"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"
martes, 31 de diciembre de 2013
lunes, 30 de diciembre de 2013
EPIFANÍA 2014
Querido/a Amigo/a:
Para el evangelio del primero de enero y para la Epifanía, te reenvío, en los dos archivos adjuntos, las notas que ya conoces: “Contaron todo”, y “Vimos su estrella”.
De esta manera termino este servicio de “Tu Palabra me da vida”. Te agradezco haberme acompañado en estos tres años.
"CONTARON TODO"
Las iglesias han sido llamadas a una nueva evangelización, a un nuevo impulso misionero, al inicio del nuevo milenio y a través de la asamblea de los obispos de América Latina y el Caribe en Aparecida. Todos los discípulos y discípulas de Jesús son enviados para ser mensajeros de la Buena Noticia, con la fuerza de su alegría y el testimonio de su fe.
Los pastores de Belén, que recibieron del Ángel el anuncio del nacimiento de Jesús y fueron a verlo, se transformaron en misioneros, portadores de la Buena Noticia. Nos dice el evangelio de san Lucas 2, 16-21:
Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el Ángel del Señor, y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.
Lucas no se limita a describir una escena muy emotiva. Quiere transmitirnos un mensaje. María, José, el “niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre” porque “no había lugar para ellos en la posada”, y los pastores, los últimos de la sociedad: son la primera iglesia, absolutamente pobre. La “opción por los pobres” es sin adjetivos que la limiten y la condicionen, como se hace prudentemente hoy.
Los pastores comunican a todos el acontecimiento. Los “sin voz” se hacen voz de la Buena Noticia, y despiertan la admiración y el asombro de los oyentes, sin la necesidad de medios poderosos.
Se puede creer que Lucas hable de los pastores de Belén pensando igualmente en los pastores de la iglesia. Ellos también, compartiendo la misma humildad, tendrían que ser capaces de “glorificar y alabar a Dios”, y dar a conocer lo que han “visto y oído”, su íntima experiencia de fe, pastores y profetas, encandilados por la luz de Cristo. Entonces sí es posible de nuevo el asombro.
Y “María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”. Tal vez comparaba los acontecimientos con las Escrituras. El Salvador prometido había nacido de una forma tan sorprendente. Ella no puede entender todo. Guarda todo en su corazón, esperando el día en que se hará plena luz, con la Pascua de Cristo y el don del Espíritu. En Pentecostés, con todos los discípulos y discípulas reunidos en el Cenáculo, ella podrá compartir los secretos que había vivido en la fe y guardado celosamente: la anunciación del Ángel, el nacimiento y la infancia de Jesús, los momentos íntimos de la vida familiar que nadie había podido conocer.
La actitud contemplativa de María y el entusiasmo misionero de los pastores inspiran nuestro seguimiento de Jesús, atentos a la Palabra de Dios en las Escrituras y en los acontecimientos, y comprometidos en conocerla, ponerla en práctica y anunciarla a los demás con nuestra vida.
""VIMOS SU ESTRELLA"
Según la opinión de algunos, el hombre de hoy va perdiendo un cierto interés por las cosas de Dios y por la práctica religiosa. En realidad, se puede vislumbrar, sobre todo en los jóvenes más atentos, una creciente exigencia de espiritualidad, que las iglesias muchas veces no logran entender y acompañar.
Puede ser iluminadora la historia de los “reyes magos”, que leemos en el evangelio de san Mateo 2, 1-12:
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. “En Belén de Judea, le respondieron, porque así está escrito por el Profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel”.
Herodes mandó llamar secretamente a los magos y, después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”.
Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría y, al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.
El evangelio de san Mateo no se detiene en presentarnos el nacimiento de Jesús, como leemos en Lucas. Indica sólo el lugar, Belén; el tiempo, “bajo el reinado de Herodes”; y nos habla de los primeros visitantes: “unos magos de Oriente”. No da muchos detalles, pero la tradición popular dice que son tres, sin duda a motivo de los dones: oro, incienso y mirra; y que son reyes, tal vez inspirándose en el salmo 72: “Los reyes de Arabia y de Sabá le traigan regalos, que todos los reyes le rindan homenaje y lo sirvan todas las naciones”.
