"ÁMENSE LOS UNOS A LOS OTROS"

viernes, 30 de septiembre de 2011

"Las PIEDRAS rechazadas"



Querido/a Amigo/a:

Envío el breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
“Las piedras rechazadas”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
En el archivo adjunto, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
“Del dicho al hecho hay un largo trecho”.

      Un abrazo :
      Bernardino


               "Las piedras rechazadas"                       

El deseo...
de imponer nuestra voluntad, de mandar, unido al deseo de acumular bienes, son las formas más instintivas, que podrían dominarnos a todos, si no hacemos un camino de liberación interior que nos lleve a construir relaciones de igualdad y de solidaridad concreta. Mucho más daño producen esos deseos, cuando las religiones los justifican en el nombre de Dios.

                                   

  El Evangelio de san Mateo 21, 33-46    nos ilumina con una parábola trágica               :

Jesús dijo...
a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchen esta parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos. Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon. El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: "Respetarán a mi hijo". Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: "Éste es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia". Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?»
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo». Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: "La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: ésta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos"?


Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos».
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír estas parábolas, comprendieron que se refería a ellos. Entonces buscaron el modo de detenerlo, pero temían a la multitud, que lo consideraba un profeta.



Jesús narra esta parábola...
en los últimos días de su vida, en el conflicto extremo con sus adversarios, en el mismo templo de Jerusalén. La dirige a las máximas autoridades religiosas, los sumos sacerdotes. Eran ellos que arrendaban “la viña”, el pueblo elegido, que Dios había protegido con tanto cuidado y cariño. No son los “propietarios”, pero ellos, como sus antecesores, hacen todo lo posible para quedarse con los frutos de la viña: golpean, matan, apedrean a los servidores del dueño, y al final deciden matar al hijo: “Vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”.
La parábola es demasiado clara: “Comprendieron que se refería a ellos”. Estarían dispuestos a cualquier cosa para conseguir sus objetivos, decididos a cumplir lo que dice la parábola, matar al hijo, si no los frenara por ahora el miedo del pueblo. Quieren ser ellos los dueños de la viña y apropiarse de sus frutos.


El Evangelio de Mateo...
no quiere que nos quedemos en un juicio sobre los dirigentes judíos, que rechazaron a los profetas y crucificaron a Jesús. Mateo quiere hacer reflexionar a su comunidad, porque la tentación del poder es permanente, y para todos. Y la amenaza de acabar “con esos miserables y arrendar la viña a otros”, en realidad es una exhortación a no desperdiciar el don de Dios, la llamada a la fe y al seguimiento de Jesús: “Esperaba de ellos justicia, pero brotó iniquidad; esperaba de ellos honradez, y sólo se oye el grito de los oprimidos” (Is 5, 7).
Jesús es “la piedra angular”, la piedra que puede ser rechazada, para algunos “piedra de tropiezo”, como ya lo había profetizado el anciano Simeón, cuando María y José presentaron a Jesús al templo, a los cuarenta días de su nacimiento; o puede ser la piedra elegida para la construcción del verdadero templo de Dios, “un pueblo que le hará producir sus frutos”. Y como Jesús, otras piedras rechazadas encontrarán su lugar en el templo de Dios, “los publicanos y las prostitutas”, los excluidos de las culturas dominantes, de las religiones y de las políticas, los portadores del sueño de una humanidad nueva, reconciliada y pacífica, en armonía con toda la creación.




