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La Virgen Asunta
Querido/a Amigo/a:
Este lunes 15 de agosto es la fiesta de la Asunción de laVirgen María. . Me gustaría que algunas mujeres / y no sólo ellas escribieran, para el Martes 16 de agosto , diez–quince líneas sobre la mujer en la sociedad de hoy, en respuesta a la reflexión sobre la Virgen Asunta, no sólo como denuncia, sino también como mensaje positivo.
Envío un breve comentario sobre la fiesta, como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que serán enviadas luego a todo el grupo.
En el archivo adjunto, un ejemplo de aporte-retorno sobre el evangelio de la Transfiguración: Escuchen al Hijo y del domingo pasado: No teman.
Un abrazo.
Bernardino
bernardinozanella775@hotmail.com
Reflexión del Evangelio según Lc 1:39-56
La Virgen Asunta
La fiesta de la Virgen María Asunta al cielo en cuerpo y alma, el 15 de agosto, es rica de inspiración para nuestra fe. Reconocemos que la Madre que ha estado a lado de su Hijo Jesús en tantos momentos de su vida, y sobre todo “junto a la cruz”, comparte ahora con él la plenitud de la vida en el Reino de Dios. Y al mismo tiempo Ella es la señal segura del destino último de toda la humanidad, que camina hacia el encuentro definitivo con Dios. Más que nunca necesitamos mirar a esta señal, para animarnos a reconocer la grandeza de nuestro ser, en su totalidad física y espiritual, en armonía con toda la creación.
Muy oportunamente el documento de la Conferencia episcopal latinoamericana de Puebla nos recuerda: “En la Asunción de la Virgen se nos manifiesta el sentido y el destino del cuerpo santificado por la gracia. En el cuerpo glorioso de María la creación material comienza a tener parte en el cuerpo resucitado de Cristo. María Asunta es la integridad humana, cuerpo y alma, que ahora reina intercediendo por los hombres, peregrinos en la historia” (298).
El Prior General de los Siervos de María, P. Ángel Ruiz, saludando este año a todos los hermanos y hermanas de la Orden en el mundo, con motivo de la fiesta de la Asunción de María, les escribe: “Hoy, que se habla tanto de la salvaguardia de la creación, debemos comenzar por ‘custodiar’ nuestro cuerpo, ‘nuestra propia creación’, por defender su dignidad, elevar su estatura social, enseñarle a relacionarse con los demás buscando siempre el bien común. Custodiar nuestro cuerpo significa tener parte, como María Asunta, en el cuerpo resucitado de Cristo, luchar por la dignidad del hombre y la mujer de nuestro tiempo; luchar para que ningún cuerpo muera de hambre, sea torturado, humillado, explotado, ningún cuerpo sea abusado, excluido, marginado, relegado, ningún cuerpo sea matado al inicio o al final de su vida”.
Para la fiesta de la Asunción de María
ha sido elegido el Evangelio de san Lucas 1, 39-56:
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:
«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
María dijo entonces:
«Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque Él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡Su Nombre es santo!
Su misericordia se extiende de generación en generación
sobre aquéllos que lo temen.
Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón.
Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes.
Colmó de bienes a los hambrientos
y despidió a los ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a nuestros padres,
en favor de Abraham y de su descendencia para siempre».
María permaneció con Isabel unos tres meses y luego regresó a su casa.
Después de haber manifestado su aceptación, al ángel que le anunciaba que iba a ser la madre del Salvador, María se pone en camino para visitar a su parienta Isabel, embarazada ya de seis meses. En el relato del viaje, de Nazaret a Jerusalén, vemos que Lucas quiere transmitirnos la idea que María repite los detalles del traslado a Jerusalén del Arca de la Antigua Alianza. En el Arca estaban contenidas las tablas de piedra de la Ley de Moisés; ahora María embarazada es el Arca en que está contenido Jesús, el que sellará con su sangre la Alianza nueva y definitiva.
El encuentro de las dos madres está lleno de alegría, de gritos y cantos. Celebran lo imposible hecho posible en sus vientres. Isabel era anciana y estéril, María era virgen: ahora las dos son madres, “por que no hay nada imposible para Dios”.
Todo el mundo ha como desaparecido, está en silencio. Se oyen sólo las voces felices de las dos mujeres, mientras el niño que será Juan el Bautista, salta de alegría en el vientre de la madre. Isabel reconoce en María la bendición de Dios. Dios es bendito, porque es el dador de la vida, de la fecundidad y la abundancia. María ha sido bendecida no sólo por que engendra vida, como todas las madres, sino por que engendra al mismo autor de la vida, Jesús. Ha creído en las promesas de Dios, como Abraham, el padre en la fe: ella ahora la dichosa madre en la fe.