Son sabios, astrónomos y astrólogos, que conocen las estrellas e interpretan sus movimientos. A Mateo, que escribe su evangelio para una comunidad judío-cristiana a la que le cuesta aceptar en su seno a nuevos miembros no judío-cristianos, le interesa mucho presentar a los magos que vienen a Jesús desde oriente, una región que representa el mundo extranjero y pagano. Llegan a Jerusalén, la capital religiosa, y preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?”. Ya había un rey en Jerusalén, Herodes. ¿Cómo es posible que haya aparecido otro rey? “Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén”: no sólo Herodes, que tiene miedo que tambalee su trono, sino toda la ciudad queda desconcertada. Hay alguien que viene a perturbar el orden político y religioso establecido…
Y así se definen las posiciones. La ciudad está con Herodes, contra el nuevo intruso, y los magos siguen su búsqueda hasta encontrar a Jesús. Con un lenguaje diferente, Mateo dice lo mismo que afirma el prólogo del evangelio de san Juan: “Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron”. Es el adelanto de todo el evangelio: los sumos sacerdotes y los escribas del pueblo saben bien “en qué lugar debía nacer el Mesías”, en Belén. Pero no se mueven para ir a verlo. Ellos poseen la verdad, y no necesitan ponerse en búsqueda de nadie. No les bastan las Escrituras y la voz de los profetas para despertar su fe, y al final rechazarán a Jesús, hasta colgarlo en la cruz. En cambio los magos, esos paganos portadores de la esperanza de toda la humanidad, vienen de lejos para adorarlo, movidos por un signo que pertenece a sus tradiciones y cultura: “vimos su estrella”. Dios despierta la adhesión de los pueblos, a partir de su misma vivencia religiosa.
Herodes comienza a embastar su proyecto astuto y cruel para matar a Jesús, por el miedo que le quite el lugar. El poder siempre tiene miedo. Pero Dios vela sobre su hijo.
Cuando los magos llegaron a la meta de su largo viaje, “encontraron al niño con María, su madre”. Es el rey que buscaban, en los brazos de la reina madre, la “Gebirá”, la pareja real según sus tradiciones. Pero su manifestación es en la pobreza y la fragilidad. Y es todo el mundo que se postra con los magos, frente a esa humilde “epifanía” del Señor.
sábado, 28 de diciembre de 2013
"TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE"
Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio del domingo después de Navidad:
"TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE"
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“EL ORIGEN DE JESUCRISTO”
Aprovecho para desearte un muy...
Para una propuesta del evangelio sobre la familia, muchas veces se ha tomado como modelo a la familia de Jesús, con María y José, que la liturgia contempla de manera especial en el tiempo de Navidad, después de contemplar el nacimiento del niño Jesús en Belén.
Leemos en el evangelio de san Mateo 2, 13-15. 19-23
Después de la partida de los magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: “Desde Egipto llamé a mi hijo”.
Dios vela sobre la vida amenazada del niño. A través de un ángel, en sueños, le advierte a José: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José también tiene que refugiarse en Egipto, como otro antiguo soñador del mismo nombre, José, hijo del patriarca Jacob, que salvó a su familia en tiempo de hambre, haciéndola bajar a Egipto. La tierra de Israel se ha vuelto tierra de opresión y de muerte, y Egipto tierra de libertad y salvación. No hay duda que el evangelista Mateo, mientras narra los acontecimientos de la infancia de Jesús, tiene presentes otros acontecimientos de la historia de Israel. Para él, el rey Herodes es como el Faraón de Egipto, que quería matar a todos los niños varones de Israel. Entonces Dios salvó de las aguas del río Nilo al niño Moisés, para que fuera el libertador de su pueblo. De la misma manera ahora, a través de José, salva a Jesús de las manos de los soldados de Herodes, para que sea el nuevo libertador del pueblo. Y como Moisés realizó el éxodo de Egipto, tierra de esclavitud, así José toma “al niño y a su madre” para salir de Egipto y regresar a la tierra de Israel, “porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”, actualizando la profecía de Oseas: “Desde Egipto llamé a mi hijo”, y anunciando el éxodo definitivo.