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   Comentario  DEL PASADO DOMINGO                                    OSM  2011      


Al principio de mi vida, me reconozco como el hijo que dice no, pero al final hacía caso a lo que se me pedía. Hoy lo miro como un proceso, porque cuando uno está en la tibieza, ese fue mi actuar.
Sentir el amor del Señor, que es su gracia, como me ha ido llevando "y me dejé seducir", como en el salmo; saberme sostenida de su mano tendida hacia mí. Todo tiende a un cambio radical en la vida, donde no cuesta el decirle que “sí” y dejarse abandonar en las manos del Padre que, a pesar de todo, siempre me va a dar lo mejor para mí. Las incomodidades, las malas interpretaciones, se las entrego, para que las transforme, curando mis heridas.
¿Para que desgastarme si Él ve el corazón del hombre y eso me basta?
María Teresa, Santiago – Chile

* * *
Bueno, nuestra inconsecuencia como seres humanos es lo que nos demuestra día a día nuestra humanidad caída. Abandonarse a la voluntad del Padre, es algo que nos cuesta mucho, pues significa salir de nosotros mismos, presentarnos ante Dios con humildad y abandonarnos totalmente en sus manos. A nadie le gusta hoy, en los tiempos que vivimos, mostrarse como una persona frágil, que demuestra ante el mundo que no es nada sin la misericordia infinita de Dios. Debemos día a día ponernos en la presencia de nuestro Padre, implorando su gracia, para que nuestro “sí” a seguir su camino, sea fuerte, determinado y constante, como el de nuestra querida Madre del cielo. Que ella nos ayude a unirnos más en oración, para que nuestro “sí” a la voluntad de Dios sea verdadero.
Lorena, Santiago – Chile

* * *
Sentir el llamado a hacer la voluntad de Dios, nos sentimos atraídos por su palabra. Pero hay momentos en que, cuando nos vemos involucrados en situaciones difíciles, tendemos a alejarnos, y es en ese momento que debemos ser como el primer hijo del evangelio, acudir al llamado, aferrarnos a la palabra, perseverar en la oración. Pero también sucede que cuando pasamos por momentos felices, nos olvidamos de agradecer de todo corazón, del porque nos pasó eso: es que Dios y su Espíritu nos llamó y lo supimos escuchar.

Ivana, Oruro – Bolivia


  CANCION >>>  LO QUE AGRADA A DIOS <<<                por  LUIS ALFREDO      



viernes, 23 de septiembre de 2011

"DEL DICHO al HECHO hay un LARGO TRECHO"

 

















Querido/a Amigo/a:

Envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
Del dicho al hecho hay un largo trecho”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno.
Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
En el archivo adjunto, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
Un Dios “injusto.

  Un abrazo.
  Bernardino















  Lectio:   Domingo 26 del Tiempo Ordinario    -  Ciclo A  -     25 de Septiembre                        

       Del dicho al hecho hay un largo trecho   

“Del dicho al hecho hay un largo trecho”. Jesús nunca usa este proverbio, pero repite muy a menudo su contenido. A muchos nos pasa que decimos o enseñamos algunas cosas, pero nosotros mismos no las ponemos en práctica. A veces hablando con sinceridad, simplemente no logramos cumplir lo que decimos. Otras veces decimos cosas en que no creemos, y no las llevamos a la práctica. La coherencia entre palabra y vida es un desafío constante.

                    Nos dice el Evangelio de san Mateo 21, 28-32:   

Jesús dijo...
a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué les parece? Un hombre tenia dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: "Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña". Él respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue. Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y éste le respondió: "Voy, Señor", pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre? «El primero», le respondieron.
Jesús les dijo: «Les aseguro que los publícanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publícanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él».

Palabra del Señor



Introduciendo esta comparación...
esta parábola dirigida a las autoridades religiosas y civiles, Jesús les hace esta pregunta: “¿Qué les parece?”. Evidentemente Mateo quiere que conteste también su comunidad, y también nosotros. ¿Qué nos parece de la actitud de los dos hijos, de los cuales uno dice “no” al padre, y luego le obedece, y el otro le dice “sí”, y luego no le obedece? ¿En cuál de los dos hijos nos reconocemos, si en lugar del dueño de la viña ponemos a Dios? Mateo desearía que no imitemos a ninguno de los dos hijos, y que simplemente digamos “sí” a la voluntad del Padre y la cumplamos. Pero, para quedarnos en los protagonistas de la parábola, la enseñanza que sacan los oyentes de Jesús es que el hijo que dijo “no” al padre y luego le obedeció, cumplió realmente la voluntad del padre, y el otro no la cumplió, aunque había dicho “sí”.


