Te envío un breve comentario sobre el evangelio del domingo después de Navidad:
"TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE"
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“EL ORIGEN DE JESUCRISTO”
Aprovecho para desearte un muy...
P. Bernardino OSM
"TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE"
Para una propuesta del evangelio sobre la familia, muchas veces se ha tomado como modelo a la familia de Jesús, con María y José, que la liturgia contempla de manera especial en el tiempo de Navidad, después de contemplar el nacimiento del niño Jesús en Belén.
Hoy, en la diversidad de formas que tiene la familia contemporánea, ¿qué puede sugerir el evangelio?
Leemos en el evangelio de san Mateo 2, 13-15. 19-23
Cuando murió Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José, que estaba en Egipto, y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”. José se levantó, tomó al niño y a su madre, y entró en la tierra de Israel. Pero al saber que Arquelao reinaba en Judea, en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí y, advertido en sueños, se retiró a la región de Galilea, donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: “Será llamado Nazareno”.
PALABRA del SEÑOR
El rey Herodes había despedido a los Magos...
con esta indicación: “Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje”. En realidad, él planeaba eliminar al niño Jesús, por el miedo que le quitara el trono. Por eso los Magos, después que encontraron a Jesús y lo adoraron, “volvieron a su patria por otro camino”.
Dios vela sobre la vida amenazada del niño. A través de un ángel, en sueños, le advierte a José: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. José también tiene que refugiarse en Egipto, como otro antiguo soñador del mismo nombre, José, hijo del patriarca Jacob, que salvó a su familia en tiempo de hambre, haciéndola bajar a Egipto. La tierra de Israel se ha vuelto tierra de opresión y de muerte, y Egipto tierra de libertad y salvación. No hay duda que el evangelista Mateo, mientras narra los acontecimientos de la infancia de Jesús, tiene presentes otros acontecimientos de la historia de Israel. Para él, el rey Herodes es como el Faraón de Egipto, que quería matar a todos los niños varones de Israel. Entonces Dios salvó de las aguas del río Nilo al niño Moisés, para que fuera el libertador de su pueblo. De la misma manera ahora, a través de José, salva a Jesús de las manos de los soldados de Herodes, para que sea el nuevo libertador del pueblo. Y como Moisés realizó el éxodo de Egipto, tierra de esclavitud, así José toma “al niño y a su madre” para salir de Egipto y regresar a la tierra de Israel, “porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño”, actualizando la profecía de Oseas: “Desde Egipto llamé a mi hijo”, y anunciando el éxodo definitivo.
El mensaje de Mateo para su comunidad transparenta...
algo de ironía: los poderosos arman con astucia sus proyectos de violencia y opresión, pero Dios desbarata sus planes. Hará lo mismo con la resurrección de Jesús y en favor de la comunidad perseguida.
Como José se entera que hay un sucesor de Herodes en Judea, Arquelao, que prolonga la dinastía y la crueldad del padre, decide retirase en Galilea, el distrito de los paganos, “donde se estableció en una ciudad llamada Nazaret”. Dios se sirve también de la persecución para realizar sus propósitos: “Así se cumplió lo que había sido anunciado por los profetas: Será llamado Nazareno”. Jesús será el Nazareno, el hombre de ese pueblito desconocido, sobre el cual Natanael se preguntará: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”. Y será “el consagrado”, “el retoño mesiánico”, como también puede significar ese nombre. Un detalle importante: todas las veces que José tiene que intervenir para proteger al niño Jesús y a María, nunca se le dice: toma a tu hijo y a tu esposa. Siempre se habla de “el niño y su madre”, como marcando una cierta distancia. También de esa manera Mateo quiere subrayar que el verdadero padre de Jesús es Dios, porque la liberación que ese niño trae no es fruto de las posibilidades humanas, sino don totalmente gratuito de Dios. José es el silencioso servidor del misterio.
1233 2014
Respeto, a la voluntad de Dios; obediencia, incluso en la incertidumbre. ¡Cuántas veces no nos sometemos a la voluntad de Dios! Y todo por nuestras rebeldías y razonamientos lógicos. ¿Cuál sería la historia si María o José se hubiesen rebelado a la voluntad de Dios, si la hubiesen cuestionado, si hubiesen seguido sus propios razonamientos? Entonces, ¿cuál es la enseñanza?
