Querido/a Amigo/a:
Te envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“SI ME AMAN”.
La reflexión, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Abajo un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“CONOCEN EL CAMINO”.
Un abrazo... P. Bernardino.
"SI ME AMAN”
Para sentirse en paz con su propia conciencia, es más fácil obedecer a normas externas, en lugar que tener que inventar una respuesta responsable y solidaria frente a las distintas exigencias que la vida nos presenta.
Leemos el texto de Juan 14, 15-21
Durante la última cena, Jesús dijo a sus discípulos:
“Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.
No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán. Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.
El que recibe mis mandamientos y los cumple, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”.
PALABRA del SEÑOR
Este texto del evangelio de san Juan...
presenta una parte del diálogo de Jesús con sus discípulos, durante la última cena. Ellos estaban inquietos y asustados, porque Jesús les había anunciado su muerte inminente. Junto con el dolor por la pérdida del amigo y maestro, no es difícil imaginar la pregunta que está en su corazón: ¿Qué haremos nosotros sin él?
Jesús trata de tranquilizarlos, orientando su vida a una nueva dimensión, como fruto de la pascua: serán introducidos en la intimidad con el Padre, “en la casa de mi Padre”, y podrán manifestar en el mundo el amor misericordioso del Padre con obras de liberación y de vida como las de Jesús, “y aún mayores”.
Jesús pide que los discípulos vivan su amor...
para con él, en una forma muy concreta. No exige nada para sí mismo. Pide el cumplimiento de sus mandamientos, que se reducen a uno solo: “Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”. Él sabe bien que esto no es fácil. Amar al otro, en su diversidad, teniendo el amor de Jesús como modelo y medida, y sin el apoyo de su presencia, será posible sólo como don de Dios, con la fuerza de su Espíritu. Cumplir este único mandamiento de Jesús es la manera para identificarse con él y hacerlo presente en el mundo para siempre.
Jesús será el intercesor para que el Padre envíe a los discípulos otro Consolador y Defensor, “el Espíritu de la verdad”. Era Jesús quien durante su vida ayudaba y protegía a los discípulos. Ahora tendrán a otro Consolador que los ayudará. No será más una ayuda desde afuera, o un conjunto de normas externas que hay que cumplir, sino que deberán despertar dentro de sí la energía profunda y el discernimiento que Dios ha puesto en su corazón. A ese Espíritu tendrán que entregarse.
Para recibirlo tendrán que eliminar las barreras...
que la lógica del mundo puede levantar dentro de cada uno. Hay un “mundo” amado, el lugar de la encarnación, y hay un “mundo” enemigo del evangelio y de Jesús, que representa el “sistema injusto”, el mundo del egoísmo y de la muerte, de la injusticia y la violencia, inspirado por el espíritu del mal, que desde el principio es “mentiroso y homicida”. Ese mundo se niega a ser dirigido por el Espíritu de la verdad, “a quien no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce”. El discípulo, en cambio, lo conoce y lo acoge.
“No los dejaré huérfanos”: es una de las declaraciones más tiernas y emotivas de Jesús. Su partida no significa abandono de los suyos. No quedan desamparados, como huérfanos sin protección, expuestos a todos los abusos de los poderosos. No estarán solos. Después de su pasión y muerte, la presencia de Jesús será percibida por los discípulos sólo por la fe. Ellos podrán tener la experiencia de la unión de Jesús con el Padre, y de la unión de ellos con Jesús, en el Espíritu. Fruto de la resurrección será esta comunidad de amor trinitaria, en la cual los discípulos son definitivamente introducidos: “Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes”.
En esta comunidad, el discípulo manifiesta su amor para con Jesús, con el cumplimiento de sus mandatos; y el Padre y el Hijo manifiestan su amor para con el discípulo, poniendo en él su morada y haciéndolo hijo amado del Padre y hermano de Jesús: “El que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”.