Es demasiado fácil leer hoy esta parábola...
y limitarnos a decir que el pueblo de Israel es el hijo que dijo “sí” a Dios y no cumplió, mientras que el nuevo pueblo de Dios que viene del mundo pagano, después de haber dicho “no” a Dios, finalmente se convirtió y obedeció a Dios. Probablemente es éste el primer nivel de interpretación.
Pero el cuestionamiento va más en profundidad. En el pueblo de Israel había cumplidores de la Ley, que en realidad no cumplían la voluntad de Dios, y había transgresores (publicanos y prostitutas) que ya con la predicación de Juan el Bautista se habían convertido, precediendo a los mismos discípulos de Jesús. Publicanos y prostitutas cambian su vida, mientras que los jefes religiosos, que con sus palabras adoraban a Dios, quedan atados a su ambición y arrogancia, sirviendo únicamente a sus intereses.


El pueblo de Israel ...
tenía una renovación ritual de la alianza con Dios, y repetía anualmente su compromiso: “Nosotros haremos todo lo que Dios nos ha dicho”, y luego no lo hacía. Es María, la madre de Jesús, que en la Anunciación dice “sí”, en nombre suyo y en nombre de la nueva humanidad, y se entrega a la voluntad de Dios.
Cumplir la voluntad del Padre es la enseñanza de esta parábola del evangelio de Mateo, en coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos: “No el que diga ¡Señor, Señor!, entrará en el Reino de Dios, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Es lo que pedimos en el ‘Padre nuestro’, “hágase tu voluntad”: ser cumplidores de la voluntad de Dios, realizando con palabras y hechos el proyecto de Dios que Jesús nos ha revelado. ¡Cuántas personas en el mundo viven de esta manera, cumpliendo la voluntad de Dios, sin hablar mucho, perteneciendo a veces a distintas religiones! Y ¡cuántas personas realizan ese mismo proyecto de Jesús, pero le dicen “no” de palabras y lo rechazan, escandalizadas por las actitudes de muchos creyentes, que no hacen lo que dicen! El culto verdadero a Dios es el culto que realizamos con nuestra vida, mientras a veces nos conformamos con la repetición rutinaria de algunos ritos, sin que ellos nos cambien realmente, como el hijo de la parábola que dijo: “Voy, señor, pero no fue”. No queremos merecer ese duro juicio de Jesús: “En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los fariseos. Hagan y cumplan todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque ellos dicen, pero no hacen”.


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 Comentario  DEL PASADO DOMINGO  18 Septiembre                              OSM  2011 
                            Un Dios “injusto”                   

Siempre recuerdo esas reuniones de Lectio Divina, que hacían remecer nuestros corazones para buscar en algún momento de nuestra existencia, en esta tierra, lo mejor de ser cada día: un cristiano, un buen hombre con buena tierra. En realidad, de eso se trata, de ir cultivando nuestros corazones, nuestra alma cada día más junto a Cristo.