Te envío un breve comentario sobre el evangelio del domingo después de Navidad:
"TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE"
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“EL ORIGEN DE JESUCRISTO”
Aprovecho para desearte un muy...
P. Bernardino OSM
"TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE"
Para una propuesta del evangelio sobre la familia, muchas veces se ha tomado como modelo a la familia de Jesús, con María y José, que la liturgia contempla de manera especial en el tiempo de Navidad, después de contemplar el nacimiento del niño Jesús en Belén.
Hoy, en la diversidad de formas que tiene la familia contemporánea, ¿qué puede sugerir el evangelio?
Leemos en el evangelio de san Mateo 2, 13-15. 19-23
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: “Será llamado Nazareno”.
PALABRA del SEÑOR
El rey Herodes había despedido a los Magos...
con esta indicación: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”. En realidad, él planeaba eliminar al niño Jesús, por el miedo que le quitara el trono. Por eso los Magos, después que encontraron a Jesús y lo adoraron, “volvieron a su patria por otro camino”.
Dios vela sobre la vida amenazada del niño. A través de un ángel, en sueños, le advierte a José: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José también tiene que refugiarse en Egipto, como otro antiguo soñador del mismo nombre, José, hijo del patriarca Jacob, que salvó a su familia en tiempo de hambre, haciéndola bajar a Egipto. La tierra de Israel se ha vuelto tierra de opresión y de muerte, y Egipto tierra de libertad y salvación. No hay duda que el evangelista Mateo, mientras narra los acontecimientos de la infancia de Jesús, tiene presentes otros acontecimientos de la historia de Israel. Para él, el rey Herodes es como el Faraón de Egipto, que quería matar a todos los niños varones de Israel. Entonces Dios salvó de las aguas del río Nilo al niño Moisés, para que fuera el libertador de su pueblo. De la misma manera ahora, a través de José, salva a Jesús de las manos de los soldados de Herodes, para que sea el nuevo libertador del pueblo. Y como Moisés realizó el éxodo de Egipto, tierra de esclavitud, así José toma “al niño y a su madre” para salir de Egipto y regresar a la tierra de Israel, “porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”, actualizando la profecía de Oseas: “Desde Egipto llamé a mi hijo”, y anunciando el éxodo definitivo.
El mensaje de Mateo para su comunidad transparenta...
algo de ironía: los poderosos arman con astucia sus proyectos de violencia y opresión, pero Dios desbarata sus planes. Hará lo mismo con la resurrección de Jesús y en favor de la comunidad perseguida.
Como José se entera que hay un sucesor de Herodes en Judea, Arquelao, que prolonga la dinastía y la crueldad del padre, decide retirase en Galilea, el distrito de los paganos, “donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret”. Dios se sirve también de la persecución para realizar sus propósitos: “Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno”. Jesús será el Nazareno, el hombre de ese pueblito desconocido, sobre el cual Natanael se preguntará: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”. Y será “el consagrado”, “el retoño mesiánico”, como también puede significar ese nombre. Un detalle importante: todas las veces que José tiene que intervenir para proteger al niño Jesús y a María, nunca se le dice: toma a tu hijo y a tu esposa. Siempre se habla de “el niño y su madre”, como marcando una cierta distancia. También de esa manera Mateo quiere subrayar que el verdadero padre de Jesús es Dios, porque la liberación que ese niño trae no es fruto de las posibilidades humanas, sino don totalmente gratuito de Dios. José es el silencioso servidor del misterio.
1233 2014
Respeto, a la voluntad de Dios; obediencia, incluso en la incertidumbre. ¡Cuántas veces no nos sometemos a la voluntad de Dios! Y todo por nuestras rebeldías y razonamientos lógicos. ¿Cuál sería la historia si María o José se hubiesen rebelado a la voluntad de Dios, si la hubiesen cuestionado, si hubiesen seguido sus propios razonamientos? Entonces, ¿cuál es la enseñanza?
Raquel - Estados Unidos
Raquel - Estados Unidos
* * *
He reflexionado mucho en estos días sobre las “anunciaciones” que caracterizan el tiempo de Adviento, y he tratado de aplicarlas a mi vida. Creo, de hecho, que cada uno de nosotros recibe sugerencias o estímulos por las personas que encuentra, o por las lecturas, o los acontecimientos de la vida. Éstas son nuestras pequeñas “anunciaciones”, a las que podemos dar respuestas diferentes.