Bernardino Zanella... bernardino.zanella@gmail.com
Gustavo M. Llerena... gusosm@yahoo.es
LECTIO DOMINGO 18 de Mayo 2014
"Conocen el CAMINO"
Jesús es el verdadero camino y es un camino de amor, porque el Padre es el amor infinito. Sé que siguiendo el ejemplo de Jesús llegaré al Padre que nos espera. Y lo más importante son nuestras obras, mi comportamiento con mis hermanos, mi compartir con ellos, el amarlos como mi Padre lo pide y como fue Jesús, que amó hasta el extremo. Así como estaban los discípulos muchas veces también nos sentimos asustados y solos, no sabemos qué hacer. La lectura nos responde que debemos mirarlo a él, escuchar, leer, aprender de su palabra, que es la respuesta para el hombre. No estamos solos, está Jesús al lado nuestro y nos acompañará hasta el fin, para no desfallecer, y estar con fortaleza, porque él nos ama, él es la verdad y la vida misma.
Sandra, Coyhaique – Chile
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Las soluciones que buscamos en la sociedad actual, generalmente están referidas casi siempre a buscar salidas en la tarjeta de crédito o más concretamente en el dinero. Sin embargo la lección que nos da Jesús en el evangelio cuando dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, es muy difícil de entender, mucho más de practicar. Esta propuesta es lanzada al final de su vida, cuando ocurre la despedida, muy próximo al asesinato que va a ocurrir por parte de los grupos de poder, religiosos, políticos y económicos de la sociedad que en ese contexto han recibido críticas de cambio.
La interpretación coherente para nuestro siglo XXI, debería ser la búsqueda del camino de la paz, pero ella está en manos de una justicia corrompida por grupos de poder mundial con alto dominio económico y que son ajenos a la cultura de la vida. Igualmente deberíamos buscar en cambio la verdad, la misma que está lejos de ser interpretada correctamente y adecuadamente por los medios de comunicación, que están en manos de intereses ajenos a las necesidades de los pueblos marginados y oprimidos.
Todos somos como Felipe: nos bastaría conocer a Dios para saber la verdad. Pero Jesús es claro: tanto han escuchado, caminado y aprendido de mí y no entienden que el que me conoce a mí conoce al Padre. Nos falta ser más coherentes con las propuestas de vida que vemos a diario en los demás.
Francisco, La Paz – Bolivia
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También esta vez las palabras de Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” han creado en mí una reacción de rebelión. Mientras de un lado me tranquilizan, porque me ofrecen una indicación clara del camino a seguir, por otro lado me molestan, porque parecen excluir otras formas de búsqueda religiosa o simplemente humana. Si bien es cierto que todas las búsquedas de lo absoluto, hechas sinceramente, al final se encuentran, ¿por qué hacer afirmaciones tan categóricas? Yo crecí en una cultura impregnada de cristianismo y las palabras de Jesús me transmiten una sensación de paz, pero peleo con él cuando sus afirmaciones me hieren. Y sin embargo, ya que no puedo superar este escollo, quedo en la confusión.
Elena, Bérgamo – Italia
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Cuando vivimos situaciones de frustración o sufrimos pérdidas, caemos en la desesperanza, la tristeza y buscamos consuelo. La necesidad de ser consolados, en ocasiones se convierte casi en una droga: buscamos “dar lástima”, para tener atención o estar en el centro. Si no lo conseguimos, nos hacemos amargos o violentos. Con frecuencia, estas experiencias, que nos ponen fuera de sí, tienen su raíz en la falta de fe-confianza. Vivimos ansiosos, tristes y abatidos. Todo ello porque buscamos caminos que nos permitan apropiarnos de lo que no nos pertenece. “Si no somos fieles con lo ajeno, ¿quién nos dará lo que nos pertenece?” (Lc 16, 12).
El contexto en que está este evangelio, es el de la última cena. El relato es reflejo de una mezcla de sentimientos por parte de los discípulos: desolación, frustración, tristeza, desconfianza, miedo. Jesús en medio de ellos muestra, con una compasión y una misericordia inagotable, su ternura y cariño hacia sus discípulos abatidos: “No se turbe vuestro corazón. Crean en Dios y crean también en mí”. Jesús es el traicionado, él es quien beberá el cáliz amargo, del abandono y de la cruz, y es él quien consuela. ¿Cómo es posible, cuándo él no ha retenido para sí su igualdad a Dios (cf Flp 2, 6-7), que no reclame estar en el centro, ser el entristecido, el que busca consuelo? Entiendo, por el relato, que el Señor Jesús no se considera como fuente de lo que es y de lo que da, sino como enviado, depositario, con la misión de dar a conocer todo lo que ha oído del Padre. Por ello puede consolar, sin buscar ser consolado, amar sin buscar ser amado: “El Padre que está en mí es el que hace las obras”. Sólo quien actúa en la más radical humildad puede evitar ponerse en el centro, o sentirse superior en el ejercicio de la misericordia. Así el Señor puede darse sin humillarnos, sin perder su dignidad. He ahí la verdad, el camino y la vida.