Yenny y Luis, Coyhaique – Chile

* * *

Creo que esta parábola, nos enseña la justicia de Dios, su sabiduría. Es muy importante cuando el patrón le dice: “¿Acaso soy injusto contigo? Te estoy pagando lo que hemos acordado. Quiero dar a este, que llega último, lo mismo que a ti. ¿Porqué tomas a mal que yo sea bueno?”. Su sabiduría hay que aprenderla, para llegar a entender y ponerla en práctica. Hay que tener el corazón abierto, esperando que el Señor, por medio de su palabra, nos lo llene de amor, para poder aplicar su sabiduría.
Esta parábola nos enseña a servir a lo demás, a dedicar nuestra vida a amar a nuestros hermanos sin esperar que por haberlo hecho vamos a tener un sitio privilegiado en el reino del Señor. El Señor nos ha dicho: si amamos a nuestros hermanos como él no ha amado, entraremos, al Reino de los cielos. Eso es lo que nos ha prometido. Es como lo del denario: un denario por jornal. Pero si algún hermano recién se convierte y entiende el mensaje del Señor, y su palabra le ha tocado el corazón, aunque este hermano no haya entregado toda su vida a amar a su prójimo, sino lo ha hecho en la ultima etapa de su vida, y la entendió, sin saber que el premio es el Reino e los cielos, el Señor va a albergarnos a todos por igual, al que dedicó toda su vida, al que recién lo conoció, a todos por igual, sin preferencias, y los últimos serán los primeros. Al final todos vamos a estar en el Reino de los cielos, todos los que hayamos amado a nuestros hermanos como Dios nos amó. Que interesante parábola para aplicarla en nuestra vida.

Fernando, Oruro – Bolivia

* * *

La parábola nos refleja a nosotros que nos consideramos llamados. Él nos ha llamado a distintos momentos de nuestra vida, pero como el dueño de la viña es Él, no somos dignos de pedirle nada, porque Él con su gran misericordia nos ha proporcionado las capacidades para realizar lo que nos toca hacer. Si Él no nos hubiera llamado ¿qué sería de nosotros?
El Padre siempre da lo que quiere y a quién quiere y como quiere, porque Él es el dueño de todo. Hemos nacido para Él y hacia Él debemos caminar y llevar a otros al conocimiento de su persona, para que encuentren el verdadero sentido a la vida.
El vivir en comunidad es difícil. Al leer la vida de Santos, no la pasaron bien en su comunidad, si miramos con los ojos del mundo, pero el Señor los preparó para algo mucho mejor: estar en su presencia, en la vida eterna.
Aceptar que el Señor ha dispuesto el lugar para realizar el trabajo, siendo nosotros el instrumento por el cual se manifieste, sin quitarle a Él el honor y la gloria, abandonándonos como hijos en los brazos de su padre, en el trabajo de su viña.

María Teresa, Santiago – Chile

* * *

Los trabajadores de la primera hora entraron en acuerdo, es decir, entraron en un tipo de contrato. Hicieron un trato con el propietario de la viña. Los otros trabajadores – a partir ya de los de la media mañana – solo escucharon que se les iba a pagar lo que sea justo. Y los trabajadores de la última hora... solamente fueron invitados con las palabras: “Vayan también ustedes a mi viña”.
Al momento del pago, todos reciben un denario. Pero los de la última hora no solamente recibieron un denario, sino además fueron los primeros en ser pagados. El propietario deja conocer una opción preferencial por estos compañeros de la última hora.
El reclamo, el disgusto de los de la primera hora, nos hace pensar en el hijo mayor que – igual – también reclamaba y se quejaba y se enojaba contra su padre y incluso no quiso entrar a la fiesta celebrada en honor de su hermano menor, el hijo pródigo, cuando éste había vuelto a casa. Algo muy similar por cierto, esta actitud de los trabajadores de la primera hora, me parece.
Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro tipo de relación que queremos mantener con Dios, su Padre (y en realidad también sobre nuestra relación con todos los demás). Hay los que queremos entrar en un tipo de contrato con Dios, cuando pretendemos tener todo bastante bien definido y bajo control: los reglamentos y las exigencias, los derechos y las obligaciones de ambas partes.
O se puede entrar en una relación de lo gratuito con Dios. Una relación de gratuidad, sin definir cláusulas ni firmar contratos. En el segundo caso, Dios logra verdaderamente ser Dios, un Dios que nos ama incondicionalmente, cuyo amor no tendríamos que ganar con nuestros supuestos méritos.
Jesús deja entender que Dios prefiere este segundo tipo de relación, una relación basada en la confianza, la amistad y la justicia de Dios. Además deja entender a los primeros que no deberían oponerse a este tipo de relación. Es decir, que los primeros no deberían intentar controlar la relación que tenga Dios con estos otros, aparte de pretender controlar en primer lugar ya su propia relación con Él.
Todos y todas estamos invitados a seguir creciendo y madurando para acercarnos más a este segundo tipo de relación con Dios y con los demás.

