Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“¡RETÍRATE, SATANÁS!”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“¿POR QUÉ SE INQUIETAN?”.
Un abrazo... P. Bernardino
“¡RETÍRATE, SATANÁS!”
“Vivir bien” o “buen vivir”: parece la misma cosa. En realidad se trata de dos concepciones opuestas de la vida y de la sociedad. El “vivir bien” está animado por el ansia de tener más, consumir más, apuntando a un bienestar siempre mayor. El “buen vivir”, en cambio, busca la armonía del ser humano en sí mismo, y en su relación con Dios, con los demás, con la madre tierra y con toda la creación.
Nos ilumina el evangelio de san Mateo 4, 1-11
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre.
Y el tentador, acercándose, le dijo: “Si tú eres hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Jesús le respondió: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Luego el demonio llevó a Jesús a la ciudad santa y lo puso en la parte más alta del templo, diciéndole: “Si tú eres hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. Jesús le respondió: “También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: ‘Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. Jesús le respondió: “Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo rendirás culto”.
Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.
PALABRA del SEÑOR
En el momento de su bautismo, Jesús...
había sido declarado por el Padre Dios como “hijo amado, el predilecto”. Cuando salió del agua del río Jordán, “se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él”. Ese Espíritu lo llevó luego al desierto, el lugar de la libertad y de la madurez, “para ser tentado por el demonio” y manifestar en las diferentes pruebas su verdadera condición de hijo de Dios.
En Jesús se enfrentan los dos espíritus: el Espíritu de Dios y el espíritu del Maligno. Se trata de una abierta confrontación entre el proyecto del Reino de Dios, que Jesús va a anunciar, y el proyecto opuesto que “el adversario” quiere realizar. Esta confrontación, que el evangelio de Mateo dramatiza con las tres tentaciones, en realidad no se limita a un momento inicial de la actividad pública de Jesús, sino que es una condición permanente de toda su vida. Y es la condición del discípulo de Jesús, que está sometido a las mismas tentaciones, como fue sometido a esas tentaciones también el pueblo de Israel en el desierto, que había caído y había sido infiel a la alianza. Jesús sale vencedor de las tres pruebas; también el discípulo, siguiendo a Jesús, podrá vencerlas.
"cuarenta días con sus cuarenta noches”, que recuerda el ayuno de Moisés y los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto, Jesús “sintió hambre”. Es el momento oportuno para que el tentador lo someta a una primera prueba: “Si tú eres hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”. Recordándole su condición de “hijo de Dios”, el demonio intenta desviar a Jesús de su proyecto y le propone que use su poder en su propia ventaja: el pan para ti, y con el pan, tus intereses, tu afirmación, tus deseos satisfechos, tu mayor bienestar. Está presente en esta tentación también la memoria del alimento extraordinario que Dios envió al pueblo hambriento en el desierto, el maná. Jesús reconoce que el pan es necesario, pero no basta. Su respuesta reenvía al poder de la Palabra de Dios, que alimenta el corazón, lo hace capaz de una total confianza en el Padre, lo libera del instinto de buscar sólo su propio interés, haciendo que cada uno trabaje por la construcción de una sociedad justa y fraterna, donde a nadie le falte el pan y todos tengan una vida digna: “Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Jesús mismo se hará pan, y pedirá esa misma actitud a sus discípulos.
Con la segunda prueba, el demonio quiere inducir a Jesús a manifestar su condición de hijo de Dios con un gesto clamoroso y espectacular, tirándose de la parte más alta del templo: “Si tú eres hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”. La respuesta de Jesús recuerda que ya el pueblo de Israel había desafiado a Dios, exigiéndole una intervención extraordinaria, cuando la gente se moría de sed en el desierto. La tentación coincide también con las expectativas populares de un Mesías triunfador, que había de manifestarse en el templo en gloria y poderío. Jesús confía plenamente en Dios, pero excluye desafiarlo poniendo en riesgo su vida: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Llegará la hora en que él ofrecerá voluntariamente su vida en fidelidad al proyecto del Reino de Dios, soportando la provocación de los adversarios que le repetirán: “Si tú eres el hijo de Dios, baja de la cruz”.