Podemos continuar viviendo como si nada, aunque intuyendo la necesidad de un cambio, y perpetuar el pasado, como en el caso de Zacarías. O podemos abrirnos al futuro y trabajar para que se realice en nuestra vida, como se dio para María y José. En este caso es importante entregarse por completo a la invitación recibida, sin oponer nuestros miedos y nuestras resistencias.
Yo quiero comprometerme en seguir el ejemplo de María y de José.
Elena, Bérgamo - Italia.
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“Si conocieras el don de Dios” (Jn 4, 10). Un día de sol y cansancio, sentado al borde de un pozo, Jesús dice esto a una mujer. Hoy se lo dice a la Iglesia, te lo dice a ti, me lo dice a mí. Sedientos, corremos por la mañana, al medio día y por las noches, hacia los pozos agrietados del consumismo navideño que no sacian nuestra sed. Oh, si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide un espacio – albergue – en tu vida, tú le pedirías a él, y él te daría descanso y plenitud de vida.
José, obediente, llevó a María a su casa y con ella el “don de Dios”: Jesús, la salvación del pueblo.
El evangelio busca develar la identidad de Jesús. Su identidad fue una revelación divina, no una deducción humana. “El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida con José, y antes del matrimonio, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo.” Esta afirmación comunica un conocimiento que necesitan los lectores del evangelio para que no piensen por un momento que el origen de Jesucristo, en quien ellos creen, podría haber sido “raro”, “oscuro”, “escandaloso”. Conocer el “don de Dios”: Jesucristo, es el comienzo de nuestra salvación.
Recibe a María en tu casa, le dice el ángel a José; cumple los deberes de padre para con este niño que el cielo ha regalado, a tu esposa y a la humanidad. Cuida, defiende, ama, protege a este niño y a su madre. Este es el encargo que recibe José del cielo. A nosotros no se nos aparece ningún ángel. Sin embargo, a través de distintas maneras se nos llama a ser custodios del don de Dios, en nosotros y en quienes nos rodean. Cuando se despertó, José, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado. Fue fiel, recibió a Jesús y a su madre, lo protegió durante su vida para que pudiera ser el que salvara a su pueblo de sus pecados.
Que el pecado no nos haga sentir indignos de la misión, incapaces de ser custodios de lo santo; Jesús nos salva porque nos muestra a Dios como es con nosotros. Dios es apasionante, nunca se cansa de perdonarnos, de apoyarnos, es incondicional a nosotros. Mirar a Dios en el rostro del crucificado, entregado por amor a nosotros, nos saca del miedo y del pecado y nos hace vivir por el amor.
* * *
El recuerdo del nacimiento de un líder en el mundo es o debe ser una verdadera fiesta, y más aún debía ser cuando se trata de quien ha dejado un mensaje tan profundo, que ha permitido señalar un cambio en la sociedad.
Lamentablemente las condiciones globalizantes han mercantilizado esta fiesta tan profunda para los cristianos católicos del todo el mundo. Los signos que se escuchan en estos días ya no es el recuerdo del nacimiento de Jesús, es el homenaje al gordito de rojo llamado papa Noel o viejito Pascuero, que reparte regalos y no precisamente a los más desposeídos por quienes Jesús dejó sus enseñanzas. Hablamos de niños, ancianos, mujeres y de quienes históricamente han sido marginados y explotados, tal como ocurría en los tiempos de Jesús, cuando eran extraños en su propia tierra.
La difusión de mensajes que se escuchan por los medios de comunicación no son para crear un ambiente de paz, amor, solidaridad. En cambio sirven para resaltar las diferencias entre los que tienen más, frente a la gran mayoría que está esperando con la mano alargada un acto de justicia.