Gerardo, Oruro – Bolivia

* * *

 “Nadie nos ha contratado”. Además de otras interpretaciones, estas palabras me impresionan y me chocan. Yo creo que lo importante en la vida de cada persona, desde el niño hasta el viejo, es que alguien la ‘contrate’, o mejor le de la posibilidad de ser útil al mundo o a otras personas, para cualquier tarea que pueda cumplir. Ser o sentirse inútil es una de las experiencias más amargas que se puedan hacer: el dueño de la viña llega a hacer que cada uno de los que esperaban un trabajo se sienta útil, también los últimos que con toda probabilidad habían perdido toda esperanza.
Personalmente yo siento que mucho de lo que he ofrecido y sigo ofreciendo a muchas personas y grupos (especialmente en el mundo de la iglesia italiana y de la universidad) muchas veces no es aceptado ni tampoco tomado en consideración. ‘Tu, tus competencias, tus servicios no nos interesan’; aun peor, nadie te contesta.
La parábola nos da consolación. Nos enseña que tenemos que esperar que, aunque los hombres no valoricen nuestros talentos (y ésta es sin duda una cruz amarga para algunos), habrá un Dueño bueno que nos hará sonreír y entenderá todas nuestras capacidades, nuestra buena voluntad, y las semillas que hemos buscado plantar y no han fructificado porque nadie las ha acogido.
Gianni, Milano – Italia

* * *

La Lectura Bíblica me lleva directamente a Eduardo -70 años- en la Lima de los ´90. Pertenecíamos al grupo SHEMA; él caballero amable y extrovertido, de voz grave. Recuerdo que lamentaba no haber compartido la experiencia del DIOSVIVO en COMUNIDAD eclesial en su juventud o adultez… -¿cuántos años perdidos? Murmuraba dándose cuenta cómo hubiera afectado su vida un encuentro con JESUS  y el próximo - … Sin embargo como sabemos el DIOSHABLAHOY le dio respuesta en momentos del leer este texto, se sintió un trabajador MAS de la VIÑA DE LA ULTIMA HORA, con todos los derechos y deberes que le ofrecía el dueño de ella. 

 Gustavo - Cochabamba







 
¿¿¿ Por qué ???                           

¿Por qué hacemos preguntas cuya respuesta no queremos escuchar?
¿Por qué decimos cosas que no son lo que pensamos?
¿Por qué es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que en el nuestro?
¿Por qué se nos hace tan sencillo criticar y tan complejo comprender?
¿Por qué condicionamos nuestros sentimientos a los sentimientos de los demás?
¿Por qué nos creemos con el derecho moral de criticar las decisiones ajenas?
¿Por qué hacemos cosas a los demás que no queremos que nos hagan a nosotros?
¿Por qué decimos lo que no hacemos en lugar de hacer lo que no decimos?
¿Por qué creemos que somos muy listos y los demás muy tontos?
¿Por qué nos cuesta tanto recordar y tan poco olvidar?
¿Por qué decimos que no, cuando es que si...?
¿Por qué creemos que los demás son tan distintos de nosotros?
¿Por qué hablamos con 4 personas a la vez y nos molesta cuando uno no nos habla?
¿Por qué queremos que los demás sean como nosotros esperamos?
¿Por qué a nadie le interesan los perfiles, pero todo el mundo los ve?
¿Por qué nos justificamos con el "yo soy así" pero no aceptamos a los demás?
¿Por qué es más fácil esperar que pedir...?
¿Por qué pedimos si no estamos dipuestos a dar...?
¿Por qué es tan sencillo criticar y tan dificil aceptar las críticas?

viernes, 16 de septiembre de 2011

Un DIOS “injusto”.


