Una tercera prueba es aparentemente la más...
explícita y descarada. El demonio, desde “una montaña muy alta”, en evidente oposición al lugar propio de Dios, hizo ver a Jesús “todos los reinos del mundo con todo su esplendor”, prometiéndole: ‘Te daré todo esto, si te postras para adorarme”. En realidad, es la tentación más sutil y profunda que tiene que enfrentar cada ser humano en todas sus relaciones: la tentación del poder. Para conseguirlo, muchos están dispuestos a ponerse de rodilla y vender su alma. El demonio intenta seducir a Jesús con ese ofrecimiento, lo opuesto de su vocación: “No he venido para ser servido, sino para servir y dar mi vida”. Jesús denuncia el amor al poder como idolatría, y revindica la adoración sólo para Dios: “Adorarás al Señor, tu Dios, y a él sólo rendirás culto”, y rechaza firmemente al tentador: “¡Retírate, Satanás!”.Pero el demonio no se aleja realmente. Seguirá tentando a Jesús de distintas maneras: con la hostilidad y la seducción de sus adversarios, con las expectativas mesiánicas nacionalistas del pueblo, con los sueños de poder de sus mismos discípulos. La victoria de Jesús hace posible la victoria de sus seguidores.
LECTIO DOMINICAL 02 de MARZO
¿Por qué se inquietan?
La lectura del servicio a dos amos es una fuerte llamada de atención a nuestras actitudes cotidianas, teniendo en cuenta que el dinero es el dominador total de nuestras acciones. Al terminar el siglo XX, los dueños del poder en el mundo han decidido globalizar la economía. A partir de este momento los pobres somos más pobres y los ricos más ricos. Ya no circula dinero, son tarjetas de crédito y papeles que hacen que el dinero se convierta en el otro amo al que Jesús critica.
Si recordamos las palabras de: P. Pedro Herrasti: “¿Quién de nosotros no se ha conmovido al contemplar en nuestras ciudades los cinturones de miseria en los que viven multitudes en condiciones infrahumanas? ¿Quién no ha sentido pena al ver deambular por las calles a indígenas desarraigados, tratando de sobrevivir vendiendo lo que sea y llevando tras de sí, invariablemente, dos o tres chiquillos famélicos?”. Nos damos cuenta que aquellos que han elegido al dinero como su amo y señor son insensibles a la solidaridad, la justicia y el derecho.
Tampoco las jerarquías de obispos latinoamericanas han sido consecuentes con este mensaje evangélico, porque es muy difícil y sería peligroso perder el poder que aun les permite ser más amigos de los ricos que de los pobres. Sin embargo el papa Francisco ya advirtió la necesidad de corregir esta verticalidad que aleja más a las viejas estructuras del mensaje de Jesús.
Francisco, Potosi – Bolivia
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Estoy segura de las palabras de Jesús. Todos planificamos, queremos más y más cosas materiales, nos preocupamos qué haremos unos años más, etc., y no somos capaces de mirar la bondad del Señor que no nos abandona y nos mira con misericordia. Nada me faltará, porque estoy con el Señor. Si se preocupa de las aves del cielo, mucho más de sus hijos predilectos. Pero ese hijo al cual ama Jesús es muchas veces amante de los bienes materiales, olvidándose de su vida espiritual. ¡Hoy en día hay tanta pobreza espiritual! El ser humano se ha olvidado de su creador y vive a la deriva. Que el Señor nos perdone siempre y nos ayude nuestra Madre a abrir los ojos.
Sandra, Coyhaique – Chile
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La lectura del texto del evangelio de Mateo, a pesar de su encanto, hoy la encontré estridente frente a tanto mal que pesa sobre el mundo. En el fondo las palabras de Jesús están dirigidas a nosotros “los ricos”, que no tenemos problemas en conseguir alimento o ropa. Pero, ¿qué diría Jesús hoy en uno de los tantos campamentos de prófugos, esparcidos en todo el mundo, donde millones de hombres, mujeres y niños sufren hambre, sed, son humillados en su dignidad de personas y viven en la soledad y la angustia?
