitan? ¿Cómo es posible dejar a sus hijos por el seguimiento a Jesús, si ellos no pueden existir sin el apoyo de madre y padre? El seguir a Jesús plenamente debe ser posible sin dejar a sus próximos, y es posible porque puedo amar a Jesús profundamente y en el mismo momento servir a mi familia y a otros próximos. El servicio a los demás, según mi entendimiento, es precisamente lo que Jesús nos ha enseñado. 

En nuestros tiempos más y más jóvenes ya no quieren ser miembros de una denominación cristiana. Hay distintas explicaciones para este fenómeno. A varias personas, entre ellas de mi propia familia, pregunté por qué están buscando espiritualidad en otras religiones y no tratan de encontrarla en el cristianismo. La respuesta frecuente es que en los evangelios hay tantas contradicciones, que Cristo sí, habla del amor al prójimo y que el amor sea lo más grande, lo más importante. Pero en otros lados se habla del "castigo" a ciertas personas (como, por ejemplo, está escrito en ese texto, para mí "capitalista", donde un dueño viajó y dio a sus servidores unos talentos para guardarlos. A su retorno premió a aquellos que han aumentado la cantidad de talentos y castigó a aquel que no pudo aumentarlo - por timidez, por no ser capaz, por no saber cómo, por no tener autoestima, por miedo, como él mismo explicó y no obligatoriamente por flojera. Finalmente no lo ha gastado como el hijo perdido). 

También este texto de san Lucas para mí es uno de los contradictorios. Son parábolas que están escritas en los evangelios, se las puede interpretar de diferentes maneras y no se debería entenderlas literalmente, es cierto. Pero muy poca gente ha aprendido esta nueva forma de entender los textos con más libertad, por eso nos sentimos inseguros y seguimos con entender los textos bastante literalmente, porque ¿hasta donde tenemos esta libertad? ¿Dónde empieza la tentación de interpretar un texto según nuestros deseos, para ver solo lo que queremos ver? Las parábolas son muy concretas, para hacer entender a la gente lo que Cristo (¡o los seguidores que escribieron los evangelios!) les quería(n) enseñar. Supongo que en esos tiempos las parábolas verdaderamente eran un apoyo para entender mejor el mensaje. A mí, como a muchas otras personas de hoy, algunos textos bíblicos nos parecen contradictorios o sea ya no adecuados a nuestra realidad, y por eso nos confunden más que nos ayudan a entender el mensaje. 

El seguimiento de Jesús hoy día no puede ser un seguir físicamente (como lo describen en el texto bíblico) sino un camino interior, que no excluye sino permite y facilita mi profundo amor también a hijos, padres, parejas, hermanos, amigos y otros que me necesitan. El amor a Jesús tiene una calidad totalmente distinta y no comparable a los otros amores, y ni esos otros amores son iguales: Amo profundamente a mis hijos, padres, hermanos y otros, pero no es el mismo amor para cada uno. Tampoco se trata de un "mas" o "menos", sino también de distintas calidades. Lo que es cierto para mí: el amor a Jesús influye positivamente el amor a los demás. 

       Catherine, Basel - Suiza






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