Querido/a Amigo/a:
     Envío un breve comentario sobre el evangelio de este domingo:
Un Dios “injusto”.
Como siempre, es sólo una sugerencia inicial, para que se pueda elaborar un comentario colectivo, con la experiencia y la reflexión de cada uno. Cada uno puede intervenir y aportar, si quiere y cuando quiere, sus opiniones y reflexiones, que luego serán enviadas a todo el grupo.
Más ABAJO, un aporte-retorno sobre el evangelio del domingo pasado:
 ¿Cuántas veces tendré que perdonar?, y sobre la Virgen de los Dolores.

Un abrazo.
Bernardino


   Lectio:   Domingo 25 del Tiempo Ordinario    -  Ciclo A  -     18 de Septiembre

                         Un Dios “injusto”       

En nuestra sociedad hay muchos factores de división: la raza, la ideología, la religión, la riqueza, la edad, el sexo, el idioma, la educación, etc.
La comunidad de los discípulos y discípulas de Jesús tendría que ser una señal en el mundo para un camino de comunión e igualdad entre todos, valorizando la diversidad como elemento de riqueza común, y no de discriminación.
Pero también la comunidad cristiana está tentada de división, considerando los méritos, cargos y tareas de algunos como motivo de privilegio y separación.


                     



   Estos peligros ilumina la parábola del evangelio San Mateo 19, 30 – 20, 16:

 Jesús dijo a sus discípulos:
 «Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros, porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo", Y ellos fueron.
Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: "¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?" Ellos les respondieron: "Nadie nos ha contratado".
Entonces les dijo: "Vayan también ustedes a mi viña". Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: "Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros”.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: "Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada".
El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿O no tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?"
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».




En el lenguaje simbólico de la parábola,
la viña es la humanidad. A esta viña están invitados a trabajar los jornaleros que contratan su sueldo por un día entero de trabajo.
En distintas horas del día sale el dueño de la viña para invitar a otros nuevos obreros. Es impresionante el lamento triste y doloroso de los trabajadores invitados a la última hora del día: “Nadie nos ha contratado”, y van a trabajar por lo que queda del día sin negociar ningún sueldo.
El pago al final del día, igual para todos,
respeta y cumple con los acuerdos iniciales, pero no tiene en cuenta la diversidad de los trabajadores, algunos de los cuales han trabajado muchas más horas que otros. Y aquí está la enseñanza de la parábola.
Nuestra vocación a trabajar para hacer de la humanidad la familia feliz de los hijos e hijas de Dios es gratuita. No es una recompensa por los méritos, ni produce méritos. Gastar la vida en el servicio a los demás, trabajando en la viña del mundo, no da derecho a privilegios o separación, sino que realiza lo que cada uno está llamado a hacer, siguiendo a alguien que lo hizo primero, Jesús. La llamada es gratuita, y la respuesta también, y un mismo sueldo para todos, independientemente de las horas, de la cantidad de trabajo y de las tareas realizadas para la comunidad.
Esto puede despertar el descontento y la molestia de algunos, que se sienten más merecedores que otros, y pretenden un reconocimiento diferente. Nos cuesta pensar en esta igualdad radical, porque muchas veces en la misma comunidad repetimos los criterios de la sociedad en que vivimos. La justicia de Dios, en cambio, es desconcertante. Él da lo justo y mucho más, gratuitamente. Es “injusto”, de un punto de vista humano. La lógica de Dios no es la lógica de los hombres.
Podemos tener la tentación de abusar de un Dios así, o podemos intentar imitarlo, como hijos e hijas que reproducen en sí mismos los rasgos del Padre.