Mientras que nosotros estamos aquí discutiendo sobre las palabras fascinantes del evangelio, un niño está muriendo de hambre en el mundo. Es el eterno problema de la injusticia social, del dolor de los inocentes, del mal que golpea cada día a demasiadas personas. Se pueden llevar delante del Señor cada día los muchos pobres del mundo, que él conoce mejor que nosotros, y orar. Pero, ¿esto es suficiente, cuando no se puede compartir otra cosa?
Elena, Bérgamo – Italia
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Euhm... Está estirada esta reflexión, está estirada. A mí me parece claro el mensaje. No se puede escapar, pero es demasiado duro, difícil si no imposible vivirlo. Muchos grandes santos y desconocidos lo habrán vivido. Pero nosotros estamos aquí temblando si pensamos perder lo que tenemos. Así es.
Sandra, Padova – Italia
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La absoluta confianza en Dios más que en las cosas terrenas debe ser siempre nuestro enfoque, nuestro objetivo, pues el mundo material, el dinero, puede servirnos para ayudarnos y ayudar a otros a vivir, pero no como un fin que supla a Dios, como piensan algunos, que creen que el dinero lo hace todo. Pues es Dios quien gobierna la vida de toda su creación y en él debemos confiar. Nosotros valemos más que las aves y los lirios (flores de las cuales se hacen perfumes) del campo. La lectura me hace pensar también en la providencial pesca milagrosa, en medio del trabajo infructuoso de Pedro y su hermano Andrés. También Santiago y su hermano Juan aparecen en la misma escena, pues eran pescadores, y Jesús se muestra para con ellos misericordioso y compasivo. Ellos no eran unos pobretones, sino gente trabajadora y dueños de sus embarcaciones. Jesús los llama, y ellos, dejándolo todo, lo siguen.
Dios es amigo del hombre y más de quienes confían en él y se ponen en sus manos.
Luis Ángel, Lima – Perú
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Este evangelio es uno de los más bellos de toda la escritura: Jesús de Nazaret nos enseña a poner toda nuestra confianza en Dios, como hacen los lirios salvajes, o los pájaros del campo: Dios les da vestido y comida para subsistir. Nos da, pues, una receta infalible para destruir la angustia: pensar sólo en el día de hoy, porque, evidentemente,"cada día tiene su afán".
En el evangelio Jesús siempre nos interpela hacia las necesidades de los pobres, porque mientras siga habiendo pobres, toda la riqueza que uno acapara para sí de forma egoísta, sin necesidad, será injusta porque está privando a otros hermanos de aquello que necesitan para vivir. Al acrecentar sólo lo nuestro, sin preocuparnos por las necesidades de los demás, estamos dificultando el nacimiento de esa sociedad fraterna querida por Dios, su reino. Por eso no podemos servir al Dios de la fraternidad y al Dios del interés económico al mismo tiempo.
Silvia, La Paz – Bolivia
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ESTE PERIODO ES UN TIEMPO OPORTUNO PARA REVISAR NUESTRA VIDA, UNA NUEVA OPORTUNIDAD DE PONER NUESTRA VIDA EN LAS MANOS DEL PADRE, EN SU PROVIDENCIA, MISERICORDIA, COMO DECÍA UN SACERDOTE EN LA MISA DE MIÉRCOLES de CENIZA: EL SEÑOR NOS OFRECE SU PERDÓN... EL ESPERA QUE REGRESEMOS A ÉL Y NOS PREGUNTABA: ¿ PORQUÉ ENTONCES NO ACUDIMOS AL SACRAMENTO DE RECONCILIACION?... ESO ME CUESTIONO, PORQUE UNO DICE NO MATÉ A NADIE, NO ROBÉ, NO COMETÍ NINGÚN PECADO GRAVE Y POR ESO SIMPLEMENTE NO SE CONFIESA. ME DOY CUENTA QUE ACTÚO COMO LOS HIPÓCRITAS... ESTO TAMBIÉN ES HIPOCRESÍA A DIOS.ÉL ME DE LA GRACIA DE SER HUMILDE Y RECONOCER MIS PECADOS... DEJAR QUE DIOS SEA MI ALFARERO DIOS CONOCE MIS MISERIAS.
Gladys Edith Guelet Millacura
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