Las jerarquías, obispos y muchos curas, son muy indiferentes a las realidades que viven los pueblos que sufren y han sufrido el saqueo permanente de sus recursos naturales. Tal vez la reflexión del papa Francisco de cambiar las estructuras caducas de la Iglesia respondan a estas duras realidades y puede ser el inicio del momento de cambio para que verdaderamente responda al mensaje de Jesús.
lunes, 23 de diciembre de 2013
"LES HA NACIDO UN SALVADOR"
Querido/a Amigo/a:
Para el evangelio de la Noche de Navidad, te reenvío en un archivo adjunto, una nota que ya conoces: “Les ha nacido un Salvador”.
Aprovecho para desearte una muy Feliz Navidad.
Un abrazo. P. Bernardino
Para el evangelio de la Noche de Navidad, te reenvío en un archivo adjunto, una nota que ya conoces: “Les ha nacido un Salvador”.
Aprovecho para desearte una muy Feliz Navidad.
Un abrazo. P. Bernardino
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La madre acuesta al niño “en un pesebre”...
“Les ha nacido un Salvador”. Eso es Jesús: ¡el Salvador!..
Ha bajado al mundo para liberarnos de todas las opresiones y hacernos capaces de subir a la condición de hijos de Dios. Hijos de Dios los pastores, los excluidos; hijo de Dios cada hombre y cada mujer que se hace invadir y transformar por la presencia de Dios, que humaniza su corazón con la ternura, la dignidad y la verdadera justicia. La oscuridad se puebla de ángeles, la noche es vencida por la luz de la gloria de Dios. La gloria de Dios no es parecida a la del emperador que ordena “el censo en todo el mundo”, y que humilla y explota a los pueblos. Es la gloria que sólo los pastores pueden ver, la gloria de una humanidad amada y reconciliada: “en la tierra paz a los hombres amados por Dios”. Un amor que se extiende a todos los hombres, a toda la tierra, a toda la creación, para la construcción de un mundo nuevo, justo, feliz y en paz.
"LES HA NACIDO UN SALVADOR"
A veces nos encontramos con personas de grande nobleza espiritual, de profunda integridad moral y firme compromiso por los demás, que declaran con mucha sencillez que no creen en Dios. Y también vemos a veces que personas de fe tienen una mentalidad tan cerrada, resentida, intolerante y dura, que juzga a todos desde lo alto de su pretendida verdad.
¿Qué pasa? ¿La fe no tendría que humanizarnos más?
La contemplación de la humanización de Dios en Jesús nos recuerda el camino de Dios, que asumió nuestra condición humana para hacernos capaces de reproducir en nosotros la ternura y la misericordia del Padre.
Así nos relata el nacimiento de Jesús el evangelio de Lucas 2, 1-14
Apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.
Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque donde se alojaban no había lugar para ellos.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia,
una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres amados por El!”.
PALABRA del SEÑOR
La primera preocupación de Lucas es...
la de insertar el nacimiento de Jesús dentro de la historia universal, y en el mismo tiempo hacer ver que quien da verdadero sentido a la historia no es el poderoso “emperador Augusto”, sentado en su trono glorioso, aunque él pueda ordenar que se realice “un censo en todo el mundo”, sino “un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
El emperador impone el censo para exigir la sumisión y el pago de impuestos de parte de todos sus súbditos, en cambio el niño recién nacido ha venido al mundo para enseñar un camino de amor, hasta dar su vida. Los mismos pañales en que está envuelto manifiestan su fragilidad, su
solidaridad con nuestra condición humana necesitada de protección y cuidado, y ya hacen entrever otro fajamiento, cuando el cuerpo de Jesús será envuelto en una sábana y entregado al sepulcro.
La madre acuesta al niño “en un pesebre”...
Es el lugar donde se ponen los alimentos para los animales. Jesús se hará alimento para todos, se ofrecerá como el pan de vida, enseñándonos a seguir su mismo camino: hacerse pan para que nadie en el mundo muera de hambre.
El anuncio del nacimiento de ese niño es ofrecido a gente de su misma condición social, los pastores, los últimos, la categoría más marginada y despreciada. Los pastores no eran los propietarios del rebaño. Compartían su vida con los animales y eran considerados impuros. No podían tener acceso al templo. Sin derechos civiles. Y son los primeros invitados al “pesebre” de Jesús. El Ángel del Señor les anuncia “una buena noticia”, a ellos, que nunca habían recibido una buena noticia en toda su vida. Es una noticia que será causa de “una gran alegría para todo el pueblo”.
