"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

sábado, 23 de agosto de 2014

“SOBRE ESTA PIEDRA”.

Querido/a Amigo/a:

Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo: 

“SOBRE ESTA PIEDRA”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado: 
“SEÑOR, SOCÓRREME”.


Un abrazo...P. Bernardino



                      “SOBRE ESTA PIEDRA”                    


Cada persona va elaborando su imagen de Dios, o negándola, a partir de la herencia familiar, del contexto social y religioso y de su propia experiencia. También los que conocieron personalmente a Jesús en su tiempo, lo escucharon a través del filtro de sus tradiciones y espirituales.



 Leemos en evangelio de san Mateo 16, 13-20                                      


“Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”.

Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”.

“Y ustedes – les preguntó –, ¿quién dicen que soy?”.

Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.

Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías”.

PALABRA del SEÑOR


Jesús lleva a sus discípulos fuera...
del territorio de Israel, para que piensen autónomamente y no bajo el influjo del pensamiento corriente que esperaba a un Mesías triunfante y glorioso. Les pregunta cuál es, según su percepción, la opinión de la gente sobre él, el “Hijo del hombre”. Se presenta como el hombre verdadero, el hombre movido por el Espíritu, y quiere saber qué ha entendido el pueblo de su realidad misteriosa, después de toda su actividad evangelizadora en Galilea.


Le contestan que las distintas opiniones convergen en una sola: él es algo extraordinario, como algunos grandes personajes del pasado. La mirada es hacia atrás, no hacia el futuro. No ha sido percibida la originalidad y la novedad de Jesús.



Jesús repite la pregunta para conocer la opinión de los discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”. Ellos sí tendrían que conocer profundamente a Jesús, porque han escuchado sus enseñanzas y han visto los gestos de misericordia y liberación realizados por él. Mateo anota cuidadosamente la pregunta de Jesús, para que los discípulos de todos los tiempos se sientan interpelados y den su propia respuesta.




Pedro tiene un momento de iluminación...
y en nombre de los demás discípulos reconoce a Jesús como “el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Es un reconocimiento que sólo es posible a los “pequeños”, a los cuales el Padre revela los misterios de Dios: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque, habiendo ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, las has revelado a los pequeños”. Por eso Pedro es bienaventurado: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás”.


Sólo esa categoría de personas puede dar una respuesta adecuada. No se trata de una contestación teórica, sino de ver en qué medida la presencia de Jesús orienta la vida, define los valores y prioridades, decide de las opciones. Hay hombres de iglesia que pueden no ser hombres de Dios, porque son dependientes de las revelaciones “de la carne y de la sangre”, de los instintos y los intereses, y no de las revelaciones “del Padre que está en el cielo”.



La fe en Jesús y su seguimiento 
son la roca firme sobre la cual se edifica la comunidad de los discípulos. No hay otro fundamento que Jesús y su enseñanza. Sólo un necio podría construir su casa sobre la arena.


Jesús es el Mesías verdadero, “el Hijo de Dios vivo”. Manifiesta al Padre, el Dios dador de vida, y reproduce sus características. Por eso en todas sus palabras y sus gestos, el Hijo sigue dando vida, hasta dar su vida. Los discípulos harán lo mismo. Con su adhesión a Jesús, se constituyen como piedras vivas para la construcción de una ciudad santa, que se resiste al reino de la muerte. A esta ciudad santa son admitidos todos los que viven la experiencia de un amor liberador, y quedan excluidos los que siguen atados a su egoísmo: “Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Responsabilidad y misión del discípulo es de ser en el mundo una presencia que “desata”, que sana y libera, haciendo llegar a todos el amor misericordioso del Padre, todos llamados a ser hijos “de Dios vivo”.







  LECTIO DOMINGO 17 de AGOSTO  
    "Señor, socórreme"                                

“¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí!... ¡Señor, ayúdame!”. Es el grito de una mujer, extranjera y madre. ¿Cuántos gritos de dolor no escuchados en el mundo de hoy, cuántos otros acallados? Gritos que se transforman en gemidos porque el dolor enorme que los genera, no encuentra el aire y sale sólo una parte del grito. Escuchar los gritos de dolor exige salir de las fronteras físicas y mentales. Quien se cierra a otro por raza, religión o condición social, también se cerrará ante Dios. El silencio ante quien clama nuestra ayuda es un crimen. 

Este evangelio es desconcertante, me suena a escándalo. Estamos acostumbrados a la actitud de los discípulos, su falta de fe, su nacionalismo, búsqueda de primeros puestos, etc. ¿Pero Jesús? La escena lo muestra inconmovible ante los gritos de la mujer madre y duro en su respuesta. Sin embargo, la fe que se manifiesta maravillosa en la mujer pagana está lejos a la de fariseos y discípulos. No se habla de la curación, porque la mujer está tan unida a su hija que pide piedad para sí, pero en realidad pide por su hija, de tal modo que escucharla a ella es curar a su hija. Está segura de Jesús, cree en él, su fe alcanza la cima del evangelio. La escena concluye con lo que le dice Jesús: “Mujer, ¡que grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!”. 