Y estalla en el canto que sigue estremeciendo a todas las generaciones y es la voz de la humanidad entera: “Todo mi ser proclama que Dios es grande”. Y, ¿por qué Dios se ha fijado en ella, ha mirado a ella? No a motivo de su bondad y sus méritos, sino por que “pequeña”: “Miró con bondad la pequeñez de su servidora”. Revela la lógica de Dios, que elige a los pequeños, a los débiles, para confundir a los poderosos. Y desde la mirada de Dios, María descubre un mundo malhecho, donde hay, de un lado, soberbios, poderosos, ricos; y de otro lado, humildes y hambrientos. Es la foto de una sociedad terriblemente injusta y violenta. No es esa la forma en que Dios ha soñado el mundo. Él quiere un mundo diferente y lo muestra en la misma elección de María, la “pequeña”, madre de su Hijo. Ha sido este el motivo de la Alianza que él guarda fielmente: hacer nacer en Jesús una humanidad nueva, según su proyecto misericordioso, una humanidad justa, solidaria, digna, feliz.
Todo esto celebramos en la fiesta de la Virgen María Asunta al cielo en cuerpo y alma.
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Fernando Lima - Ave María
.....Comentarios del Domingo anterior ...................... ......... ...OSM.2011..
Las palabras de Jesús: "No temas", son muy significativas para todo hombre y mujer de nuestro mundo. Un mundo donde muchas veces y desde muy antiguo se ha enseñado a tener miedo, especialmente a Dios. Pero, el poder del Señor es tan grande que no ha permitido que todo sea miedo. En este mundo, que es regalo de Él, hay hombres y mujeres que han enseñado lo contrario al miedo: la paz, la tranquilidad, el gozo y la felicidad. Gracias a esos hermanos la Palabra de Jesús sigue tan viva y tan actual como hace 2.000 años.
Que hermoso sería seguir escuchando las palabras de Jesús en cada uno de sus seguidores, así, cuanto cambiaría la realidad actual de miedo, de desesperanza, de rutina, de injusticias, de opresión, de hipocresía farisaica.
Luchar contra la corriente, como lo hizo Jesús, es decirles a los hermanos, a los prójimos: "no temas", "soy yo", "tu amigo", "tu hermano", "conmigo estas seguro", "yo te cuidaré, te defenderé y te salvaré". Si decimos estas palabras, ¡cuánta paz tendremos en nuestro corazón, en nuestro rostro, y en nuestra vida!
Todo esto no es teoría. Yo conozco a personas muy concretas, que han llenado mi corazón de paz y gozo, porque esas personas están llenas del Dios de Jesús. Bendito el Señor por esas hermanas y hermanos que para mí son los santos de verdad en la tierra.
Salvador, Oruro – Bolivia
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Jesucristo siempre nos pone en marcha en todo nuestro caminar. El cristiano siempre va a navegar con el viento en contra entre sus planes personales y los planes que el Señor tiene para cada uno de nosotros, o entre el mundo de la carne y la vida espiritual manifestada en actitudes y obras que me lleva a la vida eterna, en consecuencia estamos definiendo nuestra vida futura. Son nuestras decisiones las que van marcando el destino que queremos darle a nuestra vida de seguirlo a Él o no.
Jesucristo va al encuentro de sus discípulos caminando sobre las aguas para que al igual que Pedro lo sepamos reconocer en todas aquellas instancias que Él se nos presenta a través de las distintas personas, sobre todo en las tormentas cuando creemos que estamos sólo, pero el viene a nuestro encuentro para fortalecernos y levantarnos, con fe, que todo es para el bien de los que lo aman.
Al igual que Pedro y pueblo de Israel le pide prueba para reconocer su divinidad, pero Jesucristo nunca actúa en la duda sino en la certeza, en esa seguridad que lo tendremos, si es para nuestro bien, como Padre sabe lo que es mejor para nosotros y no los caprichos de niño/a.
Pedro tiene puesta su mirada en Jesús, no se hunde, sí ponemos nuestra mirada en Jesucristo Nuestro Señor estamos siempre seguro bajo su amparo, pero al igual que Pedro nos miramos a nosotros mismos, nos confiamos de nuestras fuerzas que son limitadas y que al menor viento nos hundimos. El Señor nos da la libertad y voluntad de elegir, que es el tiempo que tenemos en esta vida para convertirnos con su gracia divina, pidamos que aumente nuestra fe.
María Teresa, Santiago – Chile
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Pensando en el mar de Galilea, donde está ambientado el texto del evangelio de Mateo 14, 22-33, he pensado en seguida en el mar Mediterráneo, que se ha hecho en estos años la tumba para miles de migrantes que no han logrado superar la travesía desde las costas de Nord-África hasta Italia. Leía en una revista de Emergency, que en la isla de Lampedusa, destino de tantos migrantes, un carpintero ha pensado construir, para el “Vía Crucis” del pueblo, una cruz con la madera de las barcas de los migrantes. «La cruz es el símbolo del sufrimiento de estas personas», ha dicho. «Elijo la madera a partir de las molduras, las curvas, los colores. Me gustan el rojo, el blanco, el verde porque son símbolos de esperanza».