“Les ha nacido un Salvador”. Eso es Jesús: ¡el Salvador!..
Ha bajado al mundo para liberarnos de todas las opresiones y hacernos capaces de subir a la condición de hijos de Dios. Hijos de Dios los pastores, los excluidos; hijo de Dios cada hombre y cada mujer que se hace invadir y transformar por la presencia de Dios, que humaniza su corazón con la ternura, la dignidad y la verdadera justicia. La oscuridad se puebla de ángeles, la noche es vencida por la luz de la gloria de Dios. La gloria de Dios no es parecida a la del emperador que ordena “el censo en todo el mundo”, y que humilla y explota a los pueblos. Es la gloria que sólo los pastores pueden ver, la gloria de una humanidad amada y reconciliada: “en la tierra paz a los hombres amados por Dios”. Un amor que se extiende a todos los hombres, a toda la tierra, a toda la creación, para la construcción de un mundo nuevo, justo, feliz y en paz.
LA ENCARNACIÓN... y sus CONSECUENCIAS >>> Viñetas: LUIS CORTES.
EL ADVIENTO y NAVIDAD... con una sonrisa y... ¡ bien en serio!
Dediquemos a meditar cómo es nuestro conocimiento del mundo, hasta qué punto conocemos la realidad en la que vivimos. Si es solo teórico daremos únicamente teorías, inservibles para la vida... ¡ ÁNIMOS !
sábado, 21 de diciembre de 2013
“EL ORIGEN DE JESUCRISTO”.
4to DOMINGO de ADVIENTO2013
Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este último domingo de Adviento: Querido/a Amigo/a:
“EL ORIGEN DE JESUCRISTO”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo. Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
Éste fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no queríadenunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque Él salvará a su pueblo de todos sus pecados”.
El evangelio de Mateo presenta “el origen de Jesucristo”...
Lectio Dominical 15 de Diciembre
Las obras de Cristo
“LAS OBRAS DE CRISTO”.
Estas reflexiones que intercambiamos semanalmente, han sido recogidas en un segundo volumen: “Tu Palabra me da vida II”, publicado, como el primero, por Latinas Editores, en la ciudad de Oruro, Bolivia. Estoy muy agradecido al Editor Iván Canelas.
Si quieres hacerte o hacer un regalo para Navidad, puedes aprovechar la publicación, que encuentras en el Santuario del Socavón, en Oruro, en los puestos de distribución de la Editorial, o pidiendo directamente a: info@latinas.com.bo
Un abrazo... P. Bernardino
“EL ORIGEN DE JESUCRISTO”.
La historia aparentemente se repite. Tiene sus breves sobresaltos y vuelve a lo mismo, al punto que muchos hoy abandonan el compromiso por cambiarla y humanizarla. Pero hay momentos que marcan un quiebre, de manera que después nada será más como antes.
Leemos en el evangelio de san Mateo 1, 18-24
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que traducido significa: “Dios con nosotros”. Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.
PALABRA del SEÑOR
El evangelio de Mateo presenta “el origen de Jesucristo”...
a través de la anunciación a José. Después de recordar el río de las generaciones desde Abraham hasta José, siempre por descendencia masculina, de repente, al final, hay una interrupción y un cambio. Se dice que “Jacob engendró a José”, pero no se continúa diciendo que José engendró a Jesús, como habría sido lógico, sino simplemente que José es “el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Mesías”. Para explicar este cambio, Mateo presenta la anunciación a José, en la que aparece claro que Jesús no es hijo de José, sino fruto de una intervención extraordinaria del Espíritu de Dios.
Se sabe que el matrimonio judío tenía dos etapas. Una primera etapa consistía en el contrato matrimonial, sin que los esposos pasasen a vivir juntos. La segunda etapa son las bodas y el inicio de la convivencia. Entre una y otra etapa podía transcurrir un año entero. Tener relaciones con otra persona durante ese tiempo era considerado adulterio. María, en ese periodo entre el contrato matrimonial y la cohabitación, “cuando todavía no habían vivido juntos”, ha quedado embarazada, “concibió un hijo”. Mateo aclara en seguida: “Por obra del Espíritu Santo”.
