uerido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“¿QUE LES PARECE?”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“VAYAN TAMBIÉN USTEDES”.
Un abrazo... P. Bernardino
“¿QUE LES PARECE?”
Leemos en el evangelio de san Mateo 21, 28-32
esús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
¿Qué les parece? Un hombre tenia dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: “Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña”. Él respondió: "No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: “Voy, señor”, pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre? “El primero”, le respondieron.
Jesús les dijo: Les aseguro que los publícanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publícanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre? “El primero”, le respondieron.
Jesús les dijo: Les aseguro que los publícanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publícanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.
ntroduciendo una comparación, una parábola dirigida a las autoridades religiosas y civiles, Jesús les hace esta pregunta: “¿Qué les parece?”
Evidentemente el evangelista Mateo quiere que conteste también su comunidad, y también nosotros. ¿Qué nos parece de la actitud de los dos hijos? Uno le dijo “no” al padre que le pedía que fuera a trabajar a su viña, y luego le obedeció: “se arrepintió y fue”, fue capaz de cuestionarse y cambiar. Y el otro le dijo “sí”, y luego no le obedeció. ¿En cuál de los dos hijos nos reconocemos, si en lugar del dueño de la viña ponemos a Dios, entendiendo toda la ternura y el cariño que hay en la invitación: “Hijo”, hijito? Mateo desearía que no imitemos a ninguno de los dos hijos, y que digamos “sí” a la voluntad del Padre y simplemente la cumplamos.
Pero, para quedarnos en los protagonistas de la parábola, la enseñanza que sacan los oyentes de Jesús es que el hijo que dijo “no” al padre y luego le obedeció, cumplió realmente la voluntad del padre, mientras que no la cumplió el que había dicho “sí”. Diciendo su “sí” había visto a un patrón al que someterse: “Sí, señor”, no al padre a quien obedecer con amor filial. Realizó lo que decía el profeta Isaías: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”.
Es demasiado fácil leer hoy esta parábola y limitarnos a decir que el pueblo de Israel es el hijo que dijo “sí” a Dios y no cumplió, mientras que el nuevo pueblo de Dios que viene del mundo pagano, después de haber dicho “no”, finalmente se convirtió y obedeció a Dios. Probablemente es éste un primer nivel de interpretación.
Pero el cuestionamiento va más en profundidad. En Israel había cumplidores de la Ley, “los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo”, que en realidad no cumplían la voluntad de Dios, porque no se abrían a la novedad de Jesús y habían rechazado el mensaje de Juan el Bautista, como luego rechazarán a Jesús mismo. Y había transgresores de la Ley, publicanos y prostitutas, que ya con la predicación de Juan el Bautista se habían convertido, “creyeron en él”. Los excluidos cambiaron su vida, mientras que los jefes religiosos, que con sus palabras adoraban a Dios, quedaron atados a su ambición y arrogancia, sirviendo únicamente a sus intereses. Por eso la afirmación categórica de Jesús: “Les aseguro que los publícanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios”. Publícanos y prostitutas no sólo “llegan antes”, sino reemplazan.
El pueblo de Israel tenía una renovación ritual de la alianza con Dios, y repetía anualmente su compromiso: “Nosotros haremos todo lo que Dios nos ha dicho”, y luego no lo hacía. Es María, la madre de Jesús, que en la Anunciación dice “sí”, en nombre suyo y en nombre de la nueva humanidad, y se entrega a la voluntad de Dios, con su palabra y hechos concretos.Cumplir la voluntad del Padre es la enseñanza de esta parábola del evangelio de Mateo, en coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos: “No el que diga ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Es lo que pedimos en el ‘Padre nuestro’, “hágase tu voluntad”: ser cumplidores de la voluntad de Dios, realizando con palabras y hechos el proyecto de Dios que Jesús nos ha propuesto. ¡Cuántas personas en el mundo viven de esta manera, cumpliendo la voluntad de Dios, sin hablar mucho, perteneciendo a veces a distintas religiones, o a ninguna! ¡Y cuántas personas realizan ese mismo proyecto de Jesús, pero le dicen “no” de palabras y lo rechazan, escandalizadas por las actitudes de muchos creyentes, que no hacen lo que dicen! El culto verdadero a Dios es el culto que realizamos con nuestra vida, mientras que a veces nos conformamos con la repetición rutinaria de algunos ritos, sin que ellos nos cambien realmente, como el hijo de la parábola que dijo: “Voy, señor”, pero no fue. Podríamos merecer ese duro juicio de Jesús: “En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos. Hagan y cumplan todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen”.
Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena...
gusosm@yahoo.es
Sandra, Coyhaique – Chile
LECTIO DOMINGO 21 de SEPTIEMBRE
"VAYAN TAMBIÉN USTEDES"
Si escuchamos esta parábola con detención, nos damos cuenta de cuan parecidos seríamos a los últimos jornaleros, porque veríamos como injusta la paga, porque cargamos con nuestros pecados. No entendemos al Padre, este Padre que nos enseña a perdonar, el que nos dice que también los que se arrepienten a última hora serán salvados y perdonados por él si piden por su alma. Y serán tratados con la misma misericordia que los hombres que han trabajado por su iglesia siempre. Que hermosa parábola, porque el Señor es bueno y ama a todos los que lo aman .Este es el reino de Dios por el que tenemos que trabajar, un reino de justicia, de paz y de amor.
Sandra, Coyhaique – Chile
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Nuestra natural inclinación de hacer cálculos egoístas para alcanzar aquello que creo me hará feliz. Entonces trabajo para ser reconocido, ser amado, tener éxito, ser aprobado, etc. Y de ahí que buscamos acumular méritos para alcanzar lo anterior. Incluso, la salvación creemos obtenerla con méritos. Hay una sola cosa importante: amar, lo demás es basura. Quien ama, escribe san Pablo, no es envidioso, ni busca aparentar, no es orgulloso ni actúa con bajeza, no busca su interés, no se alegra de las injusticias, se alegra de la verdad.
Este pasaje del evangelio de Mateo, lo entiendo desde el pasaje anterior: el joven rico que pregunta, ¿qué obras buenas debo hacer para alcanzar la vida eterna? Luego Pedro dice: “Nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿Qué será de nosotros?”. La respuesta de Jesús: “Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros”. Una respuesta paradojal que se ilustra con la parábola: “El reino de los cielos se parece…”. Una parábola provocativa. El protagonista es el dueño de la viña. Su atención está centrada en la persona y no en la producción. Aunque el trabajo haya sido muy desigual, al dueño le interesa que todos tengan lo necesario para vivir con su familia: un denario. Esto “ofende” a quienes han sido contratados en la primera hora. Su molestia está en que el señor ha tratado a los últimos igual que a los primeros. Ciertamente, igual que nosotros, pensaban los que “primeriaron” que los últimos no se lo merecían. Se quejan contra el dueño de la viña. ¿Es que Dios no actúa con los criterios de justicia e igualdad que nosotros manejamos? ¿Será verdad que, más que estar midiendo los méritos de las personas, Dios busca responder a nuestras necesidades? Escandaliza imaginar que Dios sea bueno con todos, lo merezcan o no. Rompe todo nuestros esquemas. El dueño de la viña responde a los que se quejan: “¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?”. El mensaje de la parábola es claro: Dios, al igual que el dueño de la viña, da a todos su denario, lo merezcan o no, porque Dios es amor. No trata injustamente a nadie, pero salva incluso a los que, según nuestros cálculos, no se lo han ganado. Ante este Dios, lo único que cabe es el gozo agradecido y la confianza absoluta en su profunda y misteriosa bondad.
Joel, Puerto Aysén – Chile
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La sociedad actual no quiere cambiar. Es muy difícil pensar en una propuesta diferente al proyecto de liberación que Jesús nos ofrece. Es por eso que el mensaje del evangelio nos dice que debemos buscar, en la mañana, a medio día y aun en la noche, mujeres y hombres que se comprometan a trabajar por esa propuesta liberadora. Al final la paga económica o el salario no será lo que nos interesa, sino haber aportado a la construcción de una nueva sociedad, que sea diferente a la que vivimos todos los días, donde aceptemos a los más necesitados, a los pobres, a los niños y a la mujer marginada como parte de una comunidad solidaria, donde reine la justicia y el derecho.
Francisco, La Paz – Bolivia
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