Querid@ Amig@:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“CONOCEN EL CAMINO”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“VA ADELANTE”.
Un abrazo... P. Bernardino
“CONOCEN EL CAMINO”
En las religiones el acceso a lo divino se realiza a través de ritos, posiblemente en lugares sagrados. En el cristianismo, es la relación con Jesús que introduce a la comunión con Dios.
Leemos en el evangelio de san Juan 14, 1-12
Durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos: “No se inquieten. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, ¿les habría dicho a ustedes que voy a prepararles un lugar? Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes. Ya conocen el camino del lugar adonde voy”.
Tomás le dijo: “Señor, no sabemos adonde vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?”. Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.
Felipe le dijo: “Señor, muéstranos al Padre, y eso nos basta”. Jesús le respondió: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ve ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí, es el que hace las obras. Créanme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mi hará también las obra que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre”.
PALABRA del SEÑOR
El evangelio de san Juan...
nos habla de las últimas horas de Jesús. En la intimidad de la última cena de su vida, como gesto de despedida Jesús había lavado los pies de los discípulos, diciéndoles: “También ustedes deben lavarse los pies recíprocamente”. Luego, el anuncio más doloroso: “Ya no estaré mucho tiempo con ustedes”. Y junto con ese anuncio, el mandamiento que identificará para siempre a los discípulos y discípulas: “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros”. El recuerdo del amor de Jesús tiene que orientar a los discípulos a tener los ojos fijos no tanto en él, sino en los hermanos, reproduciendo en las relaciones fraternas el mismo amor de Jesús.
La reacción de los discípulos tiene que haber sido de profunda angustia y preocupación. Jesús los tranquiliza: “No se inquieten”. La adhesión firme a Dios, que es adhesión a Jesús, es la condición necesaria para vencer la desesperanza: “Crean en Dios y crean también en mí”.
abre para el discípulo una relación familiar con Dios: “En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones”. La “casa” del Padre no es un lugar físico, un templo, un espacio, sino una manera de ser, una comunión de vida, una intimidad. A los discípulos se les ofrece ser miembros de la familia de Dios, sus hijos, hermanos de Jesús, todos acogidos, en la diversidad de su identidad personal, compartiendo la misma vida de Jesús: “Donde yo esté, estén también ustedes”.
Al apóstol Tomás, que lo interroga, Jesús declara: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. No dice: yo les enseño el camino, sino “yo soy el camino”. A través de Jesús se llega al Padre, él es el camino de acceso. El verdadero éxito humano no es conseguir más prestigio, más dinero o más poder, sino recorrer ese camino de transfiguración que ofrece Jesús para llegar al Padre. El Padre no es un Dios lejano y misterioso. Se hace presente en Jesús. Jesús es la manifestación de Dios. Nos revela la verdad sobre Dios, y la verdad sobre el hombre mismo. Es la plenitud de la vida, y la comunica a los discípulos para que realicen un proceso de humanización, en el progresivo don de sí mismos. La identificación con Jesús, desde la pluralidad de culturas y creencias, hace posible la verdadera realización humana, ser seres humanos plenos.
Los hombres han recorrido tantos caminos...
para encontrar a Dios. La historia de la búsqueda de Dios de parte de los hombres es una historia de inquietudes, iluminaciones, dudas, preguntas sin respuestas, rechazo. A veces los hombres han visto a Dios como un ser poderoso y terrible, que se manifestaba a través de los fenómenos más espantosos de la naturaleza. Muchas veces se han construido a un Dios a su propia medida, para vencer sus miedos y su propia impotencia. Jesús dice simplemente: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre”. El conocimiento y el encuentro con Dios pasan a través de Jesús.
El Padre realiza su obra por medio de Jesús. En lo que Jesús dice y hace vamos reconociendo y acogiendo el proyecto de salvación del Padre: “Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí, es el que hace las obras”. El criterio para reconocer a Jesús como revelación del Padre, es fijarse en sus obras. Todo lo que Jesús hace en favor del hombre, su misericordia, su acción liberadora, su perdón, la entrega de su vida, revela justamente lo que el Padre es y lo que quiere en favor de la humanidad.
Jesús no sanó a todos los enfermos, no perdonó a todos los pecadores, no resucitó a todos los muertos. Será la humanidad nueva, nacida de la resurrección, que continuará su obra, haciendo cosas más grandes todavía. Las obras de Jesús son sólo signos que indican una dirección por la cual avanzar: “Les aseguro que el que cree en mi hará también las obra que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre".
Jesús se va, pero deja a los discípulos una gran tarea. Desde su nueva condición él los seguirá acompañando. Los discípulos no están solos. Para realizar la misión encomendada, los discípulos pueden contar con las ayuda de Jesús: “Cualquier cosa que pidan en comunión conmigo, la haré”.
Y el criterio para reconocer a los discípulos de Jesús será igualmente fijarse en sus obras, que deberán ser la continuación de las de Jesús.
