Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“Queda sanada de tu enfermedad”.
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AUDIENCIA GENERAL con BENEDICTO XVI
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“Vivió en lugares desiertos”.
Un abrazo.
Bernardino
"QUEDA SANADA TU ENFERMEDAD"
Es lo que podemos leer en el evangelio de san Marcos 5, 21-43:
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se sane y viva”. Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con sólo tocar su manto quedaré sanada”. Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?”. Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?”. Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido. Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?”. Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”. Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”. Y se burlaban de Él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con Él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!”. En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y Él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que dieran de comer a la niña.
PALABRA del SEÑOR
Una adolescente gravemente enferma, hija de “uno de los jefes de la sinagoga”. La raíz de su enfermedad es justo ese mundo de que es “hija”, el mundo de la “sinagoga”, de las normas religiosas represivas que no le permiten crecer y madurar, que la mantienen infantil, la paralizan y la llevan a la muerte. El padre mismo tiene conciencia de que su sistema religioso no es capaz de sanarla, e invoca la ayuda de Jesús. El encuentro liberador de la niña con Jesús le devuelve la alegría de vivir: “se levantó y comenzó a caminar”, sana y libre.
Hay otra mujer, igualmente enferma. Su enfermedad es diferente: “desde hacía doce años padecía de hemorragias”. Es una enfermedad que revela la dureza de las normas religiosas que la marginan y excluyen. En el libro del Levítico leemos: “Cuando una mujer tenga hemorragias quedará impura como en la menstruación. Toda cama en que se acueste mientras le duren las hemorragias quedará impura, y cualquier mueble sobre el que se siente quedará impuro igual. Quien los toque quedará impuro, lavará sus vestidos, se bañará y quedará impuro hasta la tarde” (15, 25-27).
Pero en el evangelio de san Marcos se trata de una mujer adulta. El sufrimiento la hizo madurar. Lucha contra su exclusión desde dentro del sistema religioso que la reprime y la explota: “Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado”. Y al final se rebela y opta por la transgresión: en lugar de quedarse aislada y excluida, “como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto”.
Jesús se da cuenta. Según la ley, hecha por varones, habría tenido que rechazarla y condenarla. En cambio, se hace cómplice, y quiere que el hecho sea reconocido públicamente: “dirigiéndose a la multitud, preguntó: ¿Quién tocó mi manto?”. Y llama a la mujer con toda la ternura: “¡Hija!”. Desde ahora la mujer, liberada de la atadura de su enfermedad, que la hacía esclava de una religión excluyente, pasa a ser “hija”, y conocerá la alegría de llamar a Dios como padre.Jesús la sana, por su fe: “tu fe te ha salvado”: su fe en Dios, en sí misma, en el poder de la sanación, en la posibilidad de una vida plena, no humillada, sumisa y reprimida. “Vete en paz”: libre y reconciliada, consigo misma, con su identidad y su historia, con su dignidad de mujer, plenamente integrada a la sociedad.
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Este texto me encanta y me llega como un cuento maravilloso. Y la pregunta para mí sería: ¿No será éste también el itinerario personal para cada discípulo de la vida?
Isabel, Citybell, La Plata – Argentina
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Silencio y contemplación. El ruido que viene de afuera, pero especialmente el ruido interior que resulta mucho más difícil de acallar, no nos dejan vivir la experiencia del desierto. Silencio y contemplación.
Alberto, Santiago – Chile
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Es verdad, Dios nos quiere de nuevo en el desierto, en el silencio, en la oración. Quiere que cada uno de nosotros volvamos a intimar con él, desde dentro de nuestro ser. Juan Bautista lo hizo así, y por eso tuvo la fuerza de predicar, en medio de un mundo convulsionado. Sólo la sintonía diaria, personal y comunitaria con Dios Uno y Trino, nos llevará nuevamente a la fuente del amor primero, al amor misericordioso del Padre, que nos cobija, nos renueva, nos transforma y nos da la fuerza necesaria para perseverar en su amor.
Lorena, Santiago - Chile
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¡Cuánto necesitamos, necesito, ir al desierto!, en un ir y venir, todo rápido... Pero en medio de todo contemplo la presencia de Dios que siempre nos habla y nos invita a seguirle. Se ha quedado en mi mente y corazón una frase que leí de Pablo a los Corintios: "Afanados por agradar a Dios": nuestro único deseo es agradar al Señor. Siento que es esto lo que debe motivarnos para poder contemplarlo aún en medio de los desencantos, del desinterés que vemos en tantos hermanos y que también en nosotros a veces se da, debido a todo el cúmulo de actividades que realizamos.
Hilda, Llo Lleo – Chile
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Para comprender cabalmente el significado de “la lectura de los signos de los tiempos” es necesario aceptar que desde que tenemos uso de razón cristiana nos han acostumbrado a vivir y pensar sin ver la realidad que nos rodea, la pobreza, las injusticias, el achicamiento cada vez más visible de una iglesia que no vive con su pueblo, la búsqueda del poder sin importar la vida humana y principalmente la comodidad de quienes creen que viviendo en las sacristías han solucionado sus problemas de fe. Felizmente la lectura del evangelio de Lucas nos llama la atención cuando nos habla primero de la incredulidad del papá de Juan Bautista, luego el mensaje del futuro de un niño que tendrá un rol importante en la vida de Jesús.
Generalmente somos incrédulos como Zacarías, no queremos cambiar, vivimos en un mundo al revés, donde los antivalores son premiados y quienes defienden la justicia y la verdad son criticados, y los medios de comunicación son el principal instrumento de alentar el estatismo y más aun el retroceso frente al cambio que también Juan Bautista anunciaba: “Cambien sus vidas, enderecen su vida, allanen los vacíos”; pero para muchos cristianos y principalmente curas, actualmente son simples palabras, son retóricas que no aportan para entender la lectura de los tiempos, como la liberación que debe existir en nuestra vida.
Frente a esta realidad, ¿será necesario un nuevo Concilio?
Francisco, Oruro – Bolivia
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El nacimiento de Juan Bautista nos habla mucho de la apertura al plan de Dios, la humildad de Juan que es edificante. Juan para un cristiano es un modelo en la humildad, sencillez, la confianza que tiene en su Padre del Cielo. Me encanta el salmo138: Señor, tú me sondeas y me conoces, tú creaste mis entrañas, me formaste en el seno de mi madre, tú conocías hasta el fondo de mi alma. Me marcaron mucho estas palabras en mi proceso vocacional y en mi vida, desde que me empezaron hablar de Dios. Pero a veces no sabemos adónde estamos yendo. Esto me hace pensar en muchos jóvenes que se pierden y dejan de estudiar, y pierden su dignidad como personas y no son dignos de ser cristianos e hijos de Dios.
Virginia María, Cochabamba – Bolivia
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