Habitar en la casa del Padre, sus muchas habitaciones – cada hombre, cada mujer – es permitir que su gracia, la diversidad de dones que tenemos, se exprese en cada uno, sin miedo, sin estancar su amor (cf Rom 12, 6). El lecho del río no es el dueño del agua que pasa sobre él.
“No sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos conocer el camino?” El sentirnos dueños de lo que somos o hemos recibido, nos lleva a no entender; buscar como Adán, apropiarnos de la vida y de lo que a juicio nuestro “la favorece”, nos hace perder el camino – el hombre rico que construye graneros (cf Lc 12, 16) –. Si creemos en Dios y creemos en Jesús, entonces confiaremos que nada nos podrá dañar, seguiremos a Jesús por el camino de servicio y entrega. “Mis ovejas escuchan mi voz…, nadie las arrancará de mis manos. Mi Padre que me las ha dado es más que todos y nadie puede arrancar nada de las manos de mi Padre” (Jn 10, 29). Llegar a confiar tan plenamente como Jesús en el Padre, es el camino que tenemos que recorrer. Para llegar a Dios pueden haber muchos caminos – el camino a un dios terrible, a un dios vengativo, un dios que compite con nosotros –; para llegar al Padre es Jesús el camino: “Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.” El Espíritu nos hará comprender que Jesús está en el Padre y nosotros en él y él en nosotros (cf Jn 14, 20).
Joel, Puerto Aysén – Chile
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Menos mal que siempre Jesús sale al encuentro para animarme, siempre su Palabra reconforta, y como vio que estaba cargada con tanta escritura, con tanto estudiar, me dice: “No te turbes”, y sus palabras, como en tantos momentos complicados, me anima a no dejarme ahogar por las preocupaciones, a tener fe en Él, a mirar aquello que es verdaderamente importante, que es Él el verdadero camino, el que nos da la verdadera vida.
Cuando compartía la palabra con Jesús, le decía cuán grande era para mí el misterio de su unión tan íntima con el Padre, que cuando Él contestaba a Felipe sentía que era el Padre que le contestaba, ya que: “Tanto tiempo que estoy contigo y todavía no me conoces”. Jesús y el Padre son uno y conozco al Padre al reconocerlo a él, y a él presente en mis hermanos, actuando en mí.
¡Y cómo no agradecerle su continua preocupación de darme un lugar junto a él, de prepararme amorosamente un lugar!; o sea, ¡es mucho más que infinito su Amor! Es desde siempre y para siempre, un amor no sólo de palabras, sino con hechos tan concretos como de morir crucificado por mí, y sólo por el desbordante amor que me tiene. Jamás nunca podré corresponder a tanto y ni siquiera eso le preocupa, porque de igual forma sigue amándome. Al menos poder corresponder amando a mi prójimo: esa debe es la misión que debo realizar, para que sea creíble eso que digo, de que él es mi camino, verdad y vida.
Hilda, Roma – Italia
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Me parece muy lindo lo que dijo Jesús a los apóstoles, mientras se preparaba para dejarlos. Es como un testamento. Les invita a confiar en él, creer que en él es el Padre quien actúa, y por lo tanto, a través de él se llega al Padre y se puede conocerlo. También dice que ellos harán obras aún más grandes que las suyas. Yo pienso que estas obras son toda la caridad, hecha por ellos con amor, y que hoy todos los cristianos pueden realizar dentro de su propia comunidad. Es una invitación específica para que nos portemos como él, saliendo de nosotros mismos para ir con amor hacia los más necesitados. Y el lugar mencionado, tal vez es justamente eso. Con la certeza de que donde estamos nosotros, está también él, listo para ayudarnos a encontrar las palabras, las soluciones, como el Padre hizo con él. Es un estímulo y un gran consuelo tener conciencia de esto.
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