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es
LECTIO DIVINA domingo 11 de mayo
" VA ADELANTE"
LECTIO DIVINA domingo 11 de mayo
" VA ADELANTE"
Jesús es el pastor que va caminando delante de sus ovejas. Nosotros muchas veces nos escapamos de ese redil, porque encontramos una vida fácil, lisonjera, liviana, donde se vive sin exigencias, pero Jesús sale a buscarnos para que volvamos a su rebaño. El nos llama por nuestro nombre y nosotros conocemos su voz, esa voz que nos llena de paz, esperanza, amor. Jesús es la puerta que nos lleva a la felicidad. El es la vida misma que se ofrece a nosotros por amor para que tengamos una vida eterna junto a El. Su rebaño elegido es aquél que lo conoce sólo al escucharlo.
Sandra, Coyhaique – Chile
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Había un ciego pobre, mendigaba para sobrevivir. El no veía, tampoco era visto. La institución que sabía de su disminuida vida se justificaba diciendo que él o sus padres habían pecado. Hoy sigue siendo igual; quien tiene el mango del cuchillo no siente su filo. Jesús al pasar lo vio y en él se manifestó la obra de Dios. Así comienza el capítulo nueve de san Juan y concluye con el que había sido ciego expulsado de la institución. Acogido por Jesús, es liberado. ¿A dónde lo conduce Jesús, qué le ofrece? Lo que ofrece Jesús, junto con la crítica que hace al sistema, lo encontramos en el texto de Juan 10: El Buen Pastor. El capítulo es la continuidad temática de la liberación del ciego de nacimiento, también la propuesta concreta de vida nueva. Jesús, el Buen Pastor, nos hace ver la realidad, mostrándonos qué tan falsos son los modelos de vida que ciegamente seguimos. Reconocer su voz para seguirle, hacia “los verdes pastos”, dejando los “corrales” de muerte.
Hoy vivimos en una sociedad idólatra, su dios es el dinero. Son muchos que al igual que el ciego, nacen y viven heridos, encerrados en corrales, donde no tienen espacio ni lo suficiente para vivir, falta el pan en sus mesas, no tienen suficientes camas, sus casas son “cajas de fósforos”. Son trasquilados, su carne sirve para alimentar a ladrones y asaltantes –transnacionales y multinacionales –. De ese sistema opresor no se da cuenta quien está en la cúspide sino quien está abajo, que es siempre el que paga los platos rotos. Ciegamente seguimos al sistema que más pronto o más tarde se burla de todos. Para ladrones y salteadores, las víctimas no tienen rostro ni nombre, son una masa anónima para explotar. Son guías ciegos, pastores de muerte. Para Jesús, verdadero pastor, cada oveja tiene nombre: “Él llama a las suyas por su nombre y las hace salir”, del sistema de muerte y esclavitud.
La propuesta de Jesús constituye un verdadero modelo de vida para salir de este juego de muerte. Jesús, pastor de vida, nos propone buscar la voluntad del Padre que brinda a quien la acoge la realización de su humanidad, liberándonos de la trampa funesta, de la red del cazador. Jesús nos hace ver en la práctica que los que seguimos como modelos no son sino opresores. El va delante y nos comunica su vida, la vida misma del Hijo. Jesús es la “puerta de las ovejas”, a través de él se llega a los pastos de la vida. Dicho de otro modo, nos hace salir de la esclavitud a la libertad del Hijo, al comunicarnos su vida.
Joel, Puerto Aysén – Chile
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El Señor me anima con su Palabra: "Todo el que entre en el corral de las ovejas por esta puerta, estará a salvo, y sus esfuerzos por buscar el alimento no serán en vano". Vendrá el cansancio por buscarlo, decepciones, pero no serán en vano. Dios siempre nos provee y en su providencia piensa siempre en bien nuestro. No nos deja morir de hambre.
Sentada de frente a la ventana de la capilla, veo el mar, y así como ese mar abraza la tierra de acá y de allá, así Dios y mucho más nos abraza a cada uno de nosotros, nos cubre con su gracia, nos mece con su ternura, nos sacude para despertarnos y tomar el ritmo correcto cuando dejamos de llevarnos por Él. En fin, es maravilloso, es todo un Padre, todo un Dios preocupado de mí. ¡Cuánto amor!, y yo una pequeña partícula en medio de toda su inmensidad.
Hilda, Roma – Italia
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“Yo soy la puerta de las ovejas”, dice Jesús. Y nosotros somos las ovejas. La imagen del Buen Pastor debe evocar en nosotros a esa persona que cuida y protege las ovejas encomendadas a su cuidado. ¿Tengo yo esa sensación de paz, seguridad y confianza que debe darme el sentirme en buenas manos, en las manos de Dios Padre que “pastorea mi alma”? Pero cuidémonos de saber reconocerlo de los que se creen pastores con engaños y adulaciones.
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