Raquel - Estados Unidos
Raquel - Estados Unidos
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He reflexionado mucho en estos días sobre las “anunciaciones” que caracterizan el tiempo de Adviento, y he tratado de aplicarlas a mi vida. Creo, de hecho, que cada uno de nosotros recibe sugerencias o estímulos por las personas que encuentra, o por las lecturas, o los acontecimientos de la vida. Éstas son nuestras pequeñas “anunciaciones”, a las que podemos dar respuestas diferentes.
Podemos continuar viviendo como si nada, aunque intuyendo la necesidad de un cambio, y perpetuar el pasado, como en el caso de Zacarías. O podemos abrirnos al futuro y trabajar para que se realice en nuestra vida, como se dio para María y José. En este caso es importante entregarse por completo a la invitación recibida, sin oponer nuestros miedos y nuestras resistencias.
Yo quiero comprometerme en seguir el ejemplo de María y de José.
Elena, Bérgamo - Italia.
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“Si conocieras el don de Dios” (Jn 4, 10). Un día de sol y cansancio, sentado al borde de un pozo, Jesús dice esto a una mujer. Hoy se lo dice a la Iglesia, te lo dice a ti, me lo dice a mí. Sedientos, corremos por la mañana, al medio día y por las noches, hacia los pozos agrietados del consumismo navideño que no sacian nuestra sed. Oh, si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide un espacio – albergue – en tu vida, tú le pedirías a él, y él te daría descanso y plenitud de vida.
José, obediente, llevó a María a su casa y con ella el “don de Dios”: Jesús, la salvación del pueblo.
El evangelio busca develar la identidad de Jesús. Su identidad fue una revelación divina, no una deducción humana. “El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida con José, y antes del matrimonio, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo.” Esta afirmación comunica un conocimiento que necesitan los lectores del evangelio para que no piensen por un momento que el origen de Jesucristo, en quien ellos creen, podría haber sido “raro”, “oscuro”, “escandaloso”. Conocer el “don de Dios”: Jesucristo, es el comienzo de nuestra salvación.
Recibe a María en tu casa, le dice el ángel a José; cumple los deberes de padre para con este niño que el cielo ha regalado, a tu esposa y a la humanidad. Cuida, defiende, ama, protege a este niño y a su madre. Este es el encargo que recibe José del cielo. A nosotros no se nos aparece ningún ángel. Sin embargo, a través de distintas maneras se nos llama a ser custodios del don de Dios, en nosotros y en quienes nos rodean. Cuando se despertó, José, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado. Fue fiel, recibió a Jesús y a su madre, lo protegió durante su vida para que pudiera ser el que salvara a su pueblo de sus pecados.
Que el pecado no nos haga sentir indignos de la misión, incapaces de ser custodios de lo santo; Jesús nos salva porque nos muestra a Dios como es con nosotros. Dios es apasionante, nunca se cansa de perdonarnos, de apoyarnos, es incondicional a nosotros. Mirar a Dios en el rostro del crucificado, entregado por amor a nosotros, nos saca del miedo y del pecado y nos hace vivir por el amor.
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El recuerdo del nacimiento de un líder en el mundo es o debe ser una verdadera fiesta, y más aún debía ser cuando se trata de quien ha dejado un mensaje tan profundo, que ha permitido señalar un cambio en la sociedad.
Lamentablemente las condiciones globalizantes han mercantilizado esta fiesta tan profunda para los cristianos católicos del todo el mundo. Los signos que se escuchan en estos días ya no es el recuerdo del nacimiento de Jesús, es el homenaje al gordito de rojo llamado papa Noel o viejito Pascuero, que reparte regalos y no precisamente a los más desposeídos por quienes Jesús dejó sus enseñanzas. Hablamos de niños, ancianos, mujeres y de quienes históricamente han sido marginados y explotados, tal como ocurría en los tiempos de Jesús, cuando eran extraños en su propia tierra.
La difusión de mensajes que se escuchan por los medios de comunicación no son para crear un ambiente de paz, amor, solidaridad. En cambio sirven para resaltar las diferencias entre los que tienen más, frente a la gran mayoría que está esperando con la mano alargada un acto de justicia.
Las jerarquías, obispos y muchos curas, son muy indiferentes a las realidades que viven los pueblos que sufren y han sufrido el saqueo permanente de sus recursos naturales. Tal vez la reflexión del papa Francisco de cambiar las estructuras caducas de la Iglesia respondan a estas duras realidades y puede ser el inicio del momento de cambio para que verdaderamente responda al mensaje de Jesús.
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