“¡También los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!”: es la respuesta de la cananea a la objeción de Jesús. El tema del pan es el telón de fondo que tiene el capítulo 15 de Mateo; de hecho concluye con una nueva multiplicación de los panes, donde comen cuatro mil, se han excluido mil. Esos mil son los que a causa de la rigidez y su tradición quebrantan los preceptos de Dios. La fe luminosa de una mujer pagana, “fuera de la ley”, comprende el significado del pan valorando hasta las migajas. La fe en el Pan – Jesús-Semilla, se ha hecho pan para la vida del mundo – es la que los discípulos no tienen y los fariseos cuestionan. No descubren en el hecho de los panes la presencia del Señor, es decir el amor fraterno y concreto que se hace vida para los demás. No es la fidelidad a la ley, la tradición de los mayores, sino la práctica del pan asequible a todos los pueblos, mujeres y niños/as, que en la ley no cuentan. Las migajas del pan son suficientes para saciar el hambre y dar vida a quienes están atormentados por un demonio. El demonio que atormenta, es la exclusión, el racismo, el cerrarse en una manera de ver a Dios, una religión opresora que utiliza el poder para acallar o castigar, etc. 

Me impresiona la figura de esta madre, tan profundamente identificada con el dolor de su hija, que al pedir por ella, en realidad pide por su hija. Me recuerda la escena de las bodas de Caná de Galilea, donde la madre pide por los que están sin alegría, sin esperanza. En la respuesta de Jesús el mismo sustantivo: mujer. 

¡Señor, ayúdame! A encontrar el camino positivo que ayuda, como la madre cananea, no dejando caer nunca los brazos, no dejándome invadir por el enojo o la desesperanza. Sé en quién he puesto mi confianza (cf 2Tim 1, 12). 



 Joel, Puerto Aysén – Chile                                                                    

* * * 
En este tiempo me siente angustiada, como muchos, por lo que pasa en el norte de Irak. Comunidades de Yazidi, que vivían en paz, practicando una religión muy antigua basada también en el culto de los ángeles, fueron barridas de una manera cruel y violenta por el fanatismo de ISIS, un movimiento que quiere islamizar gran parte del mundo oriental. Es de hoy la noticia que, en uno de estos pueblos, fueron asesinados brutalmente 80 hombres, y 200 mujeres y niños han sido secuestrados. Y entonces me pregunto qué canino hizo la humanidad desde que, hace dos mil años, una mujer cananea, con su fe insistente, ha logrado conmover el corazón de Jesús. Y también me pregunto qué responsabilidad tiene cada uno de nosotros para que todo esto pueda suceder. De hecho hay un gran lazo y una verdadera corresponsabilidad entre lo que está en nuestro corazón y lo que está pasando en el mundo. Tal vez ya no basta ni la oración, si con nuestras actitudes no somos capaces de difundir pensamientos y hechos concretos de paz. 

 Elena, Bérgamo – Italia                                                                        

* * * 

La identificación con la mujer cananea y además pagana, es muy habitual y frecuente entre nosotros, teniendo en cuenta las debilidades humanas que nos hacen fácil presa de las dificultades internas y externas. Es muy difícil entender una sociedad llena de contradicciones, tantos niños asesinados por donde Jesús caminó, enseñó y difundió un mensaje diferente al de las balas, los misiles y los asesinatos que seguro han hecho gritar a muchas de esas víctimas inocentes: “¡Jesús, socórrenos!”. La problemática mundial tiene como uno de sus orígenes alcanzar el poder a cualquier precio y en ese contexto, la discriminación racial, religiosa, de género hace caldo de cultivo para que gobernantes como en el tiempo de los romanos crean que son dueños del mundo, sin importar las consecuencias de sus acciones delictivas. 

Los cristianos católicos debemos asumir una posición diferente a observar desde un palco. Debemos ser consecuentes con asumir partido por los pobres del mundo, por quienes son martirizados día a día por las balas de los que no creen en la justicia, el derecho y la solidaridad. 



 Francisco, La Paz – Bolivia                                                                    

* * * 
Es importante reconocer a Jesucristo caminando en nuestra historia, con nosotros y sobre todo en los momentos difíciles, pues aprendemos a mirar nuestros problemas, en la confianza puesta en él, que a pesar de todos los inconvenientes que se nos presenten, él esta ahí para escucharnos, aunque calle, como a la cananea, y para esperarnos. Necesitamos esa confianza puesta en su misericordia, que viene en nuestra ayuda, pero en el tiempo que él ha determinado y no en el nuestro; desde donde él sacará un mejor bien, para todos los que lo aman. Él siempre nos dará lo mejor para nosotros. 


 María Teresa, Santiago – Chile                                                              

* * * 
Creo que la mujer cananea, consciente de su necesidad, confiaba en la persona del Señor a pesar de la respuesta que le ha dado frente a su petición. ¡Su fe es increíble!, así como su osadía, que le permite recibir el pan, ese pan que es para todos, dándonos a nosotros una gran lección de no hacer diferencias. Lo importante es creer que todo es posible para Dios y todo se nos dará. 




 Hilda, Santa Fe – Argentina                                                                  





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