Los hechos y el lenguaje que usa Mateo...
permiten relacionar el origen de Jesús por obra del Espíritu, con la primera creación, cuando el “Espíritu aleteaba sobre la superficie de las aguas”, para proceder a dar orden y armonía a la tierra, y cuando Dios creó al hombre formándolo con el barro y soplándole “en su nariz el aliento de vida”. El origen de Jesús por obra del Espíritu es el inicio de una nueva creación. Jesús no hereda de José la identidad que transmitía el padre, el nombre, las tradiciones, la cultura. Es hijo de Dios, el hombre que Dios ha soñado.
Difícil saber lo que ha pasado en el corazón de José, frente al embarazo de María. Es “un hombre justo”, fiel cumplidor de la Ley, y sobre el adulterio la Ley es terrible: manda la lapidación de la mujer, haciéndola morir debajo de una montaña de piedras que el pueblo debía tirarle encima.
José busca otro camino. Tal vez ha entendido algo del misterio que se estaba realizando en el vientre de su esposa, misterio que lo desconcierta y desborda, y por eso quiere retirarse. Mateo nos recuerda sólo la manera delicada y prudente de su proyecto: “No quería denunciarla públicamente”. La solución será “abandonarla en secreto”.
Pero la intervención de Dios aclara...
el origen del niño y la vocación del mismo José: “Lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo”. Sólo a Dios, Jesús llamará padre, pero José tendrá una misión importante. Será él que le pondrá “el nombre de Jesús”. Poner el nombre es tarea del padre legítimo, que de esa manera es reconocido en sus derechos y deberes para con el hijo. Poniéndole el nombre, José le da a Jesús el amparo de la legitimidad, y así lo inserta en la descendencia de la casa del rey David, a la cual José pertenecía.
El nombre tiene un significado y revela la misión: “Él salvará a su pueblo de todos sus pecados”. Para respaldar este mensaje, Mateo recuerda un texto del profeta Isaías, que anunciaba al rey Acaz que su esposa iba a tener un hijo, que le sucederá en el trono, como señal de que Dios salvaría el reino de Judá, invadido en ese momento por los ejércitos sirios: “La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán el nombre de Emanuel”, que significa: “Dios con nosotros”. Ese niño de la esposa de Acaz fue la prueba de que Dios estaba en medio de su pueblo, para salvarlo. El niño que nacerá de la virgen María, por obra del Espíritu Santo, será la prueba de la nueva presencia de Dios para salvar “a su pueblo”.José obedece a la palabra de Dios: “No temas recibir a María, tu esposa”, y por eso “llevó a María a su casa”. La conclusión de la anunciación a José es la misma que encontramos en la anunciación a María, según el evangelio de Lucas. María dijo: “Que se haga en mí según tu palabra”; y José “hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado”. Es la misma actitud de disponibilidad total, que María en las bodas de Caná indicará también a todos los discípulos y discípulas: “Hagan lo que él les diga”, escuchen y obedezcan a la palabra de Dios.
OSM 2013 / 2014
Bernardino Zanella bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena gusosm@yahoo.es
Las obras de Cristo
Agradezco la pregunta de Juan y la respuesta de Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? “Vayan a contar a Juan lo que ustedes ven y oyen: los ciegos recobran la vista, los cojos caminan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, los pobres reciben la buena noticia; y ¡feliz el que no tropieza por mi causa!”. En la pregunta descubro la raíz de mi desesperanza y una sutil tentación. La acción de Jesús, que se hace respuesta – Buena noticia – me inserta en la corriente de la vida y de la gracia.
La tentación: “Que baje de la cruz y creeremos en él”. Israel, al igual que nosotros, esperaba a un Mesías que tomara en sus manos el poder y eliminara todo los males. Jesús, el Mesías, pasa haciendo el bien, el bien que está al alcance de un hombre: no todos los ciegos, los sordos, los leprosos fueron curados. Su misericordia escandaliza, ama a los buenos y a los malos, convierte cada miseria en objeto de su misericordia. Podemos decir que, el águila del antiguo testamento se transforma en gallina (cf Éx 19, 4 y Mt 23, 37). Esto escandalizó a muchos; pero, “¡feliz el que no tropieza por mi causa!”.