La voz se ha difundido y poco a poco todas las parroquias de Sicilia han querido tener una de esas cruces, como gesto de solidaridad hacia estas personas desesperadas, que han huido de la miseria y de la guerra, y no han logrado llegar a tierra firme. Para ellas no había nadie para salvarlas.
Elena, Bergamo – Italia
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Jesús: un hombre sabio del pueblo, siempre cercano a nosotros desde la cotidianidad. Me he preguntado tantas veces desde la complejidad con que me mostraron a Jesús en mi infancia y hasta mi juventud: ¿cómo en realidad podía percibirlo, dónde estaba? Y por fin hoy puedo aseverar que lo percibo cada día en la sonrisa de l@s niñ@s con quienes trabajo, en el cariño y la alegría de mis sobrinas, en la atención cariñosa de mis padres, amig@s y herman@s. ¿Por qué seguir pensando que el Misterio está arriba? Yo nunca pude realmente compenetrarme con él desde esta mirada. Ahora más bien desde la cotidianidad de mi vida con la gente, la naturaleza, los niños, las mujeres, ahora te veo, ahora te percibo, ahora creo y tengo fe en ti.
No perdamos la mirada cotidiana del Amor en la teoría, más bien encontrémonos con Él en la reinterpretación fraterna de los textos con nuestra realidad, en la brisa de este tiempo, con el polvo que nos ciega la mirada, pero que se recupera cuando recuperamos la mirada de nuestra misma vida y lo que queremos de ella.
Jimena, Cochabamba – Bolivia
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Nosotros, como los discípulos, tampoco entendemos del todo a Jesús, o no queremos entenderlo. El viento en contra puede ser cualquier cosa que resulte difícil, todo sirve para distraernos o hacernos bajar los brazos. No es fácil comprometerse a seguir a Jesús y dejar nuestra vida egoísta. El encuentro con Él exige abandonar-se en su proyecto. A veces no vemos que ganaremos nuestra vida al perderla por otros. Leer este texto con profundidad nos sacude y hace ver que nos falta confianza y que no sentimos la mano de Jesús tendida para ayudarnos. Aunque me parece lógico que nos pase eso, como seres humanos limitados que somos, me avergüenza no tener la fuerza y el coraje para dar el paso que falta. Me vienen a la memoria las estrofas de una canción conocida: "El que guarda su vida egoísta, no conoce la dicha de dar, mas quien toma su vida y la entrega, ya en la tierra de Dios gozará. La respuesta que exige el llamado, necesita el empuje de Dios. Yo soy libre y mi Dios me sostiene, por los hombres me entrego Señor".
Que así sea.
Lucía, Montevideo – Uruguay
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Fiesta de la Trasfiguración del Señor. sábado, 6 de agosto
En la transfiguración del Señor, él invita a sus más cercanos para revelarles su divinidad y prepararlos para la traición, Getsemaní, pasión y muerte, con la esperanza de la Resurrección. Al igual que Pedro, nos quedamos en el sufrimiento terreno que debe evitarse, cuando en realidad estamos en el mundo pero no somos del mundo. Nuestra Patria es la celestial, y es imposible tener otra vida distinta a la de Jesucristo, que da su vida para rescatarnos de todas las concupiscencias de la carne, que nos llevan a la perdición y nos apartan de la vida que el Señor nos tiene preparada desde toda la eternidad.
La transfiguración del Señor, también se manifiesta en nuestras vidas por medio de la fe. Él nos muestra a nosotros su divinidad y su unión con el Padre y Espíritu Santo. Cuan importante es tener puesta nuestra mirada siempre hacia arriba, hacia las cosas del Señor, darnos cuenta que todo sucede para el bien de los que aman al Señor. Nos explica cuál ha de ser el camino que nos ha de conducir a nuestra meta, y hacia donde debemos dirigir nuestra mirada y voluntad. No importan los dolores del cuerpo, con tal de salvar nuestra alma que está hecha para el Señor.
María Teresa – Santiago de Chile
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Dios Padre dice que escuchemos a Jesús. La Virgen Madre dice: Hagan lo que él les diga.
Si comprenderíamos la grandiosidad de estas palabras y las pondríamos en práctica, no se necesitarían pastillas para dormir, o lujos para creer ser felices, o títulos y condecoraciones para ser reconocidos. Como san Pablo dice, esas cosas son basura (estiércol).
Seguir a Cristo no es tan complicado, más complicado es no seguirle, y lo más necio es seguirle equivocadamente, cuyo resultado final es la tristeza profunda y el deseo de hacer daño y causar sufrimiento a los demás, igual que los fariseos de ese tiempo y de ahora, "cumplidores de los normas", a quienes Jesús combatió y los derrotó en el Calvario.
Jesús no quiere quedarse en la montaña del poder y la gloria con sus ropas resplandecientes. Quiere bajar y tener su "transfiguración" en la cruz, con su rostro desfigurado y sus pocas ropas que no tienen brillos, pero lleno de humilde hermosura y misericordia verdadera.
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