Querido/a Amigo/a:
Estoy enviando al pequeño grupo un breve comentario sobre el evangelio de este domingo 7 de julio. Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que serán enviadas luego a todo el grupo.
Mäs ABAJO, un ejemplo de aporte-retorno sobre el evangelio de la Transfiguración: "Escuchen al Hijo".
Un abrazo.
Bernardinobernardinozanella775@hotmail.com
"No teman"
La primera multiplicación de los panes...
en el evangelio de san Mateo, es un signo pascual y eucarístico, que puede ser interpretado de distintas maneras. Para los discípulos de Jesús, que habían visto a toda esa muchedumbre comer “hasta saciarse”, podía ser el momento del reconocimiento social, de la popularidad y de la gloria. En cambio Jesús, con una actitud que parece casi violenta, los “obliga” a subir a la barca, para pasar a la otra orilla del lago.
Lectio: 19º Domingo del Tiempo Ordinario (A) 7 de Agosto
Así nos relata el evangelio de San Mateo 14, 22 - 33
Después
de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman».
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres Tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua».
«Ven», le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante Él, diciendo: «Verdaderamente, Tú eres el Hijo de Dios».
Jesús...
quiere alejar a los discípulos del lugar que podía constituir para ellos una tentación: la tentación del prestigio y del poder, contra la cual él mismo había tenido que luchar en el desierto. Su oración a solas en la montaña será para seguir resistiendo a la tentación, y para pedir al Padre que también los discípulos tengan el valor de vencerla. La soledad de Jesús no es sólo física. Está solo porque sus discípulos todavía no lo entienden y no lo siguen. Él quiere que los discípulos pasen a “la otra orilla”, a la tierra pagana, para la misión, para extender a todos los pueblos la experiencia del compartir el pan, en una actitud de servicio y solidaridad. Pero la barca de los discípulos tiene “viento en contra”. No es sólo el viento que levanta las olas: es el viento de la resistencia y de la oposición de los discípulos a Jesús. El “viento en contra” está en su corazón.
Y cuando Jesús sale al encuentro “caminando sobre el mar”, los discípulos no lo reconocen. No consideran real su presencia y gritan asustados. Representan a una comunidad que no confía en Jesús, en el Dios-con-nosotros. Cuando ve caer los símbolos de su poder y de su seguridad, cuando está llamada a perder su vida para encontrarla de verdad, se deja vencer por el miedo. ¡Qué fuerza pacificadora tendrían que tener las palabras de Jesús: “¡Tranquilícense, soy yo: no teman!”. Es la identificación de Dios en el Antiguo Testamento: “Yo soy”. La presencia del Dios liberador ahora se manifiesta en Jesús y transmite paz, aliento, confianza. Será necesario recordar estas palabras de Jesús en los momentos más oscuros y difíciles de la vida, a nivel personal y comunitario: “¡No teman!”.
Pedro...
quiere imitar a Jesús en el prodigio de caminar “sobre el agua”. Jesús le dice: ¡Ven! Pero ir a Jesús significa tener fe en él, y seguirlo no en una experiencia espectacular, sino en la entrega de la vida: “Como yo los he amado”. Sólo de esa manera se hará parecido a él. En Pedro, en cambio, son más fuertes “la violencia del viento” y el mido, y empieza a hundirse. Su grito es nuestro grito: el grito de una humanidad que quiere vivir: “Señor, sálvame”.
“Jesús le tendió la mano y lo sostuvo”: esta imagen tiene que acompañarnos siempre: un Jesús que nos tiende la mano y nos sostiene, también cuando las dudas y la angustia, o el peso de una cruz demasiado grande, parecen hundirnos.
En cuanto Jesús sube a la barca, el viento se calma. Termina la resistencia a la misión. Ellos reconocen, al menos por un momento, que Jesús es el Hijo que revela al Padre y su proyecto. Siguiéndole a él, podemos llegar nosotros también a ser “hijos de Dios”.
.....VIDEO MOTIVACIONAL......................................... ..........OSM 2011..
Canto................................................................"PAZ EN MEDIO DE LA TORMENTA".
COMENTARIO: Evangelio de LA TRANSFIGURACIÓN
En la transfiguración del Señor, él invita a sus más cercanos para revelarles su divinidad y prepararlos para la traición, Getsemaní, pasión y muerte, con la esperanza de la Resurrección. Al igual que Pedro, nos quedamos en el sufrimiento terreno que debe evitarse, cuando en realidad estamos en el mundo pero no somos del mundo. Nuestra Patria es la celestial, y es imposible tener otra vida distinta a la de Jesucristo, que da su vida para rescatarnos de todas las concupiscencias de la carne, que nos llevan a la perdición y nos apartan de la vida que el Señor nos tiene preparada desde toda la eternidad.
La transfiguración del Señor, también se manifiesta en nuestras vidas por medio de la fe. Él nos muestra a nosotros su divinidad y su unión con el Padre y Espíritu Santo. Cuan importante es tener puesta nuestra mirada siempre hacia arriba, hacia las cosas del Señor, darnos cuenta que todo sucede para el bien de los que aman al Señor. Nos explica cuál ha de ser el camino que nos ha de conducir a nuestra meta, y hacia donde debemos dirigir nuestra mirada y voluntad. No importan los dolores del cuerpo, con tal de salvar nuestra alma que está hecha para el Señor.
María Teresa – Santiago de Chile
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