La desesperanza: soñamos y esperamos una historia diferente de la real. Esperamos una historia donde no tengamos que cargar una cruz (cf Mt. 10, 38). Sin embargo, el trigo y la cizaña seguirán creciendo juntos. Nuestro delirio de poder y gloria se hace trizas en el madero de la cruz. Estamos llamados al seguimiento de Jesús, pobre y humilde, que no ha liquidado la historia, sino que la vivió de parte de aquel que, sin cometer el mal, se hace cargo de ésta, llevándola a la cruz: único camino hacia la resurrección. Con Jesús todo sigue como antes, no se nota ningún cambio espectacular. Los poderosos siguen en sus puestos, los pobres siguen sufriendo y están cada vez más necesitados. Entonces, o Jesús no es “el que ha de venir” y por tanto debemos esperar a otro; o es “el que ha de venir” y entonces nuestras expectativas deben ser diferente; y, no sólo las expectativas, sino nuestra orientación de vida: convertirnos.
La alegría de la Buena Noticia. El reino no lo hacen presente los ciegos, los sordos, los paralíticos o los leprosos curados, sino el que se preocupa y hace algo por ellos. La práctica de Jesús, que sana y salva, la expresa no como acción de poder, sino como compasión y misericordia. En ésta acción Dios nos visita, se acerca al marginado, cura al herido y da vida a los muertos. Acoger esta bondad, Buena noticia, y, cargando con nuestra cruz, seguir a Jesús; buscando que nuestra vida y práctica sea una acción que sane por la bondad y misericordia que pongamos en nuestros actos, nos pondrá en el camino de la vida y la salvación.
Te doy gracias, Señor, por tu bondad y amor, que es más grande que el cielo, por tu fidelidad que alcanza las nubes (cf Sal 57, 10).
Joel, Puerto Aysén - Chile.
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"¡Qué hermoso Evangelio esperanzador!: Jesús es nuestro pastor, médico y más que profeta, A veces somos causa de tropiezo hasta para con los planes de Dios. ¿Cómo, o cuándo?, deberíamos preguntarnos, y a la vez respondernos: cuando o como egoístamente acomodo mis criterios humanos para negar que existen los divinos, porque nunca Dios no nos abandona. Existen su gloria y poder que siempre se manifiestan a los que el Hijo se los revele. por voluntad de Dios Padre y del Espíritu Santo que obra todo en todos y va como el viento por donde le plazca, actuando no sólo sobre los pequeños o grandes profetas, sino también sobre los que Dios mismo escoge y apacienta. Sin embargo, todavía nos falta entender con naturalidad las maravillas de Dios, que sigue actuando en estos tiempos. A veces somos muchos los incrédulos, incluyendo laicos, religiosos y, aún peor, sacerdotes que dudan del amor de Dios y de sus instrumentos, que pueden ser cualquier hombre, mujer o niño, que manifiestan en forma extraordinaria, ahora, en el siglo 21, como en los tiempos pasados, como Dios sigue obrando con sus palabras, que son promesas, y sus hechos, que son manifestaciones, epifanías, fruto de su amor.
Luis, Lima - Perú.
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El evangelio de Mateo nos presenta la llamada “prueba mesiánica”. Juan el Bautista desde la cárcel manda emisarios para preguntarle a Jesús si es él el esperado o si deben esperar a otro. Jesús no responde con algunas pruebas teológicas, ni con citas bíblicas apologéticas, o con algunos dogmas o doctrinas, sino que se remite y remite a los consultantes a los puros hechos, que pueden ser “vistos y oídos”: “los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios... y a los pobres se les anuncia el Evangelio, la Buena Noticia”. Estos “hechos”, estas buenas noticias, son la prueba de identidad del Mesías. Y serán, tienen que ser, la prueba de identidad de quienes sigan al Mesías, al Cristo, o sea, los “cristianos”. Sólo si nuestra vida produce esos mismos hechos, sólo si somos “buena noticia para los pobres”, sólo entonces estaremos siendo seguidores de aquel Mesías, del Cristo, o sea, “cristianos”.
Silvia, Oruro – Bolivia
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