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 COMENTARIO :   Nuestra Señora Virgen de los Dolores        15 de Septiembre

                           "Con los crucificados de hoy"   

Celebrar María al pie de la cruz es una oportunidad de visualizar que la vida y la muerte no son realidades separadas, sino que van unidas como la noche y el amanecer. Un ejemplo de esta dualidad es que a los pies de Jesús agonizando, se ensancha la maternidad de María, cuando acoge a Juan y a todos nosotros como hijos. El amor maternal se hace universal en medio del sufrimiento. Tenemos tantas experiencias en que hemos visto que desde el dolor profundo surge la vida. María acompaña a su hijo Jesús en la cruz y recibe a su hijo muerto en los brazos. Me imagino el dolor de ella en esos momentos. Sin embargo, la historia no termina ahí. Jesús resucita para darnos vida en abundancia y María recibe la gracia para acompañar el nacimiento de la Iglesia.
Siento en esta fiesta de la madre de los dolores, una oportunidad de celebrar el amor valiente de María, que no le "hace el quite al dolor". En ella tenemos un ejemplo, un llamado y una guía para acompañar con valentía los dolores de hoy.
Al mismo tiempo, podemos reconocer con esperanza a tantas María que viven la muertevida permanentemente: las que tengo más cerca, las mujeres que viven aquí en Koinomadelfia, criando y consolando niños que les ha tocado cargar una cruz a temprana edad; también en las madres que permanecen al pie de la cruz, viendo a sus hijos que van muriendo lentamente por la droga; las que les nace un hijo enfermo y deben darle cuidados paliativos, las que tienen un hijo con cáncer; las que les nace un hijo con piel de cristal, niños que hasta comer les duele; las madres de los detenidos desaparecidos, quienes no han podido cerrar el duelo porque aún buscan sus cuerpos, y tantas otras... Ellas son las María de hoy. Mujeres que viven la esperanza, porque presienten que en la muerte, misteriosamente, hay resurrección y vida...
Lo hemos visto en estos días, en Chile, después del accidente de avión en la Isla Juan Fernández, donde mueren 21 personas que viajaban a solidarizar con las víctimas del Tsunami. Sus muertes nos dejaron un mensaje de vida, amor y solidaridad. Ellos murieron, pero con su muerte sembraron vida...
Termino con las palabras que me han resonado profundamente en estos días, del poeta Gonzalo Rojas: "Del aire soy, del aire, como todo mortal, del gran vuelo terrible y estoy aquí de paso a las estrellas, pero vuelvo a decirte que los hombres estamos ya tan cerca los unos de los otros, que sería un error, si el estallido mismo es un error, que sería un error el que no nos amáramos".
Mónica, El Abrazo de Maipú – Chile.

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      ¿Cuántas veces tendré que perdonar?    


Creo, en relación al evangelio del domingo sobre “Cuántas veces tengo que perdonar”, que el perdón es divino: perdonar de verdad, de corazón, no de boca para afuera. Ese perdón verdadero sólo lo haremos con la ayuda del Señor, que ha iluminado nuestros corazones y ha logrado que el perdón se manifieste en nosotros. El perdón es un proceso de asimilación, de maduración espiritual, al cual llegamos cultivando nuestra vida espiritual, a través de la palabra del Señor.
Fernando, Oruro – Bolivia

* * *
Me da miedo usar la palabra “perdón”. Sé que es necesario, para liberarme de cualquier forma de odio, resentimiento, instinto de venganza, porque todo esto me daña a mí mismo y envenena mi corazón. Es un proceso a veces muy doloroso. Pero creo que en el mismo tiempo tengo que impedir que siga el mal, que una persona siga dañándome a mí y a la sociedad. Tengo que poner un límite no al perdón, sino al mal. Y además, sin considerarlo una venganza, tengo que exigir que el mal sea reparado, cuando es posible. Claro que no se repara una muerte. Pero hay muchas cosas que se pueden reparar y cumplir con la justicia. En esto no se tiene que tener indulgencia.
Pedro, Cochabamba – Bolivia

FOTO Sábado 10 de Septiembre

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